Retrato de una lolita: capítulo 9. Nueva vida.

Laura vuelve a casa pero se encuentra con una sorpresa.

RETRATO DE UNA LOLITA: CAPÍTULO 8. NUEVA VIDA.

Esta es la historia de Laura, una autora divertida, sensual y morbosa con unas experiencias dignas de ser narradas. Junto a ella he ido dándole forma a sus vivencias durante sus primeros años de juventud. Les dejo el enlace de su perfil para qur lean su prólogo y disfruten de sus otros relatos.

https://www.todorelatos.com/relato/173061/#valorar

CAPÍTULO – 8 – NUEVA VIDA

Mi vuelta a casa no fue un camino de rosas, llevaba cuatro años viviendo la vida alegre. Iba y venía con quién me placía sin dar cuentas a nadie. La historia con Ricardo había trastocado todas mis estructuras cerebrales. Durante el primer año con él, viví muchas decepciones. Estaba enganchada a un tipo maduro, atractivo y con un poder sobre mi mente irresistible, todo ello, unida a mi edad entonces (17 años) hizo que cayese totalmente enamorada de él. Pero sus desprecios me volvían cada vez más rebelde. De manera que lo descargué todo fumando porros y bebiendo

litronas

en los parques con mi pandilla de colegas. Cuando Rocío me propuso irme a vivir con ella, Alfredo y Nino, simplemente fue la salida más lógica.

A mi vuelta, mi hermana propuso que lo mejor para mis adicciones (hachís y cerveza) era ser tratada en el centro de Proyecto Hombre en Móstoles, donde ella se había ido a vivir año y medio antes, cuando se casó. Mentiría si dijera que fui con agrado a ese lugar. Yo no me veía para nada como una drogadicta y tampoco es que lo fuera. Yo no estaba mal, algo más delgada de lo normal, lo que junto a mi vestuario hacía que tuviera un aspecto algo sospechoso. Sí fumaba porros y me había metido alguna raya de vez en cuando pero poco más. En comparación con la fauna que había por allí, yo estaba genial.

Así que, con muchas reticencias, acudí a regañadientes, y es que de no haber vuelto a casa yo habría vuelto a caer en las redes de Ricardo. Con poco que me lo hubiese vuelto a cruzar, o me hubiese llamado hubiese acudido una y otra vez a verle.

-¡Vaya! Me esperaba una yonki desnutrida y mira lo que me viene.

Fueron las primeras palabras de Fernando, el director y psicólogo del Proyecto Hombre de Móstoles, cuando me vio entrar en su consulta. Me senté en una silla delante de su mesa:

-Bueno, bueno, estoy deseando saber de ti y que me cuentes.

Fernando era un hombre de 40 años de edad, muy similar a la de Ricardo. No se andaba con rodeos a la hora de nombrar las cosas, desdramatizando así cualquier situación. Era un tipo jovial, divertido en ocasiones y serio en otras. No se parecía en nada a la imagen que tenía preconcebida de lo que era un psicólogo de estos centros. Me trató como la adicta que era en ese momento, tanto a las sustancias como a la personalidad de Ricardo. A medida que le iba contando mis aventuras durantes los últimos cuatro años, Fernando siguió encarándolas con total naturalidad:

-A ver Laura, es normal que una chica como tú haga perder la cabeza a un hombre como Ricardo. Tu atractivo es magnético, y cuando tu vecino, recién divorciado, te vio durmiendo en su cama, con su camisa, lo más normal es que se diera cuenta de que había encontrado a un “mirlo blanco”.  Una Lolita sensual como tú puede despertar los demonios de cualquier hombre. –Por momentos me sentía adulada, y por momentos ruborizada.

-Pero mírate, destilas sexualidad por cada poro de tu piel.

Fernando tenía gracia a la hora de hacer sus comentarios, no forzaba nada. Nunca los hacía con una connotación sexual pero decía lo que pensaba cualquier hombre. Alababa mi belleza y mi sensualidad. En cualquier caso no me hacía sentir incómoda, al contrario, las sesiones con él eran agradables y divertidas, siempre quitándole importancia a todo lo que había pasado.

Así daba comienzo mi nueva vida. Nada más volver a mi casa acabé en un centro de atención de dependientes. Durante un mes permanecí en Móstoles. Tres veces a la semana veía a Fernando, en esas charlas me fue sacando cada una de mis vivencias, mis pensamientos, pasados y futuros, siempre bromeando a cerca de todas y cada una de ellas:

-Follándote en el pub, me hubiese gustado verlo. –Animada por la libertad con la que Fernando me hablaba, me solté a contarle como había sido mi relación con Ricardo. Él siempre solía meter algún comentario que conseguía liberar la tensión y sacarme una sonrisa.

-Como se lo pasó el cabrero –Mis experiencias con Juan, aquel tertuliano radiofónico, tampoco se quedaron en el tintero.

-Campeona de natación. –Para terminar con mi viaje a Lanzarote dónde intenté alejarme de todo mi ambiente y acabé enrollándome con un personaje como Ernesto, desnuda en una piscina la primera noche de estancia.

Pero del mismo modo que Fernando hacía un comentario de broma inmediatamente se ponía serio para profundizar en el tema de manera muy profesional. Ahondando en el cómo y el por qué, de mis actos. Diría que no quedó ni un minuto de ni historia por contarle.

Pasé un mes viviendo en aquel centro de Proyecto Hombre. Dormía en una habitación sencilla, viví en aquella residencia donde algunos pacientes tenían problemas gravísimos de adiciones. Transcurridos esos 30 días  ya pude ir a casa los fines de semana. Siempre vigilada, bien por mi madre o siendo consciente ella de que salía con alguien de su confianza y por supuesto, por el día, nada de noches. Los domingos por la tarde volvía a Móstoles con mi hermana que era la que me llevaba al centro.