Relato de una infiel II
Decidimos vernos y ocurrió lo inevitable...
Al final, decidimos juntarnos. Fue tan grande el deseo y la pasión de ese día que había que culminarlo. Fuimos donde íbamos en aquellos tiempos, ese motel que tanto nos gustaba y pasábamos una buena tarde amándonos en secreto, lo mismo ahora, pero en otras circunstancias.
Ese día hacía mucho calor, el sol calentaba el ambiente y no se hizo esperar. Salí con mi ropa más cómoda y traté de verme lo más linda posible para él. Nos encontramos en una estación del metro y lo esperé unos minutos hasta que lo vi llegar. Lo abracé y nos fuimos caminando hacia nuestro destino.
No puedo negar que me sentía algo nerviosa, sabía a lo que íbamos pero de todos modos no podía apartar ese sentimiento… ¡había pasado tanto tiempo! Más de un año para ser exacta.
Al entrar a la habitación, me olvidé de todo. Ya nada importaría, sólo él y yo. Cerramos con pestillo y dejamos nuestras pertenecías. Siempre hacíamos lo mismo. Nos acomodábamos bien en la habitación y después nos entregábamos al placer y ese día no fue una excepción.
Me senté en la cama y me quité los zapatos para así recostarme en ella. Él hizo lo mismo, acostándose a mi lado. Comenzamos a besarnos y siempre me encantó el subirme arriba de él al comenzar a jugar. Lo hice mientras él me acariciaba la espalda y seguíamos besándonos. Nuestras lenguas jugaban entre sí mientras nuestras manos recorrían el cuerpo del otro para entrar en calor. Nos quitamos las poleras mientras él acariciaba mis senos. Fue muy excitante el sentir sus labios y lengua jugar con mis pezones, cada vez que lo hacía yo sentía como mi calzón se humedecía más y más. Ahora nos quitamos el resto de la ropa quedando completamente desnudos.
Me monté sobre el mientras nos mirábamos. Él me murmuró que quería sentirme dentro y accedí. Estuve unos minutos con su miembro dentro de mí, la penetración fue exquisita, sentía su calor y firmeza, su rostro de placer lo decía todo, ambos estábamos muy excitados. Luego comencé a moverme lentamente mientras él posaba sus manos en mis caderas. Yo gemía, se sentía maravilloso, no podría explicarlo. Un sinfín de sentimientos encontrados en un solo momento, el cual estaba disfrutando muchísimo, no podía pensar en nada más que en ese instante precioso que estaba viviendo junto a él, mi ex y ahora amante.
Mi vagina estaba completamente húmeda y su pene se deslizaba sin mayor problema dentro de ella. El placer era intenso, nos besábamos con pasión. Él se excitaba aún más cuando yo le lamía su cuello y le daba ligeros mordiscos a sus pezones, aceleraba el ritmo de la penetración y yo gemía más y más. En ocasiones tomaba uno de mis pechos y mordía suavemente mi pezón y lo mismo con el otro pecho. A veces los tomaba a los dos y los lamía juntos, más caliente lograba que me pusiera con ese juego. Adoro que juegue con mis pechos, me excita muchísimo.
Era testigo de lo que cada movimiento de mis caderas le provocaba, cada vez lo notaba más excitado, yo tenía el control hasta que cambiamos de pose. Él se puso arriba mío, juntó mis manos muy cerca del respaldo de la cama y me dio duro. Yo no dejaba de gemir, solté mis manos de las suyas y las posé en su espalda. Lo abracé fuertemente mientras me sentía poseída, totalmente a su merced. Lo arañé en algunas ocasiones, me encanta hacerlo, mordía suavemente su cuello y algunas veces él lamía el mío.
Volvimos a la pose anterior y yo proseguí con un ritmo rápido. Posé mis manos en su pecho mientras lo miraba a los ojos. Lo besaba y rodeaba mis manos detrás de su cabeza para así posar la mía junto a la de él mientras to movía mis caderas de arriba abajo rápidamente y a veces lento. Otras veces de manera circular, yo veía que le encantaba la forma en que movía mis caderas, cómo si le bailara a su pene de muchas maneras.
Luego de eso hicimos un 69. Puse todo mi trasero en su rostro y comenzó a lamer mi sexo y yo chupar y lamer el de él. En ocasiones movía su pelvis y su pene entraba y salía de mi boca mientras yo gemía mientras él seguía lamiendo e introduciéndome sus dedos en mi vagina.
Volví a sentarme sobre su pene con mi vagina más que húmeda y seguí con mis movimientos hasta que él eyaculó. Se lo chupé un poco más para probar su semen. Luego me acosté junto a él en silencio y lo abracé por unos minutos. Yo estaba muy muy feliz.
Conversamos un rato sobre nuestras cosas, mientras permanecíamos abrazados. Admito que adoro sentir el calor y el aroma de su cuerpo. Fue fantástico estar así durante un rato, hasta que nos dieron ganas de continuar haciéndolo y así fue, pero esta vez un poco más suave. Terminé tocándome mientras el succionaba mis pechos. Luego de eso, fuimos a darnos un baño.
Nunca me gustó el agua helada, por ende siempre le gustaba jugar conmigo en la ducha con agua fría. Es una de sus formas de “torturarme”. Después de un buen rato en la ducha y la mitad de el tratando de bañarme (ya que no me dejaba dar el agua caliente), salimos y nos vestimos.
Siempre nos gustó poner música mientras nos vestíamos y así lo hicimos. Desde un principio lo hacíamos de esa forma, era como una manera de compartir las cosas que nos gustan y por ende, las que nos hacen más felices. Me hacía sentirme más cerca de él.
Al final, me fue a dejar a la estación dónde nos habíamos reunido y se fue. En el camino me fui pensando en lo que había pasado. Revisé mi teléfono y tenía una llamada perdida de mi novio. Pasadas unas pocas horas le devolví el llamado. No podía sentirme ligeramente culpable por lo que había hecho, no lo justifico tampoco, pero no puedo negar que lo disfruté muchísimo a pesar de haberle mentido a mi pareja…
Lamento la demora pero al fin subo la segunda parte, espero les guste. Si desean la segunda parte, sólo háganmelo saber en los comentarios.
Muchas gracias <3