Reunión.

Por fin, tras meses sin poder vernos por culpa del maldito virus volvemos a reunirnos los cuatro amigos. Aunque como yo llego un poco tarde, la fiesta empieza sin mí.

El otro día os conté cómo Carmín y yo nos quitamos la espinita después del confinamiento ( https://www.todorelatos.com/relato/179693/ ), pero la verdad era que lo que queríamos era volver a reunirnos con nuestros amigos Pedro y Leona. Así que, en cuanto regresaron a casa les invitamos a pasar el fin de semana con nosotros. El sábado por la mañana yo tenía una reunión con unos clientes, así que no llegaría hasta la hora de comer, y ellos tenían cosas que colocar en casa después de tantas semanas fuera, así que quedamos en que a lo largo de la mañana, en cuanto pudiesen vendrían.

A eso de las 12 y veinte sonó el claxon del coche de Pedro en el portón de la finca y Carmín les abrió. Aparcaron a la sombra de uno de los sauces y se dirigieron hacia la puerta, donde mi mujer les esperaba. Leona llevaba un vestido de esos para la playa blanco casi translúcido que dejaba ver que no llevaba nada debajo con los pezones ya tiesos y rojos apuntando bajo la tela, se le notaba que venía guerrera. Mi mujer llevaba uno parecido y también sin ropa interior, la confianza que tenemos la hace innecesaria. Pedro por su parte iba con el bañador y la camiseta.

En la misma puerta Carmín y Leona se abrazaron y se dieron un pico con ganas. Era mucho tiempo sin verse en persona y siguieron abrazadas unos minutos mientras se preguntaban las típicas mil cosas de dos amigas que llevan tiempo separadas.

-Bueno, ¿y yo qué?- preguntó Pedro con una sonrisa.

-Perdona, se nos va la olla, jajaja. Bienvenido, también tenía muchas ganas de verte.- le respondió mi mujer. Le echó los brazos al cuello para darle un pico también, pero Pedro la abrazó y la levantó en volandas para darle un larguísimo morreo con lengua.

-¡Eeehh! Dejad algo para luego- les espetó Leona riendo. Pedro soltó a Carmín que sonrió mientras recuperaba el resuello.

Entre risas se fueron para dentro. Mi mujer les explicó lo del cliente y que yo llegaría sobre las dos y Leona empezó a preguntarle mil cosas y responder mil otras. Pedro por su parte se fue al coche a descargar del maletero los típicos regalos de cortesía (incluyendo una botella de Rioja especialmente bueno) y los ingredientes de la comida.

Se fueron los tres a la cocina riendo y charlando. Carmín sacó unas cervezas frías tras colocar en el frigo lo que necesitase frío y mientras seguían charlando empezaron a preparar la comida: que si qué tal lo han llevado tus padres, que si a ver si mejora la cosa, que si qué vacuna os han puesto a vosotros,... En determinado momento Leona se lavó las manos.

-¿Terminas tú de picar la verdura para el sofrito? Tengo que ir al baño.

-Ok, perfecto.

Apenas hubo salido la pelirroja, Pedro se levantó y se colocó detrás de Carmín pegado a sus espalda encajando su bulto entre las nalgas de ella. Sus manos se colaron bajo el vestido de ella y atraparon sus pechos mientras comenzaba a mordisquear y besar su cuello y el lóbulo de la oreja (estas dos cosas ponen a mi mujer a cien).

-Joder Carmín, como he hechado de menos este par de melones.

Ella restregó su culo contra su ya evidente erección.

-Se te nota, jajajaja. Yo también he echado de menos a tu amiguito de ahí abajo.

Pedro la volvió de un tirón y comenzaron a comerse la boca. La mano derecha de Carmín se coló por la cinturilla del bañador y agarró la polla de él, que a su vez amasaba las nalgas de ella con ganas. Al cabo de un momento la agarró por los muslos y la sentó en el mostrador de la cocina. le sacó el vestido por la cabeza mientras ella le quitaba la camiseta. Pedro empezó a devorarle los pechos mientras acariciaba sus muslos. Carmín echó el cuerpo hacia atrás apoyada en las manos, expuesta totalmente a sus caricias. Poco a poco empezó a bajar hasta su coñito depilado y empezó a comérselo. Carmín gemía y respiraba cada vez con más fuerza. Al abrir los ojos vio a Leona en la puerta de la cocina sonriendo apoyada en el marco, con las piernas entreabiertas acariciándose despacio.

Mi mujer le hizo una seña para que se acercase. Mientras Pedro seguía comiéndole el coño, ella empezó a besar a Leona acariciándose y pellizcándose los pezones una a la otra. Pedro se levantó y bajó a Carmín del mostrador mientras se mordían los labios en un morreo a tres bocas. Las chicas tomaron el bañador de Pedro cada una desde un lado y lo bajaron. El cipote de él saltó como un resorte hacia arriba, con el glande ya fuera del prepucio y goteando líquido preseminal. Por supuesto, no iban a desoír semejante invitación y ambas se arrodillaron comiéndole la polla, ora una, ora la otra, lamiendo el capullo las dos a la vez o bajando una por el tronco para chuparle los huevos mientras la otra engullía golosa la cabeza para luego cambiarse.

Pedro no podía tenerla más dura, ni ellas podían tener los chochos más empapados. Leona en ese momento se tumbó boca arriba, con los muslos bien separados. Carmín no precisó más explicación y enterró su boca con ansia en la raja enrojecida y chorreante de la pelirroja, arrancándole un rugido de satisfacción. Para ello quedó a cuatro patas, con el culo bien levantado y la raja goteante de su coño perfectamente dispuesta. Tampoco Pedro necesitó que le hiciesen un esquema. Agarró a Carmín por las caderas y de un fuerte empujón le envió la polla hasta la misma entrada del útero.

Ahora la que gruñó de gusto fue mi mujer que empezó a lamer y chupar con ganas el coño de nuestra amiga al ritmo de los pollazos que le daba Pedro. Este la sacaba lentamente para a continuación, una y otra vez volver a clavarla rápido y de un solo golpe hasta que su pubis golpeaba contra las nalgas de Carmín con un chasquido parecido al de una palmada.

Tras un buen rato en esta posición, Pedro tumbó boca arriba a mi mujer. Le levantó las caderas, colocándoselas sobre los muslos y volvió a penetrarla con fuerza arrancándole el primer orgasmo. Leona por su parte se había arrodillado colocando su coño al alcance de la boca de Carmín mientras le acariciaba los pechos y le comía la boca a su marido corriéndose también. Ambas empezaron a encadenar orgasmos mientras Pedro aceleraba el ritmo cada vez más. Estaba muy cerca ya.

Por fín, ya no aguantó más. Sacó la polla del coño de Carmín, acompañada de un abundante chorreón de flujo vaginal que formó un pequeño charco en el suelo y se puso de pie. Ellas, a pesar del agotamiento de los múltiples orgasmos, o quizá por la misma excitación de sus coños aún palpitantes se lanzaron nuevamente como dos lobas a devorar su enrojecida polla. Con semejante tratamiento nadie aguantaría mucho más y Pedro no lo hizo. Empezó a correrse a borbotones en sus caras, en sus bocas, sobre sus senos.

Tras ello acabaron los cuatro sentados en el suelo recuperando la respiración. Carmín y Leona se besaban y lamían suavemente limpiándose parte de la corrida de él.

-Vaya, parece que ibas cargado Pedro -le comentó sonriente Carmín.

-Le he tenido reservándose para hoy toda la semana cariño -terció Leona.

-Por poco me revientan los huevos entre esta que no me dejaba correrme y el imaginarme cuando te pillara por banda Carmín -añadió él. Los cuatro empezaron a reír con ganas.

-Anda, subid arriba a ducharos las dos mientras yo termino con el arroz, que ya mismo llegará Lefa. Que os encuentre limpitas para poder ensuciaros él también, jajaja -les dijo mientras buscaba su bañador, se lo colocaba y se secaba el abundante sudor con la camiseta. Entre risas, ellas obedecieron y subieron a ducharse. Apenas habían terminado y bajaban por la escalera cuando llegué yo. Nada más entrar por la puerta, Leona se me colgó del cuello dándome un morreo espectacular que aproveché para llenarme las manos con la carne de su culo respingón. Mi mujer también me dio un buen morreo. En la boca de ambas se notaba el sabor a flujos y semen lo que hizo despertar inmediatamente mi erección. Lo que ellas notaron y agradecieron con una caricia (más bien un buen sobeteo).

-Vamos a comer -nos llegó la voz de Pedro desde la cocina, y para allá me fui con ellas cogidas por la cintura una a cada lado. Mi mujer me dió un besito en la oreja mientras caminábamos y me susurró:

-Luego te cuento.

Y en efecto, me lo contó, y yo os lo he contado ahora a vosotros. El resto del fin de semana fué igual de tórrido y agradable. Luego os cuento.