Relatos guarros para mojar entre horas

Un pequeño relato con toques de humor y cena romántica incluida con cierta salsa.

Estaba deseando ver entrar ese culo por la puerta, si bien es cierto el día que cenaron juntos el no era propenso a los postres pero aún así y por quedar bien todavía guardaba hambre en su pito, esos dos melones que tenía delante estaban muy maduros y se tenían que comer rápido para que no perdiera esas vitaminas que tanto le hacian falta a su polla, comprendo que estuviera nervioso, ella lo notaba desganado, quizá estaba enamorado, no sé..o puede que no se quitara de la mente lo bueno que sería estar haciendose una paja por debajo de la mesa mientras observa como ella se bebe el café mirándolo con buenos ojos.

Al acabar y dejar de un lado esos pensamientos puros el no puede dejar de mirar a la boca de su compañera y bajar la mirada a sus cachondas tetas que estaban todo el rato diciendomé comemé...sorbito a sorbito ella sin ánimo de lucro le comenta que noches así no suelen pasar desapercibidas, la hora guarra se acerca y el no puede ni tocarse la polla, estaba a punto de paja y le dolian los huevos, al pedir la cuenta el ya sabe que le queda menos para meterla en caliente, con la mente en blanco el lo único que le preocupa es no estar a la altura de las circunstancias por no haber pasado antes por un wc, solo de pensar que se la iba a follar se ponía mas cachondo y le entraban ganas de cagar, su culo se llenaba rápido de mierda al igual que su pito de leche, pero aún así meditando gracias a una aplicación en su móbil de un maestro Zen pudo solventar estos problemas corporales.

Ya en la zona folladora ella le sorprende con un buen masaje paquetero sin bajarle la bragueta, ella le demuestra que es muy guarra restregándole el culo por su paquete, a el le vienen los sudores y la polla empieza a picarle de gusto, sin pensarselo y ya cocido por la situación intenta follarsela pero antes ella le regala una buena comida de polla, el no da crédito a lo que vé, eso es ciencia ficción, mientras ella le come los huevos y lo ordeña, el solo quiere follarse su jugoso culo y no para de comérselo pero ella le ha dejado una polla que el no se creé que sea suya, cuando consigue meter la punta de su pito en su apretado culo nota como poco a poco va entrando en su vida y es entonces cuando libera de su aparato follador sensaciones que se quedaran dentro de ella para ser recordadas a través de los tiempos. -Amén.

A la mañana siguiente después de todo el guarreo nocturno lo único que le quedaba vivo en su cuerpo era un mástil en forma de polla con una dureza de baguette de gasolinera con dos o tres días de desuso, finalmente después de rezar a los 4 vientos por fín despertaba de aquella rápida y romántica velada que no le había dejado buen sabor de boca.