Revancha

Una de mis historias de perdedores... Me he tomado la libertad de usar un personaje de Janis, espero que no me lo tenga en cuenta. Y si le he ofendido le pido perdón delante de todo el mundo.

Revancha:

Recuerdo la primera vez que la vi, era una morena guapísima y muy espabilada. Con cinco años se convirtió en la líder absoluta de la clase y en el pringao, aunque ser el hijo del borracho del pueblo ayuda un poco. No podía más que estar sometido al escarnio y a la vergüenza continuada por parte del resto. Recuerdo, la primera vez que me dirigió la palabra con un seco “tu padre anoche vomitó en mi portal”, mientras me daba una patada a modo de venganza. Los años seguían, mi vida seguía sometida al humillación por parte de la gente del pueblo, pero al menos los mayores, tenían la coletilla “pues el hijo es muy buen estudiante”. Eso no hizo más que incrementar mi “popularidad” entre los matones que más de una vez hizo que volviera sangrando a casa ante la impasibilidad de un padre alcohólico y el cuidado de mi vecina, María una viuda joven que me trataba como un hijo. Sólo perdí la calma una vez y fue cuando uno de los cabrones insinuó que la pobre mujer era la puta del pueblo, el resultado una paliza más.

La vida continuaba, mi problema de inadaptación se acrecentó con la adolescencia, no salía de casa, comía lo que me daba la vecina y bueno, la higiene era lo mejor que podía en una casa sin lavadora ni agua caliente, por lo que me duchaba en el instituto con el visto bueno de mis profesores. La vida fue avanzando hasta C.O.U., era el número uno, no sólo del instituto, sino también de la provincia. Además mi cociente intelectual era de más de 125, pero no dejaba de ser un larguirucho delgado lleno de granos, pelo grasiento y gafotas. En aquella época pasaron tres cosas que justifican lo que he hecho:

La primera, fue el día más triste de mi vida. Después de terminar el bachillerato pero quedaba  la selectividad, algo que a mí no me preocupaba mucho. Esa mañana, Marta, la chica de la que estaba perdidamente enamorado desde que tenía cinco años, me pidió que la ayudara con el inglés porque si no sacaba nota para entrar en farmacia, su padre no le iba a comprar el coche. Yo estaba encantado de la vida, me puse mi mejor ropa y fui a su casa, era una familia bastante rica. Estábamos solos, sus padres se había ido a una convención, ella me recibió en pantalón corto y camiseta de tirantes. Tras preguntarme si quería algo, la chica se acerco y haciendo un gesto de asco, me invitó a que me duchara mientras ella me lavaba la ropa. Yo lo agradecí, cuando salí de la ducha, la muy cabrona estaba esperándome con los amigos. Entre dos me agarraron mientras que la muy cabrona agarró un tubo de crema depilatoria para extenderla por mi entrepierna. Cuando la crema empezó a escocer y quemar mucho, logré zafarme de mis captores cuando a uno de ellos le dí una patada en la cara y al otro un codazo con un empujón me quité de encima a mi torturadora y salí corriendo de su casa como mi madre me trajo al mundo. Fueron los dos minutos más angustiosos de mi vida, la cosa iba a más así que me tiré en una fuente cercana para poder quitarme esa crema que dolía como si me estuvieran clavando agujas al rojo. Las risas de la gente fueron menos dañinas que mis pelotas destrozadas con quemaduras de segundo grado.

La segunda cosa que cambió mi rumbo, fue que durante mi convalecencia, mi profesor y tutor, D. Alfredo vino a darme la buena noticia. Me había presentado a unas becas para estudiar en una universidad estadounidense bastante prestigiosa, sólo me quedaba la entrevista, el problema era que tenía ir a la embajada de E.E.U.U. en Madrid. Yo me negué en redondo, no podía ir, no tenía dinero ni ropa adecuada. Mi profesor con una sonrisa, me alcanzó un sobre con unos seis mil euros. Con un guiño me dijo: “Es la indemnización que te paga el padre de la cabrona esa para que no la denuncies, no digas nada…ha sido cosa mía, te mereces sólo cosas buenas, demasiado has sufrido”. Sólo acerté a darle un abrazo entre lágrimas y agradecérselo.

La tercera, ocurrió esa misma noche. Yo había decidido que me iba del pueblo para no volver, tanto como si salía lo de de la beca como si no, me buscaría la vida para irme de allí. Así que me decidí a contarle mis planes a la única persona que había demostrado ternura en mi vida. María, mi vecina, me había enseñado a coser, a cocinar, a planchar. Me cuidaba cuando estaba enfermo, o cuando me encerré en mi cuarto cuando pasó lo de Marta, ella me consoló y me llevó a urgencias en su coche. Me iba, para siempre, pero quería despedirme de María no quería ver a mi padre, que sólo había hecho más que pegarme y sacarme el dinero que ganaba haciendo de todo. No quería verlo más en la vida, así que me fui como otras noches a dormir con mi vecina. Era una mujer de unos cuarenta y cinco años, su marido apareció muerto y nunca se supo que pasó. Era morena, menuda con mucho pecho y un culo apretado que daba gusto mirarlo cuando se ponía sus batas finas en verano. Llamé a su puerta…Ella me abrió como siempre con una sonrisa:

-       Me voy…no creo que vuelva más, te lo digo porque eres la única persona que eche de menos.-Le dije…sin que le diera tiempo ni a saludarme

-       ¿Te vas?..., me alegro por ti, me da envidia el no poder irme contigo, pero mis padres pronto empezaran a necesitarme y no puedo dejarlos solos…Pasa y tomamos algo, ¿has cenado?

-       No…la verdad es que no.-

-       Pues ayúdame y te hago algo rico…

La cena fue rica y con todo el cariño de quienes comparten una última cena. Las cosas como son, nos acurrucamos para ver lo que iba ser nuestra última película juntos, que era una cosa que hacíamos muchas noches desde hacía un par de años. Elegimos “Fuego en el cuerpo” de William Hurt y Kathleen Turner, cine negro de los ochenta, lo que no sabía es que salían algunas escenas subidas de tono…la imaginación voló y mi rabo también. Haciendo que se me saliera del pantalón de deporte que me había puesto para estar más cómodo. María sonriente…dijo:

-       ¡Vaya con el jovencito!

-       Lo siento…no quería…pero…-Le contesté bastante cortado.

-       No te preocupes… ¿alguna vez has visto a una mujer desnuda? -Dijo con una sonrisa picarona.

-       Sólo en películas.-Le contesté.

-       Pues no puedo dejar que te vayas así…-Me dijo mientras se quitaba el camisón de verano. -No está mal para una vieja.

-       Eres preciosa…, siempre me has atraído. -Le dije. Mientras observaba dos tetas inmensas y coño azabache poblado hasta el ombligo.

-       ¿Quieres tocar? -Me preguntó.

Lo normal sería tocar las tetas, o eso creo, pero no fue así. Yo me lancé directamente a su poblado coño. Quería sentir algo que hasta hace dos segundos era inalcanzable, su textura húmeda y blanda unida a unos gemiditos cuando encontré una pequeña bolita protegida por los labios, que gracias a las clases, sabía era el clítoris. Quise probar esas tetas y me lancé a succionar esos ricos pezones grandes y marrones, no sé pero en ese instante me recordaron a las galletas maría que tomaba en el desayuno.  Otra cosa que aprendí es que si mordía el pezón y apretaba el clítoris mi amante se estremecía. Entonces ocurrió algo mágico, mi profesora, me llevó a su alcoba de la mano y me tiró en su cama, para recorrer mi cuerpo con pequeños besitos, hasta quitarme el pantalón, dejando libre a esa pequeña bestia que todos tenemos. Ella me llenó el ego, haciendo un signo de aprobación se la fue metiendo en la boca, lentamente, mientras recogía mis pelotas con la mano y jugaba con ellas. María succionaba suavemente mi glande y yo me retorcía de puro regocijo. Aguanté dos lametones y mi leche le inundó la cara como un torrente. Me cortó el rollo el ver que le ponía perdida la cara, pero ella sonriendo sólo dijo…”umm…hacía tiempo que no lo probaba”.

Yo quería devolverle el favor y por ello casi instintivamente la tumbé y comencé a besar todo su cuerpo, empezando por su boca, su cuello, sus tetas, mientras con mis manos recorría su raja. Sentí la curiosidad de probarla en mi boca….es como la cerveza, no es un sabor que te vuelva loco cuando la pruebas por primera vez, pero tiene algo que te atrae y con las condiciones ideales es algo que está buenísimo. Con la experiencia he descubierto que me gustan con pelo, pero encima de la rajita, no me gusta el coño con pelos dentro. El instinto y los gemidos hicieron que aprendiera sobre la marcha, lamiendo como si fuera un helado, succionando el clítoris y penetrando. Mi profesora se corrió en mi boca, presa del calentón que teníamos desde hacía un rato.

Con toda la delicadeza del mundo, me puse entre sus piernas pero sin no llegar a ser por ella, podría estar follándome su ombligo, ella con sus manos prodigiosas dirigió mi pene a la gloria que supone adentrarme en una mujer. Era un novato, culeaba sin orden ni concierto, tanto, que María me decía: “tranquilo, despacio”…pero una vez que estaba dentro, no podía parar. Culear, meter, sacar, me costó coger el ritmo, pero lo conseguí, pin, pan, pin, pan…costó pero acompasarme pero ahora la cosa era más placentera si cabe, mientras mi amante me clavaba las uñas de puro vicio. Me corrí como una bestia, mi chica lo intuyo y se puso a cuatro patas, para evitar el agujero equivocado, me dirigió una vez más yo agarre su culo, ese trasero que me volvía loco, ahora desnudo y en primera plana. El acople fue perfecto, ella se corrió otras dos veces…había descubierto algo que se me daba bien…FOLLAR.

Terminamos abrazados y exhaustos mientras María me acariciaba la cabeza que se apoyaba en su pecho, dormimos un par de horas. Hasta que ella me volvía a despertar al montarse encima de mí  y teniendo otra sesión de sexo mañanero. Cabalgó mientras yo agarraba esas nalgas tan poderosas, dignas de las musas de Tinto Brass. Follamos hasta volver a quedar rendidos un desayuno copioso y otra sesión de sexo en la ducha, hizo que me replanteara el quedarme con ella, pero mi amante era lista y debió verlo en mis ojos:

-       ¡Ni lo sueñes, vete y no vuelvas nunca más!, te he follado para que te acuerdes de mí mientras vivas, pero no quiero nada más contigo. Entiéndelo, te llevo muchos años, cuando yo sea una vieja de sesenta tu ni habrás cumplido los cuarenta…es por mi bien de ambos, ahora tienes la oportunidad de estudiar y tener todo aquello que la vida te ha negado. Te he cuidado como a un hijo y hoy me has hecho sentir mujer otra vez. Ahora te irás a la estación de autobuses y prométeme que no volverás, pero que me escribirás. Mándame cartas todas las que puedas. Pero vete y no vuelvas. ¡Júramelo!

-       Lo juro, le dije…solemnemente.­­-Juro que te escribiré al menos una vez al mes y juro que no volveré al pueblo.

-       Ahora ven conmigo, no puedes ir a la entrevista esa en harapos.-dijo mientras me llevaba hacia el armario de su alcoba.

-       Mi marido era más o menos de tu talla cuando nos casamos, pruébate el traje, es bueno, se lo regaló su tío el sastre.

Me estaba bastante bien y la verdad es que lo he conservado porque creo que me ha traído suerte. Me despedí de ella, prometiéndole que cumpliría el compromiso de escribirle y me largué en el primer autobús que salió del pueblo para poder irme a Madrid. Monté en el bus y salí de allí con la intención de no volver nunca más.

En la capital las cosas fueron muy rápido, buena impresión en la entrevista, tanta que me preguntaron por la posibilidad de estar allí en una semana. Así que busqué una pensión barata y comenzamos con los trámites, papeleo de visados y pasaporte, billete de avión y en una semana salía como becado por la MTU. Un buen libro, comida de avión y después de varios embarques, aduanas y demás historias.

La universidad estaba al lado de un lago inmenso, la ciudad más cercana al campus estaba a unos quince minutos, aunque aquél ya era de por sí un pueblo. Nada más llegar me llevaron a lo iba a ser mi hogar durante los siguientes cinco años. El tiempo pasa muy rápido en estas circunstancias y yo me tuve que adaptar más rápido si cabe a un nuevo país, una nueva lengua y costumbres. Hasta los tres primeros meses, no llegué ni a tener más de cinco minutos seguidos de conversación con mi compañero de cuarto, lo único que sabía de él es que era de un pueblecito de Wisconsin y que iba becado como yo. El último día de clase antes de irnos a casa por navidad, todo el mundo iba como loco haciendo las maletas para irse, menos yo, pero estaba pensando donde pasar estos días, por que el campus se cerraba.

Jim es una gran persona, de hecho hoy sigue siendo mi mejor amigo, un hermano de verdad en realidad. Yo me iba a quedar, pero el pobre insistió en que me fuera con él, “mi madre me mataría si se entera que te he dejado solo en navidad. No somos gente rica, pero lo pasarás bien”. Hice la maleta y nos montamos en su coche, un precioso Dodge Dart sport de 1975, un auténtico “muscle car” como motor V8. Me quedé sorprendido de que un chaval tan apocado tuviera un carraco de esa guisa. Durante el viaje, me contó que sus padres tienen un pequeño taller, él es el menor de tres hermanos. Sus hermanos, son militares, los dos están en el cuerpo de marines. Eran buenos estudiantes y el ejército les pagará la universidad cuando se licencien. Lo del coche, me dijo que su padre se lo regaló cuando cumplió los diez años, porque días antes le vio armar y desarmar un carburador de doble cuerpo. Durante años lo ha restaurado con piezas de chatarra. Entiendo que no me sorprendiera que estuviera en la especialidad de ingeniería mecánica, su sueño era diseñar coches.

Cada kilómetro se convirtió en algo más ameno, comimos en una cafetería y llegamos a la noche, decidí que me sacaría el carnet de conducir en cuanto volviese. Los padres eran gente fabulosa, honrada y trabajadora, lo que se dice la sal de la tierra y lo mejor de todo, me acogieron enseguida como uno más. Desde entonces siempre he pasado las navidades con ellos, la verdad es que tanto Pete como Missy, son como mi familia. Lo que no sabíamos era que la tía Penny, bueno no era tia suya, pero era la mejor amiga de su madre y siempre celebra las navidades con ellos porque estaba sola como yo. Jim odiaba a la tía Penny.

La tía Penny, era una cuarentona gorda rubia y oronda tan típica de ese país, además tenía una mala hostia considerable, de ahí el fastidio del pobre Jim, odiaba a su tía porque según él, era el ser más repelente del mundo. Yo me limité a ser educado con ella, ya que íbamos a ser compañeros de piso durante un par de días, me dediqué a ser el vecino ideal. Aún no teníamos la edad legal para beber, pero nos animamos a ir a un bar de copas para acompañar a la tía Penny. Fue divertido, comimos alitas de pollo, bailamos y bebí mi primera cerveza, no quería quedar mal, pero fue la última vez que bebí alcohol en mi vida. Al volver, la tía iba totalmente desinhibida, con unas ganas de marcha tremendas, lo peor fue cuando se quitó las bragas y me las tiró. Mi amigo se enfadó bastante, yo iba divertidísimo por la escena. Me volví y le dije a la gordi:

-       A que no te atreves a follarnos a los dos.

-       Yo sí, el que no se atreve es el capullo de mi sobrino. -Replicó ella.

-       Yo no desde luego. -Se apresuró a decir mi colega.

-       ¿Tú eres tonto?, ¿Tanto has follado que te atreves a decirle a esta qué no? -le dije.

-       Tio es una gorda y vieja…-Protestó Jim

-       Ya pero hoy vamos a follárnosla, piénsalo, ella está con ganas de rabo, digamos que va a ser nuestro regalo de navidad. -Le dije a Jim.

-       A qué tanto cuchicheo, protestó Penny…¿me váis a follar o qué? par de maricones.

-       Espera a que lleguemos a la casa, te vas a enterar de lo que es un rabo español.-le dije.

-       Me mojo sólo de pensarlo. -Contestó riéndose.

Llegamos al sótano y entonces, Penny se desnudó dejando a nuestra vista un par de tetas tan descomunales que podrían matar a Superman de un solo golpe. Jim y yo nos desnudamos y le dije a que hiciera lo que yo.  Así que nos agarramos a chupar de cada teta como si de Rómulo y Remo y la loba Capitolina se tratara. Ella nos agarraba de la nuca y nos estampaba contra sus tetas como la estanquera de Amarcord. Luego nos incorporamos y la guarra de la tía empezó a chupar las dos pollas, pero la de Jim era tal portento que a mí me desplazó a un segundo plano, joder con la tía Penny, si casi le da un colapso de tanto tragar. Pero que aguante tiene la jodía, así que la tumbé de espaldas y con un gesto le dejé vía libre a mi colega que le metió un trancazo del quince. Nuestra tía, berreaba de gusto como si de un verraco se tratara. Tanto que tuve que meterle la polla en la boca para que despertara al resto, una vez se corrió la pobre, intercambié posiciones, con este gesto aprendí una cosa, “cuando hagas un trio primero mete el que la tenga más pequeña por que las comparaciones son odiosas”. Nuestra oronda amante estaba chorreando de gusto y se corrió tantas veces que cuando descargamos en sus tetas se derrumbó entre la borrachera y el cansancio. Durmiendo mientras Jim y yo salimos a tomar el aire entre risas mientras tomábamos un sándwich con un refresco.

-       Ha sido divertido -le dije sonriente.

-       Si, no ha estado mal, pero la verdad es que no era lo que tenía pensado para mi primera vez - contestó no sin pesar.

-       Bueno, si piensas que tu primera vez iba a ser con una tía impresionante, siento decirte que no, esta es la segunda vez para mí y he de decirte que era muy del perfil de Penny, aunque para mí era mucho más guapa. -Contesté.

-       No, si cuando era niño, para mí Penny era lo máximo como mujer guapa, así que en cierta medida he cumplido un sueño, pero ahora no es que digamos Kim Basinger. -Contestó mientras masticaba su sándwich.

-       ¿No lo entiendes verdad?, -Le contesté…

-       ¿Qué debo entender?

-       Mañana observa a tú tía el cambio de opinión, va estar feliz, tú has mojado por primera vez en tu vida y ella desde hace más de un año. ¿hay algo malo en ello?, los hombres somos idiotas, nos pasamos la vida esperando a nuestra Bo Dereck, en cambio nos olvidamos de lo que hay alrededor, y sabes una cosa…observa que las guapas siempre tienen amigas más feas, pero mucho más interesantes. Somos curiosos y envidiosos por naturaleza, si tú te follas a la fea amiga de la guapa, esta tendrá una mezcla de curiosidad y de envidia y más cuando le cuente lo gorda que la tiene su novio. Lo verás…¿hacemos una apuesta?. -le pregunté estrechándole la mano.

-       No hace falta, si tu sistema funciona…podremos follar sin límites a cualquiera que queramos.

Al día siguiente, la pobre Penny estaba abochornada al principio, así que desayunamos rápido, con el cachondeo de la madre de Jim que pensaba que había ligado con uno en el bar y nosotros le seguimos la corriente para que no pensara nada raro. Es cierto que ella estaba bastante avergonzada, pero cuando salimos al centro comercial los tres, yo le pregunté:

-       ¿Por qué estás avergonzada?

-       Hacer un trío con el hijo de mi mejor amiga y el amigo de este, es para estarlo. -Respondió ella.

-       No, ¿Verdad Jim? -Pregunté para apoyarme en mi amigo.

-       No, para nada, somos personas adultas, además yo he cumplido el sueño de tener sexo con la chica de mis sueños. -Respondió Jim.

-       Mira, somos gente sana y adulta, sólo míralo como lo que es, un rato de diversión hoy tu cuerpo y tu mente está a tope, si tienes un brillo especial en los ojos que te hace más joven y todo. Seguro que hoy ligas en el Mall.

-       Jajaja, sois unos aduladores increíbles. -dijo Penny con la cara totalmente cambiada.

-       Tía, lo que pasa es que no te arreglas, siempre vas con el pelo muy descuidado y sin maquillar, deberías hacernos caso. Verás así te sale algún pretendiente con ganas de hacerte feliz. –Dijo Jim.

La jornada de compras fue muy buena, la buena de Penny se dio cuenta que llevaba un abrigo muy viejo, la verdad es que lo había comprado de super saldo en una tienda de segunda mano, seguro que no lo quisieron ni los pobres dijo enfadada y me regaló un plumas chulísimo que abrigaba un montón. Yo quería hacer algo por la familia de Jim por eso les pedí hacer la cena de navidad, así que tirando de una receta que cociné con María la pasada Nochebuena les hice un cordero de chuparse los dedos, con tortilla de patatas, huevos al serrín y de postre pan de calatrava. Fue una noche preciosa, en la que la madre se acordó de sus hijos que estaban fuera, yo me acordé de María y la tía Penny se acordó del rabo de Jim.

Terminamos las navidades y nos volvimos para la uni, no sin antes aprovechar que estábamos en un sitio fácil de obtener el carnet de conducir, para con una tarde de lectura y dos días intensivos de conducción, pude obtener mi licencia. En realidad era otro regalo de la tía, ella trabajaba en tráfico y lo arregló para examinarme ella en el práctico. Gracias a mi amigo descubrí mi otra pasión, los coches.

Entre tanto, avanzamos con dos cosas, los estudios y las mujeres, tal y como planeamos, empezamos con las menos agraciadas, pero que tuvieran amigas más guapas. La envida es mala y no es menos cierto que habíamos conseguido atraer a estas últimas, mi amigo por su don yo por que había descubierto algo nuevo sobre mí y que no había encontrado hasta que me había visto a miles de kilómetros de mi pueblo, era un tío encantador que sabía vestir con elegancia pese a no tener un céntimo.  Éramos un tándem genial, hasta tal punto que al empezar el segundo año yo decidí ampliar mis amplitudes de miras y empecé a fijarme en las mujeres que vivían en las poblaciones de alrededor, si a esto lo llevamos que en el segundo semestre nos cepillamos a más de cincuenta, llegando a acostarnos con seis a la vez entre los dos, había cogido la suficiente confianza para dar el salto.

Era peligroso y divertido, pero un anuncio en un par de supermercados donde daba clases de español, hizo que empezara con una señora de unos cuarenta años, que era muy atractiva, esta les habló de a otras amigas, la fama de mis clases de español llegó al caso extremo de tener una “alumna” mexicana. Lo mejor de todo es que no pedía dinero, y me negaba a aceptar regalos, por lo que las chicas me querían con locura, sexo y autoestima alta de manera gratuita.

El tiempo transcurrió entre libros y mujeres, en el último año, Jim y yo decidimos hacer un proyecto sobre algo que empezaba a ser de uso frecuente en la uni, algo llamado “internet”, yo era un matemático puro y él un ingeniero bastante bueno, pero necesitábamos un informático y allí es donde entró Dana, una chica valiente y lesbiana que nos ayudaba con los ligues de la uni. Ella era linda, pero no podía ver una polla a más de una milla, cuando lo tuvimos claro, se convirtió en una compañera genial, bebía, follaba, sacaba mejores notas que nosotros y mira que éramos los tíos más listos del campus. Un día decidimos crear un motor de búsqueda para que encontrar páginas por internet nos resultara más sencillo, pero que superara en velocidad a lo que ya había creado. Dana nos comentó la idea y nosotros aceptamos su desafío, fue un año duro de trabajo, pero al final dimos con lo que denominamos de broma “el santo grial”. Creamos el buscador y se hizo muy famoso en la universidad en pocas semanas, a los dos meses vino una llamada de teléfono, un directivo de una empresa tecnológica quería una reunión con nosotros, estábamos dentro de la famosa burbuja de internet. La oferta fue de la hostia, pero es que al día siguiente llamó otro que elevaba la oferta, al final vendimos por treinta millones de dólares. Dana, dijo que compraba un rancho en Argentina y que se retiraba a criar caballos, aunque creo que más bien eran yeguas. Todos los años procuro visitar a esta lesbiana loca.

Jim y yo vimos que podíamos hacer dinero con esto del internet, pero queríamos seguir como freelances, por eso, nada más graduarnos, montamos una pequeña oficina en Silicon Valley. Al cabo de diez años habíamos ganado cien millones cada uno, creando logaritmos lógicos para casinos online. Pero con mi proyecto estrella que nadie conoce hice que en diez años pasáramos de cien a mil. ¿Cómo? desarrolle un programa que analiza la información y me da una serie de opciones a la hora de invertir, comprar y vender. Además los ordenadores hacían el trabajo difícil, por eso decidimos no sacarlo a la venta, para evitar que se crearan despidos masivos en los bancos de inversión, nuestro programa hacía el trabajo de mil analistas, no descansaban y no cobraban aunque la última decisión la tomábamos nosotros, pero nos dejaba tiempo para nuestra escudería de carreras y seguir cepillándonos a modelos de Victoria Secret y mujeres por el estilo.

Esto lo hicimos hasta que cumplimos los cuarenta años, donde nos retiramos con una fortuna de mil millones cada uno. Seguimos siendo amigos, pero era el momento en el que debíamos hacer cosas por separado, el siguió con sus coches, pero yo estaba vacío, no tenía una afición concreta así que empecé a viajar. Seguía manteniendo el contacto con María, casi siempre por carta, algunas por teléfono, ella me contaba cosas del pueblo, cuando empecé a ganar dinero, le hacía un ingreso de tres mil dólares todos los meses, al principio no quiso pero yo sólo quería que no le faltara de nada, quería devolverle algo del cariño que ella me había dado. Cuando me retiré pensé que estaría bien volver a verla, no para tener relaciones ni nada por el estilo, sólo quería abrazarla y darle las gracias. Con ello volví a mi país, aquél que me había echado hacía veinte años, pero volvía millonario y anónimo. Nada más llegar, estaba todo preparado, había decidido comprar una casa discreta en una urbanización de lujo.

Los primeros meses los dediqué a darme a conocer, con una serie de acciones que me hicieron bastante popular, tales como donaciones, asistencias a actos benéficos y una cochera que despertaba envidias insanas. Como no trabajaba enseguida desperté la curiosidad de muchas vecinas con las que trabe amistad, aprendí a jugar al pádel y mejoré notablemente mi hándicap en golf aunque ya era de por sí lo bastante bajo. Un día conocí a Cata, una mujer que ha sido especial desde el primer día en que el destino nos juntó, era divertida y nada casta en lo que se refería al sexo por que hacía gala de su bisexualidad. Eso hacía que pudiéramos hacer trios con divorciadas necesitadas, amas de casa insatisfechas y solteras desesperadas. Éramos una especie de Batman y Robín, pero para meter. Un día vino tan contenta con una invitación a una inauguración de un complejo de “ocio”, yo no era de ir a esos sitios, nunca me ha gustado, pero ella insistió tanto que accedí a ir.

Lo cierto era que el complejo era muy elegante, su dueño era un hombre enorme rodeado de una corte de mujeres a cuál de ellas más bella y elegante, su nombre Sergio Talmion, la verdad es que tenía un halo extraño, pero era un hombre amable sencillo y muy simpático, tenía un magnetismo digno de un encantador de serpientes, pero no me daba la impresión de ser un sinvergüenza. Cuando fui presentado, el me dio un par de pistas bien claras en las que me demostraba alto y claro que sabía perfectamente quién era yo. Algo que honestamente me asustó, pero que el con una sonrisa se limitó a decir “tengo la obligación de saber quiénes son mis clientes, no se asuste, sólo tomo ciertas precauciones” tras estrechar su mano, se despidió de mí cortésmente.

Sorprendentemente, allí estaba entre la multitud, no podía ser era demasiado bueno para ser cierto, Marta, la hija de puta, la cabrona que me humilló, estaba allí vestida para la ocasión. No pude más que acercarme y saludar a tan ilustre vecina de mi pueblo. Y haciendo gala de mi mejor sonrisa, le besé en la mano y con un encanto propio del mejor playboy dije:

-       A pesar de estar rodeado de belleza, usted consigue elevar considerablemente el promedio.

-       Gracias caballero, usted eleva el promedio de la cortesía. -Respondió coqueta.-Su cara me es familiar, pero no le relaciono como habitual de esta casa.

-       No creo, he estado fuera del país muchos años y está en lo cierto, hoy es la primera vez que vengo aquí, aunque he de decir que me gustaría conocer este sitio más en profundidad.-Contesté cortésmente.

-       Eso se puede arreglar, permítame hacer de cicerone. -Dijo mientras me agarraba del brazo.

Como pude observar, no faltaba detalle, elegante, moderno funcional y discreto. Hay que joderse lo que puede cambiar el cuento, de ser una hija de puta repelente y calienta pollas a ser solamente una cerda calientabraguetas. Lo más divertido era que no hacía más que mirarme, pero claro, mucho había cambiado desde que era un pajillero con la cara llena de granos. Eso la iba mosqueando por momentos y por eso no hacía más que preguntarme mientras que yo me iba inventado las cosas o simplemente me hacía el tonto. Ya iba siendo la hora de irse, cuando me dijo al oído:

-       ¿No vas a invitarme a una última copa?

-       Claro, ¿dónde quieres ir?

-       ¿A tu casa? -Dijo ella.

-       No mejor a la tuya, en la mía me acabo de instalar y estoy de obras. -Le contesté, mientras pensaba que iba lista si pensaba que la iba a dejar entrar.

Salimos de allí, no sin antes avisar a Cata y despedirnos de nuestro anfitrión, ella puso una cara de flipada cuando vio que el aparcacoches me entregaba mi precioso McLaren MP4. Me guió a un edificio que curiosamente se hallaba en mi urbanización. Un ático precioso, me dijo que me sirviera lo que quisiera mientras ella se ponía cómoda. No bebo alcohol, pero disfruté viendo las fotos de su familia y amigos.. Me divertía bastante saber que estaba casada con uno de los gañanes que me agarraron para depilarme las pelotas, la niña había salido un putón verbenero y el marido un pringao de cojones que trabajaba en la farmacia mientras ella se follaba a todo lo que venía en gana.

Descubrí que venía con frecuencia por ser de la directiva del colegio de farmacéuticos y que aprovechaba para que le dieran duro. Salió de su habitación con un conjunto de cama transparente, al verla me levanté y me desnudé dejando todo cuidadosamente mientras ella me pedía que la follara mientras se masturbaba y jugaba con sus tetazas de silicona. La planté a cuatro patas y la taladré, no merecía preliminares, pero no le hacían falta, estaba chorreando la muy cerda. Berreaba como una bestia con mis embestidas, se corrió varias veces, mientras sus tetas bamboleaban de un lado a otro. Disfrutaba con los azotes fuertes que le daba, en verdad le gustaba que le dieran duro, tanto que saque la minga del coño para metérselo en el culo sin avisar, gritó un “¡por ahí no!”, pero era demasiado tarde, yo estaba entregado a mi venganza y la había reventado un su ojete virgen. Se quejaba diciendo:

-       El culo no, por favor…duele aaaaah,

-       No te mereces otra cosa, eres una mi putita y las zorritas como tú se les trata así.

-       Me estás haciendo daño, por favor sácala….dijo.

-       No, hasta que me corra en tus entrañas.

Así fue, no la saqué hasta que me corrí, al terminar…me limpié la polla en su camisón transparente y salí de allí, no sin antes estar seguro de mi teléfono móvil lo hubiese grabado todo, la resolución no era mala, se oía y se veía todo decentemente. La vi con los ojos rojos llenos de lágrimas y la cara sucia de maquillaje corrido y mocos. Sólo acertó a decirme:

-       ¿Porqué me haces esto?

-       Porque eres mala persona, mala profesional, mala esposa y mala madre…al final todas las humillaciones que has hecho se han vuelto contra ti. -Le repliqué

-       ¿Quién eres? ¿Cómo sabes todo esto?.....espera ¡Noooo!, no puedes ser tú, María dijo que eras una rata de laboratorio en la universidad, no puedes ser…-Dijo con cara de espanto en su cara

-       Si, soy yo y ya no soy un niño asustadizo al que puedes depilar los huevos y humillarlo delante de todo el pueblo, en una hora este video estará en la red y te garantizo que se sabrá en el pueblo lo que haces en tu ático de Madrid.

-       ¿Eres tú?...-Dijo alucinada.

-       Sí soy yo, sólo que con mil millones más encima y mucha mala hostia retenida en el cuerpo por culpa de una hija de puta como tú.

-       Por favor, tengo hijos…¿qué van a pensar de su madre?

-       Tú no tienes hijos, a ellos los abandonaste para darte la gran vida en Madrid, no creo que les importe mucho, en cuanto a tú marido, me da pena, pero le he hecho un favor, ahora podrá pedirte el divorcio y sacarte la pasta. No tienes derecho a pedir árnica. Por culpa de gente como tú odie a mi padre durante años, sin pararme a pensar que era un pobre hombre y tu pandilla, contigo a la cabeza, le tirabais el dinero a los charcos con la condición de que lo cogieran con la boca. Hasta que alguien me convenció para internarlo en una institución y descubrimos que tenía un trastorno bipolar, ahora está bien. Pero, no vosotros sólo querías humillar y tú me pides que te proteja, no sólo quiero que tus hijos te odien, quiero que sientas la soledad y el destierro a la que tú me condenaste...-Dije mientras salía por la puerta con ella suplicando de rodillas.

Me fui a casa, vi el vídeo al menos diez veces, tras tomarme un cola-cao y pensarlo durante toda la noche. Después de volver a ver el vídeo, me dije mí mismo «soy mejor que ella» y apreté el botón de borrar.

Fin

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