Relato de como me convertí en un esclavo (3)

Mi iniciciación a manos de mi tío continua, si me lo permitís os lo continuaré relatando todo.

Si, eso es lo que crees, que tu tío Paco es tu puta, pues las putas se pagan niñato, y tu vas a empezar a pagar ahora mismo.

No se como esas palabras no me hicieron reaccionar e intentar escapar de alguna forma, tampoco sé si hubiera podido, mi tío me hizo levantar y me mantenía sujeto el brazo a la espalda con fuerza, ya he dicho que a mi lado era un gigante y desde luego por la fuerza tenía la batalla perdida, pero a pesar de todo lo peor era el estado de aturdimiento en que me encontraba, vivía lo que estaba pasando como un sueño, una pesadilla con unos instantes de placer que me proporcionó su beso negro, pero que una vez que mi excitación se derramó en su mano me devolvió a la realidad de mis inhibiciones, mis miedos y aquella vergüenza que sentía por lo que estábamos haciendo, por nuestros cuerpos desnudos. Recuerdo que con la mano que me quedaba libre, intentaba vanamente cubrirme el sexo flácido y pringoso como un estúpido lo que provocó las risas de mi tío.

Por que te tapas? Te da vergüenza que te vea el pito? Pero si es como el de un niño pequeño, mira!

De un manotazo me apartó la mano y mi sexo que sin ser grande creía y creo normal, se había reducido de tamaño por el susto encogido como una bola sobre mis pequeños testículos. Por contraste la gran verga de mi tío que desde detrás de mi se apretaba contra mi cadera no había perdido ni un ápice de su erección y parecía todavía más sobredimensionada. Mi cabeza era incapaz de procesar la situación y no me di cuenta de sus intenciones cuando me empujó hacia la mesa del comedor y con gestos rápidos, usando los cordones de la cortinas me ató las muñecas a las patas delanteras dejándome doblado sobre la mesa.

Fue muy rápido, en apenas unos segundos sentí la presión del cuerpazo de mi tío sobre la espalda y su miembro duro restregándose entre mis piernas. Mi tío jadeaba en mi oreja, me lamía mi oreja, susurraba palabras que yo no entendía hasta que empecé a comprender la situación para mi espanto.

Muy bien guapito, ha llegado la hora de pagar, me has tomado por tu puta y ahora vas a pagarlo, sabes como pagan las nenazas como tu, eh? Lo sabes? – susurraba babeándome la oreja – No? Si lo sabes, no te hagas el tonto, pagan con el culito, mmmm que culito tienes chaval, vas a darme mucho gusto eh nenita?

Sin dejar de restregarme la verga por las piernas sus manazas empezaron a magrearme las nalgas, aunque no quería comprender sus intenciones se hacían evidentes, me entro un pánico atroz. A pesar de que mi desconocimiento de lo que aquello podía suponer era grande, por mi mente pasaron rápidas escenas de películas de presidiarios, comentarios pillados al vuelo, bromas de amigos con medias palabras, escenas en la que hombres sometían a aquello a otros hombres sin imágenes explícitas, pero con caras desgarradas, gritos, dolor, humillación. Aterrado conseguí balbucear, casi sollozar;

Que vas a hacer? Déjame, suéltame por favor tío, no quiero, eso no, haré lo que quieras pero eso no...

Ahhh, sabes lo que voy a hacer eh? Putita? – me cortó – creía que no sabías nada de estas cosas, a ver si resultará que no soy el primero... – rió ronroneante.

No, no se, suéltame tío por favor, te la chuparé otra vez, lo haré mejor, por favor...

No, no, no chavalín – me cortó de nuevo con la voz pastosa de excitación – claro que me la chuparás otra vez, y otras cosas que ni te imaginas, pero ahora no, ahora quiero esto!

Y con un gesto rápido de la mano que magreaba mis nalgas me hundió un dedo en el ano. Grité, más por la sorpresa que por el dolor supongo, en el fondó tenia el ojete lubricado por su saliva todavía, pero aquella intromisión de un objeto extraño en mi interior me pilló por sorpresa y me produjo una sensación muy desagradable ya que en lugar de retirarlo lo continuó moviendo dentro de mi.

Porque gritas? Te ha dolido? No, esto no, no me engañes, luego si te dolerá un poco – rió nerviosamente sin dejar de mover del dedo – pero tiene que doler, es el precio que tienes que pagar putito, no te has portado bien y haré que te duela. Pero no quiero que grites, si gritas haré que te duela más, entendido putito? – asentí sin saber que otra cosa hacer – Así me gusta, obediente, si obedeces te daré gusto, sino, te haré daño, entendido putito? – asentí de nuevo aterrado.

Los segundos siguientes se me hicieron eternos, lo sentí incorporarse y colocarse detrás de mi, cerré los ojos oyéndolo resollar mientras continuaba moviendo su dedo dentro de mi. Di un respingo cuando lo sacó y me lanzó un escupitajo que se me deslizó por la raja y me lo restregó por el exterior del ano, apenas logré susurrar un no cuando sentí que algo mas grande y duro se apoyaba en el, temblaba como una hoja. Los dos estábamos en silencio.

Y con un empujón seco me hundió todo el capullo en mi interior, las paredes internas de mi ano se contrajeron y aprisionaron aquella bola de carne ejerciendo una especie de succión en la base de su glande. Grité. Grité de dolor y desgarro, un solo grito largo y prolongado, un aullido que me rebotó en la cabeza y apenas mitigó algo el dolor que desde el ano me subió por la espalda como un latigazo que me hizo arquearme furiosamente intentando vanamente liberarme de aquella bola que estaba encajada en el interior de mi culo. Forcejeaba con las manos, levanté la cabeza, apenas percibí el manotazo en las nalgas que me propinó mi tío, mi grito cedió pero el dolor no, abrí la boca buscando un aire que me faltaba, dolía y en medio del dolor oí la voz de mi tío;

Ya te había avisado que pasaría si gritabas...

Apenas tuve tiempo de procesar sus palabras cuando me hundió toda la polla como un ariete, de un golpe, hasta la empuñadura. Nunca me he desmayado, no se si lo hice, se que todo me dio vueltas, que vi luces con mis ojos desencajados, sentí mareo y dolor, mucho dolor. No sé si volví a gritar, se que cuando recobré los sentidos yacía desplomado sobre la mesa, con los ojos llenos de lágrimas y la verga de mi tío completamente hundida en mi interior. Mi tío no se movía pero el dolor no cedía, le oí decir;

Ya está, lo peor ha pasado, ya está toda dentro, procura relajarte, no aprietes...

Sus palabras me rebelaban, todo me parecía irreal menos el dolor pero comprendí que no tenía nada que hacer, conseguí soltar una de mis muñecas y mordiéndome el puño aguanté mientras mi tío iniciaba un lento vaivén, inclinado sobre mi espalda empezó a susurrarme insultos, palabras soeces mientras iba imprimiendo un ritmo regular a su follada. Yo no lo escuchaba, no sabía que me decía, me mordía el puño para no gritar y lloraba, lloraba como un niño sin ningún pudor, no se si de dolor, de rabia, de vergüenza, de impotencia, quizás por todo. Lloré todo el rato, quedamente, temiendo gritar por lo que pudiera suponer. Si es cierto que el dolor inicial da paso al placer, no me sucedió esa vez, solo sentí dolor en mayor o menor intensidad según la fuerza de sus embestidas, pero dolor sin más.

Duró mucho, lo sabría más adelante, mi tío era capaz de controlar sus orgasmos a su antojo. No paraba de insultarme, decirme guarradas, solo percibía palabras sueltas, abre el culo maricón, toma polla, seguía bombeando, te voy a dar por el culo siempre que me de la gana, puta, entraba y salia, tu ojete es como un coño caliente, toma polla, la sacaba hasta la base del glande y la volvía a hundir de un golpe, sentía sus testículos golpeando contra mis piernas, dolía y yo lloraba.

Por fin aceleró el ritmo, las embestidas fueron mas duras, con fuerza, grité de nuevo pero no importó siguió acelerando hasta que sentí como su cuerpo se contraía en estertores y algo se derramaba en mi interior. Mi tío cayó sobre mi espalda, sudando, gimiendo convulsionado y aunque no me la sacó, la presión y el dolor de mis entrañas cedieron.

Estuvimos unos segundos inmóviles, normalizando las respiraciones, esperando que se saliera pero no lo hizo, se quedó dentro de mi y yo continué llorando.

Venga chaval, no es para tanto, seguro que te ha gustado no? – le oí decir – no? Bueno, ya te gustará, a todos os acaba gustando, a tu padre tampoco le gustó la primera vez que se lo hice – abrí los ojos contra mi volundad sorprendido por aquello que le acababa de oir – no te lo imaginabas eh? Era más joven que tu cuando empecé a follármelo, y sigo haciéndolo a veces, pero ya no me gusta tanto, me gustan los culitos tiernos como el tuyo – no le podía creer – pregúntaselo si no te lo crees, tu padre es maricón como tu, jajajajaja

Sus palabras me humillaron todavía más, no le creí, pero me dieron fuerzas para protestar para primera vez.

Sácamela ya y dejamé en paz, ya te he pagado no?

Vayaaa – me cortó – el putito tiene genio, no te lo conocía – rió – pues que no te vuelva a ver o me enfadaré y ya sabes que pasa cuando me enfado, te la sacaré cuando me de la gana y es más, me parece que voy a darte otra sorpresita.

Y ahora que? No podía imaginarme que mas podía hacerme pero no creía que pudiera aguantar mas, la intensidad del dolor había bajado por supuesto pero todavía lo sentía y aquel cuerpo extraño en mi interior me provocaba una sensación muy extraña que necesitaba liberar. Hice un ligero movimiento para salir de debajo de su corpachón pero me indicó que me estuviera quieto con un bofetón.

Pasamos un par de minutos así, su peso me aplastaba y necesitaba desesperamente que liberara mi culo de aquella presencia. Por un momento pensé que se iba a quedar dormido, no se movía ni decía nada y yo no me atrevía a hacer nada cuando de repente sentí algo caliente dentro de mi, como un borbotón y luego otro mas prolongado.

Que pasa? – pregunté asustado girando la cara.

Quieto, me estoy meando dentro – me contestó sin abrir los ojos con una sonrisa.

Que? Aquello no podía ser, no podía creerlo, que guarrada era esa, que especie de ser depravado era mi tío, no lo entendía, pero el calor que me iba llenando los intestinos me confirmaba que no era un farol, se estaba orinando dentro de mi cuerpo sin que yo pudiera impedirlo. Vino un nuevo dolor, diferente, que me oprimía el bajo vientre, primero ligeramente y luego más, cada vez más, algo que solo había sentido cuando necesitaba ir al baño, mi tío me estaba aplicando una lavativa con sus orines.

Ahhhh que meada putito, necesitaba descargar, la sientes dentro?

Para tío, por favor... gimoteé

Ya está, ya está, la tienes toda dentro, mmmm que calentito estás ahora, se me está poniendo dura otra vez...

Constaté con horror que era cierto, la presión en el aro de mi ano volvía a aumentar y ahora con el añadido de aquel dolor de tripas. Me esperaban 20 minutos de infierno, esta vez fui consciente del tiempo porqué fijé mis ojos en el reloj del salón intentando concentrarme en algo ajeno a lo que me estaba suceciendo.

Durante aquellos 20 minutos mi tío recupero su erección y volvió a follarme sin piedad, con fuerza desde el primer momento, no importó que gritara, que llorara, que le suplicara, esta vez si, que parara. No importó que al dolor del ano se uniera el dolor del vientre ni que los orines que albergaba en mi interior se deslizaran por mis piernas, manchándome, manchándolo a él. No importó que un olor acre a orines y excrementos inundara el salón, nada importó hasta que mi tío se corrió de nuevo como un salvaje en mi interior y ni entonces importo que tras salirse de mi, yo no pudiera evitar vaciar todo aquel brebaje inmundo que contenía sobre el suelo del salon.

Nadie que no haya pasado por algo así puede entender la humillación que sentí al no poder contener mi esfínter y soltar un potente chorro de orines mezclados con excrementos ante la mirada irónica de mi tío.

Mi degradación acababa de empezar y todavía podía llegar mucho más lejos como os iré contando sino me fallan las fuerzas para ponerlo todo negro sobre blanco.