Relatos de Tasarte 2
El lio a la vista
Lorena ajena a mis derrames de semen andaba a pasos ligeros por el camino de los patios. La correa tensa me obligaba a andar tras ella de manos y pies por que me era imposible seguir su ritmo con mis rodillas. Pero mi preocupación era otra. Me preocupaba esas pegajosas manchas de semen que colgaban en mi pene. Cualquiera podría ver tras mis nalgas un pene en semi erección con los hilachos pegajosos en caída lenta mientras mantengo el ritmo de gateo.
Para mi pena y horror, Lorena me llevó al interior de la zona común del club. Allí había mucha gente y algunos esclavos de propiedad. Yo rezaba para que no se diera cuenta de mi estado. Me imaginaba que igual las personas que me vieran, en el caso que se dieran cuenta, no iban alarmarse. Me suponía que todo entraba en la normalidad, y que con la misma esto iba ser un acto común en la que supondría que mi cuidadora iba ser la cómplice. El caso es que no lo fue. Ni siquiera lo sabía en ese momento. Aunque esto fuera consecuencia de vergüenza para mi, temía mas que mi rubor, el que se diera cuenta. No sabía como se lo iba tomar.
Desde que entramos en el interior del club, sus pasos eran mas pausados, entonces yo gateaba con las rodillas a su lado intentando no adelantarla. A pesar de lo aturdido y cansado que estaba, intentaba no olvidar las normas de gateo. Me aplicaba al 100% mostrando todo lo aprendido. Aún así ella tensaba la cadena para que quedara bien firme en el aro de mi collar. Mi espalda notaba la tensión y la cadena desaparecía entre mis gluteos. Esta acción era causante de que el broche en la base de mis genitales levantara al tiro mis pelotas bien altas y a la vista de cualquiera. Por lo tanto mi pene quedaba ligeramente algo inclinado hacia atrás con los hilachos de semen derramando por los suelos de la zona común principal.
Miraba a mi derecha, miraba a mi izquierda y veía mujeres y hombres sentados en los cómodos sillones de las salas de espera. Si alguien era nuevo en el club, yo no iba ser una curiosidad. En la sala había mas esclavos y esclavas con los collares de propiedad cerca de sus dueños. Y claro, todos ellos desnudos.
Los socios y visitantes iban de diferentes formas de vestimentas. Unos eran de un elegante algo exagerado, otros mas deportivos e incluso con pareo y bikini algunas. Era Domingo, y el club abría sus puertas para diferentes ocios. Pocos son los esclavos del club haciendo sus funciones, la mayoría estaban en sus jaulas a la espera de sus cuidadoras. Sin embargo muchos socios aprovecharon para sacar sus esclavos en propiedad de la manera mas natural y compartir o comparar sus caprichos disfrutando de todo lo que ofrecía Tasarte.
Lorena no tenía esclavo propio, por eso yo era su compañía en ese momento. A pesar de que no trabajaba en los adiestramientos, ella quiso tenerme para ella como una mascota humana.
Ella es la adiestradora de mascotas humanas del club, una de las funciones por las que firmé en su día. Lidia fue mi adiestradora para la complacencia sexual y María para los servicios domésticos. Pero mi mejor nota fue la de mascota humana seguido por los grandes logros de Lidia por el control de orgasmos eliminando de mi los gemidos y movimientos molestos para una dama. Gracias a ella mi extraño orgasmo en el patio con Lorena ha sido lo mas discreto posible.
Si bien Lorena andaba ausente de mis preocupaciones, yo sabía que en cualquier momento en el que quiera jugar con mi pene se iba dar cuenta. Y claro, una de dos: O esto seca rápido, o será mejor que me abandone en los almacenes de esclavos.
Pero no...
Pasamos de largo la entrada a los almacenes y me llevó al jardín interior y la piscina. Ya con ese recorrido me estaba imaginado que nada mas traspasar las piscinas, nos íbamos a su apartamento.
- Lorena!
Miré a mi derecha y de un banco se levantó una joven rubia que hacía señas a Lorena.
- Mayra! No sabía que ibas que a venir al final.
Se sorprendió mi cuidadora al verla.
Mayra no iba sola, con ella una esclava gateaba como una mascota a medida que se iban acercando a nosotros. La rubia portaba unas gafas de sol a pesar del día nublado y aparentaba si no 20, unos 19 años. Pero sin embargo su esclava desnuda con el collar de propiedad parecía tener 30 años a pesar de su buena forma. Mas o menos era de mi edad, pero con ese atractivo bien trabajado por las cuidadoras y dueñas.
En realidad iba a la playa. Pero el día no acompaña que digamos y de hecho estoy aquí cerca de la piscina. Mis padres se están quedando en los apartamento de la colina y me vine con ellos. ¿Y tu? ¿Estas trabajando hoy?.
No Mayra, me estoy quedando en una de las habitaciones vacías del club. No en casa de mi tía Claudia como otras veces, pero al fin al cabo ¿a donde voy a ir?. Aquí hay de todo. Y tampoco es que repudie mi trabajo como para no querer saber nada del club en mis días libres.
La mascota de Mayra sin que le diga nada su dueña besó una bailarina de Lorena. Yo entonces tenía que hacer lo mismo con las zapatillas de Mayra, pero cuando bajé mi rostro, Lorena tiró de la cadena para reanudar y mantener la cabeza alta. La esclava después del beso se tomó la libertad de olisquearme la loma, caderas y nalgas. La cadena mas larga de su collar permitía que se fuera tras mía y tocara con su hocico mis pelotas prensadas en el broche.
Me alegra verte. ¿No vas aunque sea a la piscina?.
Esta mañana me levanté con esa intención, pero al ver el día así. Me fui a buscar a este para pasearlo por los exteriores, y al final me puse a leer un rato.
Sentía el hocico y luego su lengua lamer mis pelotas.
- A mi esclava le gusta tu cachorro...
Rió cambiando de tema Mayra al ver como su esclava me lamía las pelotas.
No le molestaba, ni siquiera molestó el atrevimiento a mi cuidadora. Lorena reía divertida por el acontecimiento.
Yo estaba seguro que la esclava de Mayra era una de esas viciosas bisexuales de continuos orgasmos. No era la única que he conocido con ese carácter, de hecho las esclavas solían ser mas insaciables que los varones esclavos.
La esclava luego recogió con su boca mi pene y este endureció entre sus dientes. La babas se mezclaban con el semen y ya me temía lo peor si Lorena veía esto. Sin embargo fue Mayra quien se dio cuenta....
- Pero... Que fue?! Tu cachorro se ha corrido con mi esclava!.
Soltó una carcajada señalando el acontecimiento.
Que dices?
Mira!
Me suponía que la esclava podría ser la única testigo de que el origen del semen venían de muy atrás. Pero ella no podía decir nada, solo gemía mientras seguía chupando mi miembro. Se estaba tragando los restos de semen hasta que...
- Chusa! Suéltalo ya!
Ordenó su dueña.
Lorena se colocó tras mía después de que Chusa soltara de su boca mi pene.
- Que sensible! Seguro que gateabas con migo con esa colita parada por todo el camino. ¿No te da vergüenza?!
Replicó Lorena algo molesta.
Bajé la cabeza ruborizado y su amiga Mayra adornó el acontecimiento tomando con el índice y pulgar mi pene detrás mía.
- Mira! Pero si apenas le estaba haciendo cositas mi esclava.
Rió con mas intensidad.
- ¿Lidia no te ha enseñado a controlar tus orgasmos?
Respondí que sí asentando la cabeza.
- Que asqueroso eres!, Te iba a llevar a mi habitación pero voy a tener que encerrarte en tu jaula hasta el mañana.
Simulé un perro llorando al oír esas amenazas de mi cuidadora.
Mayra recogió semen en su dedos y se los enseñó a su amiga. Parecía orgullosa de su esclava. Creyó en la eficacia para estimular el sexo con la lengua de su Chusa. Tan pronto como mostró mi semen a Lorena, pronto se limpió en los cabellos castaños de su esclava. Y ambas rieron suavizando el enfado de Lorena.
Lo que hubiera parecido una excusa ideal para ocultar mi extraño orgasmos antes en los patios, se convirtió en otro motivo de malestar de Lorena. Daba igual cuando fue, el caso es que fue. Y esto a pesar de reírle la gracia a Mayra no le gustó.
Desde entonces ese día no lo acabé en compañía de Lorena. Acabé encerrado en mi jaula en los almacenes de esclavos. Mayra la acompañó y luego se fueron a disfrutar del club juntas dejándome con la compañía triste de otros esclavos en su jaula. Y lo que mas detestaba, mi dispositivo de castidad de silicona para pasar el día hasta mañana. Triste de mi, y mi final triste de ese domingo tan corto.
Fin