Relatos unitarios (3)
GENIO DE LA LÁMPARA.Qué iría a pedir si de pronto surgiera el genio de dentro de esa lámpara? Un gordo con turbante aparecería de la nada. Sabría él que a mi me gustan los gordos?
RELATOS UNITARIOS (3)
GENIO DE LA LÁMPARA.
Es bueno saber que ya has hecho tu buena acción diaria, aunque eso no es obstáculo alguno para realizar alguna otra más, si así lo requiriera la ocasión.
Mi compañero de trabajo estuvo triste toda la mañana, porque la noche anterior había llegado temprano a su casa y sin haberse dejado ver, sorprendió a su primogénito en la cama con su mejor amigo, ambos desnudos y en una posición demasiado comprometida. Mortificado por haber descubierto por casualidad la inclinación sexual de su hijo, quería saber cómo hacer para curarlo y no cejé en mi empeño hasta hacerle comprender que la homosexualidad no es una enfermedad. Simplemente es una elección de vida.
Ahora estaba ante una nueva oportunidad de realizar algo tan hermoso como ayudar a alguien que lo necesitaba y en forma totalmente desinteresada.
Un hombre extremadamente obeso estaba al borde de la calzada esperando para cruzar la calle. Era bastante mayor, posiblemente rondando los 60 años, canoso y llevaba un bastón. No fue hasta que finalmente me acerqué, cuando comprobé que llevaba anteojos oscuros, por lo que deduje que estaba ante una persona no vidente.
"Señor, necesita ayuda para cruzar?" Pregunté.
"Sí... por favor!" Contestó regalándome una sonrisa.
Eso tan sólo, me volvía a iluminar el día.
Le ofrecí mi brazo y él me lo tomó.
Nunca hay que sujetar a un ciego para movilizarlo. Siempre debe ser él mismo quien tiene que tomar a la persona que le ofrece ayuda, para poder sentirse seguro. Eso me lo había explicado otra persona a la que había socorrido de la misma forma en alguna ocasión anterior.
Cuando ganamos la acera contraria, me agradeció e introdujo una mano dentro del bolsillo de su amplio abrigo.
"Toma!" Dijo sin dejar de sonreír. "Quiero obsequiarte este pequeño presente por el gesto espontáneo que has tenido para conmigo."
"No, no... no es necesario. Realmente me gusta hacerlo. No puedo aceptar nada a cambio por ello." Dije con total honestidad.
"Pero insisto... es que estuve parado en esa esquina por más de veinte minutos y nadie más que tú se percató de mi presencia. Y mira que estoy grande para que la gente no me vea." Explicó y lanzó una carcajada. "Acéptalo, por favor. Eso me hará sentir mucho mejor."
Tan sólo por ese motivo, lo tomé.
"Oh... parece la lámpara de Aladino!" Exclamé como por impulso.
"Jejejeje!"
Me dio la mano, se la estreché y sentí un cosquilleo extraño que me recorrió por todo el cuerpo.
Lo vi alejarse con bastante dificultad y cuando desapareció lentamente de mi vista, puse atención al objeto que tenía fuertemente apretado entre mis dedos.
Era realmente como una vasija de metal. Con una pequeña asa, con tapa y un vertedero. Sí, parecía exactamente como la misma lámpara de Aladino que todos conocemos de las películas, pero mucho más gastada, extremadamente oxidada y obviamente bastante más vieja que la que uno podría imaginarse.
Creo que con alguna sustancia apropiada lograría dejarla reluciente, hasta diría que casi como nueva, y finalmente me serviría como adorno en algún estante de mi biblioteca.
Llegué a casa. Busqué el pote de crema que utilizo para dar brillo a mis trofeos de bronce y con ayuda de un paño, comencé a frotarlo.
Esperé como un iluso que en cualquier momento apareciera el genio de la lámpara.
Jajajaja!
Reí en forma nerviosa ya que esas cosas no suceden en la realidad. Nada de chisporroteo de efectos especiales. Esto no es fantasía!
Sin embargo, me dejé seducir por mi imaginación.
Qué iría a pedir si de pronto surgiera el genio de dentro de esa lámpara?
Cómo sería todo el momento?
Posiblemente saldría humo... sí, mucho humo, rayos, luces y de pronto... zas!
Un gordo con turbante aparecería de la nada.
Sabría él que a mi me gustan los gordos?
Jijijiji!
Si eso sucediera, me revolcaría con él sobre la moquete del dormitorio y le quitaría toda su indumentaria con mis dientes mientras nos acariciamos mutuamente por todo el cuerpo.
Ja!
Eso sí que sería sensacional...
Pero bueno... hablando en serio, se supone que al igual que la leyenda se me concederían tres deseos para que me fueran cumplidos, verdad?
Entonces, hummm...!
Veamos... como primer deseo, me gustaría que el gordote que me regaló este obsequio recuperara la vista en forma inmediata. Sinceramente, se lo merece por haberme alegrado el día. Es que desde que lo vi, llevo una sonrisa pegada en mi rostro.
Como segundo deseo... qué tal si ese mismo gordote se apareciera por mi departamento, para agradecerme por haberlo hecho recuperar la vista... y bueno, ya que estamos, que me lo demostrara en forma por demás contundente?
Seguramente le permitiría ingresar a mi departamento, y creo que no pasaría demasiado tiempo sin que conociera mi dormitorio y se subiera a comprobar que mi cama efectivamente soportaría el peso de ambos al mismo tiempo.
Jejejeje!
No voy a dar explicaciones de lo que realmente me gustaría hacer con él, pero supongo que todo lo que él me hiciera a mí, me dejaría por demás satisfecho...
Caramba!
Ya estaba pensando en el sexo. Es que en verdad, ese hombre se veía muy apetecible.
Bueno, pues me faltaba únicamente el último deseo por pedir...
Un momento, nunca nadie me dijo que las tres solicitudes debían gastarse en forma inmediata.
O sea que el tercer deseo me lo guardo para el futuro y para una mejor ocasión.
Cené y me fui a dormir... y tan solo con pensar en tener a ese obeso en mi cama aunque más no fuera por unas horas, me hizo dibujar otra sonrisa en los labios y ganar una fuerte erección en mi entrepierna, permaneciendo ambas en sus sitios hasta que me rendí a los brazos de Morfeo.
Me desperté sobresaltado. Todo transpirado, agitado y... por Dios...
Miré a mi derecha como un impulso, y comprobé que el resto de mi cama estaba vacía.
Todo había sido un sueño!!!
Recordé que me despertaba en medio de la madrugada, sintiendo que un par de manos gordas me acariciaban los muslos en forma desesperada, mientras una boca golosa me chupaba el pene.
Me hacía retorcer de placer mientras veía tan sólo un voluminoso bulto escondido por debajo de las sábanas y que nunca salió al exterior. Tan sólo me mamó hasta hacerme acabar e inmediatamente, y completamente rendido, volví a dejarme atrapar por mi propio sueño.
Recordaba todo en forma muy vaga, pero... todo parecía tan real! Casi diría que demasiado real para ser un sueño...
Hasta tenía la entrepierna totalmente pegajosa, producto del semen que se me había secado allí.
Seguramente una expulsión nocturna...
Fui al baño.
Abrí el grifo de la ducha y me quedé disfrutando de la lluvia caliente por un tiempo indeterminado, ya que se sentía muy agradable.
Salí del baño, me vestí para ir al trabajo y cuando iba a desayunar, eché un vistazo a mi reloj pulsera:
8:58:01 AM
Qué???
Entraba a trabajar a las 9 de la mañana!
Me quedaban tan sólo dos minutos!!!
Dios, mío! Creo que me quedé debajo de la ducha más tiempo del que fui consciente.
Mientras me puse el abrigo, deseé con todo mi ser que se detuviera el tiempo hasta que llegara a la oficina.
Supongo que aún me llevaría más de veinte minutos de viaje en automóvil hasta la empresa, siempre dependiendo de la fluidez del tránsito.
Nunca había llegado tan tarde a mi trabajo!
Salí corriendo del departamento.
Llegué al estacionamiento, me introduje dentro del vehículo y encendí el motor. Bueno... intenté hacerlo, porque cuanto más apurado estás, más se te complican las cosas...
Al cuarto intento, el automóvil se puso en marcha.
Salí del garaje como despedido por un cañón.
Primer semáforo en rojo!
Por todos los cielos!
Ahora todas las luces de la ciudad me impedirían el paso apenas divisaran mi proximidad.
También eso es lo que suele acontecer en estos casos.
Debería estar molesto mientras esperaba el cambio de luces que me permitiera proseguir mi trayecto, sin embargo, una sonrisa se pintaba en mis labios, ya que tenía fresco el sueño que había tenido esa noche y que conservaba bien presente en la memoria.
Luz verde! Apreté el acelerador al máximo.
Oh, no!
Rayos y centellas!
Tuve que detener la marcha, pero esta vez por un motivo totalmente distinto al anterior.
"Buenos días, señor."
"Buen día." Contesté como un autómata totalmente resignado.
"Documentación, por favor!" Solicitó.
"Perdóneme, oficial... Es que llego tarde al trabajo. Estoy muy apurado." Intenté darle una ridícula excusa para poder justificar mi infracción, pero sabía que todo eso sería completamente inútil.
Obviamente, no me salvé de la multa, pero eso no era lo peor... Tuve que quedarme un rato detenido mientras anotaba los datos de mi vehículo en el papel.
La puta madre...!
Cortó la boleta, me la entregó y volví a poner en movimiento mi auto. Apenas doblé por la siguiente esquina, aceleré rezando que no me topara con otro inspector de tránsito por el resto de mi recorrido.
Creo, sin temor a equivocarme, que batí el récord de detenidas frente a las luces rojas de semáforos. Llegué hasta veinte y luego abandoné mi cuenta porque comencé a enfurecerme.
Finalmente arribé al garaje del edificio donde trabajaba, donde había un embotellamiento justo en la entrada y demoré una eternidad en poder acceder al lugar.
El ascensor tardó en bajar a recogerme y cuando finalmente lo hizo, yo ya estaba totalmente resignado a recibir una reprimenda por la llegada tarde. Tal vez hasta una suspensión.
Subí al noveno piso y apenas se abrieron las puertas del elevador dije:
"Al fin... llegué!"
El jefe se cruzó delante de mí en ese preciso momento y me saludó sin detenerse.
Qué extraño!
Casi hubiera jurado que me merecería una puteada por...
Santo Dios!
Miré el reloj de la pared de la oficina.
Casi al instante, busqué mi muñeca para cotejar la hora con la de mi reloj pulsera.
8:58:10 AM
No puede ser!
O sí?
En ese preciso momento, algo se me cruzó por la mente:
Claro!
Recordé que mientras me ponía el abrigo antes de salir de mi departamento, había deseado con todo mi ser que se detuviera el tiempo hasta que llegara a la oficina.
Será posible!?
En ese mismo instante, caí en la cuenta de que el sueño que había tenido la noche anterior, no había sido un sueño realmente; y me alegré de haber sido tan previsor ya que mientras frotaba la lámpara, tuve la precaución de haber dejado mi tercer deseo para solicitarlo en una ocasión más oportuna.
FIN DE ESTE RELATO FICTICIO.
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