Reunión de Trabajo

Dos personas en una reunión de trabajo que termina muy bien

Apenas se conocían, únicamente se habían visto un par de veces antes. Quedaron ese día pues le parecía la persona adecuada para colaborar en el nuevo proyecto de la empresa, al menos es lo que él creía en un principio. Acordaron verse en una céntrica cafetería antes del mediodía, el buen tiempo de la época permitía disfrutar de las terrazas que, a esa hora, empezaban a llenarse de gente dispuesta a disfrutar del sol.

Cuando él llego, ella ya estaba sentada en una de las mesas de la soleada terraza, pero todavía no había pedido nada, por lo que supuso que llevaba poco tiempo esperando. Pidieron un par de cervezas y rápidamente comenzaron a charlar sobre el motivo que les había llevado hasta allí. Según él iba exponiendo el tema, las preguntas y dudas que en ella surgían le hicieron pensar que tal vez no era la persona que buscaba, aunque las ganas de poner aquello en marcha predominaban sobre sus percepciones.

Se sentían a gusto el uno con el otro y la conversación fue tomando otros derroteros hacia temas más personales. Esto les permitía conocerse un poco más, pues la imagen que se habían creado el uno del otro en los anteriores encuentros no eran muy acertada.

Las cervezas siguieron cayendo una tras otra y la charla seguía siendo muy amena y animada por parte de ambos. Después de un buen rato en la terraza decidieron pasar dentro del local, huyendo del sol abrasador de mediodía. Dentro del local había mucha menos gente y se acomodaron en un discreto rincón de la barra, alejados del bullicio de la terraza y del resto de clientes del local. Las horas iban pasando entre risas y cerveza, poco a poco se acercaban para hacerse confesiones y, aprovechando la ocasión, rozarse de forma distraída. La falda de ella permitía observar sus preciosas piernas hasta un poco por encima de la rodilla. Él aprovechaba cualquier ocasión para posar sus manos sobre las piernas de ella, a quien parecía no disgustarle estos leves roces, incluso en ocasiones los provocaba. A su vez, ella también se beneficiaba de estos acercamientos para pasar sus manos por los brazos, hombros y espalda de él. Con todo esto la tarde iba avanzando y la cerveza ya surtía su etílico efecto en ellos dos.

Decidieron salir a dar un paseo por los alrededores. En cuanto se alejaron un poco de la bulliciosa terraza y de las miradas indiscretas, se pasaran las manos por la cintura hasta llegar a un apartado donde, de manera casual el encontró el punto débil de ella, su cuello.

Cuando se sintieron a solas, se abrazaron quedando frente a frente, por fin se besaron. El beso fue largo, profundo, húmedo, no dejaban de acariciarse la espalda, los hombros, el cuello. Siguieron besándose mientras el tiempo a su alrededor parecía detenerse allí, en mitad de la calle. Al separarse se miraron a los ojos durante un tiempo y decidieron continuar con su paseo. Ahí es donde sucedió, él la abrazo por detrás, le apartó el cabello que le cubría la nuca y la beso. La beso en el lugar exacto, esa sensación le recorrió toda la espalda hasta llegar a su entrepierna. Instintivamente separo las piernas y hecho el culo hacia atrás hasta notar como creía la polla de él bajo sus pantalones.

Se sentaron en un banco de la calle, más que sentarse ella se tumbó en su regazo mientras él le acariciaba el pelo y la cara. Ella tenía las piernas sobre el banco, lo que hizo que la falda fuese descubriendo sus muslos hasta el inicio de su tanga blanco. El paso a acariciarle las piernas y la parte de los muslos que la falda había descubierto hasta llegar a rozar el tanga por la parte que cubre su sexo. Su calentura iba en aumento, ella notaba como sus flujos empezaban a mojar el tanga y la erección de él bajo su cabeza, con solo girar la cara podía besar esa polla sobre la ropa.

Él le sugirió ir a un lugar más discreto y ella propuso ir a una casa que tiene para alquilar, la casa esta medio vacía, pero les podía servir. Nada más cerrar la puerta, se empezaron a comer a besos. Ella le arrastro hasta una habitación donde había una cama grande y comenzaron a desnudarse, casi se arrancaban la ropa para rozar cada nueva porción de piel que aparecía. Cuando estuvieron completamente desnudos, él pudo observar el pubis rasurado de ella y no dudo en acariciar ese rincón de piel tan deseado. Al pasar los dedo por el coño noto la suavidad y la humedad de sus hinchados labios y pensó que se lo tendría que comer cuanto antes. Pero no podía olvidarse de esos pechos pequeños, de pezones puntiagudos que se erguían contra su pecho.

Para aumentar el deseo en ella le volvió a besar el cuello y el lóbulo de la oreja mientras con otra mano no dejaba de sobar sus tetas. Ella, mientras tanto, pasaba sus manos por su espalda hasta el culo de él y lo apretaba acercándolo a su cuerpo para notar la dura polla contra el estómago. En ese momento ella decidió que se tenía que comer esa polla.

Se dejaron caer sobre el colchón, él le empezó a comer las tetas pasando de un pezón a otro dejando un rastro de saliva y deseo entre ellas. Fue bajado por su vientre hasta llegar al jugoso coño que se abrió para recibirle. Así, visto de cerca, le pareció más hermoso todavía y, en cuanto poso sus labios sobre ese coño, comprobó lo sabroso y jugoso de ese manjar. Puso todo su empeño en comerlo lo mejor posible, pasando la lengua por los labios de abajo a arriba hasta llegar al clítoris que salía a recibir la lengua en cada lamida. A su vez, ella acompañaba esta comida de coño con movimientos de cadera para hacerla más profunda y que la lengua no se separase de sus labios mayores. Se estaba excitando hasta el punto de que notaba que podría llegar a correrse mientras le comía el coño, esto sus muchos amantes lo habían conseguido en muy pocas ocasiones a lo largo de su vida.

Ella tomó la iniciativa, le hizo girarse hasta quedar tumbado sobre la cama con la polla mirando al techo. Fue bajando por su pecho peludo lamiendo sus pezones hasta llegar a su objetivo, la polla de él. La empezó a besar y a pasar la lengua por el capullo desnudo, se la metió en la boca notando su calidez y dureza y comenzó a succionar acompañando con un movimiento de sube y baja con la cabeza. La chapaba muy bien, ella disfrutaba comiéndose esa polla y él estaba en una nube con una mamada tan buena. Como siempre que ella chupa una buena polla se pone muy cachonda, no pudo aguantar más y se puso sobre él encajándose la polla entre los labios de su coño. Cogió la polla con la mano para pasársela por el coño sobre el clítoris, se estaba masturbando con ella, esto produjo gran placer en ambos. No pudo aguantar mucho más y se metió la polla hasta el fondo sentándose sobre ella y dejándose caer casi con violencia.

Coloco las manos sobre el pecho de él y con movimientos bruscos de cadera se lo empezó a follar, estaba muy excitada, quería que esa polla llegase a lo más profundo de ella. Él aguantaba la cabalgada de ella, pasaba las manos de las tetas al culo y a las caderas acompañando los movimientos de ella. Esta follada les estaba matando, ninguno de los dos quería correrse todavía, pero si seguían así no aguantarían mucho. Le dio la vuelta sin sacársela del coño, quedando ella ahora abajo con las piernas bien abiertas. Entonces el empezó a follarla con ganas, quería hacer que se corriese para después follarla con más calma. Cuando el orgasmo le iba a llegar, ella le pidió que le cogiese del culo, le gustaba correrse con la polla bien dentro mientras le cogían el culo con las dos manos, a su vez ella también llevo las manos al culo de él. De esta manera se corrió mientras él la seguía taladrando con la polla hasta lo más profundo de su coño. Poco a poco bajaron el ritmo de la folla al tiempo que los espasmos del orgasmo de ella también remitían.

Sin apenas descanso ella se volvió a subir sobre él, pensaba que le debía una por la tremenda corría que le acababa de proporcionar esa polla. Con los pies a cada lado de sus caderas, en cuclillas, fue bajado para volver a meterse la polla en el coño. De esta manera la follada era más profunda, con un ritmo lento se la metía hasta dar con el pubis de él. Desde esta posición él podía ver como la polla salía casi en su totalidad del chorreante coño para lentamente volver a entrar hasta lo más profundo de ella. Así, con este cadente sube y baja, le aviso que estaba a punto de correrse, ella se la saco del coño para pasar a su boca y que se corriera ahí. En cuanto empezó a chupársela de nuevo él se corrió de forma abundante en la boca de ella, fue una corrida como pocas en su vida.