Retrato de una lolita: capítulo 10 (final).Rebelde
Laura no puede evitar ser como es y eso le vuelve a traer problemas. Pero Fran le pone las cosas claras.
RETRATO DE UNA LOLITA: CAPÍTULO 10 (FINAL). REBELDE Y TRAVIESA
Esta es la historia de Laura, una autora divertida, sensual y morbosa con unas experiencias dignas de ser narradas. Junto a ella he ido dándole forma a sus vivencias durante sus primeros años de juventud. Les dejo el enlace de su perfil para qur lean su prólogo y disfruten de sus otros relatos.
https://www.todorelatos.com/relato/173061/#valorar
CAPÍTULO – 10 – REBELDE Y TRAVIESA
Habían pasado cuatro meses desde que mi vida se había comenzado a estabilizar. La vuelta a casa después del ingreso en el centro de Proyecto Hombre era el último paso terapéutico para normalizar mi situación. Mi madre había vuelto a confiar en mí, volvía a poder salir sola por el barrio. En otras ocasiones con amigas, pero era inevitable que de vez en cuando, y a escondidas, cayera algún porrito. Mis antiguos colegas de la pandilla
heavy
comenzaron a rondarme.
Sería idílico decir que la niña traviesa desapareció de golpe, pero no, no fue así. La niña traviesa y rebelde, que llevaba 3 años fuera de casa, no se podía permitir entregarse a la "buena vida" tan fácil. Esto no quiere decir que no me sintiese muy unida a Fran, lo estaba, cada día más, pero el diablillo interior de vez en cuando enredaba. Nada que ver a lo de antes, pero...
Fran me dejaba espacio y seguía a sus cosas. Así no era extraño que alguna vez me encontrase con algún amigo
heavy
a la puerta de casa. Alguno de ellos no le gustaba lo más mínimo pero con paciencia se fue normalizando la situación. Nunca puso pegas, al menos en el momento. Sabía que me rondaban con intenciones nada decentes pero no mostraba preocupación. Él es de esas personas que observa y deja vivir, lo que no quiere decir que tolere todo, pero en vez de discutir prefiere desaparecer y seguir su vida.
Cada cual hace lo que piensa que debe hacer y asume las consecuencias. Hay momentos en los que nos invade esa sensación extraña, mezcla de saber que no haces nada malo, pero al tiempo, sabes que no haces bien del todo. Esa era yo en esos momentos.
Así los líos, siempre me han venido bastante solos, sin buscarlos. Esa bendita/maldita sensualidad, ese evidente deseo de los hombres. Y este fue uno más, producto de mi magnetismo y mi personalidad traviesa.
Fran y yo habíamos salido por el barrio un sábado noche. Nos quedamos por
El Fantasma
, un garito punto de encuentro de toda la gente del barrio. Aquella noche estaba repleto. Muchos conocidos pululaban por todos los rincones y a mi alrededor, como si fuera un tarro de miel, los moscones iban y venían soltándome gracias, pero comedidos con Fran al lado. Éste se limitaba a observar la situación concediéndome toda su confianza.
En un momento de la noche fui al baño. Dos de los tipos que me rondaban (y yo conocía) me siguieron. Yo había bebido un par de cervezas y mis ojos chispeaban como en otra época. Entre risas y bromas entramos los tres en el habitáculo. Casi sin darme cuenta, uno de los tipos sacó una pequeña bolsita de su bolsillo. Inmediatamente supe de qué se trataba. Sacó su cartera de cuero y con habilidad logró hacer dos rayas. Me ofrecieron, claro, y acepté,... La vida no es color de rosa y yo aún no había soltado a la niña que era. Esa niña traviesa que de vez en cuando volvía y añoraba el tren de vida desenfrenado que había llevado hasta hacía poco tiempo. Fran había entrado y nos había oído reír dentro de un baño.
Cuando salí no estaba. Vuelta a la realidad. Aguanté un rato allí con esos dos elementos y enseguida me fui a casa, pensando en lo que había hecho. La ausencia de Fran me había removido por dentro. Sentía una sensación de frustración, de haberlo tirado todo por la borda. No dejaba de darle vueltas a la cabeza camino de casa. Sola.
Se mantuvo ausente y desaparecido durante una semana. Fui a buscarle a su casa y no respondía. Le llamaba y me decían que había salido. He de reconocer que empezaba a pasarlo mal. Me di cuenta de la importancia de este personaje en mi vida. Ahora que había conseguido estabilizarla perdía el punto de apoyo, y todo por no poder controlar a la niña traviesa y rebelde. Por fin, siete días después de mi episodio, él apareció. Pero me dejó las cosas muy claras. Frente a mí, con rictus muy serio y mirándome a los ojos:
-Es tu vida, yo seguiré con la mía si no me quieres en ella. –Fran era muy intenso diciendo eso, muy rotundo.
Aquel fue un primer aviso, Una advertencia de que si no era capaz de controlar a la niña traviesa ésta podía acabar con mi relación. Y quién sabe si también con mi tranquilidad vital.
A nivel sexual, su personalidad se dejaba notar. La pasión con la que me poseía era muy superior a la de cualquier otro hombre que me lo hubiese hecho. Fran se mostraba dominante, y eso fue calando en mí. Sus ganas, sus formas, su manera de hacerme sentir. Yo sé que, aunque no lo dijera, por esa época ya me sentía suya, aunque me dejara hacer, me poseía con sus palabras. Incluso aunque la niña siguiera enredando.
Pero todavía hubo una segunda aparición de la niña traviesa. Otra noche de sábado. Un concierto de unos amigos suyos, Una fiesta de post concierto en un garito de Moncloa. Después de la tercera cerveza, la niña traviesa comenzó a desperezarse de su letargo. Esa sensualidad que siempre ha impregnado cada uno de mis movimientos se potenciaba al máximo con un vestido negro, ajustado, que delineaba mi figura proporcionada. Unos zapatos de tacón, rojos, realzaban mi culo. Me sentía espléndida. Me puse a bailar sola en el centro del garito mientras las cervezas corrían por mi torrente sanguíneo y mis pupilas comenzaban a brillar.
A escasos metros, tres hombres metidos en la treintena me miraban y sonreían. En un momento dado, uno de ellos se acercó a mí bailando. Yo le sonreí, no puedo evitar ser como soy. Me sentía bien dejando que toda mi sensualidad fluyese. Mi mente volaba a esos momentos en los que Ricardo caía rendido a mi magnetismo, una nebulosa comenzó a cubrir mi mente.
Comencé a moverme de forma sensual y provocativa. Ofrecía mi culo de espaldas al tipo mientras levantaba mi melena por encima de la nuca con mis manos. El tipo acercaba su boca a mi oído desde atrás y me decía algo que me hacía reír a carcajadas sin dejar de bailar. En breve tenía a los otros dos allí también. Se unieron al baile, me dejaron en el centro del triángulo que formaba los tres a mi alrededor. Se fueron turnando para bailar conmigo. A esas alturas, yo era todo sexo ya. Casi sin pretenderlo, con mi melena rizada, con mis ojos brillantes, y mi sensualidad supurando por cada poro de mi piel. Aquellos hombres bailaban conmigo sobándome entera sin que yo pusiera freno a sus manos. No dejé que la cosa fuera a más, lo intentaron, no sé cuanto tiempo pasó hasta que por fin reaccioné y busqué a Fran. Ya no estaba, pregunté por él, se había ido.
Mi cabeza daba vueltas. Salí fuera del garito, los tres hombres salieron detrás de mí. Estuve un rato hablando con aquellos tres tipos que me pedían que me fuera con ellos. Volví a entrar en el garito con una extraña sensación, por un lado el vértigo de perder definitivamente a Fran, por otro la voz de la niña traviesa diciéndome que me largara con aquellos tíos como lo hubiese hecho en los viejos tiempos. Pero al final, mi nuevo lado racional se impuso al viejo lado oscuro. Con la excusa de que tenía frío salí corriendo de aquel garito Parque del Oeste hacia abajo.
Al día siguiente, para mi sorpresa, Fran apareció por mi casa. Estaba sola y pasamos a mi habitación:
-Laura, he disfrutado mucho este tiempo contigo, veo que has enderezado tu vida y me alegro por ello. Si he de decirte la verdad, me encanta como eres, me gusta todo de ti. El espectáculo de ayer, fue impresionante. Tu forma de ser es una pasada y de no amarte tanto me quedaría a tu lado toda la vida. Espero haberte demostrado que el 100% es poco para darte, el problema es ese, yo espero también lo mismo y se que tú no estás dispuesta a dármelo. No cambies nunca, pero elige bien los momentos en los que sale tu "fiera" y con quién.
Y se fue.
Pasaron los días y no sabía como entender lo que me había dicho. Incluso ahora no logro entender que gustándole esa manera mía de relacionarme con otros hombres me dejaba. No quería que cambiase pero no podía seguir conmigo. Me dejó loca y descolocada. Durante las siguientes dos semanas comenzó a pesarme su ausencia. Me propuse no hacer ninguna tontería y me las tomé lo más tranquila que pude. Salí con Gema dando alguna que otra vuelta por el barrio, sin salir por las noches. Las palabras de Fran pesaban en mi cabeza. Le echaba de menos, mucho.
Un día, dos semanas después, me lo crucé al mediodía por el barrio. Yo paseaba con mi madre y lo saludamos. Se paró con nosotras a charlar. Mi madre, dándose cuenta de la situación se marchó. Fran y yo, seguimos caminando hacia su casa. Me sentía mal y tenía que decírselo. Llegamos a su casa y me sinceré:
-Fran, siento lo del otro día.
-No lo sientas, Laura, como ya te dije, me encantó ese espectáculo tuyo con aquellos tres tipos.
-No entiendo Fran.
-Una vez te dije que llevo observándote desde hace años, pequeña. Toda la vida. Como para el resto de hombres, también eres un imán para mí y eso es algo que puede volver loco a cualquiera… –un silencio espeso se hizo entre ambos –que se lo pregunten a tu amigo… –finalmente hizo alusión a mi vida anterior.
-¿Y eso es bueno Fran? Hasta ahora solo me ha traído problemas, y sin embargo, no puedo evitar ser como soy. –Era cierto que una vez metida en faena la sensación de ser objeto de deseo era algo que me gustaba mucho pero objetivamente era algo que a lo largo de mi vida me había traído más de un dolor de cabeza.
-Ni quiero Laura. Yo no quiero que cambies. Me gustas que seas tú. Si no te quisiera, sería perfecto, eres una maravilla, pero estoy enamorado de ti. –Por primera vez, Fran mostraba una debilidad.
-Sigo sin entender, Fran. Puedo cambiar mi comportamiento, pero te quiero en mi vida.
-No quiero que lo hagas Laura, cada uno es dueño de su vida. Soy yo quien debe gestionar esto, y como no puedo, he decidido alejarme. Es posible que no me entiendas pero no es fácil de explicar. Me gustas como eres, como te comportas. Tu espontaneidad, tu falta de pudor pero al mismo tiempo siento que temo perderte.
Seguía sonando rotundo, yo seguía sin entender mucho, pero si tenía algo claro, no podía dejarle hacer eso:
-Dime lo que esperas de mi Fran. –Le dije mientras me acercaba a él y echaba mano a su cinturón...
Por un momento pensé que me apartaría de él pero no lo hizo. Mirándome a los ojos de una manera “diferente” apoyó sus manos en mis hombros y empujó hacia abajo hasta que me colocó de rodillas. Lentamente se quitó el cinturón, se desabrochó el pantalón y sacó su polla. Yo puse cara de niña buena y, sin dejar de mirarle a los ojos, acerqué mi boca a su capullo. Muy despacio fui introduciéndome su polla en mi boca. Centímetro a centímetro notaba como el trozo de carne de Fran iba invadiendo mi cavidad bucal. Me empleé en darle tanto placer como sabía. Mi cabeza iba y venía a lo largo de su polla mientras mi lengua jugueteaba con ella, ensalivándola. Saboreándola. Ese sabor agrio de sexo que tanto me gustaba.
Aquella fue la primera vez que vi a un Fran fuera de su lugar habitual. Mientras disfrutaba de mi mamada, él comenzó hablar:
-Quiero tenerte donde estás, Laura, quiero quererte y que tú lo hagas igual. Quiero que seas tú, pero conmigo. Me apasiona tu sensualidad. Ese erotismo que supuras, que emana de ti en cada gesto, en cada baile, en cada mirada.
Levante mis ojos, saque su polla de mi boca:
-Dime lo que quieres que haga, pero no te alejes de mí.
-Cada vez que te veía con Ricardo deseaba ser yo. Me jodía no ser yo el tipo al que te entregabas. Que te fueras con un tío maduro me daba morbo. Por eso quiero que me pertenezcas igual que antes le pertenecías a él.
Me explicó lo que sentía, como vivía su sexualidad interior conmigo, la razón de no haberme tocado en meses, el cómo le había jodido mi historia con Ricardo, y su secreto más oscuro, no por mi, si por no ser él.
En definitiva, me estaba diciendo lo que he descubierto con los años, Fran tiene un mundo interior brutal, una combinación del tío más romántico, permisivo, y tranquilo del mundo, alguien que es feliz viendo a sus seres queridos felices, y que hará todo lo que pueda por que sea así, y al tiempo un animal salvaje, alguien que te posee a cada segundo del día, alguien que como dijo Fernando un día en nuestras charlas...
Fran, tu virtud o problema, como queramos verlo, es que la fase de enamoramiento en humanos, dura 2 años, en tu caso, hay algo ahí que hará que dure toda la vida. Y eso es muy peligroso para ambos, y más con la forma de ser de Laura. Ten esto en cuenta, si la quieres la mitad de lo que parece, prepárate a llorar, Laura te hará el tío más feliz del mundo, pero a ratos un desgraciado.
-Me arriesgaré. –Dijo Fran.
Esa combinación, la de su mundo y el mío, alimenta por igual sus dos caras, la del que ama, que da libertad, que quiere verte feliz, y la del animal, que además teme que aquello que quiere el primero, se le escape de las manos.
Yo acabé esa mamada, por primera vez, Fran se corrió en mi boca, y escucho una promesa de mis labios, no cambiaré, pero te daré lo que deseas.