Retomando donde dejamos

Sus manos siguen fijas sobre mi vientre y yo ruego que las mueva, que me conozca de nuevo, que me acaricie y me haga suya. Sé que ella también está excitada, siento su humedad en mi espalda, trato de moverme y rozar un poco con su sexo, sé que le gusta, su cuerpo la delata, su cuerpo también me dese

Espero que él te bese y te haga apreciar la sabiduría de la naturaleza, que te haga creer en doncellas y en princesas, que te haga  creer en el destino, que se te olvide la lógica, que se te olvide la explicación, espero que cuando él te bese te vuelvas también su inspiración. Espero que cuando él te toque te sientas maravillada, espero que cuando él te toque puedas sin dificultad llegar, espero que te haga conocer nuevos y más hermosos lugares que los que conocías, espero que él te de felicidad.

De todo corazón te deseo la dicha que él te promete, toda la paz, que él de te lo que en mí no pudiste encontrar, sólo entiende que como yo nadie te podrá amar. Para nadie serás tan hermosa como hoy para mí lo eres, nadie se atreverá a desafiar al mundo como yo lo hubiera hecho por ti. Tantos planes, tantos sueños, para ti, para mí, tú y yo juntas, Yo te hubiera hecho feliz. Tan tonta, enamorada, hace meses que no te veo pasar y aún así aunque él hoy te bese yo no te dejo de pensar. Ni de sentir tus caderas en pos de mi cuerpo, tu maldita necesidad, tu cuerpo escultural que de cuando en cuando aún me llama.

Aún hoy después de tanto te sigo añorando, has dejado una profunda soledad, me mentiste, me dijiste que no me amarías jamás. Cuan equivocada estabas. Deja entonces tú ya de extrañarme, o al menos, por favor, deja de decirlo, deja de lastimarme.

Recuerdos que hoy queman en la cama, mi temperatura sube al mil, recuerdo como me besaste aquella noche en que empezó y llegó a su fin. Tan tonta, estúpida, a veces me arrepiento, a veces siento que si no te hubiera besado, si hubiera preferido nada de ti, tan sólo tu amistad aún estarías conmigo. Esa amistad tan sincera y tan llena de mentiras, yo te quería para mí y tú lo sabías…

Sólo quiero que sepas que te pienso… Espero que pienses tú en mí.

Siempre tuya, Daniela

Dejo el papel arrugado de tanto leerlo a un lado, sobre la mesa, la cabeza ya me duele después de leer las mismas palabras una y otra vez. No sé cuanto tiempo llevo ahí sentada, tengo las piernas entumidas. Miro por la ventana y el sol casi se pone por completo. Debo llevar horas ahí.

Me paro aún insegura de lo que debo hacer, vuelvo a darle vueltas al asunto y a su llamada, a la melodiosa que me pareció su voz después de estar tanto tiempo lejos de ella, de su mundo, de mi mundo.

Llevo sólo tres días aquí en México y siento como si no me hubiera ido jamás.  No esperaba verla, ni siquiera saber de ella.  Me había hecho a la idea de que fuera la ninfa de mi imaginación, que me amó en una momento que no existió, ni siquiera para ella, ella tenía tantas ganas de olvidarlo.

Pero me llama! Y me dice que me extraña, que le hago falta, que quiere verme…. Qué mierdas hago yo? Pues claro, Soy una imbécil y le digo que sí.

Cuelgo y me siento como la mujer más estúpida del mundo, cómo espera que pueda ser sólo su amiga después de haber estado dentro de ella en cuerpo y alma y ella dentro de mí? Después de haberla visto desnuda y haberla besado toda.

Entonces, me entra el pánico y me pongo a escribirle mil palabras que dicen demasiado y aún no expresan lo que le quiero decir, como le digo que estoy enamorada pero no quiero verla más? Se puede acaso sentir eso de verdad?

Ya casi es la hora,  me arrepiento de haberme arreglado antes, ya no tengo nada que hacer más que desesperarme por cada minuto que pasa. Tomo una copa y la lleno hasta el tope de vino barato, no tengo ganas de pararme de nuevo, pues sé que necesitaré más que una copa, me echo en el sillón y siento el vino en mi cuerpo cumplido su propósito, me relaja poco a poco y me voy sintiendo mareada, mi estado de ánimo está demasiado vulnerable para el alcohol, pero no me importa y sigo bebiendo, el reloj por fin empieza a dejar de torturarme y el tiempo pasa menos lento.

Cierro los ojos y lo próximo que escucho es el timbre, siento frió en el vientre, “Genial” mascullo para mis adentros, la copa de vino yace sobre mis piernas y el vino derramado en mi ropa. Me apresuro a abrir la puerta con la mancha morada sobre mi blusa.

Cuando me encuentro frente a ella, todo, absolutamente todo, desaparece, ya no existe el vino barato derramado, ni las horas de espera, ni el nerviosismo, ni la carta, ni el deseo de alejarla, sólo estaba ella, ¡Que poca justicia le hacía mi imaginación! ¡Que hermosa se veía! Más que en cualquier fantasía, más que en  cualquier foto que sirvió de consuelo en el tiempo que estuve en Italia. Que hermosa sonrisa, cuanto la había extrañado y cuan maravillada estoy ahora.

No lo vi venir, pero de pronto sus brazos están ceñidos a mi cintura, tan fuerte, como si no quisiera nunca dejarme ir de nuevo, también la abrazo,  la atraigo hacia a mí lo más que puedo, que bien se siente su cuerpo pegado al mío, como queriendo ser uno solo.

Me toma la mano y me arrastra hasta su coche, me dice que me ha preparado la cena y ésta nos espera sobre su mesa. QUEEE?!?!?! Me pregunto en mi interior, yo pensaba que íbamos a ir a un lugar público, en donde no me ganaran las ganas de llevarla a la cama. Esa era la misma razón por la que me había negado a llevarla a mi casa a sabiendas que nadie estaría presente. Tal vez ella no lo entendió o tal vez sí y por eso lo hizo. Mas no digo nada, me trago mis palabras y subo al coche más nerviosa de lo que estaba.

Ella también tiembla, sé que él está fuera de la ciudad, ni siquiera ella sería tan cruel como para hacerme cenar con ellos dos, verdad?

Pero claro, como siempre, mis conclusiones eran erróneas, llegamos, ahí está él, en la puerta , esperándonos, no sé si sentirme, enojada, triste, alegre, demasiados sentimientos.

-Se va a ir pronto, sólo quería conocerte.

-Pero ya me conoce…. Mucho antes que tú si no lo recuerdas, el era mi amigo antes, te conocí por él. (Sí, gracias, mis palabras me ayudan sólo a sentirme más culpable, tal vez así podría frenar mis deseos de ella.)

-Te conoció, pero quiere conocer a la leyenda en que te has vuelto el tiempo que has estado fuera.

No pude hacer más que reír.

-De qué hablas? Sólo estuve fuera unos meses.

-Pero a mí me parecieron años, no hacía más que hablar de ti, hasta con él. Se pregunta en que te has convertido para volverme tan loca.

Sonrío para mis adentros, no quiero que sepa cuantas noches pasé preguntándome si ella pensaba en mí.

Lo saludo, lo abrazo y me finjo su amiga, una amiga que jamás a besado a su novia, una amiga de verdad, una amiga no enamorada de la mujer que él ama.

Me dice mil palabras calurosas y una que otra cargada de humor, pero no escucho, me siento en el limbo, quiero correr, ¿Por qué mis piernas no funcionan? Estoy ahí parada como estúpida mientras el me sonríe de aquella manera que algún día me hizo temblar, cuando el me decía cosas dulces como la miel, en aquel tiempo en que ella no existía, ni existía yo, era una extraña, un punto en blanco, viví cuando la conocí y cuando la besé, cuan culpable me hacía sentir eso ahora…

No sé cuanto tiempo pasa, estoy ahí, sonriendo, tratando de fingir que escucho su platica, ella está perfecta, ríe y lo besa, no sé ni siquiera como sentirme, no sé ni siquiera que pensar. Él se va, tal vez se despide, tal vez no, no lo recuerdo, sigo parada en el umbral de la puerta, no quiero cruzar, no quiero que las imágenes de esa mujer desnuda lleguen a mi mente, no todavía, sigo sobria.

Ella me sonríe, ¡Maldita sea! Derrite todo mi cuerpo, derrite todo lo que soy por fuera y por dentro, toma mi mano y me conduce a la mesa, nada importante, una cena normal que compartiría con una simple  amiga que está de visita. Camina hacia la cocina y me da la espalda, mi corazón comienza a latir, siento que sale disparado de mi pecho, sus pantalones se ajustan demasiado a su cuerpo, la forma en que camina, -un poco exagerada- hace que se marquen más sus curvas, trato de mirar hacia otro lado, pero no puedo mis ojos están clavados en sus caderas en la forma de moverlas… No, no puedo permitirme pensar en aquello.

Ella regresa, yo no me he movido ni un solo milímetro, sigo detrás de la puerta, no quiero acercarme. Me sonríe y coloca dos velas en la mesa las enciende y comienza a acomodar las cosas, casi ignorándome, como si no se diera cuenta de que yo estaba ahí. Medía perfectamente cada movimiento de ella, cada mirada. Su blusón se le baja por el hombro y deja al descubierto su sostén negro, ¡Maldita sea! Ese sostén que yo conozco tan bien, finge no darse cuenta y se agacha a recoger la servilleta que se le ha caído, levanto la mano para asegurarme que no tengo la boca abierta y no se me ha salido la baba.

Trato de relajarme y le pido algo de tomar, da la vuelta y regresa con dos copas de vino tinto, un nebbiollo de L.A. Cetto, maldito el día en que le dije que era mi favorito, lo tomó tal vez de un sorbo, no lo sé, sólo sé que no entra suficientemente rápido, con una mirada inquisitiva me ofrece su copa y sin pensarlo la tomo. Ella se ríe. Quisiera golpearla o llevarla en ese momento a la cama, medito un momento si sus labios saben igual que hace tanto, me pregunto si todo lo que me atormenta alguna vez pasó o sólo lo imagino, me pregunto si es real que algún día estuve en su cama.

Y así como me había visto sumida en mi trance salgo de éste. Bendito alcohol, la sigo hasta la mesa y la contemplo mientras ella sirve la cena, pienso en pararme y ayudarla pero mi orgullo gana la batalla y me quedo sentada mientras ella camina, casi danza alrededor de mí, me ofrece vino y se inclina hasta dejar sus senos a sólo unos centímetros de mi cara, se me hace agua la boca, entiendo perfectamente que lo hace apropósito y la odio tanto pues sabe que funciona muy bien.

Quiere que la desee, quiere que la contemple, que me moje pensando en ella, lo logra, yo lo sé ella lo sabe y ninguna dice nada, yo me muero ella lo disfruta y sigue siendo el mismo juego que me cuesta tanto dejar.

No dejo de preguntarme como ella es capaz de desmoronar toda la confianza en mi misma, de repente me siento pequeña e insignificante a su lado, me tiene atada a mil fantasías con sólo una sonrisa, estamos cenando ya no me siento tan mal como al principio, mis ideas se aclaran y sé perfectamente por que estoy ahí, tengo que hacerla mía.

La decisión está tomada, pero el tiempo pasa y yo soy incapaz de moverme, trato de coquetearle y ella hace caso omiso de mis intentos, sé perfectamente que es lo que ella quiere, sé que me desea y me hace sufrir. La botella de vino se acaba, me paro por otra y trato de caminar lo más recto posible, sé que me está mirando, lo siento y sonrío para mí, estoy ebria, ya no me importa nada, más que estar ahí con ella.

Regreso a la mesa y ella no está ahí, escucho su grito desde la sala, me apresuro a llegar a donde está. Me quedo helada al contemplarla, la mitad de su ropa ha desaparecido, tiene puesta la misma ropa interior que traía el día en que nos poseímos en su cama, trato de disimular los temblores y le tiendo una copa de vino evitando mirar su cuerpo, abre las piernas y me hace una invitación para sentarme con ella.

Me encuentro dándole la espalda mientras ella me abraza, no suelto la copa de vino ni mi cigarro que tiembla como si tuviera vida propia ¿o soy yo la que está temblando?

Estamos calladas, como si no hubiera absolutamente nada que decir, como si no hubiera nada que reclamarle, como si yo no muriera de ganas de decirle cuantas noches pasé pensando en ella, imaginando que estaba con él mientras pensaba en mí, yo sabía que lo hacía, pero no digo nada, me quedo con mis palabras en la lengua y sigo ahí sentada entre sus piernas.

Mi coxis está pegado a su sexo, trato de pegarme más a ella, quiero sentirla, se da cuenta y ríe para sí misma. Comienza a besarme la oreja, odio que me conozca tan bien, mi cuerpo responde inmediatamente a sus labios siento las cosquillas tan distintivas de la excitación corriendo por mis piernas hasta llegar a mi sexo, siento que me mojo mientras ella sigue jugueteando en el lóbulo de mi oreja.

Baja sus labios hasta mi cuello y comienza a besarme, yo muevo la cabeza para darle a entender que quiero que continúe, que estoy ahí a su merced, que soy toda de ella.  Sus manos siguen fijas sobre mi vientre y yo ruego que las mueva, que me conozca de nuevo, que me acaricie y me haga suya. Sé que ella también está excitada, siento su humedad en mi espalda, trato de moverme y rozar un poco con su sexo, sé que le gusta, su cuerpo la delata, su cuerpo también me desea y me quiere en él.

Sus labios siguen pegados a mi cuello mientras mi excitación crece, trato de voltear mi cuerpo para poder besarla pero sus brazos me lo impiden, quiere que siga ahí, indefensa toda para ella, me resigno y trato de besarla en la posición en que estoy, siento sus labios en los míos y una descarga eléctrica recorre mi cuerpo, ¡maldita sea! Y todo sigue siendo mucho mejor que en mi imaginación, su dulce olor me impregna y deseo su lengua en mi boca, deseo que juegue conmigo, que me haga y me deshaga, que lo haga ya.

Siente mi desesperación y suelta una risa vacía que expresa lo que yo quiero escuchar, me conoce perfectamente, conoce mis reacciones, conoce mi cuerpo y sabe perfectamente que mi cuerpo no puede vivir sin ella.

Continuará... :)