Relatos eróticos virtuales (sexo con humor) 3

Nuestro personaje, un divorciado estandar diría yo, sigue cabezón, erre que erre y no cesará hasta conseguir una cita "real" a través de las páginas de contactos. Sus historias son tan delirantes como reales. Nunca, nunca creí que esto pudiera ocurrir, o tal vez solo me ocurra a mi.

EL INFIERNO DE LOS TIMADORES

En Internet, visto lo visto, debe haber más timadores por metro virtual que en la sección correspondiente del infierno. Es curioso, pero antes de que comenzara mi aventura apocalíptica en las páginas de contactos, cayó en mi mano una curiosa novela, un best-seller, sobre un timador arrepentido que luchaba contra una caterva de timadores, muy astutos y peligrosos. La novela negra está muy bien, la leí casi de un tirón. Entonces poco podía imaginar que yo iba a ser el timador arrepentido que lucha contra la caterva de timadores. Bueno, en realidad yo no soy un timador. ¿O sí? Busco sexo gratis a cambio de nada, de mi cara bonita. Y en este mundo sabemos que no hay nada gratis. Mi madre solía repetir aquello de que nadie nada duros a cuatro pesetas. Hoy me ofrecen sexo gratis a cambio de unos euros. Recuerda, hijito, nadie da duros gratis a cuatro pesetas o sexo gratis por tu cara bonita.

Pero los divorciados somos así de idiotas, bueno, al menos yo, los demás creo que son más listos, pero no lo tengo claro. Y nadie es más cabeza cuadrada que yo, de eso estoy seguro. Tras el sexo telefónico gratis, caí en las páginas de contactos, donde solo tienes que caer bien y te dan una cita y sexo gratis por un tubo. Como ninguna española quería saber de mí, lo intenté con las guiris, con las extranjeras, o ellas lo intentaron conmigo. Debieron oler sangre en mi perfil, no precisamente fresca, pero sangre al fin y al cabo para la vampira de turno. Divorciado madurito, con un físico ramplón y poco cuidado y además con un trabajo fijo, la diana perfecta, el tonto del culo que me va a dar unos euritos para pagarme Internet -muchas- para pagar el alquiler porque mi casero se quiere cobrar en carne -una- para una tablet, así podemos estar todo el día raca que raca y además te mando más fotos, que estoy tan buena que se te van a poner los dientes como los de un vampiro -otra- para el billete de avión y la visa -un montón- para... ¡Por Dios! Deben creer que yo recojo billetes de los árboles o que soy el nuevo Onasis reencarnado y dispuesto a enmendarse de su racanería.

Mi estúpida estadística, que repito aquí para que todo el mundo sepa lo idiota que soy, hizo que de pronto tuviera una ciudad virtual de guiris tras mis huesos.

En las páginas de contactos de cada cien con las que contactes, una te responderá. De cada cien que te respondan, una aceptará tomar café contigo, solo para conocernos un poco. De cada mil que tomen café conmigo, una aceptará acostarse con este saquito de huesos que tintinea al caminar.

Con semejante estadística no es de extrañar que ocurriera lo que ocurrió. Me asaetearon como a San Sebastián, ¿o fue a San Lorenzo?, no, creo que a ese lo quemaron en la parrilla, vuelta y vuelta. Así hicieron conmigo. De pronto me inundaron con fotos de guiris tan estupendas que estuve  a punto de preguntar por dónde paseaban todas juntas, para irme para allá en cohete sin motor. No hubiera podido atender a tanto correo junto de no ser por mi “velocitas teclae” o dicho de otra manera, por mi capacidad de golpear mil teclas por minuto. Miraba sus fotos, me relamía, las guardaba cuidadosamente en un archivo, en un almacén de “tías buenas”, en mi tesoooro Golum lujurioso y no avaricioso, y luego me ponía como un loco a responder.

Gracias, gracias, traductor de Google, sin tu inestimable ayuda hubiera tenido que aprender inglés, ruso, japonés (no, ninguna japonesa, es broma) y francés, bueno, francés no, que me manejo. Ninguna italiana, ni alemana, holandesa sí, una o dos, pero todas estaban en África. ¡Qué curioso! Estuvieran donde estuviesen todas terminaban en algún país africano, por un motivo u otro. Ya entonces comencé a pensar que mis corresponsales eran todas africanas que se hacían pasar por europeas, sajonas, blancas y con un cuerpo de no menees que te rompes. Creo que yo hubiera hecho lo mismo si estuviera pasando hambre y tuviera Internet a mano. Me haría un perfil falso, adecuado a las víctimas que busco; enchufaría el Google images y me pasaría horas buscando fotos. Las almacenaría por carpetas y parecidos y sabría utilizarlas como un tahúr los naipes. Porque esa es otra, juraría que algunas fotos no se parecían en nada a otras. En estoy como en todo hay auténticos chapuzas y verdaderos genios de la lámpara. Hay quien te hace creer lo increíble y te acabas convenciendo de que se han enamorado de ti, vamos que han caído de culo, o dicho en francés, tomber de amour, expresión que me encanta, porque eso es el enamoramiento, caer de culo, y hay otras, u otros, porque en ningún momento he tenido claro que tras el falso perfil no estuviera un tío con bigote, que son tan chapuceros que te da la risa tonta.  Eso sí, en algunos casos, puedes ver con la cámara web a la chica de tus sueños, pero qué curioso, siempre se les estropea a las primeras de cambio. En otras ocasiones pueden hablar con una voz femenina, sensual y maravillosa, pero eso no significa nada, si yo fuera un timador le pediría a una amiga que se pusiera un rato ante la cámara web y sonriera y parpadeara un poco con sus ojitos de paloma mensajera o que contestara una llamada corta, porque o hablas inglés como los ángeles ingleses o te resulta complicado hilvanar más de dos palabras seguidas, aunque chapurrees un poco el francés, el alemán, el italiano o lo que se tercie, el ruso no, por Dios, que no entiendo ni papa.

Si yo fuera un timador... qué fácil ponerme en la piel del personaje, como en una de mis novelas. Si yo fuera “picaor”,cantaba un “guaje” en la mina, a mi amor le compraría... lo que ella quisiera, hasta ese vestido de quinientos euros que me pidió una porque ya éramos novios, lo había decidido ella solita. Dos palabras cariñosas, je taime, moi non plus, y estamos enamorados, somos novios, somos serios (todas quieren que seas serio) nos amaremos para la eternidad, etc, etc, etc. La inventiva no es muy amplia, hay poca creatividad en esto del timo del romance virtual, muy poca. Creo que si yo fuera timador, repito, lo haría mucho mejor, eso sí, me costaría pedir pasta gansa a unas desconocidas. ¡Con qué facilidad lo hacen ellas, o ellos, o la mafia bendita que ha visto en Internet la gallina de los huevos de oro! Alguna hasta se enfada porque no tienes confianza, porque “no la crees, porque por mucho que te hayan timado ella es “seria” y romántica y dulce, y tan...tan... tan... que no encuentro las palabras. E insisten e insisten, te vuelven tarumba. ¿Pero cómo voy a confiar en ti, cándida palomita, si no te conozco de nada, si me han timado antes, si yo mismo podría hacer tu perfil y decirte las cosas que tú me has dicho y mejor, mucho mejor? ¿Cómo no invertir unos “euritos” de nada en un amor para la eternidad?

¡Jozú, mi arma! Que esto no se lo cree nadie. Yo, porque lo he vivido en primera persona. Eso sí, una vez agotado mi presupuesto para la ruleta, ya no me sacan un euro más ni con sacacorchos. Soy como un tonto que entrara a un casino y jugara hasta que se le termina el dinero que se ha metido en el bolsillo. Entonces sale del casino y se olvida para siempre. Pero yo es que soy muy cabezón, tengo la cabeza de “cemento armao”, así que decidí seguir jugando. Había hecho un esquema del timo y lo bordaba respondiendo a cada fase. Nunca duran mucho. Es lógico porque si se están muriendo de hambre necesitan comer hoy y no mañana, si es la bendita mafia necesita rendimiento y si un tonto se resiste... pues van por otro y santas pascuas. Y si necesitan dinero para pagarse Internet no pueden pasarse un año haciéndote la pelota, como en Pretty woman, solo que yo no soy Julia Roberts, porque descubrirías que ya habían pagado una anualidad de Internet, de la Net, como dicen las francesas. Es de una lógica aplastante. Deberían hacerme un regalo por aventurarme a machetazo limpio en la selva virtual y pasar tanto tiempo haciendo inventario de los depredadores que la pueblan. Claro que yo no quiero otro regalo que un beso y no de los hombres, que serían los beneficiados con este serial. Y las mujeres no me lo van a dar porque las estoy poniendo a caer de un burro. ¡Y mira que lo siento porque a lo mejor todos los timador@s son hombres! En Internet todos los malos somos hombres y las mujeres solo ponen las fotos. Es una máxima para mis Máximas del pardillo en Internet, que estoy escribiendo. Suena un tanto machista y tal vez lo sea, porque hay muchas mujeres en el mundo virtual que están como yo o peor, buscando un amor que no llegará nunca, y sufren como yo o más, y eso es algo que debo tener en cuenta. Pero tampoco soy tan ingenuo como para creerme que ninguna chica guapa, con ese cuerpo que Dios las dio, y no a mí, porque no me lo merezco, no sienta la tentación de aprovecharlo para sacar al tonto de turno, en este caso yo, unos euros para una tablet, o para pagarse Internet, o un vestidito guay o incluso al casero, por qué no, que quiere que pague en carne. Si yo tuviera un cuerpo como ellas y ni un euro en el bolsillo tal vez lo hiciera también. Y si yo me estuviera muriendo de hambre, seguro que lo haría. Pero eso no es disculpa, si me tratan como a un idiota, me enfado, lógico, y si quieren sacarme el dinero que tanto me cuesta conseguir con mi trabajito de mierda para comprarse un vestido de quinientos euros, pues me sulfuro, y con mucha razón. Incluso aunque se estén muriendo de hambre, sacarían más de mi si me lo dijeran. Hasta podría ir a verlas, cerciorarme y darles un dinero gratis, no a cambio de sexo, porque no soy un canalla, pero al menos quiero saber que mi dinero se lo gastan en un buen bocata y no en tomarme el pelo, que me queda ya poco.

¿Que por qué sigo en esto? Pues verán, porque aún creo en los milagros, y tal vez me ocurra alguno. Es posible que ese cuerpo de H, una jovencita inglesa maravillosa, dulce como la miel y con un cuerpo con el que Dios rompió el molde al terminarlo, no sea un perfil falso y no me pida dinero, que venga ella solita, a acostarse conmigo, el gordito tonto. Lo cierto es que todas las fotos son auténticas, es la misma chica, en su cocinita de un apartamento lujoso e impoluto, en su camita (hasta me mandó un vídeo erótico en toplés, en gratuitas, acariciándose, metiendo su manita bajo las braguitas, y voy a dejar los diminutivos que no pegan con cómo se me está poniendo eso que ya saben) y el rostro es el mismo y el cuerpo también, y las fotos de sus pechos en su salón de estudios, delante del ordenador, son tan reales y tan suyos, y tan...tan...tan... que me estoy poniendo cachondo y tengo que ir al servicio un momento... ustedes me disculparán.

Ya he vuelto, más aliviado. Con ella me pasé un par de meses soñando, que si vendría o me dejaría ir a verla, que si me amaría tanto como yo la amo a ella. Que si viviríamos un romance de película, de comedia rosa, que si yo me pasaría el resto de mis vidas en la cama, con ella, sin saciarme nunca... Esto es casi mejor que mis novelas eróticas... y me beso porque no tengo abuela. ¡Y mira que son buenos mis relatos eróticos! Jajá, pues soñar con ella era mejor, mucho mejor. Ponía una de sus fotos como fondo de escritorio y la cambiaba cada día. Y antes de irme a la cama y de abrazarme a la almohada visualizaba todas sus fotos, una por una, sin prisa, de forma fría y objetiva, y luego me empapaba tanto en ella que empapaba la almohada y tenía sueños románticos...y. Sí, pues “y”, que hasta la he convertido en personaje de uno de mis relatos. Sí, efectivamente es ella, es Gilda, la prostituta de los Relatos eróticos morbosos, es ella, sí. ¡Qué Dios la bendiga por darme tantas buenas noches! En realidad no es prostituta, como sabrán mis lectores, si siguen leyéndome. La historia es un tanto rocambolesca y delirante y dará muchas vueltas y habrá muchas sorpresas, pero no las voy a desvelar, ni tampoco mis sueños románticos en los que desvelaba de sus braguitas a H.

¡Oh my God! ¿Por qué no habrá cuajado nuestra historia, querida H., aunque no pudiéramos entendernos en inglés, para qué necesitaba yo que nos entendiéramos? Conservo tu precioso vídeo y tus fotos con esas braguitas rojas que me vuelven loco y sigo viendo tus pechos erguidos, casi tocando la pantalla de tu ordenador, y sigo soñando contigo, todas las noches, sin fallar ni una.  Y para más INRI y REQUIESCAT IN PACEM mío, ella no me pidió dinero, no, milagro, auténtico milagro. ¿Qué ocurrió? No lo sé, tal vez me pasé mandándole una foto de mi pene erecto. Tal vez le pareciera pequeño. O tal vez fuera una mojigata y eso la asustara. No lo entiendo porque si ella me mandaba un vídeo masturbándose y sus pechos al aire, y en braguitas rojas y... ¡Ya estamos con el “y”! Pues que no lo entiendo. Cierto que quería una relación “seria” y que yo la dijera que era la mujer de mi vida y que nos casaríamos y tendríamos muchos hijos. Pero es que a mí no me costaba nada prometérselo y jurárselo. Nada. El problema es cómo nos íbamos a ver si ella no podía venir, a pesar de que su entorno era de chica burguesa, y yo no podía ir a verla porque estaba ahorrando con mi sueldo proletario para el billete de avión.

Siempre te recordaré, querida H., me pasaré la vida soñando contigo. ¡Lástima no tener un jet privado! Para una que no me pide dinero no puedo convertirla en el amor de mi vida. Esto es mala suerte, la mala suerte de un divorciado al que intentan comerse todas las depredadoras-ores en las páginas de contactos.  Sigo en ello, día tras día, buscando un poco de sexo gratis, o el amor de mi vida, o lo que sea. ¿Que por qué sigo en ello? Porque es lo mejor que puedo hacer solo en mi apartamento. Porque no me gusta ver la televisión y he dejado de escribir mis novelas. Solo pensando en ellas, en el sexo que nunca llegará. Al final me iré otra vez con una prostituta, utilizaré el despreciado sexo mercenario. Pagaré y recibiré algo a cambio. Al día siguiente regresaré a mis contactos, al hombre invisible, a la triste y dura realidad de la vida. ¿Pero es que no habrá una mujer que me conceda una cita, aunque solo sea para tomar café? Yo pongo el puro.

Cientos y cientos de mujeres, tal vez miles, tal vez millones, después. Cientos y miles y millones de correos y de fotos, seguiré buscando en el sexo mercenario el único sexo posible. ¿Por qué el sexo es la perdición de los hombres y por qué las mujeres solo lo entregan a cambio de un billete para la Eternidad?

Continuará.