Relatos de Rosita y Junior

El amor subyacente que nos tenemos mi hermano y yo toma poder sobre nosotras al saber que el sentimiento es mutuo

La luz del pasadizo entraba por la abertura de la puerta entreabierta en mi cuarto, posándose sobre mi cuerpo tendido en la cama mientras dormía por la noche. La falta de frío hacía que durmiera casi destapada, con apenas un short de delicada tela color blanca con líneas negras, yendo de arriba abajo, y una blusa top con la imagen de estrellas plateadas por todas partes.

Durante la medianoche, una silueta negra interrumpió el paso de luz por la abertura, haciendo que el cuarto se oscurezca a medida que avanzaba. Al llegar a la puerta, se quedó parada unos segundos antes de comenzar a abrir la puerta lentamente, causando un pequeño rechinido por las bisagras que se desengrasan con el pasar de los años.

La silueta entró a la habitación, tan silenciosamente como podía, y cerró con el seguro de la puerta. Luego, se fue acercando lentamente hacía la cama en donde me encontraba durmiendo plácidamente. Apenas se podían escuchar los pasos que daba al acercarse, sin mencionar lo dificultoso que era caminar a oscuras.

Al acercarse al borde la cama, en la parte inferior, posó las yemas de sus dedos sobre mi pie blanquiñoso y subiendo lentamente por mi pierna, arrastrando su mano por mi piel al descubierto. Tal acción hizo que despierte lentamente por el cosquilleo que me daba, mirando con torpeza, con los ojos apenas abiertos, hacia la figura que había invadido mi habitación.

-¿Qué? - pregunto toda adormilada - ¿Qué está pasando?

-Quise venir un rato, tenía miedo en mi cuarto - dijo en voz baja.

No tardé mucho en darme cuenta de quién se trataba, aunque debo admitir que me resultó un poco espeluznante la situación. Me tomó por sorpresa.

-¿Junior qué haces aquí? - pregunté con confusión.

-Te dije, tenía miedo en mi cuarto - responde mientras su mano avanza por mi pierna.

-Se hombre, ¡tienes que salir!

-Solo un rato, lo prometo Rosita.

-¡¿Qué?! ¡no no no!

Hice a un lado su mano y me levanté sobre la cama apoyándome con las manos hacia atrás. Intenté sentarme en el borde de la cama, pero los pequeños empujones de Junior lo dificultaron, peor aun cuando no despertaba del todo. Era raro como la situación, de ser espeluznante, se tornaba tierna al darte cuenta que era una travesura de tu hermano mayor.

Gracias a la luz de la luna entrando por mi ventana, pude ver el rostro sonriente de mi hermano mientras intentaba ponerse encima de mí, empujando suavemente de mis hombros para evitar que me siente. Por mi parte también intentaba empujar para hacer que se aparte antes de cometer un pecado del que tanto habla el padre en la iglesia los domingos.

-Junior, ¡ya no!, lo de ese día no se puede repetir - digo intentando apartarlo.

-Lo sé, pero en serio tengo miedo, escuché pasos en mi habitación.

-Una tonta excusa, ¡Como tus tonto antojos!

Las excusas tontas de Junior me daban gracia, me hacía reír a pesar de estar forcejeando con él.

No me cabía duda de que estaba con ganas de repetir lo que ocurrió el día de navidad, y lo admito, fue algo que me gustaría repetir, un par de veces. Pero la incertidumbre me ganaba, no quería despertar a mis padres y causar un escándalo al enterarse de la situación insestuosa en la que me encuentro. Sería demasiado para mí, para él, para mi familia.

Toda mi familia pertenece a una de esas religiones en donde bailar en las fiesta se considera pecado, suena mentira, pero esto existe. No me sorprende que mi padre se casara con la primera mujer con la que copuló. Me gustaría decir lo mismo de mi madre, pero los rumores dicen que tuvo una vida sexual un tanto alocada. Pero en fin, son solo rumores… espero.

-Prometo que solo será un rato, y me voy a mi cuarto - dijo en voz baja mientras intentaba subir una pierna en mi cama.

-¡No Junior! ¡Los vas a despertar!

-Están durmiendo, no despertarán, en serio.

-Estás loco.

-Por ti - dice con esos tiernos ojos marrones.

-¡Soy tu hermana!

Junior logra subir una pierna a mi cama y colocarla entre las mías.Luego, se sube por completo al distraerme con pequeñas cosquillas que me hacían mover de un lado a otro, haciendo que me distraiga para él hacer su movimiento. Al estar casi encima de mí, lo empujo por los hombros hacia afuera de la cama torpemente pues es demasiado pesado para mí.

Coloca sus manos sobre la cama, a los costado de mis hombros, y lleva sus labios a mi cuello para comenzar a besarlo lentamente. Yo intentaba quitarlo de encima como sea, inútilmente. Él ya estaba entre mis piernas, con su bulto chocando con mi coño, haciéndose sentir ya bien duro.

Pude notar, desde que me despertó, su verga endurecida que se notaba a través de sus pantalones para dormir. Quizás fue lo sexi que me veía en la pijama, o lo destapada que duermo. Fuera lo que fuera lo que causará su excitación, la presión que hacía su verga contra mi coño a través de la ropa, ocasionaba que me mojara con rapidez.

-Solo déjate llevar Rosita, como esa vez - me susurra al oido.

Yo seguí intentando sacarlo de entre mis piernas, cada vez con menos ganas pues la calentura, sus susurros y los recuerdos de esa vez hacían que me incline más por seguirle el ritmo y dejarme llevar.

Al darse cuenta que ya no ponía tanta fuerza, y casi que comenzaba a rodear su cuello con mis brazos, empezó a tocar unos de mis pechos. Junior sintió lo durito que estaba el pezón, dándose cuenta de lo caliente que me había puesto. Esto lo motivó a seguir besándole el cuello con cariño, subiendo hacia mi mentón, pasando por mi mejilla, y llegando a mis labios.

Nos dimos un morreo delicado que se iba intensificando a medida que los manoseos aumentaban.

Uno de mis brazos rodeaba su cuello para impedir que sus labios se separen de los míos, mientras que mi otra mano bajaba por su espalda, metiéndose en polo de dormir para sentir su piel caliente sobre la palma de mi mano. Por su parte, metió su mano dentro de mi top para tocar mi pecho y peñiscar mi pezón con suavidad.

Llevaba mi mano de arriba abajo por su cuerpo, hasta pasarla al frente para tocar su abdomen marcado, y con un movimiento suave y discreto, la meto dentro de sus pantalones para manosear su verga erecta. Comienzo a marturbar sus veinte centímetros mientras el baja su mano hacia mi coño para frotarlos con sus dedos.

-Me vas a hacer venir Rosita - dice sin parar de besarme.

-Eso quería ¿No?

Inesperadamente, alza su cuerpo, arrodillándose mientras mi piernas rodean su cintura, se quita el polo y pasa a quitarme el short junto con mis bragas que están humedecidas con mi flujo por estar tanto tiempo en el manoseo y los besos. Mis pies dejan de rodearlo para alzance y facilitar mi desnudes.

Una vez me quitó el short y las bragas, mis pies volvieron a rodearlo. Él escupió sobre sus dedos y pasó a frotar su baba en su verga, lubricandola mientras se volvía a poner encima mío. Volvimos a besarnos de lengua apasionadamente mientras sentía como comenzaba a pasar la puntita de su verga sobre mi coño bien humedecido.

-No le cuentes a nadie - le digo.

-¿Qué cosa?

-De esto.

En eso, Junior empuja su verga dentro de mi coño lentamente, casi resbalando por lo lubricado que estaba su verga y mi coño. Al entrar, di un pequeño gemido de placer que hizo que cierra mi ojos, causando que mis brazos aprieten cuello.

-Ah Rosita - dice mientras comienza a meter y sacar su verga - No le diré a nadie de esto, solo quiero a mi hermanita para mí.

Comenzó a penetrar lentamente, haciendo que cada embestida me haga soltar un gemido, gemido que tenía que contener para evitar que mis padres despierten.

-¿Amas a tu hermanita? - le pregunto entre gemidos.

-La adoro, me encanta su coñito caliente y mojado - dice sin frenar el mete saca.

-Entonces dale amor a tu hermanita.

Comienza a acelerar las embestidas, haciendo que mi respiración se entrecorte.

-Dale dale ¡ah! no pareces - digo gimiento - dale verga a tu hermanita.

Él no paraba de embestirme, era como esos perros que, una vez se montan a la perra, no paran hasta venirse.

Continuó así por un rato, haciéndome gemir, penetrándome como si estuviera teniendo sexo con su novia, besándome como si no fuera su hermana, hasta que paró solo para levantar una de mis piernas y ponerla sobre su hombro.

En esa posición, comenzó a mirarme a lo ojos, sin parar de penetrarme, y dijo:

-Me gustas tanto Rosita.

Yo no podía creer lo rico que era que Junior me cogiera en mi cuarto, siempre pensé que en mi cama jamás cogería, solo con mi esposo, pero por casualidades de la vida terminé con mi hermano.

Junior continuó, sin parar tan siquiera para tomar aire. Continuó y continuó, hasta que nos vinimos juntos, haciendo que tenga el mejor orgasmo hasta ese momento. No he cogido mucho, pero sin duda ese fue el mejor, hasta ese momento.

Los jadeos comenzaron una vez Junior dejó todo su semen en mi coño. Comenzó a quitar su verga lentamente para hacer que su semen salga de mi raja lentamente. Se acostó a mi lado, con sudor en su frente, con una pequeña sonrisa, mirando hacia el techo.

Yo me quedé mirando al techo igualmente, después de un rato, volteo mi rostro hacia el suyo. Con mi mano, volteo su mirada hacia mí, y le digo:

-Ahora sí te tienes que largar.