Resurgir

La historia de Toni y Lidia.

Resurgir

Hacía seis meses que la relación con mi novia había acabado, Pienso en esto mientras me dirijo a cenar a un restaurante cercano de mi casa, no había vuelto a pisarlo desde que mi novia desapareció de mi vida. Antes eran constantes las veces que solíamos ir a comer allí.

Llovía a cántaros, me movía rápido para no mojarme, entonces la vi, sentada en el suelo se encontraba una mujer más o menos de mi edad. Yo iba por la cera de enfrente y cruce para darle algo de dinero, me sentía la persona más desgraciada del mundo y era incapaz de advertir que en el mundo había personas en situaciones mucho peores que la mía. Cuál fue la sorpresa, cuando me acerque a ella y reconocí a aquella mujer.

Como no reconocerla, ella fue mi vecina y en nuestra infancia parecíamos siameses, siempre juntos. Contemplarla en ese estado me entristeció profundamente, me quité mi abrigo y sé lo hecho por encima. Temblaba de frió, levanto su rostro y me miro, con desconfianza, me reconoció enseguida. Me echo los brazos al cuello y empezó a llorar, que le abría pasado en la vida para terminar en la calle sin nada.

Gritaba mi nombre mientras sus lágrimas se mezclaban con las gotas de la lluvia, la separe de mí y la mire fijamente. Estaba delgada y noté que tenía mala cara, le puse la mano sobre la frente no parecía tener fiebre, entonces le dije.

• Lidia recoge tus cosas que te vienes a casa.

• ¿No puedo Toni, que dirá tu novia?

• Ella ya no tiene derecho a decir nada, tengo una habitación de invitados y podrás quedarte todo el tiempo que necesites, ¿de acuerdo?

Una leve sonrisa empezó a emerger en su rostro, estaba desaliñada, muy delgada, pero seguía siendo una mujer muy hermosa. Después de coger sus cosas que no eran muchas nos dirigimos a mi casa, cuando entro miro todo de arriba abajo, entonces le dije.

• Que ocurre, ¿no te gusta?

• No es eso, esto me parece un sueño y no quiero despertar de él.

• No es un sueño, el baño esta al fondo del pasillo, tienes toallas limpias y te dejaré ropa de Rosa que usaba para estar en casa.

• ¿Eso no la molestará a ella?

• En los últimos seis meses no se ha preocupado, así que ahora no creo que le importe.

Lidia se fue a duchar y yo mientras tanto, me fui a mi cuarto a ponerme cómodo y a preparar algo para cenar los dos. Lidia tenía que estar hambrienta, de jóvenes a Lidia había un plato que le gustaba mucho, la merluza en salsa verde. Por suerte tenía merluza en el frigorífico, la había comprado para comer al día siguiente. Estaba tan absorto preparando la cena que no me percate de que ya había salido de la ducha.

Menudo cambio, parecía otra, la ropa de Rosa le quedaba un poco grande, pero definitivamente esta era otra Lidia diferente a la que encontré en ese apestoso callejón. Lidia empezó a oler la comida y os juraría que empezó a salivar.

• ¿Toni, eso que estás preparando es merluza en salsa verde?

• Si, no me digas que ya no te gusta.

• Claro que me gusta, sabes que desde jovencitos es mi plato preferido – con una sonrisa de oreja a oreja.

Yo también sonreí, Lidia con ánimos renovados, empezó a poner la mesa. Me pregunto donde estaban, un mantel, los cubiertos, las copas y los platos. La cena ya estaba preparada y nos pusimos a cenar, al principio hablamos de cosas banales. Poco a poco me empecé a dar cuenta que de vez en cuando se perdía en sus pensamientos.

• ¿Lidia estás bien?, si algo te preocupa puedes contármelo, ¿lo sabes verdad?

• No es nada Toni, es solo que no me sentía tan bien en mucho tiempo – comenzó a llorar.

Me levante y la abrace, ella me miro con una mirada llena de agradecimiento que hizo que me conmoviera. Después de estar así un buen rato, dijo que cenáramos, si no la cena se enfriaría y tenía una pinta estupenda. Dejo el plato más reluciente que el lavavajillas, entonces le pregunte si quería un café o una copa. Ella me dijo que prefería un café bien cargado, me puse a ello y se lo hice.

Nos sentamos en el sofá y posteriormente de estar mirando durante un rato a la taza de café, mientras le daba vueltas con la cucharilla me miro y empezó a relatarme lo sucedido.

EL RELATO DE LIDIA

Bien Toni, cuando conocí a Diego fue la primera vez que sentí lo que llaman mariposas en el estómago, era un chico muy guapo y fue muy atento conmigo desde el principio. Me enamoré de él desde el primer momento, sé que desde ese momento nuestra relación se fue enfriando, no tenía ojos para nadie más que no fuera él. También tengo que decirte que te echaba de menos, pero Diego era un hombre muy celoso y cuando se enteró de que mi mejor amigo era un hombre se puso a la defensiva y tuvimos nuestra primera gran bronca.

Entonces decidí que lo mejor seria alejarme de ti, lo siento, no obstante en ese momento el amor que sentía por él, era muy fuerte. Nos mudamos a la ciudad donde él nació y empecé a trabajar en la empresa de su padre en el departamento de contabilidad, desde el primer momento que vi a su padre supe que me traería problemas. Su forma descarada de mirarme, como si fuera un trozo de carne que él podría beneficiarse me dio mucho asco.

Intente contárselo a Diego, esa discusión fue tan fuerte que pensé que nuestra relación se había acabado, dejo el piso que compartíamos y se mudó con sus padres. Fueron unos de los días más duros de mi vida, no sé si fue influencia de su padre para tenerme cerca, una tarde Diego apareció en casa con un ramo de flores y con lo que parecía una sincera disculpa y pedida de perdón. Como yo estaba ciega por él lo perdone, fui una entupida. Todo pareció volver a la normalidad, hasta que una de los días que tuve que quedarme hasta tarde pues los números no cuadraban, salí hacia la sala de descanso a tomar un poco de agua y para eso tenía que pasar por el despacho del padre de Diego. Al acercarme pude escuchar ruidos muy extraños, la puerta estaba medio abierta y al asomarme vi a una chica de mi edad, con medio cuerpo sobre la mesa y siendo embestida salvajemente por el padre de Diego desde atrás. Porque sabía que eso no podía ser, pero juraría que esa escena estaba preparada para que yo la presenciara.

Volví corriendo a mi despacho e intenté volver a concentrarme en mi trabajo. Cosa que fue imposible, si algo tenía claro era que ese hombre sería la ruina de mi vida y así fue. Desde ese momento su acoso fue cada vez mayor y más descarado, de hecho parecía que no le importara que su hijo lo descubriera. Un día lo encaré y le dije.

• ¡Si sigue con esta actitud, se lo contaré todo a Diego y después lo denunciaré!

• Hazlo, será tu palabra contra la mía – riéndose.

Yo empecé a buscar trabajo en otras empresas, el padre de Diego lo descubrió y por arte de magia. Todas las puertas se me fueron cerrando, parecía que si quería trabajar solo lo podría hacer en esa empresa. Y llego el día que todo se destruyo, ese día también me tuve que quedar hasta tarde. El padre de Diego al ver luz en mi despacho se acercó, al verlo empecé a temblar. Pensaba que estaba sola en la empresa y resulto que él también se quedó.

• Hola, Lidia que guapa estas, no puedo resistirme a tus encantos.

Se empezó a acercar hasta colocar su cara a escasos centímetros de la mía para intentar besarme, yo lo empujé y salí corriendo. El muy enfadado me dijo que a él no le rechazaba nadie y que esta afrenta la pagaría cara, salí corriendo a casa para contárselo todo a David. Tenía que creerme, yo no había hecho nada malo. Al llegar a casa David estaba muy raro y muy serio, cuando me acerque a besarlo me rechazo y me dijo que cuanto tiempo llevaba liada con su padre.

Yo no daba crédito a lo que estaba escuchando, entonces cuando fui a hablar, el saco su móvil de su bolsillo y me enseño unos mensajes que supuestamente me había intercambiado con su padre. Yo no podía creer que esto me estuviera sucediendo, al intentar hablar para defenderme, me mando callar y entonces de nuestro dormitorio apareció la jefa de márquetin. Una mujer casada, pero con un cuerpo de infarto, se empezó a besar con Diego.

• Ahora sentirás lo que yo he sentido al enterarme de que me eras infiel con mi propio padre.

Le agarré del brazo y le solté un tortazo llena de ira, no podía entender que si me amaba no fuera capaz de darme la oportunidad de defenderme. Entonces con un rostro lleno de ira cogió a aquella mujer y se fueron al dormitorio, al poco tiempo pude escuchar como follaban. Eso fue demasiado para mí, decidí darme media vuelta y salir de esa casa. Cogí el coche y me dirigí a casa de mis padres, al llegar al portal me encontré con tus padres y estos me dijeron que te habías mudado con tu novia, yo dibujando una sonrisa que no sentía me despedí de tus padres y entre en casa de los míos.

El recibimiento en casa de mis padres no fue como lo esperaba, el padre de David los había llamado para contarles sus mentiras y como ya sabes mis padres son muy tradicionales y que hubiera intentado seducir al padre de mi novio fue superior a ellos. Me echaron de casa y me dejaron claro que ya no eran mis padres, intente por activa y por pasiva encontrar trabajo. El padre de David tenía la empresa más poderosa del país y me cerró prácticamente todas las puertas laborales.

Lo demás ya lo sabes, llevo malviviendo desde ese fatídico día, de no ser por Antonio que me solía traer sobras del restaurante me hubiera muerto de hambre mucho antes. Eso también se acabó cuando el dueño del restaurante se enteró, este ha sido mi caída a los infiernos.

Deje que Lidia terminara todo su relato hasta el final sin interrumpirla, después me senté a su lado para abrazarla y que sintiera que no volvería a estar sola en este mundo nunca más. Su llanto era incontrolable y se aferraba a mí como si la vida le fuera en ello, no sé cuanto tiempo estuvimos así. De repente rompimos el abrazo y nos quedamos mirándonos casi sin respirar.

• Lidia, ya no estarás sola nunca más – dije con determinación.

Entonces Lidia me dedico una sonrisa en un rostro lleno de lágrimas que yo intentaba limpiar acariciando suavemente su rostro, volvió a abrazarse a mí colocando su cabeza en mi pecho. Pude notar como se iba calmando poco a poco, entonces me miro con una mirada que me desarmo y me pregunto.

• ¿Toni que te paso con tu novia?

Yo la miré y sonreí, empecé mi relato.

Bien Lidia, sabes que desde pequeño quise estudiar criminología. Crecimos los viendo CSI y a mí me fascinaba esa serie. En casa vivíamos bien, mis padres trabajaban y no teníamos problemas económicos. Eran tiempos felices jugando contigo todas las tardes de la semana y los fines de semana, los años fueron pasando y tú fuiste la primera en irte. Poco antes de poder empezar mis estudios de criminología, mi padre tuvo un accidente laboral que lo dejo en una silla de ruedas. Le dieron una pensión de invalidez parcial, los números ya no daban. Mi madre se mataba a trabajar, había días que llagaba tan cansada que casi ni cenaba.

Eso si lo que nunca faltaron en mi casa fueron las sonrisas, mi padre estaba postrado en una silla para siempre y mi madre se mataba a trabajar, pero siempre mantenían una actitud positiva y se querían más que el primer día. Yo decidí que tenía que postergar mi sueño y empecé a buscar trabajo, con mi poca experiencia encontraba trabajos en los que en vez de cobrar, parecía que tenía que pagar yo. Entonces decidí alistarme en el ejército, sabía que el sueldo no sería muy alto, sin embargo, si le ponía empeño ascendería de rango y podría llegar a optar a las fuerzas especiales.

Todos los meses enviaba casi todo mi sueldo a casa, yo me quedaba con lo imprescindible, con mucho esfuerzo fui ascendiendo de puesto y al final pude optar a las fuerzas especiales. Entrar allí no fue nada fácil, sin embargo, lo conseguí, si el entrenamiento militar ya me parecía un infierno. El adiestramiento en las fuerzas especiales hacía que el anterior entrenamiento parecieran unas vacaciones, me especialice en recabar información. Me infiltraba en el país enemigo y recababa la información necesaria para poder llevar a cabo la misión. En una de esas ocasiones me descubrieron y me hirieron de gravedad, pensé que moriría. Mi unidad consiguió sacarme del país, sin embargo, las heridas eran demasiado grabes y estuve un tiempo en coma. Cuando desperté mi superior me dijo que la guerra había terminado para mí, pero que no me preocupara. Alguien había visto mis méritos y había preguntado por mí, era la fiscal del juzgado de nuestra ciudad y muy amiga de nuestras madres.

Me pasaron a la reserva y empecé a trabajar con Maria (así se llamaba la fiscal), la mayoría de trabajos eran pura rutina, sin embargo, algunos tenían su punto de peligrosidad. Me alegré de ese adiestramiento infernal y de lo mucho que aprendí en él, Maria me tenía calificado como una arma letal. En uno de esos trabajos peliagudos fue donde conocía a Rosa, era la abogada defensora de un empresario tan corrupto que su olor apestaba todo el barrio. Fue amor a primera vista, era una mujer de un metro setenta, pelo castaño rizado, ojos claros y un cuerpo muy bonito.

Ella salía con su jefe, un abogado de renombre, mayor que ella. Solíamos tomar el café en la sala de descanso del juzgado a la misma hora y empezamos a hablar de nuestras vidas. Cuantas broncas de Maria me comí por estar hablando con la abogada defensora, me decía que le daba igual lo mucho que me gustara. Mi obligación era no mantener contacto con ella asta que terminara el juicio. Perdieron ese juicio, el jefe de Rosa estaba seguro de que había escondido bien todos los trapos sucios del político. Su gran error fue subestimarme, di con esos trapos sucios y otros de los que ni Rosa ni su jefe eran conscientes.

Desde aquel juicio mi relación con Rosa se estrechó y eso me trajo más de un problema con su novio. Era evidente que Rosa me gustaba, pero jamás hice ningún movimiento en ese sentido. Ella tenía pareja y yo jamás me interpondría en ellos, si algo había ganado en las fuerzas especiales era paciencia. Ya llegaría mi oportunidad y entonces la aprovecharía, al novio de Rosa le hicieron una gran oferta y la acepto sin tan siquiera consultarlo con ella. Eso a Rosa le sentó muy mal y según me contó que en la despedida tuvieron una bronca de arpa.

Los meses fueron pasando y cada día estaba más enamorado de Rosa, pasábamos mucho tiempo juntos y una noche que la invite a cenar. Terminamos en un local de esos con música a tope y llena de gente, no me gustaban esos sitios, demasiada gente, viejos traumas de mi antigua vida como militar. Rosa se dio cuenta de mi incomodidad y me dijo de echar la última en su casa.

• Te invito a la última en mi casa y bailaremos como me lo prometiste – dijo una desafiante Rosa.

• Muy bien, lo prometido es deuda.

Y sí que bailamos si, los movimientos provocadores de Rosa hicieron que mi polla se pusiera más dura que el palo de la bandera, en una de las canciones lentas que puso, nos fuimos acercando cada vez más hasta que terminamos besándonos. Rosa me empotro contra la pared y se empezó a desnudar, yo hice lo propio. Levante a Rosa que cruzo sus piernas en mi cintura y coloque su espalda sobre la fría pared. Note su escalofrío y aproveche para penetrarla hasta el fondo, mi sueño echo realidad. Mis penetraciones eran acompasadas y profundas, los ojos de Rosa desprendían fuego, tenía un coñito estrecho y muy caliente. El pacer que me proporcionaba era difícil de explicar había que vivirlo, al final nos corrimos los dos a la vez, cuando nos recuperamos nos fuimos a la ducha, entonces se percató de todas mis cicatrices.

• ¿Fue dura tu época de militar no? – pregunto Rosa.

• Si, pero la mayoría de las cicatrices me las hice en el adiestramiento.

Esa noche volvimos a hacer el amor, días después de esa maravillosa noche estábamos saliendo y las cosas fueron viento en popa durante los primeros meses. Luego las cosas se empezaron a torcer, cada vez estaba más esquiva conmigo. Prefería quedarse a comer con sus compañeras de trabajo en vez de conmigo y por las noches llegaba a casa, cenaba y se metía directa a la cama alegando cansancio.

Le pregunte más de cien veces e intente hablar con ella, se cerró en banda y entonces hice lo que mejor savia hacer investigar. No me costó averiguar que su exnovio se había vuelto a poner en contacto con ella y le había pedido que volvieran. Ella se lo estaba pensando, decidí darle un margen de tiempo para que fuera ella quien me lo contara y pudiéramos tomar la decisión correcta. No hizo falta, pasada una semana de forma anónima me llegaron una serie de fotos de ella con su ex en un local de fiesta, en las primeras se les veía hablando muy acaramelados, en las siguientes ya salía besándose con él y en las últimas se veía como se la estaba mamando en los baños de ese local., siempre he sospechado que fue el propio ex quien las envió.

Esa misma noche la espera sentado en el salón, con las fotos bien ordenadas sobre la mesa, para que no perdiera detalle. Cuando llego y contempló mi cara seria y miro las fotos, sin decir nada se fue a la habitación. Escuche como recogía sus cosas, después paso delante de mí con un par de maletas y salió de la casa sin decir absolutamente nada. Si dijera que no llore de rabia mentiría, yo fui un clavo para sacar otro clavo. El que estaba profundamente enamorado era yo, y eso ocurrió hace seis meses.

• ¿No has vuelto a coincidir con ella? – pregunto Lidia.

• No, de todas formas ya perdió la oportunidad de explicarse, lo que me tenga que decir ahora ya carece de valor para mí.

Lidia me miro y apoyo su cabecita en mi hombro, no me dio tiempo a decir nada. Se quedó dormida, estaba agotada la pobre. La cogí en brazos y la metí en la cama de invitados, me quede mirando como dormía por unos minutos y me fui a mi habitación. Me costó conciliar el sueño, las noches anteriores era por un amor perdido que solo estaba en mi cabeza, ahora era por Lidia la mujer que fue mi mejor amiga y que había conseguido mover algo en mi interior durante las horas en la que estuvimos contándonos nuestra vida.

Al día siguiente era domingo, en el armario había un par de vestidos que le compre a Rosa que los dejo cuando se fue. Lidia se los probó y le quedaban de cine, se duchó y la invité a comer en el restaurante que trabajaba Antonio. Cuando llegamos este nos esperaba con una sonrisa, horas antes le había llamado para reservar una mesa en una zona discreta. Lidia iba preciosa cogida de mi brazo, ingresamos dentro del restaurante y no dimos dos pasos cuando el dueño se interpuso en nuestro camino para decirnos que Lidia no podía entrar.

Antonio me miro preocupado, mi cara reflejaba un cabreo de los gordos, él sabía de mi adiestramiento y pensó que me liaría a golpes con él. Nada más lejos de la realidad, cogí mi móvil e hice una llamada.

• ¿A quién llamas a tu mamá? – decía el dueño del restaurante riéndose.

• No, a un inspector de hacienda amigo mío, seguro que estará interesado en echarle un vistazo a tu verdadero libro de cuentas.

El dueño del restaurante se puso blanco como el papel, trago saliva y después todo fueron amabilidades, Antonio se me acerco y me dijo.

• Menos mal, creí que le partirías la cara.

• No hombre, con mi adiestramiento me metería en serios problemas si lo hiciera, solo utilizo la fuerza en defensa de otra persona o defensa propia.

Antonio sonrió y tengo que decir que la comida fue deliciosa, adecentada con la mejor de las compañías. Lidia estaba radiante y no únicamente por lo hermosa que era, irradiaba felicidad y eso me alegraba mucho. Después de lo mal que lo había pasado ya era hora de que fuera feliz, después de comer dimos un pequeño paseo. Empezó a medio llover y decidimos volver a casa antes de calarnos enteros.

Le hablé a Maria de Lidia, ella era contable forense, también le conté el problemilla con el padre de su exnovio.

• Si es buena y me convence ya puede llamar el ministro de justicia en persona que la contrataré igualmente.

Maria la tuvo a prueba y le hizo sudar sangre, pero Lidia demostró lo que valía y Maria no dudo en contratarla, esa noche fuimos al restaurante de donde trabajaba Antonio y ya nos tenían reservada la mesa de siempre. Después nos fuimos a un irlandés que quedaba cerca de mi casa, allí tenían una pista de baile y no tenía las aglomeraciones de los locales de moda, entre cerveza y cerveza, bailamos hasta desfallecer. En un momento dado pusieron una canción irlandesa muy bonita, Lidia y yo nos quedamos mirándonos y previamente de que la canción terminara nuestros labios se juntaron en un apasionado beso.

Me cogió de la mano y me llevo casi volando a mi casa, se desnudó en el salón enseñándome su hermosa desnudez, yo hice lo propio. Ella al principio puso cara de susto al ver mis cicatrices, se acercó a mí y empezó a acariciármelas. Eso parecía calentarla, pues tenía un dedo metido en su coñito y cada vez estaba más húmedo. Lidia echó sus brazos a mi cuello y me beso, después me arrastro hasta el sofá y agachándose cogió mi polla y se la metió en la boca.

Era la primera vez que me hacían una mamada, a Rosa no le gustaba según me decía, después se demostró que era mentira. La sensación era de lo más placentera, tuve que apartarle para no correrme en ese mismo instante. Lidia sonriendo se levantó y poniendo cada una de sus piernas a cada lado de las mías, se fue metiendo mi polla en su húmedo coñito. Creo que no he disfrutado tanto en mi vida, la pare y le hice ponerse en el sofá con las piernas abiertas. Su olor y sabor eran embriagadores, Lidia no pudo soportarlo más y se corrió entre gritos. Fui incapaz de tragármelo todo, cuando su respiración se calmó y me dijo que adelante, se la volví a clavar en el coñito. No sé cuanto tiempo estuvimos haciendo el amor mientras nos besábamos y nos decíamos lo mucho que nos queríamos, no pudimos aguantar más y los dos estallamos en un atronador orgasmo. De no estar ella en el sofá, nos abríamos caído al suelo, esa noche dormimos en el sofá tapados con una suave manta y no volvimos a dormir separados ni una noche más. Llego el lunes y Maria nos estaba esperando con un expediente en la mano.

Cuando lo abrimos se trataba de la ex empresa de Lidia, había indicios que esa empresa se utilizaba para blanquear dinero. El fuego que Maria y yo vimos en la mirada de Lidia nos dijo que no pararía hasta sacar toda la verdad a la luz. Yo también me llevé una alegría pues los abogados defensores eran nada más y nada menos que Rosa y su novio, yo me reí y pensé que a cada cerdo le llega su San Martín. Me puse manos a la obra para conseguir información que Lidia pudiera usar para dar con las cuentas ocultas, para eso llame a un compañero de las fuerzas especiales experto en informática.

El trabajo no fue nada fácil, Lidia y yo pasamos muchas noches sin dormir, descubrimos que las cuentas eran de políticos y empresarios corruptos. El exnovio de Lidia y su padre se llevaban entre un diez y un veinte por ciento por cada transacción, la verdad que el entramado estaba muy bien montado. Ya los teníamos, la guinda del pastel fue descubrir que Rosa y su novio estaban metidos en el ajo, se beneficiaban del mismo entramado corrupto.

La noche que todos serian detenidos Maria, Lidia y yo fuimos invitados a una fiesta que celebraba el padre del exnovio de Lidia, cuando llegamos allí, el padre del exnovio de lidia se acercó con andar chulesco y me miro de arriba abajo con cara de asco, a mí me hizo gracia las ínfulas de rey de ese mafiosillo de medio pelo. Este personajillo se acercó a Lidia e intento meterle mano, Lidia le para la mano y le empujo, él no se lo tomo muy bien y se acercó a Lidia con la sana intención de agredirla.

Levanto su mano y yo se la detuve, empiece a ejercer presión sobre su muñeca, esta hizo un ruido como si se hubiera roto. Mire a ese hombre arrodillado, con una mirada que hizo que se meara encima, estaba tan concentrado en el padre que no vi venir al hijo y este me conecto un puñetazo en toda la cara que me hizo retroceder varios pasos. Levante la mirada y cuando estaba preparado para ir a por él, advertí como una mano volaba e impactaba en el rostro de ese infeliz. El impacto fue tan fuerte que termino cayendo sobre la mesa de los canapés.

Mire a mi lado y observé como Lidia se sujetaba el codo, tenía la mano roja y un poco hinchada. Entonces el padre se levantó y empezó a amenazarnos.

• ¡Vosotros dos que os creéis que podéis venir a mi fiesta y humillarme de esta manera!, os destruiré la vida ya lo sentiréis.

• Usted ya tiene bastantes problemas, si yo fuera usted guardaría silencio y llamaría a mi abogado – dijo una calmada Maria.

En ese momento Maria cogió el móvil y dijo una palabra clave, la policía entro por todas las entradas y empezó a arrestar a políticos y empresarios muy conocidos, aquello fue un escándalo. Después supimos que cuando el padre e hijo llamaron a Rosa y su novio, estos fueron arrestados según pisaron la comisaría. Se les acusó de apropiación indebida, Rosa le pidió a Maria un careo conmigo, yo acepté, pero fui con Lidia.

• Hola Toni, ¿quién es esta? – pregunto una desconcertada Rosa.

• Se llama Lidia y es mi novia – dije de forma fría.

• Tienes que ayudarme Toni, me van a caer muchos años, por los viejos tiempos. – decía una desesperada Rosa.

• Que viejos tiempos, en los que me utilizaste y pisoteaste mis sentimientos- dije de manera calmada.

• Lo siento, confundí mis sentimientos y después fui una cobarde – dijo Rosa.

• Pues ahora ya puedes empezar a ser valiente, las pruebas contra ti son contundentes, yo poco puedo hacer al respecto – dije mirando fijamente a Rosa.

Rosa se derrumbó, Lidia y yo nos levantamos y salimos de la sala de interrogatorios sin mirar atrás, Los sentimientos de Lidia y los míos fueron pisoteados, pero la vida nos había dado otra oportunidad y habíamos resurgido para volver a ser felices.

EPILOGO

Ya ha pasado un año desde que encontré a Lidia viviendo en la calle, cuanto nos ha cambiado la vida a los dos. Mis padres dieron saltos de alegría cuando se enteraron de que Lidia y yo éramos pareja, ahora nos atosigan para cuando los nietos que quieren ser abuelos. Ahora nos es imposible por la cantidad de trabajo que tenemos, pero cuando tengamos un respiro intentaremos ser padres pues es una ilusión de los dos.

Lidia demostró a sus padres que ella no intento hacer nada con el padre de su exnovio, le denuncio y esos cargos se le sumaron a los que ya tenía agravando más su situación. A Lidia le costó volver a tener una relación con sus padres, en eso ayudo mucho las charlas que ella tuvo con mis padres, yo me mantuve al margen y deje claro que apoyaría al cien por cien la decisión que tomara Lidia. Al final decidió darles una oportunidad, todavía queda mucho camino por andar, pero todo es empezar.

Maria se los comió en el juicio, todos los acusados querían hablar y se empezaron a acusar unos a otros, al final los peores parados salieron el exnovio de Lidia y su padre. Veinticinco años de cárcel, Rosa y su novio también ingresaron en prisión estos fueron condenados a quince años. Los políticos y demás empresarios salieron mejor parados, eso no significa que Maria, Lidia y yo no estemos trabajando para corregir eso.

La vida nos separó a Lidia y a mí, después nos volvió a juntar en el peor momento de ambos para que pudiéramos ayudarnos el uno al otro, gracias a eso surgió el amor más sincero y desinteresado que jamás había sentido, Junto a Lidia soy el hombre más feliz del mundo y lucharé todos los días para que eso siga siendo así.

FIN.