Relajandome en el trabajo

María estaba trabajando como cualquier otro día, ya era jueves y aquella semana estaba siendo muy intensa, mucho trabajo urgente, varios expedientes que ir acabando, llamadas de teléfono interminables, en fin una semana agotadora. Estaba deseando que por fin fuera viernes, ...

María estaba trabajando como cualquier otro día, ya era jueves y aquella semana estaba siendo muy intensa, mucho trabajo urgente, varios expedientes que ir acabando, llamadas de teléfono interminables, en fin una semana agotadora. Estaba deseando que por fin fuera viernes, llegase el fin de semana y poder descansar.

A media mañana una pequeña vibración de su móvil, le hizo saber que tenía un mensaje, sonrió imaginando de quien sería. En efecto el mensaje era de Luis, su amante, que decía:

  • Hola nena como estás?

Inmediatamente le respondió con un:

  • Hasta el gorro de tanto trabajar y tu?

La respuesta no se hizo de esperar, Luis era así todo ímpetu, y le contestaba

  • Deseando verte, si quieres en media hora puedo estar ahí y te quito el stres.

María sabía que estaría sola, de hecho casi siempre lo estaba, y el despacho se había convertido en su particular "nido de amor", por lo que enseguida le contestó.

  • jajajajaja perfecto, aquí te espero.

Tal y como hacía siempre que sabía que Luis iría a verla, se fue al aseo y se aseguro de estar perfecta para él, retocó el maquillaje, volvió a perfumarse levemente, se quitó el foulard que llevaba al cuello para estar más sexy y al hacerlo tuvo una idea, que decidió poner en práctica en cuanto Luis picase al timbre, sólo de pensarlo ya se excitó.

Tal como Luis había dicho en media hora estaba picando al timbre de la puerta de abajo, María pulso el botón de apertura de la puerta de la calle y al mismo tiempo dejó un poco abierta la de arriba, de modo que él pudiera entrar al llegar, y se fue corriendo a poner en práctica su plan.

Luis subió los 18 escalones que separaban el despacho de María de la portería, y vio la puerta entreabierta, entró diciendo - Hola y cerrando la puerta tras él, pero no quiso chillar demasiando no fuera que María estuviera al teléfono como había ocurrido en alguna otra ocasión, aunque le parecía extraño ya que no se escuchaba nada. Fue hasta el despacho de María y al ver que no estaba allí, intuyó que estaría esperándole en el sofá de la sala de juntas, y abrió la puerta que comunicaba con la misma.

Nada más entrar y ver a María, se puso a reír diciendo:

  • Ummmmm veo que hoy tenemos el día juegueton.

María estaba sentada en el sofá, muy quieta, el foulard que un momento antes llevaba al cuello, ahora le tapaba los ojos, de modo que no veía nada.

Luis se aproximo a ella muy despacio, y le susurro en el oído.

  • Estás segura de querer jugar a esto?

María asintió con la cabeza al tiempo que de su garganta se escapaba un siiiiiiiii, cargado de sensualidad, que hizo que Luis se excitase por completo.

  • Muy bien nena, si eso es lo que quieres lo vas a tener - y la beso, de ese modo que tan sólo él sabía, y que hacía que María se volviera completamente loca, la excitaban tanto los besos de Luis que más de una vez había estado a punto de llegar al orgasmo sólo con esos besos. Pero está vez Luis no la dejo, le volvió a susurrar.

  • No, nena no, hoy sufrirás un poquito.

Con mucha calma Luis empezó a desabrochar la blusa de María, y ella acerco las manos a él buscando su camisa, pero Luis la sujeto, poniendo las manos en la espalda de ella y diciendo:

  • Quieta, deja que te quite la blusa, que ese pañuelo tuyo nos va a dar mucho juego.

Ella obedeció sumisa y se dejó hacer, cada vez más excitada. Luis acabó de quitarle la blusa y se quedo un momento mirando maravillado aquellos pechos que tanto le gustaban, que subían y bajaban al compás de la acelerada respiración de María. Luis pasó un dedo por encima del sujetador, rodeando el contorno del pezón, que inmediatamente respondió a ese contacto, poniéndose duro como a él le gustaba. Entonces cogió el pañuelo por los extremos, se aseguró de que estuviera bien atado detrás de la cabeza de María, y rodeando las manos que ella aún mantenía en la espalda la ató con los extremos con un suave nudo.

Aquello aún excitó más a María, sabía que sería fácil desatarse pero el juego le parecía morboso y se dispuso a disfrutar del momento. Luis la hizo levantarse y darse la vuelta, se situó detrás de ella, y lentamente bajó la cremallera de su falda que fue a parar al suelo, en los pies de María, entonces se pego a ella por detrás, agarrando los pechos de María. Ella notó la presión de la gran polla de Luis, y supo que no tardaría en quitarse toda la ropa, pero en lugar de eso él se dedicó a tocarla por encima de la ropa interior, y cuando ella empezaba a estremecerse, le decía:

  • No, no puedes disfrutar aún o te tendré que castigar, y le daba un azote en el culo. Que sabía que aún la excitaría más.

Tal como estaba pegado a su espalda, la fue separando lentamente del sofá, y la hizo ir hasta la mesa de juntas, una vez allí aparto una silla y la sentó en el borde de la mesa, le hizo abrir bien las piernas y se situó en medio, la beso apasionadamente y mientras fue desabrochando el sujetador, para dejar libres los pechos de María. Los apretó uno con cada mano diciendo:

  • Uffffff nena que tetas tienes, me vuelven loco - María se echó a reír como hacía siempre que Luis decía eso.

El entonces acerco su boca al pezón derecho y empezó a chuparlo, y morderlo como sabía que a ella le gustaba, mientras con la otra mano estiraba del otro pezón, que estaba igual de sensible; María gemía de placer, y al notar que la mano de Luis bajaba por su vientre hasta sus muslos se arqueo levantando ligeramente la pelvis, esperando el contacto de su mano. Luis apartó las braguitas de María a un lado e introdujo un dedo en el coñito de María, que estaba caliente y muy muy humedo, ella empezó a moverse y mientras seguía gimiendo; entonces le quitó las braguitas, la desato la manos para que pudiera tumbarse en la mesa y se puso a comerle el coñito, mientras le acariciaba el clitoris con un dedo o le introducía dos dedos como si la estuviera follando, María, metía los dedos en el ensortijado pelo de Luis, tirando de él algunas veces y llegó al climax, al tiempo que decía.

  • Siiiiiiiiiiii, follame.

Luis se desnudó por completo, y tal como estaba María tumbada sobre la mesa, y le metió su polla hasta dentro, follandola salvajemente, María no dejaba de gemir, de repetir su nombre y pedir que la follará, estaba fuera de sí. Luis la conocía bien y sabía que era una máquina follando pero ese día estaba siendo espectacular. El ritmo era desenfrenado y Luis sabía que no podría aguantar mucho tiempo más, así que dejó que María tuviera un nuevo orgasmo y salió de su interior, la ayudó a bajar de la mesa, y la volvió a llevar al sofá. Esta vez el se sentó y la puso a ella sobre él, de modo que fuera ella la que pudiera marcar el ritmo.

En cuanto María se sintió otra vez llena de la polla de Luis, empezó a moverse, suavemente al principio, para ir poco a poco cabalgando cada vez más deprisa, dejando que Luis se entretuviera otra vez con sus pezones, estirándolos y mordiéndolos, la estaba volviendo loca de placer, y entre gemidos le decía:

  • Ummmm cariño, que caliente estoy, soy tu putita caliente. - A lo que Luis respondía, - sí me encantas putita mía.

María perdió la cuenta de las veces que había conseguido llegar al orgasmo en su loco cabalgar sobre Luis, hacía ya un rato que él le había desatado las manos, pues echaba de menos las caricias que ella siempre le hacía, y también le quitó la venda de los ojos, para poder ver esa mirada felina y de vició que María tenía cuando follaba y que a él tanto le gustaba.

Cuando la vio completamente satisfecha, la hizo levantarse de encima de él, y le pidió que se sentase en el sofá, él se puso delante y ella le empezó a acariciar el pene, lo atrajo hacía ella, acerco primero su lengua, lamiendo de arriba a bajo toda aquella polla que tanto gusto le daba, después la introdujo en su boca, lamiendo y succionando, mientras sus manos jugaban con los testículos de Luis y su dedo indice jugaba un poquito, en la entrada del ano de Luis, unas ligeras vueltas, sin llegar a penetrar, su boca subía y bajaba por todo el pene, ya fuera lamiendo, o chupando. Luis le agarraba la cabeza y la follaba la boca, a punto de estallar. Llegado el momento, sacó la polla de la boca de María y la roció toda la cara con su semen, que ella relamía gustosa.

Cuando ya se hubieron lavado y recompuesto la ropa, se acurrucaron muy juntos en el sofá,

contándose

como había ido la semana, y cuales eran los planes para los siguientes días, y como había que seguir trabajando Luis se levanto para marcharse, se besaron durante un rato y quedaron que la semana siguiente

irían

a un motel, para poder follar a gusto en una cama.