Relato 56– Una abuela me agradece un favor

Un intento de abuso a un crio con síndrome de Dwon, me hace entrar por la puerta grande en una familia conocida y respetada de una ciudad a once kilómetros de mi casa. Comenzó la abuela por agradecerlos y los demás también cumplieron conmigo sobradamente. es más aun hoy soy de casa y Luis esta bien.

Salía de casa de Darío, eran las once de la noche más o menos, acabábamos de planificar el siguiente día de pesca submarina, ya disponíamos de coche y por lo tanto los 100 kilómetros de radio alrededor de nuestros pueblos lo recorríamos de norte a sur.

Me iba tranquilamente hacia mi coche y sin más se desencadena una tormenta que termina con mis huesos en el calabozo, de ello se encargaron dos individuos de uniforme con un comportamiento más próximo al comportamiento de macarras de discoteca que de lo que se supone su deber.

Estaba en una pequeña sala esperando, no sabía a quién, pero tenía que esperar, nadie leyó mis derechos, dejó que hiciese una llamada ni nada de nada. El año 1999 algunos seguían creyendo que los derechos pueden pasarlos por el forro de los hvs y hacer lo que quieran (ejemplo de telediario reciente, seis policías apartados de servicio por reventar una puerta en un piso, la justificación una fiesta, estos siguen sin distinguir un delito de una falta administrativa, así nos luce el pelo).

Entró el sargento, se sentó y me pregunta:

¿sabe que está detenido?

No, ¿Por qué?  Mi respuesta preguntando.

Por pegar a esos tres pobre chicos, dos están en el hospital, ¿lo sabía? Preguntó.

No, no lo sé, enseguida llegaron los guardias y sin preguntar me metieron en el coche y me trajeron. Dije.

Pues lógico, llamó algún vecino y vio como Ud. pegaba a tres chicos, eso es todo.

Vaya, que curioso, yo defendí a un crio que llevaba un perro y uno de los chicos me intento dar un puñetazo cuando se lo devolví, se enfrentaron conmigo los tres, dejando al chico y uno de ellos sacó una navaja, solo me defendí. Dije.

Eso no es lo que dicen los acontecimientos ni los vecinos, ellos los vieron y Ud. daba patatas de hecho, dos estaban en el suelo y respiraban muy mal. Dijo.

Solo defendí al chico y luego mi integridad, no se las consecuencias de esto, pero quiero hablar con un abogado si estoy detenido. Dije.

En ese momento se abre la puerta y aparecen tres hombres, todos de paisano, rápidamente salí de dudas, cuando el sargento dijo:

A sus ordenes mi capitán.

Sargento, ¿qué ocurrió con este muchacho? Preguntó sin más.

Lo detuvieron los agentes por agresión a otros chicos. Dijo.

El capitán me mira y me pregunta.

¿Dígame cual fue la razón para que Ud. se pelease con esos chicos?

Iba hacia mi coche y ví como esos chicos, estaban dando bofetadas a otro chico que agarraba fuerte su perro y no era capaz de defenderse. Solo eso, yo no busco pelea ni era mi intención hacer daño a nadie. Dije.

¿O sea que Ud. por eso le pegó una paliza a tres chicos? Preguntó.

Yo no quería pegar a nadie, solo fui a defender al chico, nada más, le iban a dar una paliza entre los tres. Dije.

Bien sargento, deje esto en mi mano, no continúe con el atestado, vamos a considerar esto una pelea de chicos por culpa del botellón. Dijo.

El sargento no habló nada y el capitán me dijo:

Acompáñenos.

Seguí a los tres señores hasta un despacho mas grande y me mandaron sentar. Los otros señores no habían dicho nada.

Mira, tu nombre es Juan ¿verdad?

Si, señor. Contesté.

Mira el chico al que defendiste es hijo y nieto de estos señores, este señor es D. José Antonio, es el alcalde de esta ciudad y este señor es D. Lorenzo, es el padre del niño y notario aquí.

Ambos me miraron y al unísono, me dieron las gracias.

El capitán me volvió a preguntar lo sucedido y desde que salí de la casa hasta que llegué al cuartel le comenté toda la verdad. No aguante y entre sollozos solo dije.

Solo lo defendí, solo eso, y una vez que saco uno la navaja vi que eran peligrosos. Solo eso, yo no quiero líos. Casi estaba llorando.

Muy bien, tranquilízate, que no va a pasar nada. Dijo.

El señor mayor tomó la palabra y me dijo:

Por favor dame un abrazo, por favor.

Nos abrazamos y me tranquilizó.

Siguió la conversación y les dije que era aficionado a la pesca y había ido a casa de los padres de Darío, por eso estaba allí.

Dos horas después del lio, estaba en mi coche, despidiéndome de los dos señores que muy amablemente me acercaron.

Al día siguiente cuando estábamos pescando, el padre de Darío recibió una llamada y ponía caras de poker. Cuando colgó me dijo.

¿Qué pasó ayer noche? Tuviste una pelea ¿verdad?

Otra vez explicando el tema y me dice.

Has hecho lo correcto, ese niño tiene un síndrome de Down muy leve, pero le cuesta mucho relacionarse y no sabe defenderse.

Me gustaría conocerlo, la verdad que todo fue muy rápido y no lo conozco si lo veo por la calle, solo se que abrazaba a un perro oscuro. Dije.

Pues espera que vuelvo a llamar al abuelo. Dijo.

Hablaron y dijo:

Venga, subir el ancla que vamos a donde esta el padre del niño, están muy cerca de aquí en el barco.

No tardamos mas que 15 minutos y amarrábamos al costado de un barco de unos 12 metros, precioso, con casco azul y cubierta blanca.

El padre de Darío, Alfredo, saludó a D. Lorenzo. Este me miró al instante y dice:

Gracias Alfredo, quería estar con este chico otra vez, se que es del pueblo de al lado, pero no sabia como localizarlo y no era cosa de molestar en el cuartel.

Lorenzo, es un buen chico, es compañero de Darío desde siempre y le gusta mucho la pesca. Por eso, estaba en mi casa. Dijo.

Genial, pues me alegro, estás invitado a pescar cuando quieras. Dame tu número de teléfono y de verdad no sabes cuánto te agradecemos lo que hiciste.

Bien, pues como veis la violencia no es solo del año 2021, las peleas y los abusos son algo cotidiano, lo vivieron todas las generaciones, lo que si no pasaba en una pelea es llegar a matar a un inocente. Me pone los pelos de punta, yo me bajo, esta sociedad esta muy tocada, el covid es la escusa, la desesperanza es la razón, los que mandan verán, pero veo que comienza a repetirse el siglo XX.

Pasaron como quince días y nos acercábamos al final de curso.

Recibo una llamada de un número desconocido y contesté.

¿Diga?

Hola Juan, soy Lorenzo, te acuerdas de mí, soy el padre de Luis.

Si claro que le recuerdo, nos vimos dos veces una en el barco. Dije.

Pues te cuento, el psicólogo de Luis nos recomendó que, si era posible, que estuviese con él una tarde y salieses a dar un paseo, para que vuelva a la normalidad y que sepa que no todo el mundo le va a pegar.

Claro, estoy con los últimos exámenes y en tres días ya estoy libre, ¿Cómo hago para poder verlo? Pregunté.

Pues te invitamos a pescar el sábado ¿si te apetece? Y pasas el dia con nosotros en el barco.

Si claro, por supuesto, voy al muelle y les espero. Dije.

Si sobre las nueve, nuestro barco está en el pantalán del final, pero entras por la misma puerta que usas para entrar al de Alfredo. Me informó.

Bueno pues estaré allí a las ocho y media, no quiero hacerlos esperar.

Pasaron los días volando, los exámenes de COU me tenían frito. Pero me venia genial salir en el barco y poder pescar en algún lugar que no conocía.

A las ocho y media, llegó un señor y me preguntó si iba a salir en el barco con D. Lorenzo y le contesté afirmativamente. Me dijo.

Ven, yo soy el marinero y si me ayudas, cuando lleguen que este todo listo.

Perfecto, con que me diga lo que debo hacer, me pongo a ello, me encantan los barcos. De hecho, tengo el PER. Dije.

Vaya, ya veo que sabes de mar. Dijo.

Desde niño, estuve en el agua y disfrutando de pescar con muchos marineros que me llevaron, me encanta pescar. Dije.

Genial, pues vamos a ello. Comentó.

No tardamos más de quince minutos en estar ya listos solo con el cabo de popa para que pudiesen subir a bordo. A las nueve menos diez, llegaban los anfitriones: D. Lorenzo, su esposa Mercedes, D. José Antonio, su esposa Manuela, el hermano de esta Pepe y Luis el crio que había defendido.

Las presentaciones y los agradecimientos de la abuela y la madre, fueron muy especiales, me encantó como me trataban. Lejos de mi imaginación sucedieron cosas increíbles.

Salimos del puerto, fuimos a las zonas de pesca y las señoras se fueron para la proa a tomar el sol. Yo junto a ellos, pescábamos bastante bien algunas piezas medianas y la verdad que era muy agradable la conversación, hice muy buenas migas con todos ellos. Hasta que Narciso el marinero de dice a D. Lorenzo:

El día que yo no pueda venir, tiene a Juan que es patrón, jajajaj.

Vaya, ¿eres patrón? Pregunto D. Lorenzo.

Si lo saqué al ser mayor de edad, tengo mucha experiencia porque desde los 12 años salía con el marido de una prima a pescar y me dejaba llevar a mí el barco, no era muy grande, pero me sirvió de enseñanza. Dije.

Jajaja, pues muy bien, Narciso, veo peligrar tu puesto, jajajaj. Dijo D. Jose Antonio.

Seguimos pescando hasta que, sobre las dos del mediodía, Luis vino para decir que tenia hambre. Cortamos y comenzó la comida.

Estábamos todos con bañador y camisetas y las mujeres con bañador y pareos. Me fijé bien que eran dos mujeronas, madre e hija, salidas del mismo molde. Disfrutamos mucho del día y quedé en que en los próximos días iría por su casa para poder estar con Luis unas horas al día.

Ya sabéis que cuando se tienen 19 años vemos mayores a las mujeres, en mi caso, me parecían atractivas porque como os comenté fue con una madura con la que aprendí las primeras lecciones.

El 18 de Julio, el pueblo estaba de fiestas locales, semana de Julio y semana del 15 de Agosto es total el festival local.

Cada mañana iba a la piscina y estaba con Luis. Jugábamos al tenis y luego piscina, hasta que un día la abuela Manuela, me dijo:

Juan, estos días porque no te quedas aquí, comes y duermes aquí, son fiestas y lo pasarás bien, veras.

Acepte. Comí con la familia y cuando llegó la hora de la siesta, Luis y yo nos fuimos hacia la parte de atrás del jardín. Al rato, llegó Dª Manuela y nos dice:

Mira Luis esta tarde el abuelo tiene compromisos y por lo tanto como tus padres se van a casa de tu tía Nieves, me quedo con vosotros aquí. Por lo tanto, tenemos tres días tranquilos. Juan, te quedas que lo pasarás bien, verás.

Todas las mañanas, estábamos en la piscina y Luis ponía crema a su abuela por los hombros y las espaldas, le encantaba. Los chicos con síndrome de Down son muy cariñosos.

Una de las mañanas, apareció Dª Manuela, con un batín de tipi toalla y cuando la vimos estirarse en la hamaca, no llevaba su bañador negro de siempre. Tenía puesto un bikini, color violeta, que dejaba ver sus carnes blancas por aquellas zonas que no había tomado el sol. Me empalme al momento, jamás imagine que eso me iba a ocurrir. Ella miró hacia mi paquete con cierto asombro, pero no paso a mayores el tema.

Os describo a Dª Manuela, mide como 170, pelo negro largo, recogido en coleta siempre, con sobrepeso unos 85 kilos, piernas potentes con un poco de piel de naranja, unas caderas anchas y un pecho enorme de 140 mas o menos un poco caído, pero con las tetas llenas y redondas. Cuando se tienen 19 años, ves imposible que esté a tu alcance.

La cuestión es que Luis, comenzó a dar crema por todo el cuerpo a su abuela y cuando estaba por la espalda dice.

Juan ven ayúdame, que hoy tengo mucha crema que dar a la abuela y me canso.

Jajajaja, ¿cómo le pides a Juan eso Luis? Preguntó.

Es mi amigo y me ayuda en todo, por eso se lo dije. Ven Juan, ayúdame. Dijo.

Yo no me moví no sabia que hacer, hasta que la abuela dice.

Anda Juan, te pido que ayudes a Luis, sino lo aguantaré toda la mañana. Ven.

Sin decir palabra, eché la crema con el pulverizador sobre los hombros y comencé a masajear con delicadeza para estirarla por toda la piel. Fuimos recorriendo su cuerpo, Luis por su lado izquierdo y yo por el derecho.

Luis copiaba todas las acciones que veía hacer y así llegamos a sus piernas, con delicadeza, desde los pies hasta la braga del bikini, recorríamos con delicadeza su figura y aplicábamos la crema. La abuela no se movía, estaba encantada y nos dijo:

No sabéis que gusto sentir como me aplicáis la crema. Luis se acercó a su cara y la besó.

Luis cuando levanté las manos, le dijo.

Abu, vuelta, ahora por delante. Ella obedeció.

Cuando se dio la vuelta creo que no se dio cuenta, pero la braga del bikini dejaba ver los pelitos cortados de su monte de venus, pero lo que si ví perfectamente es que la braga violeta, estaba mojada en el centro justo del coño, tenia una raya larga y húmeda.

Luis se aplicó en la parte de arriba y yo me aplique con las piernas y cuando llegué a su entrepierna y sentir mis manos, ella abrió las piernas un poco, acaricie la parte del muslo y continué con delicadeza.

La abuela estaba disfrutando de un masaje superficial aprovechando la situación.

Cuando terminamos, ella besó a Luis y le dijo:

Dale las gracias a Juan por ayudarte, esto me lo tenéis que hacer todos los días.

Si abu, Juan gracias por ayudarme. Me dijo.

La abuela miró mi paquete perfectamente, estaba mi tranca como un badal de campana y por supuesto con aquel bañador era imposible ocultarlo. Solo noté un gesto echo un poco la lengua, tragó saliva y se mordió levemente el labio inferior. Me puso a mil. Sabia que estaba caliente y eso me encendió más, pero era un peligro intentar algo en aquella casa y con esa familia.

Disfrutamos del sol y de la piscina toda la mañana. Comimos sobre las dos y media, solo los tres. Nos hizo espaguetis y pechugas de pollo. Una vez comimos, nos fuimos a tomar la siesta. Cuando subimos Dª Manuel me adjudicó una habitación al lado de la suya, en la zona de invitados, Luis dormía en una que tiene una puerta de conexión con la de sus padres, la unieron para vigilarlo cuando era mas pequeño, ahora con 18 años seguía siendo su lugar de refugio.

Por la tarde volvimos a la rutina, Luis y yo chapuzón y cuando vino la abuela dijo:

Chicos, voy a ponerme al sol, por favor me poneis crema.

Si, abu, si, vamos Juan.

Salimos del agua, secamos las manos y comenzó de nuevo el ritual de untar a la abuela de crema. Mi imaginación estaba a cien, me había echo un pajote brutal durante la siesta, pero a esa edad estad palote cada minuto.

Con delicadeza recorrimos las carnes voluptuosas de doña Manuela sin prisas, la espalda, caderas, hombros, piernas, esta vez ella estaba abierta para poder poner crema entre sus muslos. Con delicadeza aplicamos suavemente la crema y desde luego se notaba como estaba calentando el coño más que al mediodía. No se cortó un pelo y dice:

Chicos darme en las zonas mas blancas. Abriendo más las piernas.

Nos aplicamos bien y ella estaba en la gloria, incluso elevo en varias ocasiones las caderas.

Cuando se dio la vuelta, la humedad de la entrepierne era mas del doble que al mediodía, se había dejado llevar y se estaba poniendo a cien. Nos aplicamos bien, incluso rodee su tetón en varias ocasiones, mientras ella mantenía los ojos cerrados.

De repente Luis dice.

Voy al baño, sigue tu Juan.

Se largó volando e imagine que iba a pelarse una buena paja, segurísimo.

Seguí con delicadeza y volví por su estomago y separé un poco la cinta lateral del bikini, no dijo nada y continué buscando calentarla más, no se oponía, sabia mas que los ratones colorados y tener a un crio a su disposición era maravilloso.

Llego Luis con cara desencajada, jajaja y por supuesto era evidente que se había cascado un pajote. Yo no estaba para muchas flautas, si aquella hembraza echa mano de mi tranca le largo un chorreo de lefa sin más, estaban mis huevos a tope y no sirvió de nada la paja del mediodía.

Terminamos y pasada media hora mi bulto todavía era ostensible a pesar de haber entrado en el agua, nada más salir me volvía a en varillar, joder que pasada.

Tuve que ir al baño para hacerme otro pajote a media tarde. Salió leche que no pude contener, no quedo otra que limpiar.

Disfrutamos la tarde hasta que cenamos. Luis quería pizza y su abuela pidió cena de una marca conocida.

Luis terminó la pizza y se bebió su vaso de leche, que había preparado la abu.

Al rato, nos dijo:

Abu, voy a cama que no puedo más, Juan, sube conmigo y hablamos un momento.

Le acompañé y una vez que se metió en cama, me dijo:

Hasta mañana, mañana jugamos mas y le ponemos crema a la abuela a mí me gusta y ¿a ti?

Si también me gusta. Dije. Se quedó sopa y yo baje donde estaba Dª Manuela.

Al no verla en la cocina, imaginé que estaría fuera, pero no, estaba en el baño con la puerta entreabierta. Escuche, estaba meando, chorreaba con fuerza su orina contra la taza, que pasada de meada, me puse a cien imaginándola. Cuando terminó, pensé y ¿si hago que voy al baño?

Dude, pero eso no me comprometía. Entré y la pillé en bolas, colocándose una bata, porque se había duchado mientras estuve con Luis.

Perdone, no sabia que estaba en el baño. Dije, pero me mantuve mirando quieto.

Perdona tú, que aun no terminé, ¿necesitas ir al baño? Preguntó.

Iba a ducharme, estoy acalorado y me doy un agua fría. Dije.

Me rompió los esquemas, cuando dijo:

Pasa y dúchate, yo voy a secarme el pelo, me quedo, ¿no te importa verdad? Dijo.

No, de verdad no me molesta. Dije pasando.

Ella se colocó hacia el espejo, encendió el secador y comenzó a sacudir la melena, hacia delante. Yo de espaldas, saqué el bañador y con el palo en alto me metí debajo del agua sin pensarlo.

Pasado un rato, me pregunta:

¿Qué tal Juan, lo estás pasando bien? No sabes cuanto te quiere Luis para nosotros el es una bendición y queremos cuidarle siempre.

Desde la ducha le dije;

Si me encanta, sois todos muy amables conmigo y la verdad que me dais mucha confianza.

Claro, eres uno más de casa, ya ves que somos muy normales y aunque mi marido es un poco especial, la vida la llevamos bien. Dijo.

Su marido es una excelente persona, eso me parece a mi me trata muy bien.  Dije.

Si claro, con los de fuera es muy bueno, jajajaj y con su querida, jajaja a esa la atiende. Dijo.

No daba crédito, D. José Antonio el alcalde tenia una querida. Joder que fuerte pensé, pasado el tiempo se que es lo más normal del mundo, alcaldes que aprovechan su cargo para beneficiarse a mujeres que necesitan ayuda, etc.

Doña Manuela, Ud es una señora muy guapa y además veo que se cuida mucho, no entiendo a su marido. Dije.

Juan, mi marido está con Yolanda una concejal caliente como el fuego, que antes era un pasatiempo y ahora le ocupa el tiempo completo. Dijo.

Vaya, como lo siento. Dije saliendo con la toalla puesta alrededor.

Ella me miró y dijo:

Juan, puedo hacerte una pregunta.

Si claro, Contesté.

Cuando estabas dando crema en mi cuerpo, noté que te excitabas y vi un bulto enorme. ¿tienes el pene muy grande?

Bueno, según dicen los colegas, si es más grande y gordo que el suyo. Contesté.

Ella me miró a los ojos y me dijo:

¿te importa enseñármelo?

No, para nada.  Sacando ya la toalla, mi rabo estaba en posición erecto, venoso, fuerte y con el capullo fuera rosadito. Estaba potente.

Dios mío, eso es inmenso, ¿lo pasaran bien las chicas? ¿Ya estuviste con muchas mujeres?

No muchas, pero les gusta, sobre todo a las más mayores, ellas lo hacen mejor. Solté.

Jajajaj, o sea que somos más veteranas, jajajaj y eso te gusta. Dijo.

¿Puedo tocarla? Preguntó.

Si me encantaría que la tocase y haga lo que desee. Largué.

Agarró la polla con las dos manos y miró la parte que no cubrían sus desdos y dijo:

Dios mio, esto tiene que dar un gustazo.

No hubo más palabras, se agachó y paso la lengua por el capullo, solo se escuchó.

Mmmm, unnnn, ummm. Mmmmm. Que rica.

Comenzó a lamer y a chupar mientras que una de sus manos bajo al coño, estaba espectacular con la bata abierta, el pelo recién seco y los tetones colgando dejando a la vista un canalillo que más parecía el Cañón del Colorado.

Se aplico al coño y a la polla con la misma intensidad, tragaba y apretaba, era una maravilla, os aseguro que, si no hubiese hecho dos pajas, le hubiese llenado la garganta de leche caliente y abundante.

Que mamada me estaba haciendo la abuela, espectacular, su mano seguía en su coño y estaba a cien. Se levantó y me dijo:

Estoy a cien, clávamela bien. Me pongo así y la metes. Se colocó mirando al espejo apoyada en el lavamanos.

Me coloqué detrás y bien erecto, empujé el capullo a la entrada del coño. Joder que húmedo y caliente, estaba como un horno y no dude en empujar hasta tener cuanto entraba en el coño de la abuela.

Con bata levantada para no estorbar, agarré las que serian las tetas más grandes que sujeté, acaricié y mamé siendo un chiquillo, que gustazo, creo que eso me hizo adicto.

Estaba envistiendo a aquella mujerona con todas mis fuerzas y ella repetía una y otra vez.

Dame, dame fuerte, si clava dentro, me gusta, es grande me gusta, me gusta. Ummmm, uummmy gemia y jadeaba mucho e intensamente.

Estuve como diez minutos en aquella posición, cuando iba a cambiar para ponerla de otra forma, no dio tiempo. Empujo el culo más hacia atrás, se apoyó fuerte en la pileta y a mis empujones comenzó a correrse.

Aggg, ahhh, aggg, aggg, ahhh, ahhhh…diso como me corrroooo, agggahhh. No paraba de convulsionar.

Para mi era un gustazo ver correr a esa abuela de esa manera, porque aún faltaba mucho para ser un veterano, pero por lo visto apuntaba maneras,jajaj.

Cuando se tranquilizó notó aún dentro mi rabo derecho y duro. Me dijo:

Juan me encantó, dios mio, bendita juventud.

Gracias me alegro que le gustase. Dije.

Sal despacio que vamos al dormitorio, veras como lo pasamos bien. Dijo tomándome de la mano.

Subí detrás de aquella hembra recién corrida, pero con ganas de sentirse bien enrabada y gozar de unos polvos con un crio y vengarse de su marido.

Me empujó sobre su cama y me dijo:

Voy a comerte la polla a gusto, si quieres correrte lo haces y luego volvemos otra vez a gozar.

Me va a costar correrme. Dije.

¿Y eso? Preguntó.

Pues porque me hice dos pajas esta tarde. Por eso me va a costar. Contesté.

O sea que por mi culpa te hiciste dos pajas, que bien, me alegro ser deseada por un chico tan guapo como tú.

Si me gusta muchísimo. Dije.

No hubo más palabras porque se metió la tranca en la boca y forzaba para que llegase a la campanilla, dios mío que forma de tragar polla, estaba a cien la abuela y quería resarcirse de tiempo de abstinencia.

Lamió mis huevos, tragó polla hasta que me dijo:

Échate más al centro quiero galoparte y sentirla toda dentro hasta mis entrañas.

Obedecí y ya no hubo mas palabras. Una vez ensartó el capullo, entró como un paseo militar, se enrabó todita sobre ella y subía y bajaba combinando con rozamientos adelante y atrás, comenzó a agarrar los tetones, los juntaba y se dejo caer sobre mi cara, nos dimos el primer morreo, mientras ella seguía ensartada en la polla, no tardó en acelerar la respiración y me dijo.

Me voy a correr, ahhh, aggg, siii, ummm, ummm. Dicho y hecho, se comenzó a convulsionar mientras su lengua buscaba la mía, una pasada. Todavía hoy me pone a cien, morrear a una buena hembra mientras jadea y se corre como una perra.

SE relajo un poco y me dijo:

Hijo, dios mío como aguantas, de verdad esa polla dentro hace ver las estrellas a una, toda mujer debe follar una polla así en su vida, es increíble y a mi edad no me lo podía imaginar. ¿Te apetece que me ponga en la cama y te pones tu encima?

Si, me gusta y si me corro, ¿cómo hago?, ¿lo hago dentro? Pregunté.

Si hijo, lléname bien de leche, estoy deseando sentir unos chorreones dentro ya me olvidé de la sensación. Dijo mientras se tumbaba y se abría de piernas.

Cuando estaba acostada, pude comprobar el enorme coño de Doña Manuela, con unos labios exteriores muy salidos y oscuros. Un clítoris inmenso que salía hacia arriba como un pequeño pene y la parte interior abierta y rosadita.

Tenia los tetones enormes, caídos hacia los lados con unos pezones oscuros y grandes. Su barriga no muy abultada sería un buen cojín para follar bien duro.

Acerqué la tranca al agujero y en nada estaba ensartada hasta los huevos, metía los 23 centímetros dentro de aquella abuela deseosa de corridas y de follar bien duro.

Comencé un bombeo violento de clavadas que llegaban al final de la cueva, es más notaba mi capillo tocar fondo, me ponía a cien. Estuve unos quince minutos dando duro, sin parar, agarrando el culo de la abuela y buscando la boca de vez en cuando hasta que noto que quiere volver a correrse.

Aceleró los jadeos y sin decir nada, su coño empezó a apretar mi tranca y con los ojos en blando se empezó a correr.

Agggg, ahhh, ahhh, ahhh, aggg. Se corría a tope mis empujones no paraban de llegar al útero y eso creo que todavía la ponía más.

Dejé que se relajase un poco y me dijo:

Dios mío, acabas, conmigo, pero quiero que te corras. De hecho, vamos a follar toda la noche si lo deseas.

Debemos tener cuidado y no despierte Luis. Dije.

Tranquilo, Luis estará dormido hasta mañana le di su tranquilizante con la leche, jajaja, lo hice por si acaso surgía algo bueno para mi coño, deseoso de tranca.

Ella miró mi tranca y me dice:

¿Quieres que me ponga a cuatro patas?

Si, por favor. Dije.

Se colocó y pude ver un enorme trasero, con un coño grande dilatado abierto por mi polla y con humedad en la entrada.

Así como estaba, lamí su coño un rato y comenzó a jadear, le encantaba los paseos de mi lengua de arriba abajo y no se quejaba, es más decía.

Dios, me encanta, me encanta, pero quiero que te corras tu.

Sin más saqué mi lengua del coño y me puse de pie sobre la cama. Agarré mi tranca con la mano derecha y lo enfoqué al coño.

Me deje caer y en nada estaba enrabada y montada por detrás. Si tengo que hacer una metáfora de la cabalgada, podía ser similar a un galgo montando a una mastina, joder que corpachón tiene la abuela, pensé.

Clavé lo que pude mil ves dentro y agarré bien las tetonas de Dª Manuela desde arriba, luego sin dejar de clavarla llevé la mano derecha a su coño para frotar el clítoris. Mano de santo, le encantaba porque se abría más aceptando mis clavadas hasta el fondo.

No iba a aguantar mucho, iba a soltar leche dentro de aquel coño maduro y llenarlo de vitalidad joven, si la follaba bien, tendría siempre un coño a mi disposición, ese era mi objetivo.

Estaba pensando en ello y mi polla comenzó a llenarse de placer, el tubo seminal se llenaba y ella lo notó.

Dios mio, como esta la polla, esta durísima y caliente. Dijo.

Me voy a correr, me voy a correr. Dije.

Córrete hijo, correte, lléname y veras como me corro contigo.

Aggg, ahhh, ahhhh, aggg, siii, aggg. Mi rabo disparaba lefa dentro del coño de la abuela, lo llenaba hasta el borde, dios como salía leche.

Ella no aguantó el calor de mi lefa y sin más me dice.

Córrete, hijo, córrete, lléname mi coño, me voy a correr yo ahora.

Cuando mi ultima gota salió del capullo, comenzó ella a gemir y gritar de gusto.

No dejé de empujar a pesar de haberme corrido y logré que ella se fuese como una loba. Se corría entre alaridos y bramidos que jamás había escuchado.

Agggg, ahhh, oooooogggg, agggg, ahhhh, ahhhh. Era solo lo que se escuchaba.

Cuando se relajo y mi polla se ablando, salí muy despacio y me dice.

Hijo mío, las demás corridas fueron buenas, pero esta es seguro la mejor de mi vida, que caliente esta tu leche, dios mío, como notaba los chorreones, me ardía el coño, que placer dios mío.

Nos abrazamos, nos besamos y me dijo:

Mira Juan mi marido tiene amante, yo voy a cobrarle con el mismo precio, si quieres estás conmigo cuando quieras, ¿te gusto?

Si me gustó muchísimo, de verdad me corrí como un caballo. Dios salía a montones que placer dios.

Tengo el coño muy caliente y eso te ayuda a correrte así. ¿Qué te gustaría que hiciésemos, algo distinto que desees?

Ummm, ummm, no se si decírselo. Dije.

Dime hijo, estoy para complacerte. ¿Dime? Comentó.

Me gustaría, follarle el culo, me encanto el agujero que vis desde atrás cuando estaba comiendo su coño. Dije.

Hay, hijo, nunca lo hice por detrás, jamás y además se lo impedí a mi marido cuando éramos más jóvenes, pero no lo hice jamás, soy muy tradicional, Dijo.

Bueno pues nada, no perdí nada por pedirlo. Dije.

Bueno hacemos un trato, hoy por supuesto no, pero deja que lo medite y un dia lo hacemos, lo que no quiero es pasar dolor. Dijo.

Tranquila piénselo y cuando lo decida lo hacemos. De todos modos Ud. me dice cuando quiere quedar, así vengo cuando avise y listo.

Mira, estos días lo hacemos aquí en casa de mi hija, luego, tengo un apartamento al lado de centro comercial y quedamos allí por las tardes y alguna mañana que este sin apuros. Dijo.

Por mi perfecto, me gusto mucho y quiero repetir, cuando le aoetezca.

Tranquilo hijo, esto de hoy acaba de empezar, quiero que me folles toda la noche, me hace falta vivir una nueva juventud y que mejor regalo que esta tranca enorme.

Nos relajamos, se volvió a colocar la bata y fue a la cocina a por bebida y a comprobar si Luis dormía.

Cuando volvió, venia sonriente, llena de satisfacción y animada.

Me dio un vaso con coca cola y sin pedir permiso, mientras bebia, se lanzo a chupar la polla de nuevo.

No tardó en tenerla tiesa y otra vez vuelta a gozar como una campeona.

Jamás olvide a Doña Manuela, diez años follando con ella, hasta que enfermo y falleció unos años después. Pero sé que murió feliz y recordando aquellos polvazos de abuela madura con una polla enorme de un crio.

Espero que os guste.

Me gusta que los comentéis.

PD.-

Es 30 de Julio, son las cuatro y veinticinco minutos de la tarde, tengo que irme, pero antes debo mandar este relato, para que disfrutéis leyendo el fin de semana.

Os cuento, ayer me llamó Dani, mi amigo ginecólogo y creo que me tiene una gran sorpresa. Me quedan 90 minutos de viaje a su consulta, quedé allí a las siete de la tarde que quiere proponerme algo que no voy a rechazar según sus palabras.

Os lo comentaré, veremos si da para un relato o no.