Relación 24/7 (8) final

El final. El como me hubiera gustado que hubiera terminado todo...

Tú me tocaste cuando mi alma se escapaba.

Me recogiste por las paredes de tu cuerpo.

(…)

Sé que tú y yo seremos grandes porque tenemos el poder,

el de sentirnos transparentes.

No me dejes nunca sola en las sombras.

Solos contra el mundo – Tahúres Zurdos

Siento mis pechos tan hinchados y sensibles que me está volviendo loca el roce de la blusa que llevo. Acompañando a esto siento la placentera vibración en mi coño de un vibrador que no cesa de marcar ritmos sin orden ni lógica. Mi Amo me ha hecho bajar a comprar varias cosas al hipermercado y se ha encargado de que el recado sea un suplicio. Voy vestida con una blusa blanca, unos vaqueros ajustados y unos zapatos de tacón negros. Debajo de la blusa ha atado mis pechos con una cuerda en forma de ocho y están hinchados, hipersensibles y siento que a punto de estallar. Cada paso que doy siento como la tela se fricciona en mis pezones ocasionando una oleada de placer que recorre todo mi cuerpo y en el momento en que el vibrador que tengo en mi coño comienza con un nuevo ritmo tengo que pararme y respirar profundamente para no correrme en medio de la tienda. Cuando he terminado de coger los productos que me ha pedido, me dispongo a ir a la caja a pagarlos. Siento mi respiración agitada y me encuentro en un estado de excitación tal que tengo sensible absolutamente todo el cuerpo. Al llegar a la cinta y dejar los productos, la cajera, una chica morena, joven y guapa, me da los buenos días y me sonríe, yo le doy una media sonrisa, porque es lo único que puedo hacer en ese momento. Comienza a pasar los productos por la máquina que contabiliza el precio, y yo los voy metiendo en una bolsa, teniendo especial cuidado de no rozarme más de lo necesario en las tetas.Cuando termina me comunica el total que tengo que pagar, le doy mi tarjeta y realizo el pago. En el momento en el que me devuelve la tarjeta me inclino para recogerla y me golpeo mis pezones con la parte de la caja. Aunque el golpe no es muy fuerte, hace que una oleada de dolor y placer salga de mis pechos y recorra todo mi cuerpo. En el mismo momento, el vibrador comienza otra vez con su ritmo brutal haciendo que otra oleada de placer me recorra desde otro foco distinto, el coño, al resto de mi cuerpo. El orgasmo es demoledor. Tengo la tarjeta cogida en la mano tan fuerte que la doblo y empiezo a jadear con los ojos cerrados, paralizada, sintiendo un éxtasis total. No sé cuánto tiempo estoy así, pero cuando desaparece la sensación abro los ojos y veo como la cajera me mira con los ojos muy abiertos y todavía con la mano extendida de darme la tarjeta. En ese momento quiero morirme. Cojo la compra rápidamente y salgo del establecimiento lo más rápido posible, todavía con mi cuerpo tan sensible y estimulado que la cabeza me retumba.

En el momento en el llego a casa, donde vivo con mi Amo, intento meter la llave en la cerradura, pero me tiemblan tanto las manos que no puedo hacerlo a la primera. Mi Amo me abre la puerta desde dentro y me mira detenidamente.

-          Te has corrido, ¿verdad, perrita?

-          Lo siento, Amo.

Bajo la vista y siento como para la vibración dentro de mí, lo que hace que suspire un poco más aliviada. Me hace pasar dentro y me coge la compra que deja en la cocina. Luego se vuelve a dirigir a mí y me da un beso tierno para luego cambiando a una actitud severa, mirarme a los ojos y decirme:

-          ¿Sabes que has cometido un error importante, verdad? y ¿sabes que tendré que castigarte?.

Coge mis pechos con sus manos y los aprieta. Están tan sensibles e hinchados, atados en la cuerda, que una oleada de dolor me recorre entera. Cierro los ojos y respiro intentando mitigar un poco el dolor hasta que deja de presionar. En la negrura empiezo a ver puntos blancos y cuando abro los ojos noto mi vista borrosa. Intento enfocarle y mi estómago da un vuelco al verle, con su mirada dura y su semblante frio e impasible, me resulta en ese momento el hombre más atractivo que he conocido. Su aura de dominancia me envuelve, su pelo y sus ojos negros me vuelven loca, pero otra vez pierdo mi vista en sus sensuales labios. Como siempre, sólo con mirarle, sé que puede conseguir todo de mí.

Se da la vuelta y se dirige hacia el salón, yo le sigo con la cabeza gacha y el corazón retumbándome en el pecho. Mi cuerpo sigue excitado, pero el dolor que siento en los pechos sobre todo después de llevar bastante tiempo atados y del brusco estimulo recibido, es constante y latente. Veo que coge una silla de madera de la mesa del comedor y la sitúa en medio del salón, luego se dirige a mí y me dice:

-          Desnúdate y ponte en posición, perrita.

Me quito la blusa y el pantalón, quedándome sólo con los zapatos de tacón y lo dejo doblado encima de otra silla, luego vuelvo al mismo sitio, pongo mis manos detrás de la cabeza entrelazadas y abro las piernas. Mi Amo se acerca a mí y mete su mano entre ellas, busca el pequeño cordón del vibrador y lo saca. Siento un vacío dentro de mí, aunque ya ni me acordaba que estaba allí. Luego coge mi collar de perrita y me lo pone, para lo que le ayudo apartando las manos. Cuando termina vuelvo a mi posición inicial. Después desata mis pechos, los cuales clamaban al cielo por su liberación. Siento que me embarga un sentimiento de agradecimiento por estar ahora mismo donde estoy, siendo consciente de que sé que me espera un castigo, pero agradecida de poder ofrecer todo lo que tengo.

-          Inclínate sobre el respaldo de la silla.

Me sitúo detrás de ella y me inclino apoyando las manos en el asiento y dejando mi vientre por encima del respaldo. Me ata las muñecas a las patas delanteras y los tobillos a las traseras. Intento acomodarme lo mejor que puedo pero es una posición bastante incómoda sobre todo a medida que va pasando el tiempo. Escucho como mi Amo vuelve de la habitación, donde había entrado tras atarme y se sitúa a mi lado.

-          Vas a recibir 50 azotes y quiero que los cuentes. Cuando terminemos me lo debes agradecer debidamente, ¿entendido perrita?

-          Si, Amo.

Comienzo a recibir los azotes con una chancla en mi culo, de forma pausada pero constante, y yo voy contando uno tras otro. Me duele cada uno de ellos y a medida que se van incrementando en número se va mezclando un dolor sordo de los recibidos anteriormente con los que voy recibiendo. Cuando llega al último y yo he terminado de contar me pasa la mano por las nalgas y las siento supersensibles, lo que hace que me revuelva en la silla inconscientemente.

-          No me lo has agradecido, te voy a dar 10 azotes más en cada nalga y espero que luego te acuerdes de hacerlo.

Se me había olvidado ya. Respiro inspirando con fuerza y recibo el primer azote, esta vez con la mano y vuelvo a contarlos. Siento la fuerza que emplea y el dolor que genera y necesito que termine ya. Cuando lo hace y termino de contar le hago saber lo agradecida que estoy:

-          Gracias, Señor. Siento haberme corrido sin su permiso, Amo.

-          Eso está mejor, perrita mía.

Se sitúa delante de mí y me toma del pelo subiéndome la cabeza, baja la cremallera de sus pantalones vaqueros y saca su polla, la cual mete en mi boca. Esto sí me gusta, la trago con ansia y entonces sí que siento un bienestar interior, saber que estoy dándole placer a mi Amo hace que me sienta viva y agradecida por todo lo que me da. Sigo mamándole la polla con dedicación y lo que me permite mi postura. La saboreo, me encanta el sabor que tiene. Intento mover la cabeza para darle el mayor placer a la vez que juego con mi lengua. Estoy concentrada en eso cuando me coge la cabeza con las manos y comienza a follarme la boca. Sus embestidas son certeras y rítmicas mientras me la mete hasta la garganta. De vez en cuando me deja tiempo para poder respirar, pero la tregua es pequeña. Está así durante un rato mientras intento respirar y darle el mayor placer posible hasta que la saca y se sitúa tras de mí. Me coge de las caderas y me la mete por el culo. La sensación que siento es tan intensa que se me corta la respiración. El dolor que tengo en las nalgas se une a la penetración forzada y a un dolor de pechos que al moverlos por lo sensibles que están hacen que apriete el asiento de la silla de tal forma que se me ponen los dedos blancos, pero no digo nada, intento aguantarlo mientras comienza a follarme. Al poco rato el dolor se vuelve placer, un placer intenso que se acentúa con la sensibilidad de las nalgas al choque de éstas con las caderas de mi Amo. Siento como un orgasmo increíble empieza a surgir de forma fulminante, mientras la fuerza de las embestidas van incrementándose de forma frenética. Intento aguantar, no correrme, no puedo hacerlo otra vez, pero la sensación es tan intensa que me encuentro en el borde del abismo de forma irremediable hasta que mi Amo se corre dentro de mí, dejándome con una sensación de insatisfacción increíble pero respiro aliviada porque he obedecido sus órdenes aunque siento mi cuerpo latiendo entero, mis sienes, mi corazón, mi culo…

-          Te has portado muy bien ¿quieres que te permita correrte?

-          Sí Amo, por favor… - sólo pienso en cómo puede hacerme esa pregunta si sabe perfectamente en el estado tan alto de excitación en el que me encuentro.

-          De acuerdo, preciosa, pero primero jugaremos un poco.

Se agacha y comienza a desatarme los tobillos de la silla, luego me desata las manos.

-          Siéntate con las piernas abiertas.

Lo hago y me vuelve a atar las piernas a la silla dejándome las piernas abiertas y la pelvis un poco más adelantada, luego me ata las manos por detrás de la silla. Después trae  una mordaza de bola con agujeros y siento como me levanta el pelo, mi melena rubia, para dejar más acomodada la mordaza y el simple hecho de hacerlo hace que un escalofrío me recorra todo el cuerpo. Luego veo que se dirige a la cocina y regresa al poco rato con una vela. Son las típicas velas que están metidas en un plástico, la enciende y la deja encima de la mesa.

-          ¿Cómo van esos pechos?

Los toca con cuidado y los siento muy sensibles. Suspiro a través de la mordaza pero no digo nada, mientras mi Amo comienza a lamerlos sin llegar a tocar los pezones. Cada roce de su lengua es una sensación arrolladora que me recorre los pechos completamente. Después pasa a mis pezones, los pone más duros todavía jugando con su lengua y sus dientes, succionándolos… tras esto saca unas pinzas de la ropa y me pone con cuidado una en cada pezón. Me duele mucho, pero mucho, debido al estado tan sensible en el que se encuentran tras las ataduras.Poco a poco también va mitigándose el dolor mientras mi Amo juega con su dedo a hacerme caricias alrededor de los pechos. Lo que daría ahora porque me desatara y me follara, creo que nunca sería capaz de describirlo. Tras un rato así, coge la vela y empieza a echarme cera encima de mis tetas, el dolor es muy intenso pero rápidamente se convierte en placer haciendo que me excite más con cada gota de cera. Cuando se acaba la cera fundida, la vuelve a dejar en la mesa para que se siga fundiendo y vuelve a mí. Me baja la mordaza y comienza a besarme y a tocarme el coño con sus dedos, en ese momento estallo en llamas, jadeo e intento mover mis caderas contra su mano. Su lengua me invade la boca y sus dedos juegan con mi clítoris y vuelvo a estar en el borde de un orgasmo brutal, un orgasmo que intento contener con todas mis fuerzas.Estoy a punto de dejarme llevar cuando mete sus dedos dentro de mí, para de besarme y me dice mirándome con sus profundos ojos negros:

-          ¿Sabes que eres mía, verdad?

-          Si, Amo – tengo la respiración entrecortada y lo digo más como un suspiro.

-          Tenlo presente, eres mía y soy yo quien controla todo de ti, tu placer y tu dolor. Soy dueño de tu cuerpo y de tu mente. Quien decide si puedes disfrutar, reír, llorar o simplemente respirar ¿lo has entendido?

-          Sí, Señor. – siento como mueve sus dedos dentro de mí en forma de gancho atrayéndome hacia él. Sé que siente los espasmos internos que me sacuden debido a la excitación extrema en la que me tiene.

-          Estas latiendo por mí, tu cuerpo late por mí, tu alma late por mí.

Saca los dedos de dentro de mí, me vuelve a colocar la mordaza y se aleja a la mesa a por la vela. Los oídos me retumban, parecen que escuchan la circulación de la sangre corriendo dentro de mí, siento el corazón a mil y, a pesar de la mordaza, todavía mi boca retiene el sabor de su beso. Cuando se acerca, comienza a derramar la cera por mi vientre y por mi pubis. Abre un poco con los dedos mi coño y derrama más cera en él. El dolor y el placer se entremezclan de tal forma que sólo soy consciente de la oleada de sensaciones que siento entre mis piernas. Me revuelvo en la silla lo que me permiten las ataduras. De repente siento como vuelven a introducirse los dedos de mi Amo dentro de mí y empieza a follarme con ellos, yo muevo mi pelvis limitadamente adelante y atrás, pero lo suficiente para proporcionarme un placer increíble. La cera ha parado y sólo siento el movimiento de los dedos entrando y saliendo, haciendo que otra vez crezca en mí la necesidad de rendirme a otro orgasmo. Siento como me quita las pinzas de los pezones y me provoca un dolor que vuelve a llevarme al borde del abismo.

-          Puedes correrte cuanto quieras, perrita.

Empieza a chupar mis pezones desde donde salen ramalazos de placer que recorren mi cuerpo y los dedos en mi coño follándome rápidamente me hacen llegar a un orgasmo brutal y enloquecedor haciendo que mi cuerpo se tense de forma brusca. A través de la mordaza empiezo a gritar y tras pasar la cúspide del orgasmo, comienzo a mover mi pelvis lo que puedo buscando prolongar el placer.

Mi Amo tiene razón, mi cuerpo late para él. Lo está ahora mismo notando es su mano. Soy completamente suya y él lo sabe.

Cuando comienzo a darme cuenta otra vez de donde estoy, mi Amo me esta quitando las ataduras de las piernas, luego desata mis manos y por último me quita la mordaza. Me pone en pié y comienza a besarme con ansia. Noto que no movemos y yo sigo sus pasos sin abrir los ojos, dejándome llevar por sus brazos y su boca. Cuando para de besarme abro los ojos y veo que se aleja un poco de mi, se quita la camiseta blanca que lleva, los vaqueros y la ropa interior y se tumba encima de mi en la cama. Me abraza pero me recoge el pelo por detrás y estira hacia abajo provocando que yo eche la cabeza hacia atrás dejándole mi cuello expuesto. Me penetra suavemente y comienza a follarme, a la vez me besa la boca y el cuello. Me tiene atrapada entre sus brazos, siento su respiración entrecortada y sus leves gemidos de placer y eso me provoca que sienta tal excitación que yo también empiezo a gemir. Los besos y las embestidas se vuelven más exigentes. Siento el peso de su cuerpo encima de mi y su posesión al tenerme atrapada por el pelo. Su olor, su aliento, su sabor, su abrazo, sus gemidos, su duro baivén, todo se entremezcla provocándo que vuelva a sentir un tornado dentro de mí. Comienza a follarme rápidamente y con fuerza, enrosco mis piernas en su cuerpo y le abrazo también con fuerza, clavándole las uñas sin darme cuenta. Llego a un estado tal que ya no me importa nada, solo sentir como un orgasmo descomunal me rompe entera y me deshace en mil pezados.

Siento como me libera el pelo, y sigue besándome tiernamente, se tumba a mi lado y me abraza. Yo apoyo mi cabeza en su pecho y reposo mi cuerpo pasando mi pierna sobre él. Me voy quedando dormida mientras nuestras respiraciones se van calmando y siento que el mundo dejó de existir hace mucho tiempo para mí, mi mundo sólo es él.

Amo,

Descubrió mi paisaje interior, le dio color e hizo que se lo entregara pero al final me ha dejado sola en las sombras….


Este es el último relato que escribo de esta serie seguro y no sé si definitivamente ya que necesito una fuente de inspiración para escribir y ya no la tengo. Gracias a todos los que me han leido y seguido, por los mails, valoraciones y comentarios. Espero que los relatos hayan gustado tanto como a mi escribirlos.

Xana