Retomando el pasado
Todo comenzo en el aniversario de graduacion
Había recibido una invitación de mi antiguo instituto para una reunión por el decimo aniversario de nuestra graduación. No sabía si asistir o no, la verdad era que no mantenía contacto con mis compañeros salvo ocasionalmente con dos o tres a través de la redes sociales.
Estaba acostada y empecé a repasar las personas y las cosas que nos pasaron en aquella época de adolescencia. Al recordar a Lola note como una punzada, habíamos sido las más amigas de las amigas. Siempre juntas desde la primaria y contándonos todos nuestros secretos.
También hicimos prácticas, me explicare, prácticas para aprender a besar, la tontería de no fallar si un chico nos besara. Largas sesiones de besos en la boca, con y sin lengua para aprender, que ingenuas éramos.
Lola fue quien me enseño a masturbarme, a ella le había enseñado su hermana que era algo mayor que nosotras.
Evoque cuando nos masturbábamos en presencia de la otra o un poco más tarde cuando nos masturbábamos mutuamente. El sexo de Lola fue el primero y el único que he lamido y según ella el mío también fue el primero para ella. Me di cuenta que añoraba a mi amiga.
Debo decir que aparte de ella no he tenido relaciones con otras mujeres. Creo que soy bisexual, me satisface montármelo con un tío, aunque si he pensado que con alguna de las chicas que he conocido no me habría importado hacérmelo. Supongo que no se dieron las circunstancias apropiadas.
Comencé a sentir cosas, un pequeño nudo en mi estomago, los pezones duros y sin llevar mi mano a mi vagina, sabía que esta húmeda. Recordé la primera vez que Lola me masturbo y yo comencé a hacerlo de la misma forma. Fue un orgasmo tranquilo, delicado y así me quede dormida.
Por la mañana aseándome para ir al trabajo decidí ir a la fiesta, supongo con la esperanza de ver a Lola de la que no sabía nada desde que fuimos a la universidad y ella se traslado a otra ciudad ya que en la nuestra no había facultad de la especialidad que deseaba estudiar.
Llego el día señalado. En contra de mi costumbre de usar pantalones, más que nada por comodidad, busque un vestido negro que siempre estiliza la figura. Me llegaba por encima de la rodilla y un poco de escote pero nada exagerado. No pretendía ligar con ningún antiguo compañero.
En el salón de la reunión me encontré con amigos del pasado y algunos que ni siquiera recordaba. Hice una ronda pero no vi a Lola, seguramente no vendría, lo mismo vivía en otra ciudad. Me desilusione un poco, me hubiera gustado verla después de tanto tiempo.
Pase un rato agradable pero estaba comenzando a aburrirme y cuando iba a recoger mi abrigo la vi. No sé cuando había llegado, estaba espectacular, mucho mejor de lo que yo recordaba, no era una insulsa adolescente, era una autentica mujer.
-Mar, Mar, Mar
Oí varias veces mi nombre, era Lola que venía directa a hacia mí.
Nos abrazamos y besamos en la cara. Comenzamos a hablar y fuimos a por una bebida.
Me conto que al terminar la universidad encontró trabajo en aquella ciudad, que había vuelto unos dos años atrás y que trato de localizarme yendo a mi casa, pero lo cierto era que mi familia se había mudado de barrio y eso en una ciudad grande hace que se complique una búsqueda.
Pasamos un buen rato hablando y recordando cosas de nuestra adolescencia pero sin referencia a nuestras experiencias lésbicas. Parecía un tema tabú. La fiesta llego a su fin y nos intercambiamos los números de móviles con la promesa de llamarnos.
Desde la reunión no sabía nada de Lola y yo tampoco le llame, no quería dar sensación de urgencia. Aunque cuando pensaba en ella sentía alegría y tristeza al mismo tiempo y un come comen en el estomago, lo que suelen llamar mariposas pero que a mí no me gusta llamarlo así. Había pasado ya mes y medio.
Un día en el trabajo, al volver a mi despacho después de una reunión, mire el móvil ya que en las juntas estaban prohibidos. Tenía una llamada perdida, la mire y mi corazón dio un vuelco, era de Lola. Inmediatamente la llame.
Tras los saludos de rigor y los comentarios típicos me dijo que si estaba libre para salir a cenar o tomar algo y así contarnos de verdad nuestra vida durante los diez años pasados. Evidentemente le dije que cuando quisiera podíamos quedar y lo hicimos para esa misma noche.
Me fui pronto a casa para prepararme. Me duche, me di crema por el cuerpo, me puse mi mejor lencería y mirándome al espejo pensé que para que me la ponía, si Lola no la iba a ver.
No sabía que ropa ponerme. Dude mucho. Al final me decidí por una falda de tubo con una raja sobre el muslo derecho, una blusa de escote quizás algo generoso ya que dejaba ver el inicio del “canalillo” y una chaqueta.
La cena fue tranquila seguimos contadnos nuestra vida. Lola tenía una hija, cuyo padre no sabía de su existencia ya que se divorciaron antes de que se le notara el embarazo. Ese fue el momento en que volvió a nuestra ciudad.
Por mi parte le dije que estaba soltera, que había tenido un par de relaciones serias pero que no habían durado y lo demás mejor no recordarlo.
Se rio, su risa era franca y además tenía una sonrisa preciosa. De lo nuestro no hablamos. Seguimos desgranando nuestras vidas y en un momento dado me cogió de la mano.
Fue como si un calambre recorriera mi brazo. Me estremecí. No retire mi mano. Ella debió darse cuenta porque la mire y me sonreía.
Vino el camarero con la cuenta, no me dejo pagar con el argumento que la invitara a una copa. Cuando nos montamos en el coche le pregunte a donde quería ir.
Su contestación me dejo de una pieza.
-Donde tú quieras, me da igual un garito o tu casa.
Fuimos a mi casa. Ella había sido clara y yo la deseaba, bueno no sé muy bien lo que deseaba.
Serví dos copas y nos sentamos.
-No has podido olvidar nuestra adolescencia, Mar.
-Tu tampoco –le respondí-
-Cierto, me gusto lo que hicimos, siempre lo he recordado como algo bueno, con el tiempo me apene por qué no hubiera sido más intenso.
Nos fuimos arrimando, nuestros cuerpos ya se tocaban y me atreví a cogerla de la mano. Fue una sensación maravillosa.
-Más o menos como yo, Lola. Fui a la fiesta solo por si te veía.
Se puso a jugar con mi pelo, me lo apartaba y lo sujetaba sobre la oreja aunque no hacía falta, me sentía genial.
-Yo también, Mar – y me susurro al oído- Deberíamos comprobar si se nos ha olvidado….
Me beso en la boca. Como cuando éramos unas crías. Entre abrí los labios y sentí su lengua como se encaminaba hacia el interior. Fue un beso largo y mi sexo comenzó a humedecerse.
-Diossss, -dije- no se nos ha olvidado como besar.
Seguimos besándonos y tocándonos por donde podíamos que era más bien pocos sitios, la espalda el cuello y el culo. Lo tenía más duro que yo a pesar de la edad. La fui llevando hacia mi dormitorio. Una vez dentro nos dejamos caer en la cama. Al separarnos después de un beso le dije:
-Quiero que te desnudes para mí.
Se puso de pie y yo me senté en la cama. Inicio un pequeño baile, se saco el vestido y vi dos largas piernas enfundadas en unas medias de liga además de un bonito conjunto de ropa interior y una mini braga parecida a un tanga. Se quito el sujetador, me gustaron sus pechos, nada que ver con los que recordaba, eran rotundos además había sido madre. Eran más grandes que los míos.
Luego puso un pie en el borde de la cama y con una calma pasmosa fue deslizando las medias. Yo estaba dando botes para no tocarme. Después se separo una par de pasos y se bajo las braguitas que le cayeron hasta los tobillos, con un gracioso movimiento de tobillo se las saco.
Me tomo de la mano y me atrajo hacia ella. Nos besamos. Comenzó a desnudarme, primero la falda, luego la blusa. Silbó al quedarme en ropa interior. Me hizo girar y dar un par de vueltas. Me quito el sujetador y las bragas de seguido. Me acaricio los muslos cubiertos por las medias. Me las bajo y se arrodillo para quitármelas. Era la primera vez que una persona se arrodillaba ante mí.
Se incorporo y volvimos a besarnos. Me acerco a la cama y nos dejamos caer. Empezó a tocarme los pechos.
-Lola –dije- me apetece que nos tumbemos en la cama y nos besemos, solo besarnos, muy juntitas y abrazadas, durante mucho rato.
No dijo nada, pero lo hicimos. No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero fue bastante. Nuestros cuerpos se rozaban, teníamos las piernas entrelazadas y en mi muslo sentí la humedad que salía de su sexo. Poco a poco nos fuimos acomodando hasta que nuestras vaginas quedaron enfrentadas y rozándose. Sin dejar de besarnos y acariciarnos, fuimos frotando nuestros sexos, los labios, los clítoris. Nos costó trabajo dada la falta de práctica pero al final nos corrimos. No hemos repetido una tijera con tan intensa como en esa ocasión.
Seguimos con los besos y al poco sentí como Lola me penetraba con dos de sus dedos. Me puse a mil, estaba excitada como no recordaba. Fui a meterle mis dedos.
-No, este es solo para ti, mi amor –dijo-
Fue aumentando el ritmo y me follo fuerte. Me corrí entre gemidos y gritos. Era la locura.
Casi sin recuperarme la bese y fui recorriendo con mis labios y lengua su cuello, pecho, senos, vientre, me entretuve bastante en su ombligo, descubrí que era un punto erógeno intenso para ella. Al mismo tiempo con mi mano acariciaba su sexo, labios, clítoris también se los metía.
Por fin mis labios llegaron a su vagina. Era como una catarata de jugos, deliciosos por cierto. Le hice una soberana lamida y me sentí la mujer más feliz del mundo cuando se corrió en mi boca.
Me agarro del pelo para subirme.
-Comparte –me dijo-
Me comió la boca, lamiendo su flujo que aun tenia.
No hablamos, nos abrazamos y entre besos nos dormimos.
Hace casi dos años que ocurrió lo que he contado y solo quiero manifestar la felicidad que siento por que mañana Lola y yo nos casamos.