Relatos por mandato de mi jefe (1)

Este relato lo escribo por orden de mi jefe, es la condición que me ha puesto para no perder mi puesto de trabajo.

RELATOS POR MANDATO DE MI JEFE (1)

Este relato lo escribo por orden de mi jefe, es la condición que me ha puesto para no perder mi puesto de trabajo.

Siempre me ha gustado escribir, pero no tengo tiempo para hacerlo, no tengo ordenador y escribir a mano en un cuaderno me consume las horas que no me sobran, así que en cuanto tengo oportunidad alguna de sentarme frente a un ordenador ajeno se me van las manos sobre el teclado aunque sea para escribir cualquier pensamiento que se me pase por la cabeza.

Trabajo en unas oficinas como limpiadora, preferiría estar sentada en una de esas mesas que tengo que limpiar cada tarde, pero el desempleo y la necesidad económica no me han permitido elegir y este afán mío por sentarme donde no debo me ha traído hasta aquí.

Hace una semana estaba limpiando el departamento de recursos humanos de la empresa, por la ubicación que tiene es el último por el que paso con mis útiles de trabajo y dada la hora a la que suelo hacerlo siempre está solitario, ni los más rezagados quedan cuando yo lo transito, por eso es el departamento que más me gusta, cuando llego aquí ya he terminado con el resto de la empresa y me apresuro en limpiar las mesas lo más rápido posible para aprovechar la última media hora en utilizar alguno de esos teclados que me esperan tan ansiosos como yo a ellos.

Pero el jueves de la semana pasada mientras estaba escribiendo un pequeño relato romántico me llevé un susto tremendo y pasé por uno de los momentos más vergonzosos de mi vida. Estaba yo sentada frente al monitor escribiendo cuando noté detrás de mí su presencia, me quedé paralizada, como cuando has visto una película de terror y te levantas a media noche a oscuras y notas esa sensación de que te van a tocar la espalda de un momento a otro, pero no te mueves, porque mientras no te muevas la escena está en pausa, pero en cuanto des un paso o hagas un ligero movimiento la puta garra de la película se lanza sobre ti, pues así me quedé esperando que su presencia desapareciese de la misma forma que había aparecido, pero no ocurrió.

Le vi reflejado en la pantalla del monitor sin poder distinguir si me miraba a mí o leía el texto que había escrito, era esto último puesto que dijo, con voz pausada, como el profesor que está corrigiendo un examen.

  • Vaya...vaya... así que el pulso... se te acelera cuando le ves....

Giró la silla en la que yo estaba sentada dejándome frente a él, apoyó sus manos una en cada reposa-brazos, se inclinó un poco hacia mí y continuó diciéndome

  • Y quién se supone que eres tú?

  • Lo lo siento, yo yo solo estaba.....

No pude continuar hablando, no me dejó, me miro muy seriamente a los ojos y me dijo.

  • Ya se lo que estabas haciendo, lo que te he preguntado es que quién coño eres para sentarte donde estás, haciendo lo que estás haciendo en lugar de estar realizando tu trabajo.

  • Lo siento mucho, lo siento mucho de verdad, ahora mismo apago y me pongo a recoger - le dije de carrerilla, bajando la mirada pues no me atrevía a sostenérsela, intenté levantarme de la silla pero él no se retiró, me miraba fijamente lo cual me intimidaba bastante más que cualquier cosa que pudiera decirme, se incorporó sin quitarme la vista de encima, me miró de arriba abajo como si estuviese evaluando mi indumentaria y me dijo con tono autoritario.

  • Lo primero vas a terminar de limpiar y después te cambias, recoges tus cosas y pasas por mi despacho.

Era el jefe de personal, en el año y medio que llevo trabajando aquí, solo le he visto unas tres o cuatro veces y jamás me había dirigido la palabra, nunca entro a limpiar a los despachos cuando están ocupados, si esto ocurre voy limpiando las mesas de los demás empleados hasta que el despacho se queda vacío, no se como se me pudo pasar por alto echar un vistazo detrás de su puerta antes de sentarme en la maldita mesa a escribir, pero ya estaba hecho ya no servían los reproches, lo único que quedaba por hacer era terminar lo antes posible y dirigirme a su despacho a aguantar el rapapolvo y rezar para que no me pusiese de patitas en la calle.

Me fui al cuarto de limpieza a dejar todo y sacar mis cosas de la taquilla, no tengo que cambiarme de ropa, solo quitarme una bata azul que llevo encima de mis vaqueros y mi camiseta, me deshice la coleta para cepillarme el pelo y volví a hacérmela, cambié los zuecos por mis botas, cogí mi bolso y me dirigí a su despacho como cuando iba al despacho de la directora del instituto cada vez que me castigaban, con una mezcla de miedo, vergüenza y arrepentimiento.

Al llegar a su puerta me detuve y golpeé con los nudillos aunque ésta estaba abierta, él estaba sentado en su sillón detrás de la mesa, levantó la vista de lo que fuera que estuviese leyendo, me miró y me hizo un gesto con la cabeza para que entrase y me sentase en una de las dos sillas que había libres. Después de sentarme muy recta en la silla y agarrar mi bolso fuertemente sobre mis piernas con las dos manos como si fuesen a robármelo, esperé a que comenzase a hablar, pasaron varios segundos que se me hicieron minutos, hasta que por fin soltó,

  • Esto que has hecho hoy lo haces muy a menudo ¿verdad?

  • Verá…lo he hecho alguna vez…pero nunca he hurgado en ningún ordenador, solo escribo y después lo borro o lo guardo en mi correo personal, pero le juro que jamás he tocado ningún documento de la persona que se sienta ahí, se lo juro.

No estoy acostumbrada a que me llamen la atención, así que me encontraba realmente avergonzada y la voz se me quebraba, pero a él parecía que aquello en lugar de hacerle apiadarse de mí le motivaba a ser más severo.

  • Me da igual, estás utilizando tus horas de trabajo para ponerte a escribir tonterías personales y además utilizas los ordenadores de la empresa que no tienes por qué tocar a menos que sea para limpiarlos.

  • Lo siento muchísimo de veras, le aseguro que en ningún momento he dejado de lado mi trabajo, simplemente lo he realizado más deprisa para acabar antes.

  • ¿Cómo te llamas?

  • Raquel, Raquel Pino, le dije temiendo que el preguntarme el nombre fuese la señal de que iba a buscar mi ficha para despedirme

  • ¿Y por qué te arriesgas a utilizar un ordenador de la empresa cuando te queda menos de media hora para irte a tu casa?

  • Ve..verá es una tontería..no…no tengo ordenador en casa y..y.. por favor no me despida…por favor, necesito el trabajo

No se si era por las lágrimas que se empezaron a acumular en mis ojos, pero me pareció ver algún atisbo de guiño burlón en los suyos, no sabía si le hacía gracia que una mujer de casi cuarenta años como yo estuviese en esa situación, o si sentía alguna lástima de verme pasar por aquello, o si por el contrario encontraba en mi actitud una especie de interruptor que hacía que su lado perverso se divirtiese con mi angustia.

Entonces apoyó las manos en la mesa y empujó su sillón hacia atrás, se quedó recostado con los brazos cruzados en el pecho y las piernas estiradas y cruzadas a la altura de los tobillos, echó la cabeza hacia atrás y fijó la mirada en el techo como si allí estuviese el guión de lo que iba a decirme y después bajó la mirada hasta mi ojos y comenzó a hablar.

  • No voy a despedirte….de momento, voy a proponerte algo, es una tontería, pero acorde a la misma tontería que tú cometes cada vez que te sientas en esa mesa y te pones a escribir.

Me quedé de piedra, no sabía qué pensar, esperaba que me gritase, que me pusiese de vuelta y media o que incluso me despidiese, pero no que me propusiese nada a cambio de no despedirme…de momento ¿y qué coño era esa tontería?

  • A qué se refiere, qué es lo que quiere proponerme? Yo…yo tengo preparación para trabajar en este departamento como administrativo…o en cualquier otro, puedo realizar cualquier tipo de trabajo, se me da bien redactar y soy rápida con el teclado, puedo introducir datos con bastante rapidez y también….

  • Para Raquel,- me dijo con tono autoritario pero sin levantar la voz - ya he visto que eres rápida con el teclado y que sabes redactar y con eso me basta, no necesito a nadie más ni en este departamento ni en ningún otro, lo que quiero es que escribas para que yo lo lea.

  • ¿Queeeé, que escriba para que usted lo lea? Que escriba el qué? Perdóneme pero no entiendo nada, yo no escribo para que otros lean, nadie lee lo que yo escribo, me moriría de vergüenza, solo escribo para soltar lo que me agobia durante el día o para recrearme con lo que me place, pero no escribo para que nadie lo lea, es más, si así fuese no podría escribir nada, estaría más pendiente de lo que fuese a pensar el que lo leyese que de lo que yo fuese a contar.

  • Bien….pues entonces te vas a tu casa, levántate que ya me has hecho perder bastante tiempo, primero te juegas tu trabajo y ahora te ofrezco hacer lo mismo que haces a escondidas y lo rechazas, eres como esos niñatos grafitteros que lo único que quieren es pintar paredes a escondidas aunque sea ilegal porque no saben hacerlo si no hay riesgo a ser pillado infraganti. ¿Es eso lo que te ocurre a ti Raquel? ¿Te excita saber que pueden pillarte en cualquier momento como ha ocurrido hoy?

¡Dios mío! Esto se complicaba de una manera estúpida y surrealista, por qué mierda quería este tipo que yo escribiese para él y por qué tenía que preguntarme que si eso me excitaba, de repente me excité con solo escucharlo, no era una excitación cualquiera debida a una subida de adrenalina, sino una excitación sexual, seguro que él no se refería a eso, pero es lo primero que se me pasó por la cabeza, por qué narices tengo que pensar en el sexo en un momento como éste, mi respiración se aceleró, el vientre se me contrajo y comencé a notar cómo se me hinchaba el coño, cómo me palpitaba, con disimulo junté más las piernas apretando los muslos, intenté que mi respiración se controlase y dejase de subir mis pechos, noté que me miraba con cierta burla y me dijo

  • Y bien…. te largas ya…. o vas a aceptar mi propuesta?

  • Qué es lo que quiere que escriba?

  • Lo que quieras, puedes escribir lo que te sucede al cabo del día, puedes inventártelo, puedes basarte en algo que escuches o veas, puedes escribir un sueño….o una fantasía – esto último lo dijo ladeando un poco la cabeza, -pero eso sí, lo que escribas tiene que ser erótico, me da igual que me escribas la lista de la compra siempre y cuando me relates lo que te gustaría hacer con esos pepinos que llevas en la bolsa.

No podía más, mi cara debía parecer una brasa ardiendo, jamás en mi vida había pasado por una situación tan vergonzosa, pero no tuve valor para levantarme y largarme de allí, sentía una mezcla de indignación y morbo, de rabia y sumisión, si… sumisión, esta puta condición mía de no saber decir que no, de obedecer sin saber bien si es eso lo que quiero, de querer agradar al prójimo, aunque la mayoría de las veces el prójimo sea un cabrón sin escrúpulos. Me quedé mirándole, al principio con el ceño fruncido y poco a poco fui relajando mis músculos, tanto los de la cara como los de los muslos, bajé un poco la cara hacia el suelo y le contesté con casi un susurro,

  • De acuerdo, lo haré, escribiré algo erótico para que usted lo lea, pero tendré que utilizar un ordenador de la empresa ya le he di

  • Por eso no te preocupes, cada día cuando acabes de limpiar pasaras a mi despacho y escribirás durante una hora, así que ya puedes inspirarte durante el día para que no pierdas tu hora pensando en lo que vas a escribir, ni en quién lo va a leer. Ahora vete a tu casa y por tu bien espero Raquel que nadie más sepa de nuestro trato.

Tardé unos segundos en reaccionar, me levanté despacio con la mirada baja, sujetando mi bolso contra el pecho como si fuese un escudo, carraspeé suave para aclararme la garganta y le dije

– hasta mañana señor….. – hice una pausa esperando que me dijese su apellido

  • Señor y punto – me contestó él.

Salí de allí como pude y me dirigí andando hacia mi casa, normalmente voy y vengo en autobús, pero ese día necesitaba que me diese el aire, necesitaba pensar en lo que acababa de ocurrir, necesitaba aclarar en mi cabeza el lío en el que acababa de meterme…. o no, cuando llegué a casa ya había dado las vueltas necesarias para llegar a la conclusión de que tampoco estaba tan mal, como me había dicho mi jefe, yo iba a hacer lo que venía haciendo hasta ahora pero con su consentimiento, ja ja, consentimiento… menudo cabrón…con su orden más bien, el caso era que todo aquello me había asustado, me había avergonzado, pero sobre todo me había excitado.

Llegué a casa con las bragas húmedas, con los muslos cansados de apretarlos, con el coño hecho un lío de no saber si le tocaba o no le tocaba hincharse y ponerse a palpitar en ese momento, ¡pues claro joder! me dije, claro que te toca y ahora mismo vamos a celebrarlo, me fui a mi habitación directamente, me despojé de toda la ropa que llevaba y saqué mi juguete del armario, no, no es un consolador convencional, nunca me he atrevido a comprarme uno, me da vergüenza entrar en uno de esos locales sola y tener que pasar por caja con un aparato de esos, así que un día que estaba ordenando el material en el cuartito de limpieza del trabajo abrí una de las cajas y los vi, veinte desatrancadores, todos negros, todos con un mango de estrías que prometían hacerme delicias, no eran muy gruesos pero aquellas muescas lo compensarían, sin pensarlo dos veces (solo lo pensé una) cogí uno y lo metí en mi bolso, desde entonces no creo que haya habido un desatrancador que haya hecho mejor su labor de desatrancar que el mío, me excito solo con pensar en él, a veces lo lamo de arriba abajo como si fuese una polla, lo lleno de babas y me lo paso entre los muslos, me meto un poco el mango, lo saco y chupo mi propio fluido, lo vuelvo a ensalivar y me lo vuelvo a meter en el coño, incluso juego a ponerle condones, hijo de puta desatrancador, solo le falta moverse solo, hoy no me lo voy a meter por el coño…no todavía, nunca me han enculado, me da miedo, pero mi juguete no es tan gordo como una polla, así que es perfecto para esto, voy al cuarto de baño a coger crema del cuerpo, me la llevo a la cama y me tumbo desnuda con el desatrancador en una mano y la crema en la otra, lo embadurno y lo rodeo con la mano moviéndola de arriba abajo como si le estuviese haciendo una paja, después flexiono las rodillas y apoyo las plantas de los pies en la cama, abro bien las piernas y me lleno el anillo del culo de crema, con cuidado voy metiendo el dedo y sacándolo despacio, relajo el culo e intento meterme un poco la punta del mango pero me duele, me pongo de lado en posición fetal, con una mano me abro el cachete y con la otra voy intentando introducir el mango, ¡joder! qué cerrada estoy por aquí, lo vuelvo a intentar pero esta vez juego un poco con él en la entrada, ahhhhhhh joder cómo me gusta, cómo me gustaría que fuese un tío, que me agarrase y me la metiese entera sin hacer caso a lo que yo le dijese, sin que parase cuando yo le gritara que me estaba partiendo el culo, ¡ay Dios! pero no lo es y yo solo tengo valor para entrar despacio poco a poco mmmmm, ya lo tengo bastante metido, lo giro y las muescas que tiene me hacen daño….o es placer…joder no se qué coño es pero me gusta, lo intento sacar un poco y ahhhhhhh casi duele más que al meterlo uffffff, no lo quiero sacar del todo, vuelvo a introducirlo más y ahora hago movimiento rápidos pero muy cortos joderrrrrr que gusto hostia, mmmmmmm ay Dios quiero una polla como Dios manda en mi culo, mmmmm me encanta pero esto no va a hacer que me corra así que sujeto el mango con una mano meneándolo deprisa pero sin casi moverlo del sitio y con la otra me toco el coño, me abro los labios y me extiendo todo el flujo, me llevo un dedo al clítoris y me lo restriego despacio….despacio pero duro, muevo el desatrancador en mi culo y el dedo del clítoris a la vez, ayyyyy qué gusto, pienso en el cabrón del jefe y parece que se me va a cortar el rollo, pero solo lo parece, el muy hijo de puta me da morbo, me da vergüenza, pero ahora no está no sabe lo que estoy haciendo, así que puedo pensar en él o en lo que quiera, ayyyyyy solo con imaginármelo delante de mí intimidándome me entras ganas de ahhhhhhhh joder no aguanto, me voy a correr joder, muevo el dedo del coño más rápido, más rápido yyyyyy ahhhhhhhhh me corrooooooo mmmm…..qué gustooo, me aprieto el coño con la palma de la mano mientras éste da los últimos espasmos, todavía tengo el desatrancador metido en el culo y noto como se me abre y se me cierra, no quiero quitármelo ahora pues se que me va a doler, me quedo tumbada de lado, creo que no lo voy a sacar, si no se sale lo dejaré ahí para que me haga las veces de dilatador, no puedo seguir con el culo tan cerrado con esta edad que tengo, el sueño me vence

Mañana comienza un nuevo reto, espero poder escribir algo erótico sin que me avergüence saber que mi jefe lo leerá, espero hacerlo lo mejor posible y no perder mi empleo…de momento.

Buenas noches a los que estéis al otro lado de la pantalla.