Relatos de juventud. La madre de mi amiga-2

Me follo a Cristina, la madre de Lucía. La segunda parte de una noche muy especial para mí.

Antes de que surgiera entre nosotros ningún tipo de arrepentimiento se pegó a mi cuerpo y mientras me acariciaba desde el torso hasta los huevos me dijo:

  • Esta noche es para los dos. Ya tendremos tiempo de pensar si le decimos algo a Lucía. No quiero desaprovechar más oportunidades y tú me ofreces la discreción que me hacía falta para dar el paso.

  • ¿Solo discreción? le pregunté en plan gallito señalándome el rabo que ya empezaba a pedir un segundo asalto.

  • Jajaja, mira que sois tontos los tíos. Debe ser algo genético, porque decís las mismas tonterías independientemente de la edad que tengáis. Buena herramienta tienes, eso ya lo sabía porque Lucía me lo había comentado alguna vez…..ahora vamos a ver si realmente sabes usarla, me soltó mientras empezaba a pajearme lentamente.

  • Bueno, hasta ahora nadie se ha quejado, le solté algo ofendido. Aunque siendo sinceros tampoco tengo mucha experiencia, la verdad…..pero bueno, tú puedes enseñarme, ¿no?, le dije mientras posaba mi mano sobre su raja que noté muy caliente y empapada.

Comenzamos a besarnos con pasión y a masturbarnos mutuamente, aumentando poco a poco el ritmo de las pajas que nos íbamos haciendo. Mientras yo pasaba el dedo corazón por todo su sexo y frotaba su clítoris cada vez más fuerte, ella subía y bajaba su mano por mi tranca desde los huevos hasta el glande, descapullándomelo por completo, cada vez más rápido, lo cual provocaba que nuestras respiraciones fueran por momentos más agitadas y la habitación se empezó a llenar de jadeos de placer por parte de ambos. A los pocos minutos quise cambiar de postura y me coloque encima de ella, para hacer un sesenta y nueve, algo que aún no había practicado. Lo entendió rápidamente y sin decir nada se tragó mi polla hasta que los huevos toparon con su boca mientras yo le abría los labios del coño con dos dedos y metía la lengua a saco en su cueva. Me sorprendió la maestría con que sacó la lengua para lamerme las pelotas mientras seguía chupando rabo a una velocidad cada vez mayor que me hacía estar en la gloria. Mi respuesta consistió en rodear su grueso e hinchado clítoris con mis labios y chupar como si me estuviera comiendo un caramelo, ensalivándolo bien y dándole pequeños mordisquitos que la hacían vibrar de placer. Viendo que cada vez se agitaba más acompañé la chupada de su botón del placer metiéndole dos dedos en su chocho que ya destilaba jugos en tal cantidad que me resbalaban por la comisura de los labios sin poder bebérmelos todos. Pudo más su falta de sexo que mi inexperiencia porque a los pocos segundos noté cómo se tensaba por completo, se agarró a mis nalgas fuertemente para tragarse toda mi tranca y empezó a correrse de un modo tan bestial que me dejó la cara literalmente empapada, como si se hubiera meado en ella. Con la polla dentro de la boca, sólo pudo emitir un aparatoso gemido gutural mientras se corría.

  • ¡AAAAGGGGGGGGGGGGGGGGGGGHHHHHHHH, GGGGGGÍÍÍÍÍÍÍÍÍ, GMMMMMMMMMMMMMMMMMMM!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Estuvo un rato temblando y chupando polla a espasmos mientras le resbalaban babas por la comisura de los labios, con los ojos en blanco y clavándome las uñas en las nalgas cada vez que una réplica de la corrida la sacudía de nuevo. Cuando se calmó un poco se la sacó de la boca, me tendí a su lado y la abracé mientras la besaba con pasión.

  • ¡Joder con el niño, vaya pedazo de corrida! No recuerdo haberme corrido nunca de esta forma, joder qué gusto, me dijo mientras me devolvía el beso.

  • Hombre, gracias por el cumplido, jajaja. Era mi primer sesenta y nueve, pero imagino que para ti……

  • Voy a ser sincera contigo. Ya te dije antes que después de la separación, sólo había tenido dos rollos de una noche saliendo de marcha con unas amigas. Uno de ellos no llegó ni a metérmela. El muy cabrón me engañó, se la chupé en el coche, en el parking de un hotel y cuando se corrió me dejó allí tirada para volver con su mujer. Y el otro, un chulito de discoteca, que no aguantó ni tres minutos. Vamos un puto desastre.

  • Vale, ¿y con tu ex?, dije con el temor de haber metido la pata hasta el fondo.

  • Puff, con ese realmente no sé qué decirte. Como hasta ahora no he tenido con quien compararlo, puedo decirte que me he corrido, que he disfrutado con él, pero te aseguro que no como lo he hecho hace un momento. Y, por cierto, vamos a dejarnos de cháchara, que me tienes que rellenar con eso que tienes ahí, me dijo señalándome el rabo completamente tieso, duro y brillante de sus babas.

Con un rápido y ágil movimiento se colocó a horcajadas sobre mí y, cogiéndome el rabo con la mano derecha, empezó a frotárselo por toda la raja, saboreando el contacto de mi dureza sobre la calentura y humedad de la entrada de su cueva. Cuando llegaba con el capullo al clítoris se daba golpes con él, provocándose gemidos de placer, a la vez que cerraba los ojos para deleitarse con el momento y soltaba expresiones que me ponían cada vez más cachondo “uff, qué rabo tiene mi niño” “a ver si esta madurita puede meterse todo esto” “¿me quieres rellenar con ese pedazo de polla?”……Poco a poco fue metiéndose el mástil pero sin llegar a clavárselo del todo. Se metía la cabeza y se la sacaba a los pocos segundos, completamente empapada de sus jugos resoplando y jadeando “joder, vaya tranca” “creo que se me ha cerrado el coño de no usarlo”. Si ella estaba disfrutando como un niño con un juguete nuevo, yo estaba al borde de un colapso de placer. Sentía su coño muy estrecho, tanto o más que los pocos que había penetrado hasta el momento, todos de chicas mucho más jóvenes que ella, y, sobre todo, lo sentía muy, pero que muy caliente, una sensación muy agradable, la verdad. Tras varios minutos disfrutando y calibrando la tranca que se iba a meter, me miro a los ojos, me sonrió, se mordió el labio inferior y, apoyando las manos en mi pecho, se dejó caer sobre sobre mi estaca y se la fue clavando, poco a poco, hasta que su culo topó con mis huevos. Lo que vino después fue algo increíble. Al sentir que se había clavado toda la polla, antes incluso de empezar a cabalgar, se dejó caer sobre mi pecho hecha un ovillo, ensartada hasta los huevos y se empezó a correr de un modo sorprendente, temblando sin parar, apretando los músculos del chocho sobre el nabo y soltando tal cantidad de fluidos que me resbalaban por las pelotas hasta la raja del culo, empapando las sábanas.

  • ¡ME CCCCCCORROOOOOOOO!!!!!!!!!!¡YYYYY……YYYYAAAAAAAAAAA, ME CORROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Estuvo resoplando, jadeando y temblando un buen rato, hasta que su respiración se tranquilizó. Me besó con una mezcla de dulzura y lujuria, se incorporó, volvió a apoyar las manos sobre mi pecho y empezó a subir y bajar por mi polla muy despacio, acostumbrándose al tamaño de lo que se estaba clavando y recuperando las sensaciones de una buena follada después de tanto tiempo. Cuando me cansé de tanto preámbulo le di una palmada en la nalga izquierda, la miré a los ojos, desafiante, y la reté:

  • A ver cómo cabalga una madurita. Venga a botar, que quiero ver cómo me exprimes la polla.

Sin decir nada aceptó el desafío y empezó a cabalgar, primero despacio, y luego cada vez a más ritmo, resoplando y jadeando cada vez que se dejaba caer sobre mis pelotas “joder, estoy llena de polla” “uff, a ver si me lo ensanchas un poco, qué rico”. Con el movimiento, sus tetas botaban al ritmo que ella subía y bajaba por mi tranca y, al verlas bailar, me incorporé y empecé a lamerlas alternativamente, chupando primero un pezón y luego otro, sorbiéndolos y mordiéndolos con delicadeza, notando cómo se endurecían dentro de mi boca. Al notar las caricias en sus tetas aumentó el ritmo de la cabalgada y, en pocos minutos, su culo golpeaba sin parar mis huevos, cada vez más fuerte, más salvaje, llenando la habitación de un sonido seco que se confundía con los jadeos de los dos.

  • ¡PLOF, PLOF, PLOFFFFFF!

  • ¡QUÉ RICO, QUÉ RICO, QUÉ GUSTO! ¡SIGUE, SIGUE, SIGUEEEEEE!!!!!

Dejé que siguiera botando un rato más y, cuando noté que empezaba a cansarse, puse las manos en su culo y empecé a ayudarla en sus subidas y bajadas por mi tranca, dándole alternativamente palmadas en las nalgas, haciendo que empezaran a tomar un color rojizo que contrastaba con la blancura del resto de su piel.

  • ¿Te gusta cómo te folla el amigo de tu hija? ¿Estás disfrutando con la polla de este jovencito?

  • ¡Sí, joder, sí! ¡Me gusta cómo me estas follando, cabrón, no te pares!!!!!!!!!!!!

Me dejé caer de nuevo y acompasé sus subidas y bajadas por mi rabo con golpes de cadera cada vez más fuerte a la vez que ponía las manos sobre sus tetas y retorcía con suavidad sus pezones, duros y tiesos como dos pequeños pitones. En un par de minutos volvió a poner los ojos en blanco, empezó a frotarse el clítoris a toda velocidad y se dejó caer como una marioneta sobre mi pecho, desmadejada, y gritando como una loca que volvía a correrse.

  • ¡OTRO, OTRO, OTROOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!¡AAAHHHHHH, YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Estuvo un buen rato echada sobre mi pecho, los dos empapados en sudor. Notaba cómo sus pezones se clavaban sobre mi torso mientras ella recuperaba poco a poco la respiración, jadeando y soltando expresiones que me ponían si cabe más cachondo de lo que estaba “dios, qué polvo” “joder, cómo folla el niño” “menos mal que no te follas a mi hija”. De vez en cuando tenía una réplica de la corrida y estrujaba mi polla con los músculos del coño en pequeños espasmos que la hacían temblar de gusto. Cuando la noté más o menos recuperada, me salí de ella, la puse a cuatro patas en el borde de la cama, con el culo en pompa y me coloqué detrás suyo con la polla completamente tiesa y brillante, empapada de un líquido blanquecino y espeso, producto de su corrida anterior.

  • Te voy a follar a cuatro patas, como una perrita, ¿de acuerdo? A ver lo que es capaz de aguantar mi madurita, le dije en plan chulito mientras le daba otra palmada en la nalga derecha.

Apunté en su coño, abierto y brillante por sus jugos, me agarré a sus caderas y se la clavé de golpe hasta que mis pelotas toparon bruscamente con su culo. Soltó un alarido de placer que me hizo temer que despertara a Lucía, pero en esos momentos me dio igual y empecé a bombear todo lo fuerte que pude, taladrándole el chocho a toda pastilla. Se dejó caer apoyando las tetas en la cama y, mordiendo la almohada para no despertar con sus gritos de placer a  su hija, se dejó hacer como una marioneta, moviéndose al ritmo que le marcaban las embestidas que le estaba dando.

  • ¿Te gusta perrita? ¿Te follo mejor que tu marido? Venga, contesta, le solté mientras la empotraba todo lo fuerte y rápido que podía.

  • ¡Sí, joder, sí!!!!!!!!!¡Fóllame, fóllame, más, más másssssssssss!!!!!!!!!!!!!

La agarré del pelo, a modo de riendas, y la incorporé mientras aceleraba el ritmo de la follada. El ritmo de los pollazos en su culo iba en aumento y el ruido en la habitación se hacía cada vez más fuerte con cada embolada que le metía, haciendo que mis huevos rebotaran contra sus nalgas a toda velocidad.

  • ¡Qué rico, qué rico, qué ricooooooo! ¡Estoy a punto, voy a correrme!!!!!!!!!!!!!!

  • No te corras dentro, por favor, no tomo nada.

Di un par de embestidas más y, notando las descargas en la punta de la polla, se la saqué del coño. Ella reaccionó al momento y en un rápido movimiento se sentó en la cama, me atrajo hacia ella y se la metió en la boca, chupando como una posesa y amasándome los huevos con la mano derecha. En un par de segundos me tensé por completo, me agarré a su nuca para empotrarle al máximo el nabo en la garganta y empecé a temblar de arriba abajo mientras descargaba todo lo que tenía acumulado en las pelotas. Le solté cinco o seis ráfagas que debieron llegarle hasta el estómago mientras gritaba como un loco que me corría.

  • ¡YYYYAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!¡TOMA LECHE!!!!!!!!!!!!!!!!!¡TRAGA, TRAGA, TRAGAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Ella debía estar también a punto de correrse cuando se la saqué del coño, pues al notar cómo me vaciaba en su boca, se abrió de piernas, se frotó un par de veces el clítoris y volvió a correrse de tal forma que no pudo evitar mearse. Me hubiera gustado oírla gritar, pero con la polla en la boca, y tragando leche, solo pudo emitir un gemido ahogado mientras formaba un charco en el suelo de fluidos y pis.

  • ¡AAAAGGGGGHHHHH!!!!!!!¡GGGGGGMMMMMMMMMMMM!!!!!!!!!!!!!

Antes de caer exhaustos, empapados en sudor, jadeando y resoplando sobre la cama mientras nuestros cuerpos se recuperaban del esfuerzo realizado, Cristina se entretuvo en lamerme la polla para dejármela reluciente tras tragarse toda la leche que le solté.

  • Voy a comprobar que Lucía sigue durmiendo, me dijo saltando de la cama dejando que me deleitara con la visión de su culo al moverse.

  • Trae sábanas limpias y recoge lo que has dejado en el suelo, le dije adoptando un tono autoritario que ella asumió con naturalidad. Y trae algo de beber, que hay que hidratarse para el resto de la noche.