Relatos unitarios (2)

Traición!

RELATOS UNITARIOS (2):

TRAICIÓN!

Quién sería capaz de arrojar la primera piedra?

Yo!

Seguro que yo!

Si nunca en mi vida había tenido siquiera una aventura. Nunca se me había ocurrido meterle los cuernos a mi esposa por más que siempre me gustaron los hombres gordos.

Pero jamás, y repito, jamás de los jamases tuve ni siquiera una infidelidad con otra persona, ni hombre ni mujer, desde que me puse de novio con ella, y por supuesto que eso tampoco sucedió durante todo el tiempo que llevamos de casados.

De cuánto tiempo estamos hablando exactamente?

Mañana se cumplirán 20 años de matrimonio que siempre pensé que habían sido de plena felicidad para ambos.

Pero creo que estaba en un error fatal.

Si tú eres feliz con la pareja que elegiste para pasar el resto de tu vida, no andas buscando aventuras por allí.

"Querido, esta tarde voy a ir de Shopping con Claudia." Me informó.

No sé por qué, pero desde ese mismo instante sospeché que me estaba mintiendo.

Por supuesto que hice más que desconfiar!

Me quedé esperando escondido en la esquina de casa, sentado al volante del vehículo para seguirla a su supuesto "ir de Shopping" con la feliz esposa de nuestro querido vecino.

No sé por qué pero algo me olía mal.

Esperé a que Claudia saliera de su casa. Vi desde mi oculto lugar cuando tocó el timbre de la mía y mi adorada esposa le abrió la puerta.

Ni siquiera la hizo pasar... era señal de que ya había hablado por teléfono entonces, diciéndole el clásico "Ya salgo para allí."

Bueno, en ese momento debía hasta reconocer que mis sospechas podrían ser infundadas.

En verdad quería que todo fuera un pensamiento paranoico mío y que en realidad ella me siguiera siendo lo tan fiel que yo siempre le era.

Seguí por diez minutos el vehículo de mi vecina manteniendo siempre una distancia prudencial, sin dejar de sentirme incómodo por lo que hacía. Hasta pensé en más de una oportunidad la posibilidad de volver sobre mis ruedas para retornar a mi trabajo, ya que en realidad ellos estaban tomando el camino del Shopping. Eso quería decir lisa y llanamente que iban de compras y no de aventuras amorosas como dos putas.

En el preciso momento en que finalmente me decidí a girar en U en plena avenida para abandonar la persecución, la señal de luz de su vehículo indicando que iba a hacer un giro a la derecha saliendo del camino adecuado, me llenó de furia en todo mi interior.

"Finalmente no ibas al Shopping, puta asquerosa. Hasta casi te creo en tu inmunda mentira. Y para colmo con nuestra mejor amiga como cómplice."

Pensé en ese momento en el obeso marido de Claudia. La muy puta metiéndole también los cuernos a su amado esposo.

"Qué repugnancia me dan las dos!"

No pude dejar de imaginar hacia donde irían.

Tal vez habían quedado en encontrarse con dos musculosos jóvenes para hacer una orgía entre los cuatro... o conociendo a mi esposa que le gustan las cosas más novedosas y bizarras, aunque siempre pensé que eso era sólo conmigo, posiblemente ambas compartirían al mismo hombre.

Sea como sea, me dio un asco terrible.

De repente el vehículo se detuvo en el estacionamiento de un hotel

Estacioné allí mismo donde estaba, a menos de media cuadra, e hice el trayecto restante a pie, a paso apurado, diría mejor que corriendo para no quedarme rezagado.

Alcancé a entrar en forma presurosa al hall antes que ellas y sin dejarme ver logré sortear la recepción y me coloqué detrás de ella en el pasillo mismo de los ascensores en el preciso momento en que mi mujer y Claudia hacían su aparición por la puerta de entrada.

Fueron directamente camino al mostrador y apenas pude acercar mi oído para poder escuchar.

"Habitación 309, por favor." Escuche reconociendo la voz de mi esposa.

O sea que ésta no era la primera vez que venían por aquí ya que el conserje parecía que las conocía.

Me introduje dentro del elevador en forma apresurada y fui al piso 3. Una vez allí, salí furioso al corredor buscando la puerta con el número indicado.

Cuando lo encontré, toqué timbre.

"Ahora vas a ver, hijo de puta... Te voy a partir todos los dientes." Murmuré entrando en cólera.

Volví a tocar el timbre nuevamente.

Nada.

Golpeé la puerta con mis nudillos repetidamente mientras acercaba mi oído, pero no escuché ni un solo sonido por detrás de ella.

Llegaba el elevador, por lo que corrí hasta ocultarme en un pasaje del personal de servicio.

"Jijijijijijiji!"

"Jajajajajajaja"

Veía que estaba muy divertida la cosa entre ambas!

"Y tú le vas a contar a tu gordo?" Preguntó mi mujer.

"Tu estás loca...? O quieres que él le cuente a tu marido? Ya sabes que ellos son muy amigos."

"No por Dios!" Dijo demostrando temor. Él no se puede enterar de ningún modo de esto!"

Escuché cómo abrían la puerta del apartamento con la llave.

"Hoy no viene Cristina?" Preguntó mi mujer.

"No, hoy estaremos nosotras dos solitas..." Y se cerró la puerta.

Oí que le pasaron el cerrojo.

Estaba helado!

Todo era peor de lo que yo pensaba.

No había ningún hombre en sus orgías.

Eso quería decir que tanto mi mujer como mi vecina eran lesbianas?

Tortas!

Y lo peor era que la orgía solía ser de a tres, con Cristina, integrante de otra pareja amiga.

No puede ser!!!

Y por cuánto tiempo estarían viéndose de ese modo que yo nunca me di cuenta de nada?

Ah, no! Esto no puede quedar así.

Decidí ir a contarle todo a mi vecino. Que supiera lo asquerosas que eran Cristina, su esposa y la mía.

Todo el viaje desde el tercer piso en ascensor hasta la planta baja, todo el trayecto desde allí hasta mi vehículo y luego hasta mi propia casa, lo hice como si fuera un zombie. Un autómata.

Sencillamente, no lo podía creer!!!

Estacioné mi automóvil en la cochera de mi casa y fui raudo hasta el frente de la de mi vecino.

Toqué timbre.

Esperé unos segundos y volví a presionar el timbre, ahora sosteniendo el botón apretado por más tiempo.

La cortina de la ventana de la habitación se corrió y alcancé a ver los ojitos chiquitos del gordo mientras se los refregaba con los dorsos de ambas manos.

"Soy yo, Javier!" Dije con pena por haberlo despertado de su siesta. "Por favor ábreme que tengo algo que contarte que no puede esperar un segundo más."

Sin entender nada, posiblemente por no estar completamente despierto, el gordo demoró unos minutos, pero finalmente abrió la puerta de entrada.

La mierda!

Nunca había visto a mi obeso vecino en calzoncillos. Sí lo había admirado con esos hermosos pechos lampiños al aire libre. Sus tetas sencillamente me inundaban la boca de saliva.

Estaba terriblemente erótico!

"Javier, disculpa que te haya despertado de tu descanso, pero hay algo que tienes que saber. Tu mujer y la mía son tortilleras."

"Qué???" Dijo de pronto despertándose de un tris.

"Lo que escuchas. Son lesbianas. Las he visto con mis propios ojos entrando a una habitación de un hotel, solas y demasiado divertidas. Y tengo otra noticia: tu mujer no te dice nada, por temor a que tú me digas algo a mí ya que somos muy amigos."

"Pero qué estás diciendo?" Dijo indignado. "Si mi esposa me dice que es torta, la parto en dos... Hacerme eso a mi???"

"Tengo una idea para desquitarnos de esto." Le dije y le tomé del brazo.

"Qué te sucede?" Me preguntó reconociendo la lujuria que comenzaba a aflorar de mis ojos.

"Ahora no tengo por qué ocultarlo más." Le dije y le manoteé el pecho derecho."

"No, por favor!!!" Dijo alterado. "Estás completamente demente???"

"No, no puedo soportar lo que me hace mi mujer, y estoy dispuesto a vengarme con esta fantasía que me es recurrente cada vez que nos vemos."

"Pero qué dices? Te has vuelto loco?" Preguntó sin poder ocultar su asombro.

"No, nunca estuve más cuerdo. Siempre tuve sueños eróticos contigo, y nunca siquiera se me ocurrió intentar realizarlos por ser fiel a mi mujer. Ahora veo que la única traba que tenía para concretar mi fantasía se acaba de derrumbar." Dije desabrochándome el cinturón.

"No..., pero qué haces? estás completamente..." Y su frase quedó inconclusa cuando le apoyé mi diestra entre sus piernas y comencé a masajearle los testículos.

"Javier, te deseo desde que te conozco, y hoy estoy demasiado dolido como para preocuparme por las consecuencias de qué podría pasar de aquí en más en las relaciones que tengo contigo o con mi mujer. Así que no te preocupes, yo no te voy a penetrar, pero te quiero sentir a ti dentro mío."

Su cara denotaba pánico.

Mi mano se internó dentro de sus calzoncillos y comenzó acariciando un trozo de piel arrugada que de pronto y más rápido que un rayo, se transformó en un monstruoso miembro largo y terriblemente grueso que amenazaba romper su prenda interior.

Tiré con una mano del elástico de ella en forma repetida hasta que quedó besando sus tobillos y me arrodillé delante de sus genitales desnudos.

"No... espera! Nuestros niños están por llegar de la escuela. Esto no es correcto..." Comenzó a decir, pero se detuvo cuando me metí su monumental glande dentro de la boca.

Sus gemidos comenzaron a llenar la sala de recepción, pequeños alaridos se sucedían a continuación y concluían con rugidos bestiales mientras entre medio escupía frases como:

"No, no... aquí delante de la puerta de entrada, no... pasemos al dormitorio."

"No sigas, los niños están por llegar, no nos pueden ver así."

"Detente, que esto no está bien!"

Pero inconscientemente comenzó un movimiento de vaivén de mete y saca, empujando tal y como queriendo perforarme la nuca con esa polla monstruosa.

Yo no tenía ni la más mínima intención de movernos de allí. Era lógica pura. Sus niños no podrían entrar a la casa por sí solos, antes deberían tocar el timbre para que alguien más les permitiera el acceso.

La otra persona que podría entrar de improviso sería Claudia, su esposa, pero de eso ni hablar. En estos momentos estarían chupándose las vaginas mutuamente en el hotel.

Así que no había nada que temer.

Mientras gustaba y relamía ese glande que destilaba el néctar de mi obeso vecino, me terminé de quitar los pantalones y el slip.

"Te gusta, amigo?" Pregunté con la voz más lujuriosa que pude emitir de mi boca.

No contestó.

Sólo disfrutaba.

Sus ojos estaban cerrados al igual que sus labios. Posiblemente se estaba resistiendo a ver que un hombre le estaba dando tanto placer.

Sería su esposa capaz de satisfacerlo de este modo?

Qué sucedería con sus relaciones sexuales ahora que sabía que su amada media naranja se revolcaba en la cama con otra mujer?

"No te preocupes, Javier... yo estaré siempre para servirte cada vez que lo necesites de aquí en adelante." Le dije como poniéndome en su lugar.

Y me di la vuelta, quedando en cuatro patas sobre la moquete y para que no le quedara ninguna duda de mi intención, levanté el culo lo más arriba que la posición me lo permitía.

"Clávame!" Le pedí, pero en realidad no era una solicitud, era una orden.

"Estás loco, hombre... no puedo hacer eso." Dijo apenado.

"Por qué no???" Dije eufórico. "Mira cómo estás! Vacíate dentro de mí. Por favor, Javier... Tú lo necesitas, yo lo necesito, y necesitamos darle un escarmiento a las putas de nuestras esposas que se burlan de nosotros."

Aún dudando, apoyó su tripa en mi agujero y presionó.

"Estoy muy gordo para ti." Dijo. "Te haré mucho daño."

"Así me gustas. Lo tan gordo que tú eres. Y no te preocupes por el daño... quiero que me lo rompas, ya que ese dolor será infinitamente menor que la que siente mi corazón que se acaba de romper en este día." Dije y nuevamente sentí un empellón de su falo contra mi orificio.

"Es inútil... No entra!" Advirtió.

Sin aviso, empujé mi trasero lo más fuerte y rápido que pude hacia atrás y los gritos de ambos sonaron como un coro desafinado quebrando el silencio.

"Ya está dentro!" Dije viéndome que me estaba desesperando por más. "Ahora muévete como cuando te cogías a tu sucia mujer."

Eso tan sólo pareció que encendió la energía para que esa tremenda humanidad comenzara su accionar. Me tomó por las caderas e inició el traqueteo lento que desembocó en una vorágine de violentas embestidas que me partía en dos.

"Putas de mierda!" Gritaba para que el dolor en mi culo se anestesiara levemente.

"Me vengo!" Advirtió de repente cuando escuchamos que la puerta de entrada se abría.

"Qué es esto?" Dijo la voz de su mujer.

Javier quitó su pene de dentro mío en el preciso instante en que comenzaba a despedir su esperma caliente que saltaba hacia el techo, cual fuente puesta en funcionamiento.

"Dios mío!" Alcancé a escuchar a mi propia esposa incorporándome para sacar mi culo abierto de su vista.

La visión me llenó de terror.

Claudia tapaba los ojos desorbitados de sus hijos y mi mujer hacía lo propio con los nuestros que no querían perderse del espectáculo bajo ningún concepto.

El miembro de Javier seguía destilando semen, creando un gran lago artificial en la alfombra luego de haber salpicado abundante líquido en una de las paredes como consecuencia del brusco movimiento que hizo cuando lo quitó de mis entrañas.

"Queremos una explicación de todo esto!" Pidieron casi a dúo ambas mujeres.

"Pero... qué están haciendo aquí?" Alcanzó a balbucear mi gordo vecino sin poder dar una explicación coherente al triste y vergonzoso escenario en donde nos encontrábamos en ese momento.

Pero, un momento!

Esta era la hora de la verdad!!!

"No se hagan las mosquitas muertas!" Dije poniéndome el slip cuando la ira me volvió a abrasar, olvidándome por unos momentos la infeliz postura en la que me encontraba delante de todos ellos unos minutos antes.

"Pero de qué estás hablando?" Preguntó mi esposa.

"Van a ser tan hipócritas ahora como para negarme de que ustedes dos son lesbianas?" Pregunté a bocajarro.

Ambas se miraron a los ojos.

"Qué???" Preguntaron al unísono.

"Las he pescado in fraganti." Dije intentando ponerme los pantalones.

"A quiénes? A nosotras?" Dijo Claudia.

Su obeso marido tan sólo se mantenía petrificado tapándose la entrepierna mojada con ambas manos cruzadas por delante.

"Sí, hoy más temprano las he seguido y vi cuando ingresaban al hotel. Nos quieren contar cómo estuvo la revolcada? Qué sucedió con nuestros respectivos matrimonios? No les gustaba cómo sus maridos les chupan la cotorra, que tienen que ir a hacerlo entre ustedes? No les satisfacía nuestras vergas dentro suyo que tenían que suplantarlo por sus dedos o con algo más irreal? Qué utilizan? Consoladores de latex o de silicona? Y qué sucedió hoy? Les falló Cristina? No sabía que les gustaba la fiesta de a tres. Si lo hubieran pedido hubiéramos hecho una orgía entre nosotros cuatro, porque sí... hace tiempo que quería que Javier me la metiera y me rompiera el culo. Qué eso está mal? Aquel que esté libre de pecado que tire la primera piedra" Finalicé a los gritos totalmente fuera de mí.

"Pero de qué estás hablando?" Dijo Claudia. "Estuvimos todos estos días buscando el departamento ideal para la ocasión y hoy terminamos más temprano que de costumbre, por eso pasamos a buscar a los chicos por el colegio. Hoy Cristina no pudo asistir a ayudarnos porque tenía hora con el dentista. Veo sinceramente que no te mereces que tu mujer estuviera desde hace una semana organizando la fiesta sorpresa para mañana, de vuestro vigésimo aniversario de casamientos con "noche de bodas incluida" en la habitación de ese hotel al que fuimos hoy y que terminamos de adornar para tu propio regocijo. Y tú Javier, cómo mierda pudiste hacernos esto a mí y a tus hijos, y en nuestra propia casa???"

FIN DE ESTE RELATO FICTICIO.