Relato Mixto III
Intercambio de relatos entre Amo y sumisa.
¿Quieres algo, putita pervertida?- pregunto sonriendo - Señor, ¿permite que su putita pervertida se corra? - Mi putita pervertida es capaz de solicitar mejor mi permiso para correrse, Bea. Inténtalo de nuevo- digo sabiendo que estás en el límite de lo aguantable; tu coño está a punto de convulsionar... - Señor, ¿permite que su putita pervertida se corra para usted antes de que use su boca para su placer?- preguntas de nuevo - Muy bien, Bea- te susurro al oído- córrete... Siempre me da la sensación de que me das permiso cuando casi no puedo hacer nada por contenerme, como si supieras el punto exacto cuando voy a explotar, y tu córrete en mi oido funciona como un resorte. Cuando te corres, todo tu cuerpo se tensa y quiere liberar tensión acumulada, sin embargo, al estar atada de la forma tan eficiente como lo estoy, mis movimientos son mucho más limitados; mi cabeza gira hacia tu voz, porque aunque no te veo, sé que estas a centímetros de mi cara, observando atentamente mis reacciones. Mis muslos tiemblan, los dedos de mis pies se estiran y mis puños se cierran fuertemente clavándome las uñas. Un gemido fuerte se escapa de mi boca, y sin que me de cuenta, tus labios lo amortiguan. Me sorprende sentir tu lengua en mi boca en este mismo momento, como si te quisieras apoderar también de mis gemidos y hacerlos tuyos. Yo intento coger aire por la nariz y seguir el ritmo de tu lengua con la mía, pero joder, estoy en medio de un orgasmo, sin poder moverme y ni siquiera casi respirar. Eres un maldito acaparador. Lo quieres todo. Tengo un orgasmo intenso, que intentas alargar lo máximo posible con el movimiento hábil de tus dedos, cuando notas que mi respiración se empieza a normalizar, te apartas de mi boca, no sin antes apresar mi labio inferior con tus dientes y estirarlo un poco antes de soltarlo del todo y observarme, expectante. Mi cabeza por unos instantes ha viajado a otra realidad lejos de ahí, transcurren unos segundos y justo cuando me vas a llamar la atención, lo escuchas. --Gracias por permitirme correrme Señor, ha sido un muy buen orgasmo-- Sonrió. Me miras satisfecho y sacas los dedos de dentro de mi, no puedo ver tus movimientos debido al antifaz, así que solo puedo sentirlos. Noto como limpias tus dedos en mi mejilla derecha. --Me has empapado los dedos putita pervertida, hay que ver lo mojada que estás... Siempre me ha dado mucha vergüenza que recalcaras mi excitación, es algo que tu sabes y aprovechas a tu favor, porque sabes que la vergüenza, en determinadas ocasiones y momentos, tiene mucho poder de excitación sobre mi. Otra cosa que me da vergüenza en ese momento es sentir mi mejilla izquierda tirante, debido a tu saliva que ya se ha secado, y sentir la derecha húmeda por mis fluidos, pero esa apreciación me la guardo para mi. --¿Podré jugar ya con tu coño como me plazca o aun vas a querer más? Alzo la ceja derecha, pero por el antifaz no lo puedes apreciar. Es una pregunta trampa, porque sabes de sobra que ansío las dos cosas. Quiero que juegues como te de la gana, pero siempre quiero más. Mucho Más. --Intentaré contener mis ganas de más Señor para que disfrutes de mi coño como se te antoje. Asientes conforme porque sabes que intentaré contenerme, pero también sabes que si me prodigas mucha estimulación, en breve volveré a estar suplicando. --Como te decía, voy a jugar con tus labios vaginales...tengo otros dos pares de palillos, sabes donde los voy a colocar zorrita? Observas como me muerdo el labio inferior y trago saliva. --En los labios de mi coño Señor, pero... --No hay pero que valga --respondes vehemente--. A ver si voy a tener que coger otro par para los labios de arriba. Me dices eso al tiempo que jugueteas doblando un poco los palillos de mi pezon izquierdo, un gemido medio de placer, medio de dolor escapa de mi boca. Te sitúas entre mi coño y puedes notar el olor invadir tus fosas nasales. Fuerte. A sexo. Otra persona ya habría perdido los papeles ante tal estampa; atada como me tienes, indefensa y a tu merced, recién corrida, pero deseosa de más. Sin embargo, tu juegas con ventaja. Tienes todo el tiempo del mundo para recrearte, y la oportunidad de hacerme todas las perversidades que crucen tu mente. No vas a desaprovecharlo. Ves como muevo mi cabeza de un lado hacia otro, no sentirte ni oírte me pone nerviosa. Tu polla da un brinco al verme tan entregada y tan dispuesta. Con los dedos, coges mi labio derecho y con un movimiento eficiente, lo apresas con los palillos. Yo doy un respingo por la impresión, pero en realidad no noto ningún dolor, simplemente una ligera presión. Haces lo mismo con el labio izquierdo, y eres minucioso para que ambos queden a la misma altura, simétricos. Observas mis reacciones y como dejo escapar ligeramente aire por mi boca, síntoma de que me vuelvo a excitar. Empiezas a jugar con los palillos, separándolos para abrirme más el coño y estirando poco a poco... Después, con un trozo de cuerda negro, separas mi labio izquierdo y atas el palillo a mi muslo, lo mismo ocurre con mi labio derecho. Por la postura, mi coño ya estaba abierto, pero ahora mismo está completamente expuesto, y disfrutas de las vistas. --¿Te molestan mucho, zorrita?--Te preocupas. --No Señor, no me duelen, los aguanto bien. --¿Sabes lo abierta que estás para mi? ¿Te lo imaginas desde fuera? Yo trago saliva porque me da vergüenza imaginármelo. Un golpe seco cae en medio de mi coño. Gimo e involuntariamente intento cerrar en vano mis piernas. --Sí..--susurro muy suave--.Me lo imagino muy abierto,Señor. He hablado muy bajito, la siguiente vez que vuelva a hablar así, me exigirás que lo repita más alto, pero por esta vez, me lo dejas pasar. Empiezas a entretenerte con mi coño. Si. Justo esa es la palabra que lo describe a la perfección. Entretenimiento. Empiezas a meterme tres dedos, que sabes que caben perfectamente por lo dilatada y abierta que estoy. Muy despacio, observando atentamente como entran y salen. Cabrían cuatro perfectamente. Juegas con mi clitorishaciendo círculos, y luego de arriba-abajo, prestando atención a mis reacciones, descubriendo qué cosas me excitan más. Con la otra mano jugueteas con los palillos de mis pechos, retorciéndolos, dándoles suaves toquecitos con la yema de los dedos...Consideras que puedo aguantar un poco más de presión en ellos, y mueves muy diligentemente un poco las gomas hacia el centro, creando más presión. Yo gimo, y tiro mi cabeza hacia atrás. --¿Te duelen mucho, putita? --No...sí... no sé, Señor-- respondo entre gemidos. Una carcajada sincera sale de tu boca. --¿Qué pasa Bea? ¿Se te ha olvidado cómo pensar? Yo hago un mohín e intento despejar la mente. --¿Cuál era la pregunta Señor? Lo siento pero no me acuerdo... Un brillo divertido se instala en tus ojos mientras sigues jugando con tus dedos, esta vez, empiezas a jugar con el plug que todavía llevo puesto. --Tus pezones, si te duelen mucho,Bea. "Ok, mis pezones. Intenta concentrarte. Olvídate de lo cachonda que te pone estar inmovilizada, deja por un segundo los movimientos perversos que ahora mismo estarealizando con el plug, y no vuelvas a pensar en la vergüenza y excitación que te da estar tan expuesta". Me concentro en las sensación que siento en mis pezones, es un ligero dolor que a cada movimiento que realizas en ellos, se vuelve un poco más agudo. Pero esa punzada de dolor me excita. Si pienso solamente en ellos, sí, me duelen, pero mezclado con todas las demás sensaciones que me estas provocando, se vuelve terriblemente placentero. Es raro, porque nunca pensé que algo doloroso pudiera ser placentero...pero no le doy más vueltas, simplemente me dejo llevar. --Me duelen un poco Señor, pero me gusta. Puedo aguantar un poco más si es lo que deseas --Respondo lo más honestamente que puedo. Escuchar esa respuesta tan sincera y tan entregada hace que sueltes un gemido imperceptible. No puedes más. Antes de levantarte, metes en mi interior unas bolas chinas y te aseguras de que el plug quede en su lugar. Quieres que lo lleve el máximo tiempo posible, antes de meterme otra cosa. Te diriges hacia mis pezones, y decides soltarlos para darles un poco de tregua, aún te quedan muchas cosas por hacerles. No me avisas, y de repente siento como los palillos de mi pezon derecho se sueltan. Un gemido de dolor se escapa de mi boca. Ahora si que me duele. Pero al instante siento tu lengua calmándolo y mi gemido se vuelve de placer. El mismo procedimiento recibe mi otro pezón. Te incorporas y te colocas de pie delante de mi cabeza. --Voy a usar tu boca hasta correrme, zorra-- Dices sin más. Justo antes de sentir como tu polla se cuela en mi boca sin ningún miramiento. En esta postura mi boca esta mucho más accesible para ti, pues simplemente tienes que dejar caer tu polla para metérmela lo profundo que tu quieras. Yo me tenso, porque nunca me habían follado la boca estando tan indefensa. Tú lo notas y llevas tu mano a mi clavícula para acariciármela. Introduces toda tu polla en mi boca y la mantienes unos segundos para sacarla completamente. Repites la operación un par de veces, para que me acostumbre a la postura y a la sensación que me provoca. La ultima vez que la sacas yo gimo, demostrándote que quiero más. Y en ese momento te olvidas de ser delicado. Empiezas a usar mi boca como te da la gana, y te encantaría estar así más tiempo, disfrutando del calor de mi boca y de la suavidad de mi lengua, pero llevas apunto desde que me has contemplado por primera vez en esa postura. Así que ahora te correrás, y después, si te apetece, volverás a usar mi boca de esta manera. --Voy a correrme, no te lo tragues y mantenlo en la boca--Me ordenas. Yo oigo como gimes y noto como se llena mi boca de semen, y en esta postura, es un poco difícil no tragarme nada, pero lo intento. En mitad del orgasmo sacas la polla y te corres en mi cara. Siento como el semen se resbala hasta mi cuello y se pierde por mi nuca. Cuando sacas la polla alzo un poco la cabeza para facilitar el mantenerlo en mi boca. Cuando sientes las últimas pinceladas de placer, abres los ojos y me observas. Mi cuello esta lleno de tu semen y yo obedientemente estoy manteniendo tu corrida en mi boca, aunque la postura no sea nada cómoda. Te diriges al radiador y deseches el nudo, con suavidad tiras mis brazos hacia adelante, masajeándome los hombros, deshaces el nudo que unen las muñequeras y yo apoyo mis codos en la mesita, alzándome un poco. --Levantáte despacio, no quiero que te marees. Yo asiento, pues todavía tengo tu semen en mi boca, inundando mis fosas nasales de tu olor y mezclándoselo con la saliva que genero. Te diriges a mi coño y con suavidad deshaces los nudos y quitas los palillos. Yo gimo para dentro, me esta resultando difícil obedecer la orden de mantener el semen en la boca y tu lo sabes. Sonríes para ti mismo. Con mucha lentitud, recreándote y manejándome a tus pasos, me desatas del palo y me juntas poco a poco las piernas. Ahora mismo estoy sentada en la mesita, moviendo mis hombros y la cabeza de un lado hacia otro. Estoy muy impaciente, y muy cachonda. Me quitas el antifaz y esperas unos segundos a que me vuelva a acostumbrar a la luz. Coges la correa del collar y das un estirón para alzarme la vista. Yo siento vergüenza, porque debo estar hecha un cuadro. Llena de tu semen y con la cara roja del esfuerzo, pero quieres que te mire y te miro. Te mantengo la mirada mientras siento que mis mejillas se sonrojan. Te encanta verme así, si no te hubieras corrido hace escasos minutos, estarías a punto de hacerlo viéndome de esa guisa, por ti. --Abre la boca, quiero ver si todavía guardas mi corrida. Yo la abro ligeramente, con cuidado de que no se escape nada, pero una pequeña gota recorre mi labio hasta mi barbilla. --Te he dicho que lo mantengas todo en la boca--me riñes--. ¿Te gusta sentir como mi sabor te inunda la boca, zorrita? Asiento. --¿Quieres tragártelo? Vuelvo a asentir. "Joder, como puede ser que me ponga tan cachonda el hecho de tener su semen en mi boca" pienso. Sabes de sobra que no soy especial fan del semen, pero el efecto que produces en mi, es que me de completamente igual si soy fan o no. Sólo quiero complacerte. --Traga. Obedezco al instante y me haces abrir la boca para demostrarte lo obediente que he sido. Cuando lo hago, me acaricias el pelo --Buena chica--me susurras--. Estoy muy orgulloso de ti --me dices mientras estiras de la correa para ponerme de pie y yo no puedo evitar sonreír satisfecha de complacerte--. ¿Tienes hambre? Yo me muero de hambre--Sueltas de repente--. He traído algo de comer. Yo entrecierro los ojos, pues me cuesta procesar la pregunta. "¿Me esta preguntando si tengo hambre? ¿Hambre de qué? lo que tengo es una necesidad de correrme bastante imperiosa". --Señor, estoy muy exci.. --Eh --me cortas a mitad frase--. ¿Tú capacidad de procesamiento se ha ralentizado? --preguntas burlón mientras me das un azote en la nalga--. te he preguntado si tienes hambre. Y no, no puedes correrte, me da igual lo excitada que estes. Sabes que estas siendo un poco cruel al dejarme a medias después de jugar conmigo de esta manera, pero también quieres llevarme al límite y a enseñarme que mi placer dependerá de cuando tú me lo quieras dar, no de lo excitada o no que este yo. Observas como a causa del azote mis pezones se endurecen y te entran ganas de llevártelos a la boca para jugar con ellos, pero no serás tan perverso. Lo harás luego, igual que probarás un poco de spanking, pues parece ser que los azotes me estimulan. Me trago todas las cosas que me dan ganas de decirte, pues tu negativa ha sido tajante y sé que no conseguiré nada. --Bueno, un poco de hambre si tengo Señor... --Bien --dices satisfecho--. Ponte a cuatro patas y sígueme--dices mientras das un pequeño tirón a la correa--.¿Alguna vez te han dado de comer como la zorrita que eres? Yo abro los ojos de par en par mientras obedezco a tu orden y todo el calor que sentía en mi coño se instala en mis mejillas. --No..susurro. Recibo un azote en la nalga que hace que suelte un gemido de sorpresa. --No Señor, no m han dado de comer como la zorrita que soy. --Corrigo muerta de vergüenza.