Relato para Sabri
Una chica se masturba mirando páginas porno en Internet mientras se mete hasta el teléfono móvil. Llega un amigo, se ducha ofreciéndole un buen espectáculo y ambos se masturban por separado fingiendo que no se ven.
Hola, me llamo Sabrina, tengo 22 años, terminé Enfermería el año pasado, tengo la suerte de estar trabajando en una clínica y hace menos de un año que perdí la virginidad. Seguro que os preguntaréis por qué tardé tanto en hacerlo, y el caso es que quería estar segura y todas esas tonterías. Además tampoco tenía prisa, ya que (y está mal que yo lo diga) sabía que en cualquier momento podía tener al hombre que quisiese a mi alcance ya que desde siempre han babeado por mí, lo cual todo sea dicho de paso me ha ocasionado muchos problemas con mis amigas que inevitablemente estaban celosas de las atenciones que me prodigaban los hombres.
Mido 1,64 metros, soy rubia natural con unos preciosos ojos verdes, un buen par de tetas que todos creen operadas (no lo son, pero no me importa que lo crean porque eso significa que deben ser guapas), y un cuerpo Danone; mis amigos dicen que me parezco a Pamela Anderson, pero yo creo que me asemejo más a Jenna Jameson, una reina del porno.
Que nadie se asuste, ya que desde que me decidí a hacerlo, he recuperado el tiempo perdido y olvidado a la mojigata que habitaba en mí, tal y como tendréis ocasión de comprobar a continuación... ¿os animáis a seguirme?.
Llevo tres meses saliendo con un tío aunque pronto le daré boleto. Me gusta para follar pero ya quiero catar a otros, pues a éste, literalmente, ya le he exprimido todos sus jugos...deliciosos, ja,ja, ja. El caso es que se fue tres días a Madrid a pasar una pruebas y me dejó las llaves de su casa.
Esa semana tenía yo turno de tarde y no entraba hasta las tres. Me faltaban aún dos horas para entrar y ya había comido, así que me fui a casa de mi chico a conectarme un poco a Internet. Me había levantado caliente y me apetecía ver unas páginas porno. Reconozco que me encanta la pornografía, el ver a tías buenísimas salvajemente penetradas o metiéndose cualquier cosa imaginable por sus agujeritos me pone a mil y no porque sea lesbiana, sino porque me imagino que soy yo disfrutando como una auténtica zorra.
Me senté ante la pantalla y jugosas imágenes fueron desfilando ante mí, y evidentemente tras un rato noté mi coño hinchado por la excitación, y al moverme un poco en la silla sentí ya una mancha de humedad en mis bragas.
Desabroché tres botones de mi blusa blanca, metí la mano izquierda dentro de ella y liberé mi teta derecha de la opresión del sujetador negro, apretándola fuertemente con lo que un escalofrío de placer recorrió mi cuerpo . Subí mis dedos índice y medio hasta mis jugosos labios, y con mi caliente y húmeda lengua los ensalivé profusamente, para bajarlos hasta mi rosado pezón y pellizcarlo con esos dos dedos mientras que con los restantes me daba un masajeo en el resto de mi seno.
El dulce olor de los jugos de mi coño subió hasta mis fosas nasales, llenándolas con un efecto afrodisíaco. Comenzaba a oler a sexo en la habitación y unas ansias irrefrenables de follar se apoderaban de mí. Entonces de repente una foto me impactó: una chica muy parecida a mí, totalmente depilada estaba chupando una piruleta y metiéndose otra por su chochito rasurado que estaba brillante por los jugos que segregaba.
Eso fue mucho para mí. Tenía que probar con las piruletas y depilar totalmente mi coño (apenas si tengo un poco de vello púbico arreglado sobre mi monte de Venus, pues el resto me lo afeito).
Saqué mi otra teta del sujetador, y bajé una mano por mi cuello, y con ambas manos comencé a magrear mis pechos. Mis pezones parecían misiles y mis tetas estaban duras como piedras; no me olvidaba de mis bajos y frotaba una pierna contra otra intentando que el líquido que impregnaba mis bragas rozase mis labios y mi clítoris, cosa que lograba y me estremecía. Subí mi minifalda hasta mis caderas, bajé mis braguitas empapadas hasta mis rodillas y recostándome en la silla subí mis piernas hasta la mesa y puse una a cada lado del monitor.
Mientras sobaba mis tetas con una mano con la otra ya restregaba mi coño pringándola de jugos, y no tardando en autopenetrarme con tres dedos que entraban con suma facilidad como si mi vagina se autodilatase para ellos queriendo que llegasen hasta lo más profundo de mi útero. La imagen de la tía con las piruletas me fascinaba. Me recordaba a mi misma en el colegio cuando iba todos los días en el recreo con mis amigas a la cafetería y comprábamos chupa-chups, que nos dedicábamos a lamer sensualmente para calentar a los chicos que no sabían si simplemente comíamos un dulce o los estábamos calentando.
Pronto los dedos fueron poco, necesitaba meterme algo. Mi móvil estaba sobre la mesa y llevada por la pasión, sin pensar en lo que hacía lo así con una mano y en plis plas lo llevé hasta la entrada de mis labios de abajo que tras una simbólica resistencia le abrieron gustosos el paso a mi interior.
Era fantástico, podía sentir las teclas de caucho rozando mi clítoris rosado y salido de su vaina. Y de repente pasó algo inesperado, una deliciosa vibración recorrió mi coño, y luego otra y otra y un sonido amortiguado como de teléfono llegó a mis oídos.... ESTABA SONANDO el móvil. Asustada saqué el móvil, miré la pantalla y respiré: era mi novio.
Divertida contesté (parecía imposible que el móvil aún funcionase con lo mojado que estaba) y le conté entre jadeos lo que estaba haciendo, y seguí masturbándome con las piernas sobre la mesa. Carlos me dijo que sólo de oírme e imaginarme se estaba pajeando en la cabina, lo cual me excitó aún más. Notaba como mis jugos caían hasta mi ano y me aprestaba a meterme un dedo en él cuando de pronto picaron a la puerta, me sobresalté, se me cayó el móvil... era Luis, mi amigo ATS que venía a buscarme para llevarme a la clínica... el tiempo había volado. Con las prisas y al levantarme me desgarré las bragas (aún no me explico cómo). El móvil se había roto. Me bajé la falda y abrochándome la blusa abrí.
Allí estaba Luis sonriendo. No era guapo pero sí resultón y evidentemente yo le gustaba (un día me acostaría con él. No sé por qué no nos acostamos con nuestros amigos si los dos lo deseamos). Parecía que no notaba nada. Le saludé dándole un beso pero inconscientemente me acerqué demasiado a sus labios , eran dulces...
"Hey, hey, ya sé que estoy bueno, no te tires sobre mí" -dijo (siempre me exasperaba con esas frases, pero me gustaba pues se podía hablar con él de cualquier cosa y era muy bueno, mi pañuelo dónde llorar. Decididamente un día me acostaría con él, se lo merecía).
"Entra y no digas tonterías -repuse yo.
Menos mal que vengo media hora antes, ya que como siempre no estás lista, ¿verdad?" -un brillo malicioso pareció cruzar sus ojos. Mi imaginación me jugaba malas pasadas.
Farfullé algunas palabras y lo empujé hacia el salón... ERROR, el ordenador seguía encendido con la foto de la chica y mis bragas estaban en el suelo; para completar el cuadro el olor a sexo llenaba toda la habitación. Luis se fue directamente al ordenador y empezó a hacer comentarios sobre lo buena que estaba esa tía y si yo había hecho algo así. No perdió la ocasión para comentar que a ver si era un poco más ordenada con mi ropa.
"Debieron caerse cuando tendía la ropa, que es lo que hacía cuando llamaste" -dije.
"¿Y la foto?" -preguntó.
"Vale, lo reconozco sentía curiosidad y entré en una página porno" - dije yo.
"Menos mal-respondió él" - "ya era hora de que admitierais que también a vosotras os gusta la pornografía..."
Mientras decía esto, para colmo de males me agaché a por las bragas, resbalé y me caí. Luis vino corriendo a ayudarme, pero mientras lo hacía se puso rojo.
"¿Te has hecho daño? "- preguntó de manera entrecortada-. "Mejor te arreglas y nos vamos ¿vale?."
"Sí "-dije yo- "voy un segundo al baño". Sin querer miré hacia abajo y no pude evitar ver que Luis estaba empalmado.
"Corre"-dijo él.
Al entrar en el baño y verme en el espejo supe lo que pasaba. Con la caída, la falda se me había subido y al menor movimiento se veía mi delicioso coñito. Vi a Luis mirando al ordenador y podía apreciar que su verga seguía empalmada- Me apetecía ir hasta él , arrodillarme ante su paquete, bajarle su cremallera, sacar su polla y empezar a devorarla con fruición para que luego ya dura y tiesa me la clavase en lo más profundo y tras cambiar de posturas, lo tiraría al suelo y abriendo mi culo me sentaría sobre su polla que se clavaría bien adentro en mi puerta trasera y cuando se descuidase le metería un par de mis dedos en el culo (a todos los hombres que se lo he hecho, tras una sorpresa inicial si no lo habían probado nunca, les ha encantado, aunque por nada del mundo se lo confesarían a nadie). Volví a excitarme sólo de pensarlo. Aún faltaban más de 25 minutos para marchar.
"Luis, me voy a dar una ducha"- dije yo. Dejé la puerta entreabierta y comencé a desnudarme lentamente. Estaba segura de que él estaría mirándome. Me quité la blusa quedando en sujetador, e inclinándome hacia adelante y sacando el culo hacia atrás me quité la minifalda, ofreciéndole mi culo con su ojete depilado en todo su esplendor. Me puse en pie, y me llevé las manos a la espalda desabrochando mi sujetador, pero con suma lentitud para que apreciase la maniobra. Debía verme espléndida con mi melena rubia cayendo hasta media espalda contrastando con el negro de mi sujetador y con la blancura de la piel suave y tersa de mis nalgas.
Luis no lo sabía pero yo podía verle gracias a un espejo que estaba colgado frente a mí, encima del lavabo y que estaba frente a la puerta. Me sorprendió pero me agradó y me excitó muchísimo el ver cómo se sacaba la polla. Lucía bonita, pues estaba tiesa como una roca y debía estar igual de dura, parecía de acero, pero tenía una extraña forma, estaba curvada como un arco con la punta hacia abajo. Sin duda la penetración y las sensaciones serían diferentes a las de las pollas rectas con las que había probado hasta ahora, y o era dolorosa o muy placentera. Cada vez tenía más ganas de follar con él. El muy cabrón se estaba pajeando a mi costa... pues era mi obligación corresponderle con un bonito espectáculo.
Decidí sacar la espuma del armario y una cuchilla de mi novio que sabía que guardaba allí. Me afeitaría el poco pelo decorativo que me quedaba, para él y seguro que le ponía aún más caliente (parecía imposible pues su polla ya parecía a punto de estallar ).
Me metí en la ducha, y Luis se movió por el salón hacia otro ángulo para poder verme mejor. Afortunadamente aún podía verle gracias al espejo. El agua caía por mi piel desnuda y comenzó a deslizarse siseante entre mis piernas, colgué la ducha en lo alto y el agua cayó cómo lluvia sobre mí. Me aparté un poco del chorro y de espaldas a la pared para que se me viera bien desde la puerta (Luis simulaba buscar algo por el suelo, tapado por un sillón), cogí el bote de gel y directamente comencé a derramar su contenido sobre mi piel. Era un gel blanco como la leche que inevitablemente me hizo pensar en esperma, lo que me calentó sobremanera, y empecé a enjabonar aquel supuesto esperma sobre mis tetas con fuerza en amplios movimientos circulares. Luego hice un cuenco con mis manos y las llené de gel que llevé hasta mi coño ya babeante. Con las dos manos froté bien mis bajos. Empecé a meterme varios dedos por el conejo y con la otra mano, me enjabonaba el culo. Pude apreciar con los ojos entreabiertos que Luis en el salón se había bajado los pantalones y los calzoncillos hasta los tobillos, y mientras se pajeaba con una mano, con la otra chupaba un bolígrafo ardientemente.
Me di la vuelta doblé un poco las rodillas, saqué un poco el culo hacia afuera y arqueé la espalda, y mientras me sobaba las tetas con una mano, con la otra metía dos dedos en mi culo, separando las paredes como para meter algo mayor- Estoy segura que Luis pudo ver mi culo abierto. En ese momento agaché la cabeza y miré entre mis piernas y lo que vi me calentó aún más. Luis estaba a cuatro patas, mirando hacia el baño, se llevó el bolígrafo que estaba chupando hasta su culo y se lo metió por él con evidente cara de satisfacción, mientras sobaba todo su cuerpo con la otra mano. En ese momento me estremecí, di un gemido que temí que oyese y me corrí como hacía tiempo que no lo hacía.
Me incorporé, cogí la ducha y enfoqué el chorro hacia mi coño, aunque sensible, todavía pedía más y agradeció el chorro de agua tibia. Separé mis labios y rozó mi clítoris estremeciéndome nuevamente. Posé la ducha y unté mi coño de espuma (aún había tiempo), y me rasuré el poco pelo que me quedaba. Mi piel quedó sin un pelo. Qué lindo se veía mi chochito.
Por el espejo vi que Luis había cambiado de postura, estaba tumbado sobre su espalda y con las piernas en alto dobladas sobre su pecho mirando entre ellas hacia mí y metiéndose el boli con algún que otro dedo.
Me calentaba en exceso, mis ganas de follar eran incontrolables. Se me ocurrió ponerme a cuatro patas en la bañera, alzando el culo, que llené de espuma, y sin más preámbulos me llevé el mango frío de hierro de la maquinilla de afeitar (previamente quité la hoja) y lo introduje en mi culo ya muy dilatado.
Luis se había levantado ¿vendría a follarme?. En realidad sujetó el boli en el suelo con una mano, mirando hacia arriba y se sentó sobre él, cogió mis bragas rotas que aún estaban en el suelo y se las llevó a la boca. Mientras la espuma en mi culo parecía nata, y yo seguía clavándome aquél pobre sustituto de una polla en mi ano, pero que igualmente me daba placer. Me levanté en la bañera con el mango sobresaliendo de mi culo, cogí la ducha y dejé caer el agua sobre mí, de repente mis paredes soltaron su presa y el mango de la cuchilla resbaló por mi culo hacia el suelo lo que fue muy agradable, y al tiempo vi cómo la polla de Luis escupía su leche (casi llega al techo). En ese instante me corrí otra vez. Luis recogió los restos de su leche con las bragas y las escondió bajo el sillón, se sentó, se arregló y me esperó.
"¿Acabas?" -preguntó.
"En seguida cariño" -dije yo (¿¿¿cariño???).
Acabé, me sequé con la toalla, y no es por nada pero lucía espléndida con mi coño depilado. Todavía tenía ganas de sexo, pero había que marchar a trabajar. Me puse la misma ropa y evidentemente no tenía bragas y encima estaban todas en casa. Una vez vestida y peinada, no pude evitar levantarme la minifalda y ver mi coño pelado en el espejo... hummm.
Salí, le di un beso en la mejilla a Luis y le di las gracias por esperarme con una sonrisa de la inocencia personificada en mi bello rostro.
"Gracias a ti "- respondió él con una pícara sonrisa en su cara (¿sabría que lo había visto todo?).
Salimos al ascensor y cuando llegamos abajo dije:" Espera subo otra vez que me olvidado la agenda."
Vale, te espero con el coche arrancado- me dijo.
Entré en casa, fui hasta el sillón cogí las bragas aún pringosas de su semen y su saliva, y me las llevé a la boca saboreando su leche. Bajé al coche con una sonrisa de satisfacción en mi cara.
Pero lejos estaba yo de imaginar que lo mejor aún estaba por llegar. Esto fueron simples juegos comparado con lo que pasaría ese día en la clínica entre Luis y yo (tan sólo os adelanto que él llenó todos mis agujeros, aunque yo también los suyos; esa será la continuación). Pero eso, si os ha gustado la historia os lo contaré más tarde.
Bueno, amigos/as, esto es realmente lo que pasó sólo que quien lo escribe es Luis y no Sabrina. Se me ocurrió decirle a Sabrina que podríamos contar nuestra historia, y ella quedó encantada, pero me dijo que intentara escribirla como si fuera ella y el modo en que ella lo había vivido. Tras hacerle varias preguntas este es el resultado, y ella me asegura que me merezco un sobresaliente, ¿qué me decís? Escribidme a luisscj@latinmail.com decidme si os ha gustado y si queréis que mande el resto.