Relato 47- Follamos a la madura de Rosa.

Rosa es una mujer compañera de trabajo de 62 años, que pillé la semana pasada clavada en su perro y no dejé pasar la oportunidad de follarle los tres agujeros y dejarla feliz, quería más y moro el perro y yo la dejamos satisfecha.

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Son las doce de la mañana del miércoles 9 de Septiembre de 2020, salgo rápido de mi despacho, para recorrer los 300 metros que me separan del puesto de trabajo de mi objetivo.

Hola Rosa, ¿Cómo estás? Pregunté.

Hola Juan, bien y ¿tú por aquí?  Respondió.

Vengo a pedirte un encargo, pero solo aceptaré un sí, sí me cobras el trabajo. Dije.

¿Qué es lo que te hace falta? Preguntó.

Jajaja, necesito muchas cosas, pero bueno, eso no es el tema, jajajaj, -dije con picardía- Mira, ayer compre un pantalón de vestir, que me queda planchado pero un poco corto de más, necesito que bajes la bastilla. ¿Puedes?

Si claro, pero no te voy a cobrar. Dijo.

Lo sabía, pues nada no hay encargo. Dije haciendo ademán de irme.

Pasa aquí, venga, ¿cuándo quieres traerme el pantalón? Dijo.

Te lo llevo esta tarde si puedes quedar. Comenté.

Si sobre las cuatro y media te espero en casa. Dijo.

Vale, allí estaré sin falta. Dije mientras ya me iba.

El día anterior había ido a comprar un pantalón que no me hacía falta, pero me abría la puerta a volver a ver a Mar y meterle una buena follada en el motel y ver que podía pasar en casa de Rosa, que me tenía loco, desde que la vi enrabada por el moro, ufff, me empalmaba a cada minuto con esos recuerdos, a pesar de qué teniendo ya 62 años, no es ninguna diosa, lo que me ponía era verla gozar con el perro y como este la abotonaba bien y la hacía correr.

Aceleré las cosas de la mañana y dejé encargos para Jesús y Aurora, se encargarían de resolver lo que me quedaba por hacer.

A las cuatro menos diez, me fui a casa de Rosa, estaba en la casa principal y atendió a mi primera llamada. Y me mandó pasar hacia la sala.

Me invitó a un café, me fijé que no estaba el moro por allí, pero sabia que Maribel lo lleva los viernes, era miércoles, por lo tanto, igual estaba fuera.

Hablamos de todo e incluso me preguntó que tal la fiesta del sábado, sabia que el disfraz era para hacer algo maligno como dijo ella, partiéndose de risa.

Después de las risas, salimos hacia el pequeño taller de costura en la parte posterior.

Cuando llegamos, me dijo:

Anda Juan, saca el pantalón y pon el nuevo que quiero ver cuánto hay que bajarlo.

Vale. Dije y con naturalidad me despojé de los zapatos, bajé el pantalón vaquero y sin prisa coloqué el nuevo. Me di cuenta que moro estaba tumbado en la esquina del taller al lado del sofá. Pero no era momento de hacer referencia al perro todavía.

Cálzate, para ver lo que hay que bajar, no quiero que arrastre. Dijo.

Obedecí y se agacho detrás mía y marcó con unos alfileres el bajo, se dio la vuelta por delante y se volvió a poner agachada, en ese momento, joder el perro se levantó como un cohete y se subió encima como queriendo cogerla bien.

Era imposible, ella llevaba puesto una malla negra muy ajustada y un sueter apretado que dejaba ver sus chicas y la grandeza de pechos y piernas.

Regaño al perro y el perro volvió a insistir. Aproveché la oportunidad ante su turbación y dije:

Rosa que listo el moro, quiere fiesta. Dijo.

Ella no levantó la vista y respondió.

Ya sabes los animales son peculiares y a veces tienen estas cosas.

Se levantó y se fijo que mi polla ya marcaba la entrepierna, me había empalmado en esos segundos que el perro quiso montarla.

El perro estaba atento a cada movimiento de Rosa y ella estaba un poco nerviosa. Me dijo:

Saca el pantalón que lo compruebo con este para que quede perfecto.

Vale, obedecí, saque el pantalón y coloque bien la polla que ya estaba muy morcillona, estaba bien potente.

Ella no fue ajena a mi empalme, pero no dijo nada de nada. Se colocó de espaldas y midió los dos pantalones y dijo;

Si queda, bien así. En ese momento el perro metió el morro entre sus piernas golpeando con el hocico las nalgas.

Ella levantaba la pierna como separándolo hasta que dijo:

Moro, pasa para fuera y déjame tranquila.

El perro no se inmutó y acercándome por detrás agarré a Rosa y le dije:

Rosa, el perro te desea tanto como yo, desde que el otro día te vi clavada por el y como gozabas, no me sale de la cabeza.

Casi se desmaya, no supo que decir, el rato fue eterno, la tensión impresionante, pero yo no separé mi polla de sus nalgazas.

Sin darse la vuelta me dijo:

Dios mío, ¿me pillaste con el perro? Dios mío que vergüenza, no quiero por nada del mundo que se sepa esto, por dios Juan, mi hermano es el gerente de la cooperativa y yo estoy a unos años de jubilarme, no quiero que esto se sepa, me hablaba sin mirarme.

Le dije:

Tranquila Rosa, jamás se sabrá esto, pero me gustaría saber como sucedió y además verte con el perro como el otro día. Además, debo confesarte que me hice varias pajas con una foto que tengo del perro clavado en ti, me pone a cien.

Ella no daba crédito a lo que escuchaba, no se daba la vuelta porque quería morirse, la tranquilizaba, acariciándola y diciéndole que nada de esto se sabría, que sería nuestro cofre. Es más no me importaba dejar que el perro me lamiese la polla para que ella se quedase tranquila, estaríamos en igualdad de condiciones.

Se dio la vuelta, me abrazó y comenzó a llorar, como una desconsolada.

Estuvo cinco minutos en trance imagino que por su mente pasaron mil imágenes de los problemas que podía traer ese asunto.

Seguimos abrazados, hasta que besé su cuello y la tranquilicé. Ella poco a poco fue entendiendo mi comprensión hacia lo sucedido y como no la juzgue, se fue tranquilizando.

Cuando ya estaba más tranquila la senté en el viejo sofá y yo tomé la silla que usaba para coser y le dije;

¿Cómo empezaste a disfrutar del perro?

Es una larga historia, llevaba sin tener sexo con mi marido casi 5 años, el problema de salud no le deja hacer nada, es más a veces no quiere que esté en cama con él. Y así estuve unos años, hasta que un día pasó lo que paso.

Maribel, recogió el perro en la perrera municipal, lo vacunó, lo pelo y lo dejó hecho un príncipe y por la semana, cuando venía a tomar café conmigo, dejaba aquí el perro para que no estuviese solo en casa y mordiese las cosas. Así pasó un año más o menos y Maribel, ya dejaba aquí el perro toda la semana y el viernes lo llevaba, a mí no me molestaba es más me hacía compañía porque mi marido lo recogen a las siete de la mañana y lo traen a las nueve de la noche, estar allí es lo mejor para él y para que yo descanse un poco, madrugo mucho y trabajo duro de seis a dos todos los días y a veces una se siente reventada.

¿Y cómo sucedió el tema? Pregunté mientras miraba su cara y ella bajó los ojos.

Pues como te digo el perro llevaba aquí como año o año y medio, y un dia me calló al suelo una de las bobinas del hilo de la máquina y no lo daba encontrado, me puse de rodillas en el suelo y el sin pensarlo, se puso a montarme una y otra vez, es más se cargaba tanto y me tenía tan bien acogida por la cintura que casi no podía zafarme, hasta que me giré y quedé boca arriba con moro entre las piernas, estaba loco por clavarle la polla, la tenía fuera y era un mundo de grande.

Me zafé como pude, el siguió con la polla fuera y dejé que se tranquilizase. En ese momento, pensé en alto:

Este cabrón sabe montar bien a una tía, no es la primera vez que lo hace y además es muy rápido agarrándote, eso quiere decir que alguien le enseño y no me extrañaría que Maribel, estuviese disfrutando ese pedazo de aparato que tiene moro. No quería seguir pensando eso, deseaba sacar al perro de mi cabeza, pero me era imposible, me hacía dedos durante la siesta pensando en el pollón tan enorme del perro.

¿Vaya o sea que al final te ponía semejante tranca? Interrumpí preguntando.

No te imaginas que calenturas pillaba con el puto rabo del perro. Hasta que una tarde no aguanté más y me dije, quiero que me coma el coño bien, a ver si lo sabe hacer.

Lo llamé, entré en el taller y me senté en el sofá, abrí las piernas y quería saber que reacción tenía el moro, dicho y hecho, el perro, se fue a mi coño como un loco y empezó a darme lamidas rápidas y contundentes. Empuje mi culo hacia delante para que lo pudiese lamer bien y el cabrón, metía lengua una y otra vez con una maestría de verdadero lamedor. No aguante más que unos minutos y comencé a soltar unos gritos de lo mucho que me gustaba, cuanto más gemía, más aceleraba las lamidas, es más le abrí los labios del coño y se puso morado limpiando los jugos.  Ahí fue cuando pensé que el perro estaba enseñado y hacia esto con frecuencia. No me dio tiempo a reponerme cuando se levantó sobre sus patas de atrás y empezó a intentar clavarme asó sentada en el sofá, al principio me dio corte, pero el insistía y saco el trabuco fuera era enorme y a mí hacia tiempo que no me follaban y además nunca con una polla como esa. Empujé un poco el culo hacia adelante y el cabrón sin más ensartó su tranca en mi coño y se agarraba como un tío, me daba envestidas brutales y continuas a una velocidad que jamás imaginé. Me corrí dos veces con la clavada del perro y una antes con las lamidas.

¿Así que así fue como empezaste? Y ¿Cuánto hace de eso? Pregunté.

Pues de eso debe hacer ya cuatro años, el perro ahora tiene ocho y ya está acostumbrado a cogerme, tanto por delante como por detrás y para mi es un alivio ya que así estoy servida y no tengo que mendigar placer, ¿quién quiere follarse a una vieja? Dijo.

Pues a mí me encantaría compartirte con moro y follarte bien entre los dos, me tienes loco. Le solté.

Tú estás loco, jajaja, que te gusto a ti, ya me dijeron que tienes un pedazo de polla porque te vieron en bolas en el vestuario, además tu no te cortas por lo visto. DIJO.

Jajaja, hay mucho lengua, haces bien por lo menos el perro no habla. Dije.

Por eso estoy satisfecha con el perro, no habla y no da problemas, lo tengo por la semana y el fin de semana lo tiene ella. Dijo.

Creo que ella fue la que lo enseño y no me extrañaría nada que los fines de semana se pusiese hasta las trancas de follarse al perro. Solté,

Puede ser, porque los lunes no trae la misma ansia, el martes ya está a cien y anda con el rabo medio salido. Dijo.

Confirmado, Maribel se follaba al perro los fines de semana y mi curiosidad no dejó tiempo a la pregunta.

Pero Rosa, Maribel está casada, quien es el esposo, nunca lo vi. Dije.

El marido es un geta, vino con sus padres desde Venezuela, se casó con ella y dos años después ya estaba con la anterior novia poniéndole los cuernos, la trajo de Venezuela para la ciudad y le puso un piso, Ella se derrumbó cuando los supo y hace ocho años que no hacen vida de pareja, aunque el viene a ver a la hija cuando está aquí de vacaciones y luego se larga, ella vive sola.

Era una respuesta que aclaraba muchas cosas del comportamiento de Maribel.

Vaya, dije, quedándome con la copla, sería mi objetivo a corto plazo, pero sin prisa, cagarla supondría un problema, es la jefa de administración y un peso pesado de la cooperativa.

Rosa, más tranquila, me preguntó:

¿Aclaradas las dudas? Te pido por dios que esto quede aquí.

Esta todo claro, pero estoy empalmado como un burro y me gustaría aliviarme, aun es temprano y tenemos tiempo. Dije.

Bueno, bueno, bueno. ¿De verdad quieres follar a esta vieja? Preguntó.

Que vieja ni leches, esta para follarte cada tarde y que goces como una leona, Solté, yendo a por su boca, nos besamos y así comenzó la sesión de un trio único entre Rosa, moro y yo. Una vez a la semana nos desfogamos.

Bajé la malla de Rosa y dejé que el perro fuese a por su coño, mientras se sentaba, no tardó en separar las bragas y abrir los labios del coño para que el perro le lamiese hasta las entrañas, es un maestro el cabrón y con una lengua que aventaja a cualquier tio.

Empezó Rosa a jadear y aproveché para bajar mi pantalón de nuevo, lo solté y bajando el calzoncillo, me subí al viejo sofa y le puse la polla en la boca.

Sus ojos se impresionaron, pero no le di tiempo, estaba lamiendo fuerte el perro y tragó parte de mi polla sin problema, me encantó la boca enorme y como la abría esta mujer, es más no aguanté mucho porque estaba muy caliente y escuchar como el perro perreaba el coño de Rosa, me hizo soltar leche a mogollón, mientras la clavaba bien en la boca.

No soltó ni gota, se atragantaba, pero su garganta tragaba leche caliente como un becerro lactante. Me lamió el capullo hasta dejarlo limpio no lo siguiente,

La besé y me dijo:

Joder menudo pollón tienes es enorme y duro, me llenaste de leche a tope.

Pues empezamos, aún hay más. Quiero ver al perro montarte por detrás. Le dije.

Pues espera que me pongo esta cazadora de cuero, porque se sube como un animal y algunas veces aun con las uñas cortadas me hace daño. Dijo.

Se colocó de rodillas sobre la alfombra y el cuerpo sobre el sofá, el perro le lamió en coño varias veces y rápidamente, empezó a hacer un intento de clavarla, en varios intentos ya tenía toda una tranca grandísima fuera, por lo menos 25 centímetros de pollón, gruesa y con las bolas enormes atrás.

Cuando empezó a abrir el coño con la punta y notó el calor, se descontroló y empezó las clavadas a toda pastilla, Rosa gritaba de placer, porque no cabe duda que el pollón del perro estaba en plenitud y ella bien clavada gritaba de gusto…

ATENCIÓN PARADA DE EMERGENCIA:

Acabo de recibir un whasapp, son las 8,25 de la tarde del este 8 de agosto de 2021, como sabéis estoy en un pequeño pueblo del norte cerca de donde nació mi padre.

Os quiero contar que la razón de esta parada es importante porque la persona que escribió me citaba para las nueve de la noche, ya que estaría sola unas horas.

Me incorporo a escribir a la una y veintidós minutos del ya día 9, LA PARADA DE AHORA DARÁ PARA UN RELATO SEGURO, ESPERO PODER DRIDFRUTAR EL FIN DE SEMANA.

CONTINUO...

El perro no daba tregua, la clavo como lo que es como un animal, hasta que ella terminó de correrse dos veces y el quieto gimiendo, seguía clavado en el potorro de Rosa.

Me puso cachondo el polvazo y me senté justo al lado de la Cabeza de Rosa y saqué el pollote para que ahora fuera ella mi perrita y me lamiese y chupase bien la polla.

Que maestría, como come polla, tiene la boca enorme y traga de lo lindo, agarré su cabeza y le clavé canto pude la tranca, le producía arcadas, pero estaba tan salido que quería soltarle toda mi leche dentro de ella.

No aguante y así como el perro lleno su coño, mi leche salió a borbotones y lleno la boca de Rosa e incluso le salió por los lados, pero no dejaba de mamar la polla con ansia.

Una vez relajados los tres, el perro seguía con el rabo todo fuera las bolas no le dejaban recoger aquel pollón de 25 centímetros mínimo, mas delgado en la punta, pero con buen tronco hacia atrás.

El perro siguió lamiendo el coño y el culo de Rosa, los jugos inundaban el suelo y el can los papó todos.

De repente, aún estando sentado, el perro, se acercó a mí, dejé que hiciese y comenzó a lamer el resto de mi corrida, recorriendo la polla una y otra vez con una lengua larga y caliente.

Joder como me gusta Rosa, este perro es un artista. Dije.

No lo sabes tu bien es un follador incansable, si ahora le mamo n poco la polla y me pongo de frente veras como me monta como un bestia. Comentó.

Pues hazlo, me apetece verte clavada de frente y el montándote como una perrita.  Dije.

Ella se dejó caer al suelo, cogió el pollón comenzó a mamar con la misma maestría que había hecho con mi polla. El perro al rato empezó a retorcerse y clavarle la boca, ella aprovechó y me dijo:

Sepárate un poco y fíjate que listo es este perro.

Se sentó en el sofá echó su trasero hacia delante y abrió las piernas en un amplio ángulo. El moro no dudo y segundo, metió un lengüetazo en el coño y sin más saltó sobre ella haciendo ademán de clavarla, pero no encontraba bien el agujero, Rosa tomó la tranca con la mano y la dirigió a la entrada. El perro le dio un empujón que se la clavó de golpe y empezó un mete saca tan espectacular que ella puso los ojos en blanco y solo decía:

Aggg, aggg, me mata, me mata, uffff qe gusto, me mata.

El perro no daba tregua y se veía que estaba acostumbrado a esto porque se movía constantemente y clavando todo el recorrido de la enorme tranca que perforaba el coño de Rosa hasta el fondo.

Ella comenzó a correrse a gritos. Si parar:

Ahh, aggg, aggg, siiii, siii…  No dejaba de correrse y el perro se movía más rápido por la excitación, bombeaba duro el coño y lamia su cara.

Rosa debió encadenar tres o cuatro corridas juntas hasta que el perro dio unas últimas envestidas y soltaba leche, que salía por los lados del coño que seguia lleno de tranca.

El perro lamió los morros de Rosa y está siguió sin moverse, estuvo ensartada 13 minutos de reloj hasta que al perro le bajó la polla, se escuchó un plofff y medio litro de liquido cayó al suelo al salir de todo el rabo.

El perro no dejó de lamer el coño y luego los flujos del suelo, espectacular la maestría del can, esté todas las semanas tenia a dos hembras calientes para montarlas y disfrutaban de lo lindo.  Imaginé a Maribel en esta postura con el perro.

Pasamos un rato de relax, mientras acariciaba el pelo de Rosa y cuando ya estábamos más tranquilos me dice:

Joder Juan estas empalmado y duro.

Claro Rosa, me encantó lo que ví, pero ahora tienes que descansar. Dije.

De eso nada, comentó. De eso nada, se fué a por la bata que tenia al lado de la maquina y me dijo, pon los pantalones, vamos adentro de la casa, el moro queda aquí, ya tuvo su ración, ahora vamos nosotros.

Esta mujer de 60 años, estaba en s salsa, le gustaba la juerga y follar más que un chupa a un crio.

Entramos en casa, subimos las escaleras y me dijo:

Quiero que me folles en mi cama de matrimonio, quiero sentirme bien clavada y este sitio me pone.

Me empujó, bajo mi pantalón, sacó la bata y se puso a mamar polla como una posesa.

No quería volver a correrme en su boca, quería coño y si podía también el culo.

No fué difícil convencerla para que se subiese encima de mi tranca y galopase. Entraba toda, hasta mi tripa, estaba abierta como el túnel de San Gotardo.

Saltaban sus tetones de arriba abajo, los agarré los mordí, lami los pezones, y me fui a por su boca, las lenguas se juntaron y se corrió como una loca de gusto.

Estaba fuera de sí: Aggg, ahhh, dios qe corrida, dios, que distinta a la del perro, esta tiene cabeza, joder me revienta me encanta, ahhhhh, siiiii.

Dejé que se relajase y le dije:

Rosa me gustaría follarte el culo, ¿me dejas? Pregunté.

Espera, dijo mientras se levantaba y se iba al baño. No podéis imaginar que esta mujer de cuerpo más bien rechoncho y potente goce de esta manera y aguante tantas corridas.

Cuando volvió me tiro una toalla y se fue a por mi polla y la untó de gel.

Se colocó a mi lado para masajear bien mi rabo y estaba con la otra mano metiendo crema en su culo.

No quiso que la montara a cuatro patas, se colocó de lado y yo por detrás buscaba el agujero trasero, mientras ella levantaba la pierna de derecha, sé quejó un par de veces pero pude meter dentro un trozo de rabo y así comenzamos a follar el culo. No os imagináis el gustazo que me estaba dando, tener ensartada a Rosa esa sesentona de la cooperativa que a partir de ese momento iba a poner a mi servicio.

Le dije:

Rosa, me vas a tener todas las tardes de miércoles en tu casa, prepara coño y culo porque te vamos a follar moro y yo los dos agujeros al mismo tiempo, eres su perrita y mi putita a partir de ahora. Y te voy a poner un ejercicio para que vayas trabajando para mi causa, quiero que aquellas veteranas que se quejan de que no follan o se olvidaron ya de un buen polvazo, me las pones a tiro que quiero follarlas bien y que no pasen hambre.

Eres un cabrón, no solo me quieres follar, además quieres follar a las compañeras, eres peor perro que mor, cabrón. Dijo.

Mi rabo entraba y salía y le dije:

Te voy a llenar el culo de leche. Fui con dos dedos a por su coño los metí dentro y nos corrimos a un tiempo, no se distinguían los jadeos, fue una corrida increíble para los dos.

Ya relajados nos duchamos, me vestí y antes de largarme le digo.

Mira el jueves vengo para follarte otra vez y quiero que me des el coño y el culo al perro, para llenarte de leche todita.

Tu estas muy loco. Dijo.

Le dí un pico y le dije, no sabes cuanto de loco estoy, pero te vamos a volver loca a ti que es de lo que se trata.

Y me largue de allí.

PD. Como soy de palabra el jueves por la tarde fui a su casa y desde luego nos costó, pero la ensartamos moro y yo dos veces y con dos posturas distintas, fue muy guay.

Ya me dio dos contactos que estoy trabajando para darles caña, esta en mi nomina si quiere cada semana sentirse llena con las dos pollas, porque eso es ahora lo que más le gusta.