Repartidor cogelón

Aprovecho la buena disposición de despachador del súper para hacerle un pedido y me dio mucho más de lo que pedí...y por donde quiso.

Muy cerca de mi casa hay un súper, no es uno de esos de cadena, sino uno de aquí del estado y pues en general tiene todo lo que necesito. Ya cuando requiero algo especial, pues voy a uno de los otros. La verdad está muy conveniente, pues llego en 3 minutos. Hace poco más de un mes uno de los dependientes de frutas y verduras, del que ya me había dado cuenta me echaba el ojo, me hizo la plática.

Paco – Miren nada más, vino la clienta guapa.

Yo – Uy, pero qué amable, oiga. Muchas gracias!

Paco – Gracias, las que le adornan, señora.

Yo – Eso le dice a todas , verdad?

Paco – No, para nada, cómo cree. Y para que vea que es cierto…vino el lunes pasado y traía jeans azules y una blusa blanca pegadita.

Yo – Mire, qué buena memoria.

Paco – Hay cosas que no se olvidan –sonreí coqueta-.

Yo – Qué más puede pedir una, si no es dejar huella?

Paco – Uy, si yo le contara lo que le piden a uno –le eché una mirada pícara- bueno, un gusto verla, ojalá sea más seguido.

Yo – Vamos a ver.

Paco – Ah, por cierto, vive por aquí, verdad?

Yo – Sí, por qué?

Paco – Es que a algunas clientas les doy mi cel, por si quieren que les lleve el mandado cuando acabe mi turno y si viven cerca, pues igual voy de rápido.

Yo – Ah, muy bien! Te lo agradecería mucho, claro.

Me dio su teléfono y me fui a hacer mis compras, enseguida sentí sus ojos y su deseo fijos en mis nalgas, así que me lento pero moviéndolas un poco de más y agachándome un poquito aquí y allá. A partir de ese momento, empezó a deambularme el antojo de dárselas y que me cogiera rico ese chavo.

Un par de semanas después, y luego de algunos coqueteos con él en mis idas al súper, andaba con ganas de una rica cogida y sobre todo de alguien diferente, de una aventura sexual. Así que estando solita en casa en mi día de limpieza, decidí hacerle un pedido a Paco; me dijo que tardaría como dos horas, así que yo aprovecharía para seguir limpiando y luego me cambiaría, pero nada especial, más bien provocativo. Pero no me dio tiempo, casi una hora después de que le hice el pedido, tocaron a mi puerta –seguro en la entrada del conjunto residencial lo dejaron pasar porque lo conocen- abrí y era Paco!

Yo – Paco! Dijiste dos horas!!

Paco – Pues sí, pero me pude salir antes.

Yo – Es que me agarras en fachas –como era día de hacer limpieza, traía unos pants pegaditos y una playera ya vieja, los dos muy desgastados, y sin brassiere, aunque el estampado de mi playera ocultaba un poco mis pezones, se veía que no traía nada- no me diste tiempo de cambiarme.

Paco – No se preocupe, si quiere nada más le dejo las cosas y me voy.

Yo – A ver, pásale.

Dejó las bolsas en la barra de la cocina y luego me ayudó a desempacar y limpiarlas. Cuando acabamos le pagué y le di una buena propina, pero me dijo:

Paco – No, señora guapa, mejor invíteme algo de tomar, hace mucho calor, no?

Yo – Tienes unos minutitos?

Paco – Varios.

Yo – Ah, bueno; yo también me tomo un descansito. Quieres limonada o una cervecita?

Paco – Una cheve (cerveza), suena muy bien; así nos relajamos un poquito.

Después de la primera cerveza estábamos muy a gusto y empezaba a imaginar cómo me cogería Paco en un rato más -eso sí le dejaría la iniciativa a él- entonces me quise animar –y calentar un poco más- y se me antojó acompañar la cerveza con unos mezcales, que ofrecí a Paco y encantado aceptó. Jajaja se le iluminaron los ojitos y seguro pensó “a esta vieja seguro ya me la cogí”. Después de un par de mezcales y cervezas, ambos ya estábamos más que calientes y dispuestos a coger; su mirada se clavaba en mis tetas y yo le veía el paquete. Le dije que prepararía unas botanas, saqué unas cosas del refri, saqué una tabla y un cuchillo y me puse a partir, pero más tardé en sacar todo que Paco en pararse detrás de mi, embarrarme poco a poco su verga en mis nalgas y agarrarme las tetas.

Yo – Paco, qué haces?

Paco – Lo que te mueres que te haga –me hablaba al oído, restregaba fuerte mis tetas y sentí cómo se endurecía su verga en mis nalgas- estás bien pinche buena y te mueres porque te dé una buena cogida, cabrona.

Yo – No, Paco…-yo estaba demasiado caliente- espérate, no…no soy así –yo gemía, para que él supiera que sí quería que me cogiera, sólo lo estaba calentando-.

Paco – Todas las viejas que van al súper enseñando tetas y moviendo las nalgas como tú, quieren verga…se les ve lo putas y a ti también, Ingrid.

Yo – Ay, Paco…de veras no soy así…

Paco – Mira cómo me tienes, cabrona –agarró mi mano y la puso en su verga, de hecho me sorprendió que ya tenía el pantalón abierto- ya viste, güila?

Yo – Está durísima…ay, está bien grandota.

Paco – Se te antoja? –en ese momento metió la mano en mis pants y casi luego luego dentro de mi calzoncito tocando mi conchita-.

Yo – Ay, sí, Paco…se siente rica.

Paco – Tienes la panocha rasuradita, cabrona! Ya sabía, le dije a los güeyes del súper que de seguro la traías bien rasuradita, como las putas –me masturbaba deli- como las cuarentonas calientes que no se cansan de que les den verga, verdad?

Yo – Ay, qué rico me estás dedeando, Paco…síguele, síguele, me voy a venir –yo me arqueaba para que agarrara y viera mejor mis tetas, él me pellizcaba los pezones y me pegaba en las tetas- te gustan mis tetas?

Paco – Jajaja pinche güila, estás que mueres por una buena vergueada, culera!

Yo – Te gustan?

Paco – Sí, perra, tienes unas tetas bien pinches ricas…por eso vas enseñándolas al súper, verdad, cabrona? Y moviendo esas nalgotas…todas son iguales; nomás quieren que se las cojan –me excitó cómo me estaba tratando, cómo me estaba hablando, cómo me estaba usando-.

Yo – Qué rico lo haces, Paco…qué rico me dedeas.

Paco – Te morías por esto, verdad culera? Nomás mira cómo me recibiste, puta, enseñando todo, pinche Ingrid, cogelona.

Yo – No…

Paco – No te hagas pendeja –aceleró cómo me masturbaba- y lo que te falta, hija de la chingada; pinche cogidota, meca…hasta por el culo de voy a dar, puta.

Yo – Ay, me vengo, Paco…me vengo, papi…mmmmmmmmmmmmmmmmmm…

Paco – Vente, putita…vente, güila –me vie riquísimo, me recargué un poco en la barra, él me bajó los pants abajo de las nalgas y me dio una nalgada fuerte-.

Yo – Ay!!

Paco – Pinche culote rico que te cargas, Ingrid –me agarró fuerte las nalgas- ahora híncate y mámela…que también te mueres por hacerlo, vi cómo me veías el paquete todo el tiempo, putita –me di la vuelta con cara de jovencita dominada, él se acariciaba el paquete por encima de su calzón, hice lo mismo- híncate, güila…mámamela, que seguro te encanta mamarla –así lo hice, me hinqué, le mordisqueé la verga sobre el calzón, después se la saqué, de una vez le quité todo de la cintura para abajo, mientras él se la jalaba; se la agarré y se la jalé mientras le daba lamidas desde los güevos hasta la puntita, le daba chupaditas en los testículos- jajaja vaya que lo disfrutas, culera –me agarraba el cabello para poder verme la cara mientras se la mamaba-.

Yo – Mmmmmmmmm…mmmmmmmmm…me encanta mamarla…mmmmmm…

Paco – Eres bien golosa, verdad, cabrona?

Yo – (Sonreí pícaramente; se la jalé un poco mientras lo veía como diciéndole “soy muy puta y luego seguí mamándosela) mmmmmmmm…mmmmmmmm…mmmmm…

Así estuvimos unos minutos, después me dijo que fuéramos a mi cuarto.

Yo – No quieres ir a la sala? –me puso de pie y empezó a agarrarme las nalgas; él ya estaba totalmente desnudo, yo aún como lo recibí-.

Paco – No, quiero darte rico en tu cama –me habló al oído- quiero metértela en tu cama, quiero cogerte rico, duro…quiero que seas mi puta en tu cama.

Yo – Eres muy cabrón, Paquito.

Paco – Tú eres muy puta, Ingrid. Ándale, llévame a tu cuarto –me empujó con su cuerpo y lo llevé a mi cuarto; mientras subíamos las escaleras sentí su mirada clavada en mis nalgas- qué culo tan rico tienes, no mames.

Yo – Te gusta? Se te antoja? –en cuanto entramos a mi cuarto se me abalanzó, me pegó contra la pared y empezó a besarme y manosearme toscamente, levantándome la playerita, luego se hincó, me bajó los pants y mi calzoncito, me chupó y lengüeteó mi conchita, se puso de pié, su verga chocaba con mi mojada conchita, yo ya la quería adentro, Paco siguió besándome, entonces me rompió la playerita y me la quitó a tirones, dejando mis tetas al aire- oye! –empezó a lamer y chupármelas-.

Paco – A la verga tu playera, quiero saborear tus tetas, putita –después de unos instantes, me cargó, me recargó en la pared y me le metió de un empujón, yo me agarré de donde podía para ayudarle a cargarme-.

Yo – Ay, cabrón…uy, qué rico me la metiste –lo veía a los ojos con carita de “qué rica verga, dame más”-.

Paco – Te gusta, putita? –me embestía fuerte-.

Yo – Sí, papito…cógeme…métemela, Paco…ay, cabrón!

Después de pocos minutos me llevó al silloncito de mi cuarto en la misma posición, se sentó para que ahora lo montara. Me hinqué en el sillón y me senté poco a poco en su verga para metérmela rico; él me agarraba las nalgas y empezó a devorarme las tetas. Me mordisqueaba y chupaba las tetas, los pezones; me agarraba fuerte las nalgas y me ayudaba en el sube y baja; me daba nalgadas y yo estaba súper hot.

Paco – Qué rico montas, cabrona! Estás bien pinche buena, Ingrid –me dio otra nalgada- andas muy sedienta de verga…se te nota.

Yo – En qué? –lo seguía viendo con cara de “qué rico me coges, cabrón”-.

Paco – En cómo mueves las nalgas cuando vas al súper, el escote que siempre traes enseñando esas ricas tetas que te cargas, playeritas en la mañana después de ir a hacer ejercicio para que se te noten los pezones…estos pezones deliciosos –me los pellizcó y chupó-.

Yo – Sientes mi humedad en tu verga? Me sientes?

Paco – Cómo no, putita? Estás bien mojadita y calientita –me escupió las tetas-.

Yo – Así me pusiste…en qué mas se me nota? Dime…

Paco – Quieres saber en qué se te nota que andas ganosa de verga? En qué se te nota lo puta?

Yo – M-hm…dime…

Paco – Te calienta, putita? –asentí-.

Ya - Ya casi me vengo, la tienes deliciosa, Paco; me calientas un chingo.

Paco – Tu sonrisa coqueta…tus ojos que invitan…cómo me recibiste, putita…cómo enseguida te prendes, seguro te empapas en chinga la papaya…la cara de puta que tienes ahorita con mi vergota adentro…lo que dices…eres una puta exquisita…una puta caliente…una perrita hambrienta de vergas, de mecos…estás muy buena y eres muy puta, Ingrid…querías que te cogiera, perra, verdad?

Yo – Me voy a venir, Paco…cógeme…cómeme las tetas –se las puse en la boca- ay, cabrón, qué rico, qué rico...mmmmmm…qué rica verga tienes…mmmmmmmm…

Paco – Contéstame, puta! –me dio una nalgada fuerte-.

Yo – Sí, papi, andaba con ganas de una buena cogida…ay, ay…aaaaaahhhhhh…

Paco – Vente, putita, vente, ándale…que falta mucha verga qué darte; ay, hija de la chingada qué rico te escurres…qué rica zorrita!

Yo – Estuvo riquísimo…no mames…

Paco – Mámela un poquito, Ingrid…límpiamela, ándale.

Me hinqué, se la agarré y empecé a lamerle la verga desde los testículos hasta la puntita; le daba chupaditas, lamidas y después se la mamé.

Paco – Así, mámamela bien, putita; límpiame la verga de tus jugos, me la dejó bien mojada tu panocha; eres una zorrita muy golosa, Ingrid…has mamado muchas vergas, verdad? Se ve que te encanta mamarla.

Yo – Mmmmmm…mucho…mmmmmmmmm…

Paco - Ya que esté bien limpia te la voy a meter otra vez, mamasita; quiero verte con las piernas abiertas esperándome, quiero verte empinada para mi.

Yo – Mmmmmmmm…mmmmmmmmmmm…sí, sígueme cogiendo, Paco, sigue dándome bien rico…mmmmmmmm…

Paco – A güevo que sí, putota…te voy a seguir dando verga un buen rato hasta llenarte todita de mecos, Ingrid –ya me había venido, pero seguía muy hot mamándosela y babeándosela, él me quitaba parte de mi cabello de la cara para ver cómo lo saboreaba, me escupió un poco en la cara-.

Yo – Mmmmmmm…mmmmmmmmmm…mmmmmmm…

Paco – Te la devoras, cabrona…vete a la cama –se la lamí un poco, la restregué en mi cara, en mis tetas y luego me senté en mi cama, él se acercó, yo me acosté y le abrí las piernas- qué rica te ves, piernas abiertas y bien depiladita, como buena puta –empecé a agarrarme las tetas y pellizcar mis pezones- se antoja un chingo esa panochita lisita.

Yo – Es tuya, atiéndela rico, sí? Cógeme más.

Paco – Te la meto?

Yo – Sí, cógeme…métemela.

Paco – Eso querías, verdad? –se subió a la cama y se acomodó entre mis piernas-.

Yo – Sí…lo necesito, ándale, ya cógeme.

Paco – Sigue diciéndomelo, puta –empezó a restregar y golpetear mi conchita con su verga-.

Yo – Cógeme, Paco…sigue cogiéndome, por favor…ya métemela, me tienes empapada.

Paco – Te ves de poca madre, cabrona…bien abierta esperando mi vergota.

Yo – Sí, papi…ya métemela –en ese momento se acostó sobre mi y me la empujó todita- ay, cabrón!

Paco – Así, puta? Así quieres que te la meta, cabrona? –me bombeaba bien rico, su pecho sudoroso rozaban mis tetas también sudadas y eso me puso aún más caliente; yo lo abracé y le agarraba las nalgas empujándolo hacia mi para que me entrara más su deliciosa verga ardiente-.

Yo – Puta madre, qué rica cogida me estás dando…sí me sientes?

Paco – Por supuesto! Tienes la panocha suavecita, Ingrid –yo le veía con carita de “dame más, no te detengas!”-.

Yo – Tú tienes una vergota bien rica, papi…no dejes de cogerme, sí?

Paco – Quieres que venga a cogerte?

Yo – M-hm, por favor, sí?

Paco – Esa carita de puta insaciable cuando te la meten, calienta un chingo.

Después de unos minutos de estarme cogiendo así, me calenté mucho por el roce de su pecho en mis tetas, por lo rico que me cogía y por todo lo que me decía, así que le dije que me iba a venir otra vez; él empezó a bombearme un poco más rápido y más fuerte. Me escupió la cara y las tetas mientras me decía cosas que me pusieron aún más hot, como “ eres una calientavergas, pinche puta, todo lo que quieres es que te cojan, zorra; pero si te encanta abrir las piernas, golfa, te encanta la verga bien tiesa, Ingrid ”. Me vine, bien rico y en cuando lo hice, me dio la media vuelta y me la metió de cucharita.

Yo – Espérate un poquito, Paco.

Paco – Ni madres, que…te voy a dar hasta cansarme, putita.

Yo – Ay, cabrón –yo gemía con esa carita de “me duele, pero me gusta” -.

Paco – Las viejas como tú nomás quieren que les den verga, Ingrid, por eso van así al súper, moviendo las nalgas, enseñando las tetas, ofreciendo el culo y la panocha a quien se las quiera coger; por eso les llevo mandado, todas quieren lo mismo, como tú, zorra…quieren verga, una buena cogida y yo se las doy, perrita, o no?

Yo – Sí, papito…sí, Paco, me coges bien rico.

Paco – Verdad que es todo lo quieres, puta? –me la metía duro, me masturbaba o me pegaba en las tetas, me jalaba el cabello y me escupía- y por eso vas de ofrecida al súper?

Yo – Sí, sí…me calienta que me quieran coger, que me vean…

Paco – Querías darme las nalgas y por eso te empinabas, verdad? Por eso me enseñabas las tetotas y este culazo, verdad?

Yo – Sí, papi…quería que me cogieras, que me cogieras como puta.

Paco – Eres una puta, Ingrid…una puta calientavergas.

Yo – Me tienes ardiendo, Paco…me vas a matar.

Paco – Eres bien caliente, Ingrid…de las viejas más putas que me he chingado.

Yo – En serio?

Paco – Y este culote…de los más ricos, perrita.

Yo – Es tuyo.

Paco – Empínate, Ingrid, quiero ver bien esas nalgotas…esa panocha…ese culo.

Yo – Quieres que me empine para ti? –asintió y le obedecí, bajando mi torso para que quedaran bien paraditas mis nalgas y las moví un poco-.

Paco – Pero mira nada más qué clase de culo, Ingrid! –me dio una buena nalgada-.

Yo – Ay, dolió! Dale besitos.

Paco – Encantado te como las nalgas, mami –me besó las nalgas, las lamió, chupó, las escupió y después me dedeó un poco la conchita; me talló la verga en la entrada de mi conchita y me la metió suave- uy, qué rica te ves así, putita.

Yo – Me encanta tu verga, papi.

Paco – Y te entra bien rico, mira nada más cómo tu panochita se la traga todita.

Yo – La siento hasta el fondo!

Paco – Y la vas a sentir más, mamita.

Poco después de empezar a cogerme de perrito, empezó a escupirme el culito y a dedeármelo; primero me metió el índice y después el pulgar para irme abriendo el culito; yo no doy el culito la primera vez que cojo con alguien, pero Paco me tenía muy caliente y la verdad me estaba cogiendo delicioso, no podía ni quería negárselo. Como sabía que era inminente que me diera por el culito y como sí la tiene grande, le dije que en mi cajón tenía lubricantes, entonces enseguida se estiró y sacó uno; me echó bastantito en mi culito y él también se echó en la verga. Me acomodó para que mi carita diera al espejo y así poder ver mi cara mientras me daba por el culito.

Paco – No, si eres toda una puta como vergas, Ingrid; hasta lubricantes tienes y de seguro tienes tus buenos dildos, verdad?

Yo – Claro –sonreí- para cuando no haya con quién...

Paco – No creo que te falte quién te coja, zorrita. Ahí te va, culoncita.

Yo – Con cuida…ay, cabrón…lento, lento, Paco.

Paco – Mira nada más qué bien te entra, culona…se ve que tan bien y bonito por el culo, Ingrid…jajaja sabía que esa carita de puta no era de gratis.

Yo – No, casi no…ay, papi…casi no se los doy…lento, lento, por favor.

Paco – Pinche buenota, no mames, te ves deliciosa, cabrona perra; y por qué me lo diste? Te gustó mucho la verguiza? Estás muy caliente, puta?

Yo – Ay, sí…me tienes muy caliente.

Paco – Y se te antojaba mi verga en el culo, verdad? –aceleró un poquito su bombeo en mi culito- eh?

Yo – Ay, sí…desde que te vi el paquetote y cuando te la toqué se me antojó sentirla en todas partes…la tienes riquísima, papi.

Paco – Me encantan las maduritas putas como tú, Ingrid.

Yo – Puta madre, me llenas todita…por qué?

Paco – Nomás quieren verga, nada de pendejadas de amor, pura cogedera…y todas quieren por el culo; se mueren porque les den buenas cogidas, les encanta andar de putas todo el tiempo –le empecé a apretar la verga con mi culito- ay, hija de tu pinche madre qué rico.

Yo – Te gusta, papi? Te gusta cómo te la ordeño?

Paco – Puta madre, cómo no, cabrona!

Después de unos minutos me dijo que le iba a sacar la lechita.

Paco – Ya me voy a vaciar, perrita.

Yo – Ay, sí, papi! En dónde me los quieres echar? En dónde me quieres echar tu semen?

Paco – En tus tetas, puta –me salí, me senté en la cama y él empezó a jalársela; yo me agarraba las tetas esperando que me echara todo su semen, todos sus mecos, su lechita, en mis tetas- ah pinche, Ingrid, puta…qué rico me la apretaste con el culo.

Yo – Sí, papi…me encanta que me den por el culo…qué rica verga tienes, Paco…ándale, dame tu semen, dame tu lechita en mis tetas…míralas, quieren tu leche, papi.

Paco – Hija de la chingada, pinches tetotas…ahí te van, puta…aaaaahhhhh…

Yo – Ay, papi, sí, sí, qué rico…cuánta lechita, mmmmmmmm…-me echó mucho semen en las tetas, después me lo embarró con su vergota y aunque no me lo pidió, se la mamé para limpiarla- mmmmmmmmm…me encanta tu vergota, Paco…mmmmmmm.

Paco – Eres una perra deliciosa, Ingrid…eres una puta, verdad? –yo le veía-.

Yo – Sí…mmmmmmmmm…mmmmmmmmmm…mmmmmmmmm…

Paco – Eres mi puta, verdad?

Yo – Sí, Paco, soy tu puta…mmmmmmmmmm…mmmmmmmm…mmmmmmmm…

Después de descansar un rato, nos metimos a bañar y ahí me cogió otra vez. Esa fue la primera vez que me visitó Paco, mi repartidor/cogedor del súper; ya le haré más pedidos.