Réquiem por un burrito
Sniff, sniff. Se nos ha muerto la mascota, los que tengáis animales entenderéis perfectamente el tipo de relación de afecto y cariño que se establece con ellos.
Réquiem por un burrito
Sniff, sniff. Se nos ha muerto la mascota, los que tengáis animales entenderéis perfectamente el tipo de relación de afecto y cariño que se establece con ellos.
Nuestro burrito estaba en la casa familiar, no era un animal doméstico (aunque alguna vez se nos colo en la cocina a comer pan) sino que residía en el jardín trasero, comiéndose la hierba y las flores de los frutales, porque era un burro gastrónomo.
Tenía gusto el muy burro, porque cuando le llevábamos pan duro, siempre buscaba el que era tipo bollo, bien cubierto de azúcar y con frutitas glaseadas. Un poco tragón si era, sí. De eso se murió, de un cólico por zampar hasta más allá de la hartura.
Además no se dejaba montar ni poner cargas, muy señorito el. Era un burro aristócrata o un aristócrata burro, lo que viene a ser lo mismo. Y claro el señor no hizo a las bestias para holgar y folgar en este valle de lágrimas. Así que lo llamo a pastar, hierba celestial, en prados siempre verdes.
Algunos dicen que se murió de tristeza porque antes de estar con nosotros estaba en una cuadra con ocho burras, pero no creo, porque al lado tenía dos yeguas, que lo que faltaba en número lo ponían en clase y tronío. Mis amigos recuerdan con sorpresa su quinta pata rosada, pero a mí me impresionaba el sonido de su ansiedad. Sus impresionantes rebuznos clamando al cielo, cuando las hembras entraban en celo.
Era un señor Burro, un animal de porte y elegancia intelectual. Siempre había que vigilarle, porque a la que te descuidabas, zas te mordía el libro. También ejercía la crítica literaria, bastaba con echarse a leer en el césped y aparecía. Primero te vigilaba con atención, y cuando comprobaba que el libro no era lo bastante sugerente para mantener la vista pegada a él empezaba a darte con el hocico en la cabeza. Si eso no es una crítica contundente no se que lo será.
Era un poquito Bestia, pero es lo que tiene haber nacido a cuatro patas y con el sanbenito de ser tonto.
No creo que volvamos a tener burrito, nos ha dejado a todos muy tocados. Pero desde aquí animo a quienquiera tener a esta maravillosa criatura, compañero de fatigas del ser humano. Son cariñosos, dulces y sobre todo muy fieles. Algo cabezotas, pero es que son burros.
Para los que le conocisteis os pido vuestro cariñosos recuerdo, a los que no que disfruteis con su magnífica estampa.