Relájate

Hola. Me llamo David y soy de Barcelona. Tengo 34 años y si me he describir os he de decir que soy un chico de lo más normal. Ni guapo ni feo, ni gordo ni flaco, y bajito (1,60). Quien espere leer un relato con un pedazo de tío como protagonista, que deje de leer. No soy así. ¡Ah! Y debo ser el único bicho raro que tiene una polla normal, ya que si uno lee relatos todos tienen (o tenéis) unos pollones increíbles…

En fin, tras la presentación, deciros que no tengo del todo claro de si este relato está en la categoría correcta... pero dado que tengo novia y los hecho sucedieron a escasos metros suyos, creo que Infidelidad es la correcta.

Tengo novia desde hace 5 años, pero aunque la quiero con locura lo cierto es que en la cama podría ser mucho mejor. Es muy clásica, diría que vergonzosa, sin demasiadas ganas de probar cosas nuevas… y yo en cambio soy lo contrario.  No soy un hacha, pero soy de los que piensan que en el sexo no ha de haber límites dentro del respeto y de lo que sea consensúe con la pareja. Y me encanta probar nuevas cosas, tener nuevas experiencias. Y ya que con ella no puedo, pues eso me lleva a buscar este “plus” fuera de mi pareja. ¿Si me siento mal por ello?. No. Mi manera de pensar es que el sexo, aunque importante, es un accesorio del amor, y mientras no se haga daño a la persona, uno ha de ser libre de hacer lo que quiera (ojos que no ven…). Puede parecer una forma de pensar egoísta, pero lo que no voy a hacer es dejar de disfrutar cuanto pueda de algo que me gusta tanto como el sexo.

Y este fin de semana se presentó la ocasión.

Estábamos en un festival de Rock que se celebra cada año en Barcelona, y como siempre en conciertos y festivales, yo loco y salido perdido viendo los modelitos de las heavies y góticas… buscando disimuladamente el más mínimo roce con ellas. Salido? Sí. ¿Guarro?. Sí. Es lo que hay. Si tuviese en casa todo lo que necesito…

Al lío. Corría la media tarde y mi chica, mis colegas y yo estábamos en medio de todo el meollo, disfrutando de los conciertos. Estaba lleno, sí, pro reconozco que no tanto como para estar aglutinados y como sardinas en lata. Podíamos movernos. Y a mi lado, una mujer. Digo mujer porque le echo unos 40-45 años. Y sí, lo reconozco, las maduras me ponen. Me encantan. Y tras haber probado con un par de ellas, garantizo que son (o sulen ser) impresionantes en la cama…

Al caso… la mujer la verdad es que estaba de muy buen ver, aunque con un culo un poco prominente, pero en absoluto despreciable, vestida con un pantalón blanco ajustado que resaltaba sus curvas y camiseta. Así que como quien no quiere la cosa, disimuladamente, me coloqué más cerca de ella, manteniéndome siempre por detrás de su posición, y dejé caer inocentemente mi mano a mi costado, un poco adelantada. Y efectivamente, al poco, con el vaivén del ritmo de la música mis nudillos empezaron a rozar su culo. Un culito duro y suave al mismo tiempo.

Yo no hacía nada, los movimientos de la mujer bailando ya hacían todo por mí…Y yo no apartaba mi mano, encantado, aunque vigilando a mi costado que mi novia no me viera, por supuesto.

De pronto, un empujón, y mi mano quedó colocada justo entre sus nalgas, con mi dedo corazón, siempre por el dorso de la mano, justo en la raja de su culo. Y presioné levemente.

En ese momento la mujer se giró y me miró a la cara. Nuestras miradas se cruzaron. “Mierda”, pensé yo… pero no. No hizo ni dijo nada. Al contrario, se giró para hablar con un tío que al parecer iba con ella, y quizá por casualidad su culo se apretó aún más a mi mano.

Yo estaba a mil, y flipando con la situación… así que empecé a jugármela, y dejé que mi dedo se deslizara poco a poco por la raja de su culo… desde su posición y hacia abajo, para volver a subir… y bajar, siguiéndola entera.

La mujer no decía nada, el tío con el que estaba no decía nada, y mi novia, absorta con el concierto, se mantenía ajena a lo que ocurría. Así que me la jugué. Cambié la posición de mi mano, y dejé que fuese la yema de mis dedos la que se deslizara por su culo, y mi pulgar por su nalga.

Nada. Ninguna reacción.

Y jugué mi última carta. Dejé que mi mano, mis dedos, se deslizaran hacia abajo, siguiendo la curva de su culo, hasta llegar a entre sus piernas, acariciando levemente su coño por encima de la ropa.

Mi pantalón estaba a punto de rebentar, Aquello era glorioso: mi novia al lado sin percatarse de nada, y la mujer sin rechistar, sin alegar nada, sin tan siquiera mirarme una vez más, mientras mi mano, ya envalentonada, había pasado de de acariciar a presionar y literalmente masajear su coño, recorriéndolo entero, notando una leve humedad en sus pantalones.

Ya no era un dedo, eran tres, y con mi otra mano acariciando levemente su culo, cuando de pronto la mujer se giró a mirarme, y tras mirarme se apartó de mí y se colocó tras el hombre al que antes había hablado.

Éste se acercó a mí, y susurrándome al oñido me dijo un escueto “relájate, eh”..

No supe qué contestar.

No sabré nunca si se dejó tocar porque creía que era la mano del hombre y no la mía.

No sabré nunca si el hombre se percató de lo que pasaba.

No sabré nunca si, en caso de haber seguido, hubiéramos acabado follando, ese u otro día.

Pero me da igual. Lo disfruté. Fue una gran tarde, Un gran concierto.

Acerqué mis dedos a mi nariz y a mi boca. Evidentemente no olí ni saboreé nada.

Pero me encantó imaginar que lo hacía.

Espero que os haya. Podéis hacerme todos los comentarios que queráis, y bienvenidos serán. O si queréis compartir conmigo otras experiencias, estaré también encantado. Mi mail es [[email protected]

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