Relato Mixto.
Intercambio de relatos entre Amo y sumisa.
Estoy de pie en medio del salón, el sol se cuela por la ventana calentando los dedos de mis pies descalzos, pues solo estoy vestida con unas braguitas negras, con encaje en las costuras blanco, y una camiseta de manga corta blanca con un estampado negro, dos o tres tallas más grande que me cubre ligeramente los muslos.
--Quitate las braguitas, Bea--Ordenas desde el marco de la puerta.
Yo sonrío y te observo, pues con el calor que hace y a sabiendas de lo que va a pasar a continuación, solo llevas unos bóxers negros.
Deslizo mis pulgares por las costuras y dejo caer la prenda notando como se desliza por mis piernas, doy un pequeño saltito para echarlas a un lado.
Diriges la mirada a mi sexo, pero sigues sin poder verlo ya que la tela de la camiseta lo cubre.
--Date la vuelta.
Mi coño a cada orden se contrae un poco más, y obedezco sin mediar palabra.
Noto como te sitúas detrás de mi, pero sin que nuestros cuerpos se rocen.
Alzas tu mano derecha y llevas mis mechones de pelo detrás de la oreja.
--Te tengo dicho que me gusta que lleves coleta --me dices mientras me recoges tu mismo el pelo en una coleta alta--. Ya sabes que me gusta ver bien tu cara de putita.
Yo miro al suelo y me muerdo la lengua. No me gustan mucho las coletas, y nunca me acuerdo de hacérmela.
Sitúas la mano a mitad de mi espalda y me obligas a inclinar el cuerpo, apoyando mis manos en el sofá. En esta posición la camiseta se sube hasta mis lumbares, dejando totalmente expuestas mis nalgas.
Con un pequeño toque en el interior de mi muslo, entiendo perfectamente que quieres que abra más las piernas y así lo hago.
Deslizas tu mano por mi espalda, encima de la camiseta y la cuelas por la anchura que deja en la parte delantera, acariciando mi estomago, haciendo círculos en mi ombligo y subiendo para manosearme los pechos.
Pegas tu erección a mis nalgas y empiezas a rozarte ligeramente contra ellas.
Mi respiración se acelera un poco, y yo ya tengo ganas de que me folles aunque sé que para eso aún queda mucho, si es que llega a pasar esta vez.
Con la otra mano acercas un plug a mi boca.
--Lámelo bien.
Yo giro mi cabeza hacia la izquierda para llegar mejor y te miro de reojo, sin aparte la mirada saco mi lengua y empiezo a lamer. Me das un pequeño azote en mi nalga por mi osadía pero no me dices nada. En el fondo te gusta que sea un poco descarada.
Cuando consideras que esta bien húmedo lo diriges a mi ano, primero juegas con el haciendo círculos, entrándolo y sacándolo un poco, y cuando sientes mi deseo de más, lo introduces del todo. Yo gimo y entrecierro los ojos notando la invasión.
Tu te entretienes acariciando las nalgas, jugando un poco con el plug y rozando sutilmente los labios de mi coño.
Llevas una mano a mi coleta y me levantas estirando de ella, me das la vuelta. Yo tengo ganas de levantar mi cabeza y mirarte, pues me sacas casi dos cabezas, pero me contengo.
Llevas tu boca a mi cuello para mordisquearlo y asciendes hasta mi oreja.
--¿Te gusta llevar el plug, verdad zorrita? --me preguntas estirando del lóbulo de mi oreja con los dientes.
Hace tiempo aprendí que debo contestar a todas las preguntas, aunque sean vergonzosas, o obvias. Cada una de ellas consigue que me caliente un poco más.
--Sí Señor-- respondo. Estiras un poco más de mi pelo hacia atrás, llamándome la atención. --Sí Señor, me gusta llevar el plug-- Corrijo.
Satisfecho de la respuesta, me sueltas el pelo.
--Siéntate en el sofá, con los pies apoyados en el suelo, pero las piernas bien abiertas, que tu coño y el plug rocen la tela del sofá.
Obedezco al segundo, mi cuerpo en estos momentos ya no me pertenece, y soy muy consciente de que vas a usarlo como se te antoje, pero al contrario de tener miedo o de no estar de acuerdo, estoy deseosa de más.
Te colocas de pie entre mis piernas, y en estos momentos si que no puedo evitar levantar mi cara para verte. Observo tu erección escondida entre la tela de los bóxers, y tu mirada de deseo.
Te excita observar lo obediente que soy, y sobretodo en pensar en todas las cosas que vas a hacerme.
Una pequeña risita se me escapa, porque a veces, cuando estoy muy excitada y expectante, mis nervios me traicionan y no puedo evitarlo. Pero tú ya lo sabes, y esa risita te pone aún mas cachondo.
Con firmeza, llevas una mano a mi coleta y enrollas mi pelo, un gemido seco se me escapa sin querer de entre mis labios.
Con la otra mano, sacas tu polla de los bóxers y mis ojos se dirigen a observarla, mi boca inconscientemente se entreabre. Me ponen muy caliente los segundos antes de que hagas uso de mi cuerpo, sea como sea.
Acercas la punta a mis labios, rozándolos con ella, yo hago amago de querer metérmela en la boca pero un golpe seco en mi pelo me avisa de que me contenga. Dejo escapar el aire por mi nariz. Soy bastante impaciente y tú juegas con la ventaja de saberlo.
--Te la metarás en la boca cuando yo te diga, putita.
Me muerdo el labio inferior y siento como juegas con tu polla por mis labios, me acaricias las mejillas con ella, intercalas partes de tu polla en mis labios; la punta, la base, tus testiculos.. yo saco tímidamente la lengua, pero cada vez que lo hago, recibo un estirón de pelo. Te entretienes un buen rato así, creándome necesidad de ti y haciendo que cada vez me moje más.
Tengo ganas de llevar mis manos a tu polla para acariciarte, pero me contengo. También he aprendido que para ese tipo de cosas, debo pedir permiso.
--Abre la boca, y saca la lengua-- me ordenas.
Siento como llevas el glande a mi lengua y te rozas con ella. Yo no hago nada, no deseo otra cosa más en esos momentos que metérmela en la boca, pero me espero. Sé lo mucho que te gusta que sea obediente.
Satisfecho, ejerces un poco menos de presión en mi pelo, pero sin soltarlo.
--Empieza a chuparme la polla como me gusta zorra, aplícate bien.
Yo sonrió con la boca abierta y empiezo a jugar con mi lengua en la punta. Me entretengo recorriendo toda tu polla con ella, desde la punta hasta la base, dedicando tambien atención a tus testiculos.
Oigo un pequeño gemido tuyo y me encanta ser la responsable de el. Llevas tu otra mano a mi hombro, clavándome suavemente los dedos para apoyarte.
Con mis labios rodeo la punta y succiono, pongo mi lengua plana y empiezo a metérmela en la boca, lo máximo que puedo, degustándote a cada centímetro.
Empiezo un vaivén con mi boca, dejándome solo la punta entre mis labios para después volver a bajar y metérmela lo más profundo que puedo.
En uno de esos vaivenes, me agarras fuerte del pelo y sujetas mi cabeza con tu polla en mi interior. Yo gimo contra ella e intento aguantar manteniéndola entera en mi boca.
Tu otra mano la llevas a mi garganta, y empiezas a follarme la boca.
Que uses mi boca así, me enciende muchísimo y no puedo evitar removerme un poco en el sofá.
--Quieta--siseas.
Me agarro fuerte del sofá para evitar llevar mis manos a tus muslos y cuando pienso que te vas a correr en mi boca, me sueltas de golpe y la sacas entera.
Yo insconscientemnete me tiro hacia adelante, pues me he quedado con muchas más ganas de ti.
--Te he dicho que te estes quieta, zorrita.
Yo hago un mohín que pasa desapercibido por ti. Me muero literalmente de calor, aun llevo la camiseta puesta y después del esfuerzo siento como empiezo a sudar.
--Tira el cuerpo hacia atrás, apoya la espalda en el sofá y pon tus pies sobre el borde del sofá, bien abierta para mi.
Obedezco en piloto automático, y sin previo aviso, metes de un solo movimiento, dos dedos en mi coño. Sabías que desde hace rato estaría lista, por eso no te has molestado en ser delicado.
Yo gimo y me arqueo, sientes la dureza del plug contra tus dedos y empiezas a ejercer una leve presión hacia el.
"Joder", pienso, sentir tus dedos dentro hasta los nudillos y como juegas con el plug desde ahí es una sensación demasiado placentera.
Mis pezones se marcan a través de mi camiseta y con la otra mano me los pellizcas a través de la tela.
Yo quiero que me quites la camiseta, sentir tus pellizcos directamente en mi piel, quiero sentir tu lengua mordisqueándolos y quiero correrme. Me falta un poco más para tener una imperiosa necesidad de hacerlo, pero esta entre mi lista de deseos de ese mismo instante.
Pero también sé que lo que quiera yo en ese momento no es importante.
Empiezas a hacer movimientos circulares con el pulgar en mi clitoris y a meter y sacar los dedos con más ritmo, quieres llevarme al límite y me conoces demasiado bien, porque en el mismo momento que voy a pedirte permiso para correrme, paras de golpe y te incorporas.
Yo me quejo, es lo único que me sale después de haberme dejado en el borde, pero me lanzas una mirada de advertencia y prefiero morderme la lengua.
Siento mi respiración acelerada y como mi cuerpo esta ahogándose de calor. "Porque aún llevo la maldita camiseta?" pienso.
Veo como te diriges hacia otra habitación pero antes de que te alejes oyes mi voz a tu espalda.
--¿Puedo quitarme la camiseta, porfavor Señor? Me estoy muriendo de calor....