Remembranzas

Culminación del proceso de seducción de mamá. Una historia real de mi despertar sexual y como mamá ayudó.

Remembranzas

Culminación del proceso de seducción de mamá

""Si mamá, recuerdo todos los detalles. Mentalmente borré por un tiempo esa experiencia, pero un día me vencí y reconocí en principio solo para mi mismo y recientemente en charlas compartidas con alguien especial, que desde niño disfruto una inclinación muy fuerte hacia el incesto. Desde entonces, he repasado mentalmente todo lo que pasó esa noche y a pesar de haber vivido intensamente muchas otras aventuras, esa primera vez contigo es sin duda la más alucinante; tanto que aún me causa mucha excitación cuando la recuerdo. Y a veces vienen a mi mente detalles sutiles que había estado pasando por alto. Te voy a contar lo que recuerdo; se que tu vida ha cambiado y te sientes incómoda por esto y no pretendo que revivamos nada; solo quiero disfrutar recordando algo que en su momento nos causó mucha felicidad.

Mi vida sexual empezó cuando siendo de seis años, una de tus muchachas del servicio corría sus calzones a un lado y me ponía a mamarle su vulva; de esa experiencia recuerdo algunas cosas, como por ejemplo cómo se mojaba y sus líquidos vaginales escurrían por mi cara, como incluso llegamos a hacerlo delante de mi hermana y como de alguna manera sentía como si yo hubiera tomado entonces la iniciativa y la víctima fuera ella. Se que no es posible, pero me confunde recordar unas ciertas charlas que sostenía con otro niñito un par de años mayor, quien me contaba de aventuras sexuales suyas con una señora mayor del vecindario; de alguna manera creo que el tema me gustaba y no sería raro que quisiera probar algo así aún a mi corta edad.

Vino después mi despertar sexual, que empezó con el descubrimiento de la masturbación cuando apenas había cumplido 14 años, aclarando que en el intermedio hubo algunas circunstancias de claro contenido erótico pero sin trascendencia. Recuerdo que el detonante fue un pasquín que circuló en el Colegio en donde acompañada de fotos en blanco y negro, se narraba una historia muy morbosa, que incluía relaciones entre un muchacho con su madre y con su hermana. El impacto que me causó el relato fue inmenso y de manera instintiva terminé acariciándome el pene hasta que sin saber como alcancé mi primer orgasmo y a partir de ese momento quería hacerlo a toda hora. Cualquier foto que siquiera insinuara una parte del cuerpo femenino, la fugaz visión tuya o de mi hermana en sostén o mejor aún en calzones, era suficiente motivo para esconderme en el baño y hacerme la paja furiosamente.

Tu misma me contaste como empezaste a notar cambios en mi comportamiento y lo preocupada que estabas viendo como yo de manera torpe, trataba de espiarlas, a ti y a mi hermana (cuando venía de vacaciones de su internado). A pesar de tus regaños, que a decir verdad eran débiles talvez por lo consentido que me tenías, no cesé en mis empeños y era cada vez más descarado si se quiere. Recuerdo que estando tu en la cocina, me acercaba por detrás y te abrazaba por la cintura, solo para experimentar la cercanía con tu cuerpo, y apretar mi pene contra tus nalgas. Tu me dejabas hacer mientras casi sin fuerza me pedías dulcemente que te dejara terminar tus tareas. Mis manos intentaban ir más allá de tu cintura y tu suavemente me lo impedías. Pero ambos sabíamos que estábamos entrando en un terreno movedizo.

Luego se te ocurrió la graciosa idea de pedirme que acompañara a tu comadre Olga a hacer compras para su almacén. La primera vez que fui a su casa, ella encargó a alguien de atender el negocio y me hizo seguir a la sala de su casa; allí empezó a ponerse (frente a mi) sus medias de nylon. Para ayudarse, subía sus piernas alternadamente sobre un asiento y entonces me ofrecía una visión explícita de sus calzones; no opuse resistencia alguna a la seducción y en lugar de ir de compras, terminé en su cama haciendo el amor por primera vez de manera real con una mujer.

Esos encuentros con Olga que se repitieron varias veces, en lugar de alejarme de ti, creo que hicieron que te deseara aún más. Aprovechando tu tolerancia, me atreví a acariciar furtivamente tus senos por encima de tu blusa y cada vez que podía besaba tu cuello y creía entender que poco a poco quebraba tu voluntad. Hasta que llegó aquella noche mágica. Celebrábamos el cumpleaños de papá, quien como solía suceder se emborracho hasta el punto de tener que llevarlo a su cama y prácticamente descargarlo allí. Quedamos tu y yo de anfitriones de los ya escasos invitados.

Vestías una blusa blanca y una falda de paño a pliegues oscura, que acompañabas con medias de nylon también oscuras; estabas alegre y habías tomado algunos tragos, y como siempre, se te veía muy animada, por lo menos al principio. Luego, cuando la reunión ya tendía a acabarse, te quitaste las medias; recuerdo que me di cuenta porque resaltaba el blanco de tu piel con el color oscuro de tu falda. Entonces, los acontecimientos se aceleraron; tu estabas sentada hablando con alguien y yo busqué la forma de ubicarme frente a ti para aprovechar que al cruzar tu pierna dejabas ver un poco de tus calzones blancos, de satín como pude comprobar más adelante. De pronto tu levantaste la vista y me sorprendiste. Pero en lugar de corregir tu postura o disgustarte, me regalaste una sonrisa comprensiva. Yo, desconcertado, solo atiné a invitarte a bailar.

Sonaba un bolero el cual según los cánones del momento debía bailarse pegado. Mi muslo derecho se acomodó entre tus piernas y quedó en contacto total con tu monte de venus, causando una gran erección de mi verga que se apretaba contra tu muslo. Trataste de frenarme sin mucha convicción, preocupada más por la impresión que pudiéramos causar en los demás que por lo que estaba pasando entre los dos. Empecé a besar disimuladamente tu cuello, aprovechando que las muy pocas parejas que también bailaban, estaban concentrados en lo suyo, incluso algunos con los ojos cerrados. Tenté mi suerte y aprovechando un momento adecuado deslicé mi mano derecha sobre tu falda y aprisioné con ella tu vulva; tu, reaccionaste apretándote aún más contra mi cuerpo y procediendo a separarte de mi a continuación casi con un salto.

Como si se hubieran puesto de acuerdo, al terminar la pieza los invitados empezaron a despedirse en grupo y prontamente nos quedamos solos. Tu recogiste algunas cosa y te dirigiste a la cocina; yo te seguí y pegándome a tu cuerpo por detrás, atrapé tus senos con mis manos mientras mi boca buscaba tu cuello y tus oídos. Balbuceaste alguna protesta pero pronto tu cabeza se echó para atrás facilitando mi acceso a tu garganta y tus manos acompañaron las mías en las caricias de tu busto.

Lo que siguió fue un vértigo de pasión y no tengo muy claros todos los detalles; recuerdo mi mano entrando por primera vez entre tus calzones hasta tu raja, que estaba tan mojada que me impresionó; recuerdo también nuestro primer beso en la boca y se que en cierto momento deslicé tus calzones hacia abajo y no se bien como mi verga se hundió en tu sexo. Tu blusa para entonces estaba abierta y finalmente hacía realidad mi sueño de volver a mamar esos pezones café que me parecían enormes y que me habían alimentado cuando niño.

No tardé mucho en derramarme pero era tanta mi excitación que mi verga siguió dura como una roca y no paré de penetrarte hasta que tu cuerpo se tensó y alcanzaste un orgasmo largo, convulsivo, intenso.

No nos dijimos nada; tu, sin siquiera mirarme a los ojos, recogiste tus calzones y saliste corriendo para tu alcoba.""