Reunión con mis jefas

Las jefas me han llamado a su despacho para programar el trabajo, y me han sorprendido con un montón de trabajo.

Reunión con mis jefas

Las jefas me han llamado a su despacho para programar el trabajo, y me han sorprendido con un montón de trabajo

Trabajo en una pequeña empresa, se fundo hace unos pocos años por dos chicas recién salidas de la Universidad. La empresa ha prosperado y tiene una buena reputación en su campo. Yo soy responsable de uno de los departamentos, y el otro día me llamaron las jefas para planificar nuevas acciones.

Cuando entre en su despacho, era ya tarde, quedaba poca gente en el edificio, yo ya había llamado a mi mujer diciendo que llegaría tarde, ya me conozco estas reuniones, son escasas pero bastante prolongadas.

En el despacho de la dirección, una bonita sala amueblada funcionalmente, además de una magnifica mesa con sillas, hay un sofá y dos silloncitos de porte moderno, sentada en uno de ellos estaba ya Belén, Belén apenas suele parar por aquí, se encarga más de las relaciones internacionales y siempre esta viajando, iba como siempre muy elegante, impoluta camisa blanca, foulard negro, pantalón negro y zapatos de marcado tacón. Nos pusimos a charlar mientras esperábamos a Marta, que es su socia.

Belén es una mujer guapa, aunque el culo tal vez últimamente se le haya puesto un poco más grande, la pobre pese a su buen tipo parece que no liga nada, y siempre se esta quejando medio en broma de que se va a quedar para vestir santos.

Ha llegado Marta, tarde como siempre, Marta nunca esta quieta, va de un lado a otro, controlando y corrigiendo, tal vez sea la que lleve la voz cantante de las dos, a veces es un poco insoportable, pero ya me he acostumbrado a ella, y yo creo que aprecia mi trabajo. Marta es de la misma edad que Belén, siempre va con pantalones vaqueros y camisas e cuadros, es algo más bajita y algo rubia en contraste con el moreno intenso de su compañera. La vida privada de Marta es un misterio, parece ser que ahora vive con un individuo, lo cual a todos nos sorprendió pues hasta algunos pensamos que era algo lesbiana, pero bueno volvamos al tema del trabajo.

Nos pusimos ellas en los sillones, y yo en el sofá a revisar las acciones, los nuevos objetivos, y en fin todos los típicos problemas de una empresa. Cuando terminamos ya se había hecho de noche, y yo ya tenia ganas de irme a casa. Marta me dijo.

Mira, una ultima cosa, queremos probar una técnica que Belén ha aprendido en uno de sus viajes, por lo visto va muy bien para compenetrar a los grupos e trabajo. Queremos ver si funciona en la practica

Dirigí mirada hacia Belén ¿Qué chorrada habría aprendido por ahí? Tenía ya unas ganas de irme y estas tontitas decididas a practicar vaya usted a saber el que. Belén me miro con una sonrisa, no me podía negar, aparte de que se lo podían tomara a mal, la sonrisa de esa mujer siempre era irresistible.

Te tenemos que tapar los ojos, te sentaras en el suelo y entonces ya te iremos diciendo lo que tienes que hacer - Me indicó Marta, la cual cogió el foulard que le pasó Belén y sin dejarme tiempo para protestar me vendo los ojos. Un delicado olor a perfume, el perfume de Belén me llegó y me recompenso la molestia.

Allí estaba yo como un pringadillo, jugando a la gallinita ciega, sentado encima de la alfombra, apoyándome en el sofá del despacho de mis jefas. Con lo bien que estaría en casa bebiéndome una cerveza. Noté que ellas se reían quedamente, pero no se que se me venia encima.

Mira, ahora tienes que reconocer cual de las dos somos-me dijo una

No puedes usar las manos hasta que te lo digamos- exclamó la otra.

Noté que alguien ponía un pie a cada lado mía, y de repente mi boca rozo un crespo pelo, y poco después mis labios tocaban una calida entrepierna. No me lo podía creer me estaba comiendo el coño de una de mis jefas. No es que nunca me hubiera imaginado echar un polvo a estas tías, pero el ambiente de esta empresa no era muy proclive a los acosos sexuales, y menos a alguien que te podía poner en la puta calle por insinuarte. Levante los brazos para aferrar el cuerpo que tenia delante, pero la voz de las dos, casi al unísono y sonando justo encimna de mi cabeza, me reprendieron e hicieron que siguiera con las manos quietas.

El coño se restregaba en mi boca, saque la lengua, intentaba buscar la vulva e introducir mi lengua. Ella debió arquear las piernas y una mano empujo mi cabeza al lugar adecuado. ¿Cómo iba a saber yo de quien era esa vagina? Olía a Belén, pero lo que tal vez oliera era el pañuelo que me impedía ver.

Levante de nuevo los brazos y agarre unas nalgas, esta vez no hubo recriminaciones, era un culo firme, empecé a tener mis sospechas, pero no dije nada, empuje el cuerpo todavía más hacia mi, mis dedos recorrieron la raja del culo, arriba y abajo, mi lengua seguía explorando los labios de esa desconocida vulva. Un bajo vientre se retorcia entre mis manos y mi boca. Traidoramente introduje un dedo en el esfínter, un pequeño gemido me certifico mis sospechas, ya sabia de quien era ese cuerpo. Era Marta, la tenaz directora, la implacable crítica, y pensar que decían que era bollera, pero si es una puta de impresión. Retiré un poco la cabeza y balbucee:

Tendría que poder comparar, así por las buenas todos los coños parecen iguales.

El comentario sardónico no le debió gustar, porque me tiraron al suelo, y el coño que antes degustaba paso aplastar mi cara, mientras unas manos ágiles me empezaron a desnudar. Me quede quieto, chupando los pelos que me llegaban, llenado de saliva ese bello, note como me quitaban los zapatos, calcetines, pantalón y calzoncillos, levante un poco la cadera para facilitar que me bajaran la ropa. Mi polla estuvo poco tiempo libre, una sensación de calidez la rodeo, entro limpiamente en una cavidad húmeda, el otro coño, la de la espectadora estaba casi más húmedo que el que yo me había trabajado oralmente.

Las dos tías encima de mi, una encima de mi vientre y otra encima de mi boca, mis manos buscaron las tetas, y encontraron donde posarse, unas tetas firmes, y grandes, ¡que cabrona ¡, nunca me hubiera imaginado que el pequeño cuerpo de Marta fuera tan compacto. Con el trajín la venda de mis ojos se aflojo y unas manos piadosas terminaron de quitármela.

Efectivamente no había fallado, restregándose encima de mi, pasando adelante y atrás su pubis desde mi barbilla hasta mi nariz estaba Marta, sus pechos se bamboleaban, y entreveía una cara desconocida para mi, la seriedad se había trastocado en lascivia, y su boca semiabierta dejaba salir una lengua libidinosa. Su mirada también destilaba deseo, casi daba miedo.

Mientras en mi vientre, divise a Belén, aun llevaba puesta la amplia camisa blanca, pero se había despojado del resto de la ropa, y utilizaba la gruesa barra de mi pene como si fuera un consolador, subía y bajaba introduciéndosela frenéticamente en su mojada vagina, ella conservaba la boca firmemente cerrada al igual que los ojos. Se corrió rápida, un inmenso suspiro culmino su orgasmo, y se quedo como paralizada encima de mi polla, la cual también se había vaciado en el interior de la desatendida hembra.

Marta seguía frotándose en mí, iba a acabar con el coño irritado, yo intentaba mordisquearle los labios mayores, y a veces lograba pellizcárselos, entonces ella gruñía placenteramente.

Intente tomar un poco las riendas de la situación, y me incorpore, Marta cayo desequilibrada hacia atrás, y me puse a horcajadas encima de ella, me iba a vengar, mi polla sobre su ombligo y mis manos encima de sus tetas, a la vez que se las sobaba le impedía moverse. Mientras Belén empezó a chuparme la espalda, su lengua iba recorriendo cada vértebra, bajando lentamente, hasta llegar a la rabadilla. Los pezones de Marta estaban impresionantemente erectos, yo se los pinzaba con los dedos, y ella babeaba.

La cabeza de Belén paso de mi espalda a la entrepierna de Marta, y entre los dos, yo a las tetas y ella al coño logramos que por fin Marta se corriera, parecía endemoniada. Paramos un momento, y aproveche para empezar a descubrir el cuerpo de Belén, la cual se quito por fin la camisa, unas tetas más pequeñas que las de su colega, pero encantadoramente contenidos por un sostén de color perla hicieron que mi boca se lanzara a chuparlos, mordiéndome los pezoncillos a través del satén. La insaciable Marta empezó a chuparme los testículos, el perineo y el ano, sus manos recorrían mis muslos y mi polla se recupero del esfuerzo y se puso de nuevo en marcha, hacia años que no había echado dos polvos seguidos.

Se pusieron las dos como perras, me ofrecían sus culos, la rubia me lo pedía angustiada:

Rómpeme el culo, móteme la polla, mi novio no se atreve, quiero que me hagas daño, por favor.

No me hice de rogar, aplique mi capullo sobre su esfínter y entre a saco, hasta el final, su cuerpo se estremeció. Con una mano le agarraba por la cadera y con la otra exploraba el suave coño, porque descubrí que si que había diferencias, el suave coño de Belén.

Los tres al unísono nos movíamos, las dos zorritas retorciéndose de gusto, y yo con la polla y con la mano repartiendo placer. Me corrí dentro del recto de la pequeña Marta, y deje que mi polla se deshinchara dentro de ella, la cual se había calmado por fin, jadeando con el culo atravesado en pompa. Mi mano siguió estimulando el clítoris de Belén, hasta que también esta por fin se corrió.

Saqué mi polla, bese la boca de mis jefas, primero a Marta, que quería mordisquearme la lengua, y luego a Belén que aún parecía seguir en la cumbre del gozo, le chupe un poco una oreja, un detalle por mi parte.

Las deje tumbadas, una junto a la otra sin tocarse apenas. Llegue a casa, estaba agotado, todo el mundo estaba dormido ya, en el frigorífico había algo para comer, me metí en la cama, abrace a mi mujer, la cual emitió alguna protesta medio dormida y por fin descanse de aquella agotadora reunión de trabajo.