Remembranzas

Darío trae al Ejercicio añoranzas eróticas de la infancia en la casa campestre de la familia.

Hoy se ha hecho carne tu recuerdo, infancia querida. ¿Cómo no rememorar aquella casa campestre en la que tú, mamá, me amamantabas con tus enormes y tibios pechos en los jardines de nuestra morada de descanso? ¿Cómo no recordar el amor con que María y Mercedes, mis queridas nodrizas, prestaban sus mamas para lactarme cuando a ti, mamá, se te acababa la leche? ¿Y cómo impedir no traer a la memoria los ojos de deseo de Ramón y Teobaldo al verlas a las tres darme de mamar en medio del inmenso jardín o en un rincón abrigado de la terraza? o ¿cómo no añorar aquellas tiernas y, a la vez, lujuriosas escenas tantas veces repetidas, también, cuando ya no lactaba, en las que papá, o Ramón y Teobaldo, aliviaban las tetas de mis crianderas cuando su generoso lechar o su desear las desbordaba y ellas, con rostro gozoso y caricias sensuales, agradecían la ayuda y el momento de deleite carnal?

Añoranzas de tiempos pasados que cada vez que rehago la deliciosa práctica de libar una teta de una amante, regresan a mi mente y me provocan sumo placer y, por qué no decirlo, repentino incremente de la libido. Ahora esas remembranzas de infancia son fuentes inagotables de inspiración con elevado contenido sensual, erótico, sexual. Solo evocar la grandiosidad y calidez de esos senos generosos alimentándome al aire libre, a la vista de quien quisiera verlos –y mamarlos– hace que mi miembro se exprese con algarabía inmanejable.

Las imágenes de papá, de Ramón y de Teobaldo chupando ávidamente, con sus pollas erectas, los pechos de mamá, de María y de Mercedes, y de ellas emitiendo suaves, pero muy sugerentes sonidos guturales de placer, constituyen para mí un incentivo lúbrico sin igual.

Cuánto me gustaría regresar al cuerpo de mi tierna infancia, pero con la mentalidad del adulto que soy hoy por hoy. Me solazaría con las secuencias de escenas de los redondos y grandes senos maternos, con las de los jugosos y preciosos pechos de dimensiones colosales de mis amas y con las lascivas escenas de mi padre, de Ramón y de Teobaldo gozando excitados de las tetas lechosas de mamá, así como de las de mis amadas tatas, María y Mercedes.

¡Qué remembranzas con tanta carga de felicidad y erotismo!