Relatos para Giuseppe Una Tormenta Perfecta
Mojados y en medio de la tormenta me lleva a su camarote...
RELATOS PARA GIUSEPPE "UNA TORMENTA PERFECTA"
Subo a cubierta, la neblina espesa casi no me deja ver, pero el mar intenso y silencioso me atrae, me excita, me inunda de un deseo poderoso, camino sin que se sientan mis pasos necesito acercarme al mar.
A pocos metros de la baranda me doy cuenta que no estoy sola, ante mí veo una figura masculina, vestido de negro con pantalones ajustados y una chaqueta de cuero corta de espaldas a mí, fija su vista en el impenetrable océano, esta él, tan quieto como el mar, sólo su pelo se mueve con la brisa, sus rizos oscuros brillan a la luz de la luna.
Casi sin respirar me acerco miro su perfil de reojo y sonrío, ese movimiento lo hace fijar su vista en mí. Visto un ligero vestido de color rojo oscuro, la tela suave se ciñe a mi cuerpo insinuando mis formas, el frío de la noche mantiene erectos mis pezones mostrando mis pechos que se distinguen por la semitransparencia de mi vestido.
Cierro los ojos y respiro profundamente, siento como su mirada se desplaza a lo largo de mi cuerpo desvistiéndome en este acto excitándome sólo con imaginar lo intenso de su mirar imagino cómo sería sentir su cuerpo caliente cerca del mío, terminando con este frío que en este momento me envuelve como sus manos podrían deslizarse sobre mí, acercándome hacia él despierto de esta ensoñación con una afirmación suya "sólo falta una tormenta para que la noche sea perfecta", su voz profunda provoca en mí mayor inquietud, giro para mirarlo mientras me sonríe y dice "eres muy bella".
En este preciso momento un rayo en el cielo nos ilumina mostrándonos, anuncia la tormenta más magnifica de mi vida, luego viene el trueno y su sonido casi ensordecedor a los minutos empieza a llover intensamente, el mar agitado muestra su fuerza y poder, la lluvia no para y en poco rato estamos completamente empapados, mi vestido completamente mojado se ajusta sobre mi cuerpo, dejando en evidencia no solo mis curvas sino mi costumbre de no usar ropa interior, intento cubrirme con las manos pero en ese momento toma mi cintura y me acerca a él besando primero mis pezones, mi cuello y luego mi boca, su lengua busca la mía para envolverla en un beso interminable que acompaña recorriendo con sus manos mi espalda, bajando hasta llegar a mis nalgas, para apretarlas con sus dedos, acercándome a su pelvis, haciéndome sentir bajo su pantalón mojado su pene erecto, rígido, imponente, casi a punto de escaparse deja de besarme y me lleva bajamos corriendo las escaleras a su camarote sin dejar de besarnos empezamos a desvestirnos, disfrutando cada milímetro de nuestros cuerpos húmedos mientras el profundo mar se acelera en su tormenta, mostrando en sus olas el inmenso poder que esconden sus mansas aguas, tan parecido a la fuerza que siento en mi amante, mis pezones se mantienen rígidos pero ya no por el frío sino por la intensa excitación que siento, no sólo me hace experimentar un intenso calor que nace entre mis piernas y recorre mi cuerpo entero, sino también agita mi corazón.
Saco su chaqueta, su polera sus rizos mojados rozan mis pechos provocándome escalofrío me arrodillo para desabotonar su pantalón su pene erecto se asoma imponente, suelto cada botón, este acto lo libera mostrándose ante mí lentamente lo descubro lo tomo con una mano, lo acaricio y lo dirijo a mi boca él de pie afirma sus manos en el barrote de la litera suavemente primero recorro con la punta de mi lengua todo su largo, desde la base a la punta, disfrutando al conocer su forma, su sabor, su olor empiezo pronto a introducirlo en mi boca, primero su magnifico glande que se despliega como la punta de una lanza erguida, luego el resto de él, llegando hasta mi garganta la que toca poderoso, lo recorro mil veces mientras siento cómo se vuelve más y más duro, como si se convirtiera en una daga de hierro él mientras no ha dejado de jugar con mis pezones Sigo besándolo, lamiendo y succionando como si fuera a brindarme su lácteo brebaje. Cuando creo que esta a punto de estallar me detiene, me levanta, tira de mi vestido a medio sacar, desnuda me acuesta en su cama, abre mis piernas, con sus labios recorre mis muslos, los besa y muerde suavemente, llega hasta mi vagina que palpita completamente mojada ante él, la lame, la besa, introduce en su boca los labios que se escapan hinchados de placer, mete su lengua en mi vagina una y mil veces provocándome espasmos de excitación, no puedo evitar gemir, casi gritar por sus caricias se detiene, sube por mi vientre, besa mis pechos, sus rizos mojados gotean sobre mí, toma una de mis piernas la pone sobre su hombro y en un acto de fuerza, como el mar que se agita bravo en tormenta, me penetra tocando todo lo profundo que hay en mí, clava su pene duro y ardiente hasta el fondo una y mil veces, mientras sus rizos me siguen rozando, estimulándome sin fin. El mar ruge con furia. Me estremece, me penetra profundo, intenso provocándome oleadas de placer y dolor, sigue, sigue, sin detenerse hasta que tengo un orgasmo, que me lleva al éxtasis completo, no puedo más continúa otra vez, poderoso, implacable se detiene, me levanta se recuesta en la cama y monto sobre él, sujeta mi cintura mientras su pene se clava en mí, empiezo a moverme rozando mi clítoris con su pelvis, mientras su pene en mi vagina entra y sale, entra y sale, siento su forma, su glande hinchado, perfecto, luego el resto de una dureza que no parece humana, me penetra perfecto, viril, masculino. Con sus manos en mi cintura me apresa y me hace gritar de placer en otro orgasmo, que me deja en un estado de éxtasis, sigue una y otra vez, una y otra vez, hasta que al terminar saca su pene y chorrea con su semen ardiente mi vagina, mis pechos, caliente, espeso hasta acabar.
Me besa, me besa mil veces y me dice, "ves esta es una tormenta perfecta".