Relatos Históricos: El caballero don Bellido

Algunos autores de TR nos hemos animado a escribir relatos sobre la Historia. "Do se narra la vera historia del caballero don Bellido" de SOYLAOTRA. Nos situamos en la España cristiana del siglo XI, en pleno asedio de Zamora.

Con encomienda a Dios que cura ha de las humanas creaturas e de quanto en el orbe alienta, cuento de viva voç, e el amanuense el qual me auxilia trascrive en lengua romance, la vera historia de don Bellido Dolfos e de los lances en que intervino tiempo ha. Non diçen verdat ioglares e crónicas del Reyno, ca fou gentilomne de pro don Bellido e non bellaco e fementido traidor, ca la su aventura débese a cuitas damor, pues vasallo de lamor fou, e, dotra parte, el ofiçio de batallar reglas ha, e es la primera ferir e damnar mesnadas de pendón contrario, e de honor e de victoria facer ganançia.

Fou don Bellido fijo del sennor don Alvar Dolfos, el qual a Ponferrada casa solar avíe. Ansiando don Bellido la aventura, partió de la su casa e arribó a Zamora la bien cercada, do sentó plaça en el noble oficio de las armas, rendiendo lealtad e pletesía al rey Alfonso de León e a la su hirmana donna Urraca, sennora de la plaça.

Nommado alférez de la guardia personal de la mesmísima sennora donna Urraca, fou custodio de la su recámara e vino ansí a namorarse perdidamente della, ca donna Urraca era mujier la qual avíe bon corpo e era bien astilada y ab cabellos escuros, e la frente avíe blanca, serena e alegre, e los sus ojos eran hermosísimos e prietos, e las pestañas mesturadas de comunal grandeza e la nariz levantada, e los beços avenidos, e la boca mesurada, e los dientes por iguales brancos, e la tez de muy fresca color. Las holgadas vestiduras que vestía evidençia negaban de redondezes de tetillas e ancas. Donna Urraca, empero, avíe redondezes e el gentil don Bellido percatábase dello quando la sennora descuidábase e dexaba expedita la puerta de la su recámara e trajinaba en camisa de fino llenço, la qual malcobría los sus rollizos muslos e los sus rotundos quartos traseros.

Dio don Bellido per, al facer guardia, sospirar damor, e tanto sospiraba e sospiraba , que no fou miraclo que sospirando estaguera cuando se odieron músicas e sones de atabales, tamboriles e trompetas, los quales vinían de allende murallas. Cridó con grande voç el guarda apostado a las almenas e dixo:

"Antreviene gente de armas!"

Zamoranas e zamoranos miraron afuera e videron mesnadas, aprestadas de lanças, punnales, espadas e alabardas, las quales cobrían el horizonte, e enarbolaban los pendones del rey Sancho de Castiella, que avíese alçado contra la su hirmana e aprestábase a tomar Zamora.

Ansí principió el asedio. Las huestes del rey Sancho fincaron las sus tiendas a la ribera del río Duero, front a Pennas Tajadas e desposiéronse a rendir la plaça per fame, ca las murallas de Zamora desafían e retan exércitos fieros com los de Castiella, ca fieros eran los caballeros de rey Sancho, e más que nengún otro Roy Díaz de Vivar, el que en buenhora cinnó espada.

Fervíale a don Bellido la sanguine a las venas en viendo a las castiellanas huestes venar e pesgar en campos e río, e gustar viandas que en Zamora fallían, mas com don Bellido era vasallo de lamor por donna Urraca, la fuerça fuíasele en suspiros. El día que compliéronse quarenta del asedio, arribó a Zamora un caballero el qual burló las tropas castiellanas e truxo nuevas del rey de León don Alfonso, que en Toledo avíe demandado amparo al rey moro Alimamón e enllá staba. Fablaba en las sus nuevas de los usos morunos e de las bárbaras costumbres que la bárbara gente ha, e non es la minor el apego a las aguas. Donna Urraca, empero, curiosa de la novedat, católa, e perdió encanto mujeril al dexar de oler a fembra. Don Bellido non sabía lo relatado en el mensaje de don Alfonso e, atento e pendente de la raçon de la olfativa mudança, espió a la su sennora natural e vido com feíase portar agua calda e com, inmersa en ferrada fumante e asistida de la duenna e de las sus doncellas, lavábase el corpo complidamente, includos los sus matorralillos sobaqueros e las sus partes pudendas. Com la puerta medioberta staba, comprobó en viéndola que las sus tetas eran rodondas, aplomadas e torbadoras e su ventre abondoso en carne e en belleça, e desta guisa vinieron a acrecer los ojos la carnal calentura que las nariçes staban negando.

Ansí, quando donna Urraca retiróse, don Bellido ovo membrança della e deseó folgarla e donar mullados lametones a su horcajadura, e con tal pensar enfermó de celo damor, e blandió el su punnal latiente, el qual, en tocándolo con mensurado ritmo, trocóse en espada y la espada en lança ben complida, e quanto más blandíalo más se recrecía, fasta estallar e regar de elixir de varón llenços, mano e quanto en rodondo avíe.

La vespera següente staba donna Urraca temprando la vihuella en un son natural e fazía fermosos sones e fermosas deballadas per oblidar los damnos e sensabores que el asedio comporta, quando don Bellido, cuitado damor, non atinó a reprimir el cabdal de pasión a su corazón nascido, e postróse davant della e confesóle el su amor e la su ansia en besándole la orla del manto. E dixo:

"Dezit la mia señora si conocéis com peno damor per vos".

E donna Urraca dixo:

"El mi hirmano Sancho a Zamora cerca per fame, e non es tiempo damor ni de bastir casamientos aqueste que vivimos".

E dixo don Bellido:

"¿E si la paz tornara a la ciudat?"

E dixo donna Urraca:

"Si tornárade la paz, juro esser la vostra dulçe amiga".

E, ab amorosos ademanes, alçó a don Bellido de do postrado staba e la sotabarba acariçióle en promesa de letíficos plazeres.

Passó la nocte en vela don Bellido e, tras cavilar las suas cavilaciones, salló de la ciudat de amanecida e acaminó fasta la tienda principal de las mesnadas de Castiella, do el rey Sancho e don Roy Díaz, el que en buenahora nasció, platicaban de los negoçios de la guerra. E, en arribando, dixo don Bellido:

"Sallí de Zamora, ca la señora donna Urraca me es malquista pues aherrojó a los mis fijos e a los mis hirmanos, e deseoso só de rendir pletesía al rey de Castiella e, després, de conducir al mi sennor al alcáçar de la ciudat al través de una secreta puerta que la muralla ha".

Alboroçóse el rey al odir el parlamento e dixo:

"Móstrame la puerta, don Bellido".

E dixo Roy Díaz, el que en buenahora calçó espuelas:

"Vos he de acompannar, señor".

E dixo el rey:

"Non me acompannarás, ca dos parella forman e tres son multitut".

E fou el rey Sancho ab don Bellido, de consuno ambosdós, fasta las murallas e enllá anduvieron so ellas dos quartas e meitat e arribaron a un portillo que excusado era, e don Bellido dixo al rey:

"Los zamoranos cura no han deste portillo e aquesta es la su clave, la qual le abre en entrando e le sella en sallendo".

E al rey tendió la clave, e aqueste, embargado por la su adarga e la su lança, non ovo manos per a la clave asir, e, per aconseguirlo, fincó contra la muralla lança e adarga al alcançe de don Bellido, e tomó la clave e en la cierradura insertóla. Insertándola staba quando don Bellido insertó ausades la lança real en el corpo del rey, e Sancho de Castiella clamó con grande voç:

"¡Morto só!".

E quedó morto el rey e la su sanguine empapó e enrosó la tierra.

Roy Díaz, el que en buenahora nasció, vido todo dende do staba e asió la su lança e lançóla ab grand fuerça ab el designio de ferir a don Bellido, e quasi le firió, ca falló per una pulgada mal complida.

Obrió don Bellido el portillo e reentró en la plaça amurallada e corrió al alcázar do moraba donna Urraca, e alboroçóse al saludarla, e dixo:

"Es venido el tiempo damor, dulçe amiga, ca ferí de morte al tu hirmano el rey de Castiella e son complidos los dias del asedio".

Sonrisó donna Urraca e portólo a la su recámara, e en ella folgaron con grand contento e plazer, ca el omne y la mujier regálanse de consuno en compannía, e muitos beços ovo entrambas bocas e ausades grandes abraçadas, e cada una de las quatro manos pelegrinaron per el contrario corpo, e don Bellido, en siendo vasallo de donna Urraca, fou tambén el su sennor, e ensartóla ab lança más dulce, goçadora e placentera que la blandida contra el sennor hirmano de la su amada, e donna Urraca sonrisaba e la su tez alumenábase e ansí stuvieron fasta la hora nona, e de tan bon folgar quedaron ambosdós ben folgados e refolgados. Després pusóse la sennora camisa e brial e manto, e invitó a don Bellido a calçarse las calças e a componer la figura, e, quando oviéronlo feyto, donna Urraca cridó con grande alarido, e acudieron soldados, e la señora donna Urraca fizo prender a don Bellido e maniatarlo con fierros, ca el caballero avíe ferido a don Sancho de Castiella, e nadie nin nenguno pode ferir a un rey, ca es tanto como ferir a Dios. E donna Urraca dixo que era don Bellido bellaco e traidor fementido e de tal guisa le diçen los ioglares e las crónicas del Reyno.

E al deçir quanto diçen no diçen verdat, pues aquesta e non otra es la vera historia del caballero don Bellido el qual a un rey firió per amor, e després amó e fou ferido per el su amor mesmo.