Remate de cuernos

Una relación que renace y no termina con un rechazo tiende a repetir fracasos...

Ahí estaba desnuda frente a quien le había entregado su virginidad quince años antes. Despertaba nuevamente la pasión que los embargó en sus años de noviazgo, con la diferencia que ahora era una aventura a escondidas de sus cónyuges.

Esta sería la última vez que saciaban su sed, sus besos tenían un sabor que solo lo da el placer de lo prohibido y se estaban volviendo parte de su naturaleza.

La casualidad de su primer encuentro extramatrimonial había sido precedida de una reunión social muy animada en uno de los lugares que eran comunes y familiares, de hecho compartían parte de su familia, por lo que encontrarse cerca no tenia dificultad.

En esos días se había programado una fiesta para celebrar el cumpleaños de Graciela y se programó una reunión con el grupo musical familiar que coordinaba Roberto.

Dentro del grupo musical era frecuente la participación de los asistentes y Graciela se apropio de los coros y en ocasiones en primera voz.

Los hijos de Graciela y Humberto pronto se cansaron de la jornada y querían dormir en su casa. Su padre los llevó y se quedó con ellos mientras Graciela disfrutaba su fiesta con sus amigos y familiares.

Dado que Roberto debía cumplir con su trabajo al día siguiente muy temprano y no había dormido suficiente, decidieron terminar la fiesta sobre la una de la mañana. Recogieron equipos y cada uno se fue a su casa. Roberto se ofreció a llevar a Graciela a su casa y se despidieron.

En el corto trayecto Roberto invitó a comer algo y Graciela pensó en una buena hamburguesa. Inmediatamente cambiaron el rumbo y fueron hacia el lugar de las comidas rápidas. Una vez ahí Roberto le tomó de la mano y se le acercó lo suficiente como para darle un beso y Graciela sorprendida volvió su cabeza hacia atrás rechazándolo sin soltar su mano lo cual le indicó a Roberto que todo sería cuestión de volverlo a intentar.

Siguieron tomados de la mano mientras hablaron de la fiesta y las canciones, rieron de las cosas graciosas ocurridas y nuevamente Roberto se decidió a probar suerte con un nuevo beso el cual pudo dárselo en la mejilla, aunque muy cerca de la boca de Graciela. Ya no hubo rechazo directo: el camino estaba abierto.

Luego el tema de conversación paso de ser jovial a uno más directo. Roberto le recordó que su sentimiento hacia ella no era nuevo y que quería pasar unos momentos más íntimos, la besó apasionadamente y fue correspondido.

La confusión hizo presa a Graciela por lo sucedido ya que antes no había pensado en llegar a una situación como esta, sin embargo se aferró a la ilusión creando una verdad ciega lo cual la impulsó a seguir el juego de su amante poco casual.

Ya antes Roberto había intentado convencer a Graciela de salir y revivir su pasado glorioso, pero sus peticiones eran rechazadas algunas veces con contundencia, pero atendiendo al refrán popular insistía con constancia pensando en los frutos venideros.

La noche se había tornado alegre desde el comienzo de la fiesta y ahora parecía encender a lo lejos unos fuegos artificiales que deslumbraban el cielo con sus colores y luces.

Recorrieron de manera apresurada el camino hacia el lecho donde se consumarían sus deseos carnales y en este momento no existía el mundo. Todo era un mar de ilusiones y pensamientos desinhibidos, los recuerdos de su primera vez no tardaron en aparecer y el carro se movía solo ya que los incansables besos no daban crédito a la vía, el instinto primario se apoderó de la remozada pareja.

Cuando estaban pasando la puerta del motel no quedaban vestigios de nada contrario a la pasión existente en el más turbado de los pensamientos. La idea de ser uno para el otro era irreversible y las caricias afloraron desde el interior de cada ser para volcar su ropa en cualquier parte.

El tiempo no daba tregua y de eso era lo único que estaban conscientes. Lo demás era un simple proceso. Las excusas eran claras y contundentes no eran necesarias las explicaciones rebuscadas.

Se desnudaron mutuamente y las caricias sobre su intimidad eran bruscas pero con sensualidad ya que el deseo interno no paraba de excitar sus cuerpos y sus zonas erógenas estaban extasiadas.

El cuerpo de Graciela pronto tocó la cama y Roberto la tomó como si se estuviera escapando para retenerla y sin más preámbulos iniciaron lo que nunca debió empezar.

Con sus manos recorrieron cada centímetro de piel y la excitación los llevó totalmente al éxtasis.

Después de una hora de ardiente pasión y desbordante excitación se apresuraron a la ducha sin usar jabón para no despertar sospechas en sus respectivos hogares en donde aguardaban sus parejas y pronto estaban de vuelta.

El amor se acabó!

La unión de cada pareja siguió igual que antes, solo el sentimiento interior empezaba a invadir los sentidos y a revolver las inquietudes.

Nada volvería a ser igual, especialmente para Graciela quien sabía claramente que sus promesas las había desbaratado sin pensar en su consecuencias.

Las sensaciones de placer no daban tiempo para pensamientos sobre un amor que se extinguía y por el contrario pocos días después se presentó una oportunidad para no dejar pasar y la llamada esperada ofreció a los nuevos amantes el reencuentro.

Con la seguridad del viaje de Humberto las cosas estaban dadas para presenciar un nuevo encuentro. La noche anterior Humberto y Graciela se fundieron en un solo cuerpo haciendo el amor y teniendo sexo. Graciela no podía dejar de pensar en la maravillosa experiencia con su amante y sus sueños eran muy húmedos de solo pensar en la nueva oportunidad que tendría al día siguiente.

El teléfono sonó, una de las asistentes tomó la llamada y se escuchó al fondo el llanto de un niño al recibir una vacuna. Era Graciela preguntando por Roberto y cuando este pasó los invadió una emoción indescriptible, la piel se volvió arrozuda y casi no salen las palabras.

A pesar de estar sola en su casa, Graciela hablaba muy bajo, como escondiendo su pecado de las paredes. Al otro lado, Roberto cerró la puerta y se percató que alguien estaba escuchando la conversación y al estar en el trabajo no dio evidencias de su estado tembloroso y ansioso.

  • Hola ¿cómo estás?

  • Bien, ¿y tu?

  • Bien también. Humberto se fue de viaje...

  • Ah ¿si?, que bien. Si quieres paso por vos...

  • ¿Después del trabajo?

  • Si, claro. Y almorzamos juntos.

  • No, mejor a las cuatro te espero.

  • Chao

Muy puntual, como nunca lo fue con su esposa, llegó Roberto. Graciela estaba ansiosa esperando el momento y ya había dejado sus hijas con la abuela. De inmediato se fueron al mismo lugar de la semana anterior y esta vez se desnudaron de manera más calmada aunque con inusitado entusiasmo ya que disfrutaban cada prenda que volaba y caía al suelo.

Era un juego que no dejaba piel sin atender y la emoción se convertía pronto en excitación, disfrutando cada momento con la prisa que refleja la ansiedad de los amantes.

Después de haber llegado a la saciedad de sus caricias prosiguieron con la agitada tarea que querían concluir y sin desfallecer a sus instintos se volcaron impetuosamente en múltiples posiciones haciendo eco a su experiencia previa.

No querían que el tiempo siguiera y estaban disfrutando con alevosía de sus actos cuando de repente Graciela sintió que no podía más. Estaba a punto de llegar a su segundo orgasmo y la invadió una sensación de culpa y rencor.

El llanto se apoderó de ella y los sentimientos de culpa ocuparon todo su entorno, sin embargo Roberto quiso tranquilizarla para poder disfrutar de la media hora que aún tenían disponible.

No era posible, la situación tenía que terminar y no importaban las palabras de consuelo de su amante furtivo. La embargaba su conciencia con mensajes de rechazo a su actitud lasciva.

Y seguía ahí, desnuda frente a Roberto, convulsionada en sus pensamientos desechando la pasión de juventud que laceraba su alma sintiendo la derrota de una vida llena de gozo floreciente. Era el otoño en mitad de la primavera.

El retorno a su vida estuvo lleno de incertidumbres y nada parecía funcionar...