Relatos de Tasarte 1

Relacionados con GV1016 y sus aventuras en Tasarte como el origen de su adiestramiento.

Era un día de domingo cerca del medio día en el que los trabajos de adiestramiento terminaron por la festividad. Apenas habían cuidadoras, pero si numerosos de clientes pasando un día agradable por Tasarte. Yo estaba a los pies de una de mis cuidadoras en los patios laterales del club. Se llama Lorena, y es una de las sobrinas de Claudia, la dueña de las fincas del club. Lorena no trabajaba ese día, pero sin embargo se quedó en unos de los apartamentos cercanos a la playa. Prefirió quedarse cerca del club y disfrutar de lo que este pudría ofrecer a sus clientes y socios.

Esa mañana avanzada yo yacía postrado con mi desnudez habitual y el hocico muy cerca de sus zapatos tipo bailarina. Lorena estaba espléndida con esos ajustados jeans azul marino que se ajustaban hasta esos lindos tobillos. El dibujo de su tobillo y su empeine quedaron muy visibles en su pierna apoyada en el suelo, justo donde yo tenía mi rostro y la mirada clavada. Ella al tener las piernas cruzadas, unas de sus bailarinas las tenía casi por encima de mi cabeza.

Mi postura era algo difícil pero agradable para todo aquel que me veía. Con las rodillas al suelo, las separaba lo suficiente para que mis pelotas y miembro apretados en un broche de cuero ancho, cayeran en gravedad desde mis nalgas bien visibles. El broche de cuero negro era tan ancho que no permitía que mi erección tocara mi vientre. La erección la mantenía en vertical apuntando gotas de humedad directos al suelo. Entre la base testicular y el culo, una argolla era la causa de sujeción para una cadena plateada que se extiende por toda la linea anal hasta la espalda para luego pasar por otra argolla en mi collar de esclavo , y después subir y quedar el mango  de maniobra sobre el banco donde estaba sentada mi cuidadora. Con el culo en pompa lo mas alto posible, mi espalda bajaba en un arco atractivo como me habían enseñado. Cumpliendo con el adiestramiento, mis codos y palmas de mis manos están alineados contra el suelo. Era importante que mis codos estén casi al mismo nivel que mis rodillas. Esto hacía un arco precioso en mi espalda, y por lo tanto era una postura ideal de espera.

Lorena leía tranquila su libro favorito. Normalmente en los descansos cuando leía ese libro, me dejaba que lamiera sus calzados o incluso dejaba que lamiera sus pies desnudos cuando estábamos en la piscina. Pero ese día no. No tenía el consentimiento de hacerlo y eso me apenaba. Sin embargo mi cara estaba a cinco centímetros de un pie enfundado en el cuero negro por esas bonitas bailarinas. Podría casi oler su perfume, y es que es muy habitual que las cuidadoras del club se dieran un poco de perfume en sus tobillos. Normal, sabiendo que los esclavos van a estar siempre a sus pies, ¿como no iban a perfumar esos tobillos de la misma colonia que a su cuello y muñecas?.

Lorena solo tiene 21 años, pero su juventud no le ha impedido gozar de una sana experiencia del club. Claro que fue desde muy joven los inicios con su tía la dueña de fincas la que le ha dado la oportunidad de trabajar en grupo con los socios mas importante. Posiblemente empezara desde la menoría de edad, o igual desde muy pequeña ha tenido que vivir con esclavos y esclavas en Tasarte. ¿Y su madre?. No se, nunca la he visto, o quizás simplemente ha pasado desapercibida por el club. Lo normal sería que fuera una socia importante. No lo se. El caso que Lorena es una realidad aquí, y es una chica bastante joven como para ser cuidadora, pero importante para el club.

Esa mañana no me hacía caso, ella solo leía en silencio con tan solo el movimiento de una de las bailarinas sobre mi cabeza. Al tener las piernas cruzadas, del pie mas alto, ella movía su empeine contra las canillas, y las bailarinas se salían del talón. Cuando volvía a estirar su empine las bailarinas volvían a ajustarse al talón. Yo escuchaba un constante flop flop sobre mi cabeza por esa acción, pero mi mirada se concentraba en todos los detalles del calzado, el empeine y tobillo del pie que reposaba en el suelo.

Quería lanzarme a ellos, pero no me quedaba mas remedio que imaginar su sabor. Yo veía pequeñas manchas de polvo y algo de tierra por el costado de su calzado y tenía ganas de sacar mi lengua para quitárselos. Era frustrante  estar así sin hacer nada, tan solo en la simplicidad de estar de compañía o exhibido al público de Tasarte de esa manera.

Hubo momentos que movía un dedo en el interior del calzado, y esto se notaba cuando sobresalía un hueso de su empeine. Curiosamente cuando lo hacía mi pene palpitaba casi al mismo tiempo. A pesar de ser mi tercera cuidadora estaba muy hecho a ella. Es mas, creo que hoy por hoy lo sigo estando. Cada derrame accidental de mi semen ha sido bajo su ignoración, pero ha sido mas eficaz que cuando otras cuidadoras me han ordeñado. Cada vez que un esclavo es aliviado, este comienza a sentir una afinidad con la mano o instrumento culpable de su derrame. Estas acciones poco frecuentes, pero ideales para una conexión de dependencia del esclavo, fueron el punto final de una completa obsesión de nuestros sentido con las cuidadoras. Sin embargo Lorena nunca me ha ordeñado directamente, pero en unas ocasiones no he podido aguantar unas caricias en mis partes con sus pies cuando me usaba de reposa-pies. Fueron esas veces cuando derramé mi semen en esos bonitos y menudos pies.

Por encima de su pie podría ver mas allá del camino del jardín. Por ser domingo no hay mucha gente, pero no muy lejos en otro banco vi una chica aparentemente mas joven que Lorena. La chica estaba en zapatillas de playa, un mini jeans ajustado y una camisa que parecía un pequeño poncho de ceda. Un esclavo a sus pies fue la única compañía en esos momentos. El esclavo no llevaba el collar del club, si no otro diferente, por lo tanto se suponía que era de su propiedad. La chica parecía esperar a alguien mientras su esclavo se entretenía en lamer la suela de la zapatilla mas alta a causa de que también cruzaba las piernas como Lorena. No había una correa o cadena en su collar, el esclavo posaba a gatas delante de esa zapatilla que zarandeaba de forma divertida. Ella lo miraba con la risa de cómplice y silbaba como en unos besos al viento mientras disfrutaba de la estampa desesperada de su esclavo.

Pronto llegó quien esperaba. La mujer que se acercaba y a la que su esclavo besa sus stilettos luego, podría ser la madre de esa chica. No podría oír que le decía pero no parecía tener intención de sentarse. Sin embargo la jovencita se levantó y siguió a esa mujer por el camino hasta nosotros. Su esclavo era evidente que las seguía sin correa tras ella sin dejar de gatear. Entonces nada mas estar a pocos cm de nosotros, la señora saluda a mi cuidadora. Noté que Lorena se sobresaltó un poco de su lectura debido a que no la esperaba, y devolvió el saludo llamándola señora Isabel.

Pronto se alejan y mi visión vuelve a la bailarina plana de mi cuidadora. Sus dedos dentro del forro de cuero se movían con mas intensidad, entonces yo forzaba las palpitaciones de mi pene atrapado en el broche para coger ese ritmo hipnótico. Estaba en una especie de esfuerzo del control de orgasmo sin el tacto. Una actividad especial del entrenamiento del club en la que yo podría forzar gotas de semen por mi mismo. Tan solo estar cerca de su calzado y aspirar su perfume podría ser suficiente, tendría que intentarlo.

Una brisa suave por mi trasero refrescaba un poco mi agonía por la posición. Quizás ese aire me vino bien para que mi pene sienta algo de tacto. Aunque sea algo de aire mientras palpito a golpe de corazón mi miembro. Desconozco lo que tenía detrás, pero oía personas pasar por los jardines en dirección a las piscinas. Un poco por mi retorcida imaginación, me imaginaba una posibilidad de que cualquiera podría tocarme, una caricia, un roce, o quizás me conformaba por la mirada de algunas damas que casualmente podría vernos. No se, es como mi propio exhibicionismo me llevara a un estado de excitación ante el acontecimiento. Las voces femeninas de jóvenes que venían a las piscina me motivaban para mover mi pene expuesto de forma palpitadora. La sensación fue intensa y me costó mantener un ritmo para que nunca se desasiera la erección por no tener estímulos con el tacto con mi cuidadora. Todo era la vista y olfato. No tenía otra para endulzar mi situación.

Los mismos movimiento se repetían durante muchos minutos. El flop flop de sus bailarinas al mover sus pies, y el recogido de sus dedos en su pie apoyado en el suelo era todo lo que pasaba en esos instantes. No había nada mas. Yo deseaba con fuerza que cogiera el mango de la correa para que al tirar de la cadena tirase de mis partes. Pero nada esto pasaba. El estímulo lo creaba yo. Yo mismo hacía un esfuerzo para palmar movimientos de mi pene dando golpes al aire. Era lo único que podría hacer.

Sentía desmayarme por tanta intensidad al palmar mi miembro. ¿Cuanto tiempo podría aguantar así?. Estos movimientos parecían en vano en cada pausa, porque estaba como apunto de perder la erección, pero volvía a mirar su calzado y volvía retornar la erección plena. No sabía hasta donde podría llegar. Mi esmero a ratos me daba leves dolores de cabeza, y me sentí algo drogado, casi que como un poco fuera de lugar. Estaba perdiendo la noción y el equilibrio. Fue increíble notar los resultados por semejante esfuerzo.

Derepente cuando ya se me cerraban los ojos por la agonía al intentar eyacular al aire, Lorena cierra su libro. Entonces mi corazón en sobresaltos parecía salirse de mi pecho. Y es que el susto después de mis esfuerzos por palpitar con mas avidez mi miembro, eran ya demasiado para mi corazón. Lorena coge el mango de la correa y dio un tirón que casi termina por hacerme eyacular de esa forma extraña. Fue al ponerse de pie cuando dio otro tirón y de mi glande a reventar escupió un trozo espeso de semen.

  • Vamos nene!

Sus palabra dulces y el cariñoso estado con la que se mostró fueron otro aliciente para que ... Flash!. Una gran carga salga disparada al suelo. Yo no pude levantar mis codos del suelo y ella jaló de nuevo la cadena para que me incorporara al gateo. Pero yo seguía con mis ojos cerrados para no ver mas su calzado, y fingía ser estúpido y no entender su orden mientras... flash! Otra carga de semen era la afirmación de una eyaculación tan ridícula.

  • Pero... ¿Que te pasa?. Vamos!

Tiró de la cadena de tal manera que mis pelotas casi suben sobre mis nalgas. Fue entonces cuando un choro menos espeso cayó sobre la tierra del paseo. Y si, tuve que reaccionar pronto para incorporarme a su mando y me dejé en manos y rodillas al suelo intentando disimular lo sucedido.

Ella ya no tubo que tirar otra vez y yo me rastree tras ella  con la estela seminal unida en mi glande hasta el suelo. Yo solo esperaba que nadie de atrás se diera cuenta, y mucho menos Lorena.

Gateé tras ella mientras me guiaba con la correa con el peso de mi secreto obsceno. Un miedo me invadía por que si esta humedad no se me secaba de aquí hasta donde quiera que me lleve, ella podría darse cuenta si viera los hilos de semen colgando. Pero eso ya sería otra historia....

Continuará......