Respuesta a mis queridos seguidores
Una declaración de intenciones para mis admiradores.
No sé, cielos; releído mi último relato, Se atrevió II, si bien es cierto que me he extendido un poco más y detallado la historia, también es cierto que me he repetido mucho y vulgarizado un poco. Buscando conseguir que os pongáis cachondos –como me gusta imaginarlo- me excedí un poco añadiendo, a mis limitaciones gramaticales, un tono un tanto hortera que trataré de corregir en el próximo. Intentaré, como me sugerís haceros sentir excitados y inflamados dentro del pantalón cuando me leáis pero sin llegar a lo grotesco, que el deseo os llegue a la entrepierna sin excederme en la grosería.
Procurare, como me pide PEPEJUAN1, que se le ponga como me cuenta (me encanta esa imagen en la que casi se nota la presión que se le puso bajo la tela de -dura, dura), deseando tenerme al lado y realizar sus deseos sin recato. Pero eso sí, añadiendo a mis historias solo adorno pero no engaño, exagerar pero no inventar. Que sepáis que lo que os cuento os ha de poner cachondos porque estéis leyendo mi deseo, con su floritura, pero un deseo real que cuenta lo que siente, lo vivido aunque lo decoren mis ganas de repetirlo en vosotros.
Tampoco pretendo,- no me atrevería, Rauliyo-, a que me conocierais en la realidad. Puedo contaros todo esto y hablar sin tapujos, cielo; hablar de lo dura que se te pone cuando me lees, porque sé que no seré descubierta y, en tal caso, vilipendiada, sino deseada por ti y por vosotros, como en lo privado de mi fantasía sí me gustaría disfrutar de todos a la vez, sintiendo vuestras manos recorriendo mi cuerpo mientras acaricio vuestra, espero, ya animada herramienta, por lo que os estáis leyendo.
Como ves, Daniel, el pudor no está superado, y su ausencia solo es posible por el anonimato que me protege. Desde donde, eso sí, puedo jugar a imaginar esos besos que me ofreces. ¡Qué más quisiera! Y procurar detallar las historias de modo que su signos vayan directamente a vuestra entrepierna endureciendo el ánimo de, seguramente, vuestros predispuestos miembros, que ya me gustaría disfrutar por turnos llevándolos al séptimo cielo.
O, porque no, en compañía de mi identificada en las historia, Mari. Imaginadnos a las dos con el mismo deseo de teneros a todos, adorándonos y dispuestos a darnos lo que nos merecemos, y que nos gustaría recibir de vuestros siempre dispuestos y animoso entusiasmo por entrar en nosotras.
De eso se trata, de disfrutar, en la fantasía, no me atrevería a más –esto de las redes es muy arriesgado- del placer que la imaginación puede construir en una virtual relación múltiple que libere de vergüenza y de represión, la oportunidad del deseo. Que trato ajusto, como me pide Kerdos, a mayor excitación e intensidad de los relatos, intentando que vuestro animo crezca tanto o más que vuestras –Dios, que placer- deseadas erecciones respondiendo a las fantasías de si, lo desea Mari, vuestras dos siervas.
Ya os contaré en la próxima, puesto que en esta me he extendido a responderos, los acontecimientos de mi atrevido jovencito. Que si bien, luego me costó quitarme de en medio (por el compromiso de ser amigo de mi hijo e hijo de un conocido), me hizo disfrutar durante tiempo –no había manera de quitárselo de encima, ni tampoco tenía ganas de hacerlo tal y como zagal me monta sin agotarse, un día tras otro,- montándome y dándome placer y manoseándome, con unas ganas que no había conocido antes, de modo que ya empezaba a pensar en el rato que me esperaba desde el mismísimo despertar en que mis braguitas amanecían mojadas.