Relación 24/7 (5)

El viaje 1. A mi Amo le sigue gustando hacerme disfrutar hasta dejarme sin sentido

Mi vida ha cambiado, mejor dicho, yo he cambiado. Sigo viviendo igual con mi Amo, sigo cocinando, limpiando, planchando... pero ahora lo hago con más devoción, entrega y veneración si cabe. Espero con desesperación el momento en el que llega a casa, tenerlo todo terminado como a él le gusta, para cuidarle y mimarle y no veo la hora de que me use a su antojo, de ser suya sin condiciones, reservas o dudas. Desde mi último castigo me ha hecho ver lo que le necesito, como necesito su aprobación, que esté orgulloso de mí. Necesito demostrarle mi entrega absoluta. Tiemblo de pensar en que pueda defraudarle otra vez. Por eso, estoy un poco nerviosa, ya que he tenido que viajar por trabajo a otra ciudad un par de días y debo estar preparada ya que recibiré órdenes suyas en cualquier momento. No quiero cometer ningún error.

He llegado al aeropuerto de Madrid con un calor de locos y me he hospedado en un hotel céntrico ya que necesitaba proximidad para las reuniones de trabajo que tengo a lo largo de estos dos días.  Debido al alto calor, me he puesto una blusa color crema y una falda a juego por encima de las rodillas. Llevo un sujetador de encaje que realza mis grandes pechos de color crema también y un tanga a juego. Complementa mi vestimenta unos zapatos de tacón del mismo color. Me miro en el espejo y veo que el conjunto realza mi figura y mis piernas. Me recojo mi rubia melena en una coleta no muy fuerte, dejando el flequillo sin recoger, dando así un look desenfadado pero a la vez elegante. Me he maquillado de forma que resalte mi belleza, pero sin provocar ya que tengo que estar casi todo el día metida en reuniones y ahora eso es lo importante. Me gusta ser sensual en ciertas situaciones y ésta es una de ellas. Para terminar me pongo mis gafas de intelectual dándole a todo el conjunto un toque un poco morboso de secretaria sexy.

Antes de salir de la habitación cojo el móvil y me hago una foto con él, pongo una pose caliente mordiendo un lápiz con mis dientes y a continuación se lo envío a mi Amo. Quiero que sepa como voy y que lo hago pensando en él.

Salgo del hotel y cojo un taxi para dirigirme a mi primera reunión. Cuando le indico al taxista donde me dirijo escucho el móvil en mi bolso. Lo saco y mi corazón empieza a palpitar con fuerza, es mi Amo. Siento que me tiemblan las manos. ¿Porqué siempre hace que me ponga tan nerviosa?. Descuelgo el teléfono y me lo llevo a la oreja.

-

Buenos días, mi perrita. ¿qué tal has dormido hoy?

-

Muy bien Amo. Estaba muy cansada del viaje, llegue muy tarde anoche, Señor.

-

Me alegro. Estas muy guapa, que pena que no puedo disfrutar un poco de ti antes de que te vayas a trabajar. ¿Qué estas haciendo?

-

Me dirijo al trabajo, Amo.

-

¿Vas andando?

-

No Amo, voy en taxi.

-

¿Cómo tienes planeado el día de hoy?

-

Tengo mi primera reunión a las nueve. Después a las once tengo otra. Y por la tarde a las cuatro otra más. No sé a que hora terminaré pero luego estaré libre hasta mañana por la mañana que me reúno por última vez a las nueve. Mi avión sale mañana a las tres de la tarde, Señor.

-

Perfecto. Quiero que estés en todo momento pendiente del móvil por si quiero llamarte ¿de acuerdo, perrita?

-

Si, Amo.

-

¿Sigues en el taxi?

-

Si, Amo.

-

¿Te esta escuchando el taxista hablar?

-

Si, Amo. – hablo más bajo mientras dirijo la mirada a mis rodillas y se que me estoy poniendo roja de la vergüenza. No me había dado cuenta de que el conductor me ha tenido que escuchar todo. Levanto un poco la vista y me fijo en él. Un hombre grande, de unos cincuenta años y pelo canoso. Veo como me lanza miradas continuas por el espejo retrovisor.

-

Pregúntale cual es la calle por la que estáis pasando.

Respiro hondo e intento que mi voz salga con un poco de fuerza.

-

Perdone, ¿me puede decir que calle es esta?

-

La calle Serrano, Señorita. – siento como el hombre intenta mirarme de arriba a abajo a través del espejo retrovisor.

-

Estamos en la calle Serrano, Señor. – Ahora si que hablo más bajo.

-

Pregúntale cuanto queda para llegar.

-

¿Me podría decir cuanto queda?

-

En menos de cinco minutos estamos. – me dice el taxista.

-

Señor, ya estamos llegando, en cinco minutos.

-

Bien, quiero que te quites las bragas ahora mismo mientras le miras y luego las metas en el bolso. No cuelgues el móvil en ningún momento.

-

Si, Amo...

Con manos temblorosas dejo el teléfono en el asiento a mi lado y le miro. El taxista sigue mirándome por el espejo retrovisor pendiente de todo lo que digo o hago. Mi mente lucha contra esta orden pero soy consciente de que no puedo desobedecerle, no me importa el castigo, lo que no quiero es que vuelva a sentirse defraudado conmigo. Levanto mi culo y subo mi falda lo suficiente para coger la tira del tanga. El taxista en ese momento gira la cabeza y me mira las piernas. Eso es lo único que puede ver porque la falda no le deja ver más pero veo como agranda los ojos cuando empiezo a quitarme el tanga. Lo bajo hasta los tobillos y lo recojo. Me bajo la falda hasta las rodillas, meto el tanga en el bolso y agarro nuevamente el móvil, sintiendo lo fuerte que lo hago debido a los nervios.

-

Ya está, Señor.

-

Bien mi Perrita. ¿Crees que está caliente el taxista?

Vuelvo a mirar al hombre y veo que sigue con cara de sorpresa. Como siga así al final nos vamos a chocar con otro coche.

-

Amo, creo que esta todavía muy sorprendido – intento decirlo de forma que el hombre lo oiga lo menos posible – no sabría decirle muy bien.

-

Pues entonces perrita, levántate la falda y abre las piernas, que vea lo caliente que estas.

Siento que el corazón me va a mil por hora. El taxista sigue conduciendo pero veo que pone el intermitente y para el coche. Se gira hacia mí y me dice con voz adusta:

-

Son 19 euros.

Se le nota incómodo. Seguro que no se esperaba nada así. Me armo de valor y me levanto la falda y abro las piernas. Veo como los ojos se le van a salir de las órbitas. Echo una mirada rápida y veo a personas andar por la acera sin ser conscientes de lo que pasa dentro del vehículo. Vuelvo mi mirada al hombre que sigue con la vista fija en mi coño que ya esta empapado y luego me mira a mi con su cara de sorpresa.

-

Señorita, será mejor que salga del taxi.

Cojo el bolso y el móvil y salgo corriendo sin pagarle. Escucho como acelera el vehículo forzándolo y con una maniobra rápida se incorpora a la circulación. Con las manos temblorosas, el corazón a cien y cachonda como pocas veces, vuelvo a hablar con mi Amo.

-

Señor, me ha pedido que me baje y se ha ido corriendo.

-

¿Has llegado a tu destino?

-

Si, Señor.

-

Bien. ¿Estas caliente, perrita?

-

Si, Señor, mucho.

-

Perfecto. No te vas a volver a poner las bragas o el tanga. Cuando salgas de cada reunión quiero que te dirijas al baño, te abras de piernas y te hagas una foto con el móvil de lo mojada que estas. Luego me la mandas. Después quiero que después de magrearte las tetas y pellizcarte los pezones, se masturbes el coño y después de eso te grabarás en video con el móvil follándote el culo con los dedos. Y también me lo mandas. Se tiene que ver como tu coño esta chorreando mientras te das placer por el culo. ¿Sabes que no te puedes correr en ningún momento?. Como lo hagas el anterior castigo no será nada. ¿Entendido perrita?

-

Si, Amo – Sólo de pensarlo ya estaba totalmente empapada.

-

Pues que pases un buen día y espero que recibir a lo largo del día todo.

-

Si, Amo. Que tenga buen día igualmente.

Escucho como cuelga y me quedo mirando al infinito, sin moverme en medio de la calle, asimilando lo que me ha pedido. Estoy muy cachonda, siento mis pezones duros rozándose con el sujetador y siento que mi coño late al ritmo de los latidos de mi corazón. Me ha hecho ser muy consciente de mi cuerpo y en menos de media hora tengo mi primera reunión. Primero quería haber ido a tomar un café y repasar los papeles con los que voy a trabajar, pero siento que no voy a poder concentrarme. Me dirijo a una cafetería que veo a pocos metros y opto por tomarme el café de pie en la barra. Ahora mismo estoy tan caliente que si me siento posiblemente me corra sin remedio. Tengo que dejar que me baje el calentón porque así no voy a poder hacer mi trabajo. Cuando termino el café, leyendo sin leer los papeles y con un calentón increíble comienzo mi día de trabajo en Madrid.

Hoy tenía tres reuniones y tras salir de cada una de ellas, hice lo que mi Amo me pidió. Estaba tan mojada que mis fluidos me caían continuamente por las piernas y he tenido que salir al baño en varias ocasiones a limpiarlos. Pero por fin ha terminado mi día, son las siete y media de la tarde y he vuelto al hotel. Ahora sólo quiero darme una ducha de agua fría ya que el calor que hace en julio en esta ciudad es horroroso y así aprovecho y espero que me baje un poco la calentura con la que llevo desde primera hora de la mañana y que mi Amo se ha encargado de que no me baje. Pido la llave en la recepción del hotel, subo por el ascensor hasta el tercer piso donde se encuentra mi habitación y abro la puerta con la tarjeta. Me paro un momento en la entrada, estudiando la habitación, me parece fría, una cama beige sin adornos, un mesilla a un lado, un escritorio al pie de la cama y un pequeño armario empotrado. Para poco dan las dietas del trabajo. Al menos es luminosa ya que tiene una puerta hacia un pequeño balcón de hierro forjado de unos 50 cms. que da hacia una calle relativamente tranquila. Siempre he pensado que este tipo de balcones eran inútiles, sólo se puede poner alguna maceta o salir a fumar un cigarro mientras ves las vistas, no tienen mayor utilidad. La habitación es pequeña y esta todo el calor condensado en ella, pienso en poner el aire acondicionado pero primero voy a abrir la puerta hacia el balcón para ventilar un poco. La abro y al volverme me encuentro con mi Amo en el umbral de la puerta. No lo esperaba ni lo había escuchado situarse allí por lo que el susto que me llevo es bien grande. Siento como el corazón se me ha desbocado y me va a mil por hora, no sé si es por lo inesperado de la situación o por saber que ha venido por mi. En ese mismo momento no puedo articular palabra alguna y me quedo contemplándole, alto, moreno, con esos ojos negros que hacen que me derrita cuando quiere de lujuria y cuando quiere de temor, esa boca sexy que sólo dan ganas de comerla continuamente. Hoy lleva unos vaqueros azules y una camiseta blanca y en este momento me dan ganas de que no los llevara encima.

-

Hola perrita, ¿me has echado de menos?

Sigo sin poder hablar, de verdad que no me esperaba para nada que fuera a parecer y mi mente tiene que asimilar la situación. Cuando comprendo lo que me esta diciendo le indico levemente que sí con la cabeza. Me mira atentamente y pone esa medio sonrisa que me vuelve loca, se gira y cierra la puerta.

-

Yo sí te he echado de menos. Me has hecho viajar hasta aquí por lo que ahora tengo que resarcirme del largo viaje que he tenido que hacer, ¿no crees? – me dice mientras va acercándose a mí lentamente.

Siento que mi cuerpo responde a sus palabras con una gran contracción de mi coño, como queriendo comerse su gran polla, es increíble lo que puede provocar en mi una frase de su boca, de hecho, una única palabra. Cuando llega a mi, me mira serio a los ojos pero luego comienza a besarme profundamente mientras me abraza. Sabe que así hace que me tranquilice y que espere con expectación y deseo lo que va a suceder. Cuando termina me gira hacia el balcón y salimos los dos juntos, abrazados. Me acaricia los brazos de arriba a abajo y cuando llega a mis  manos las lleva a la barandilla del balcón.

-

No se te ocurra soltarlo.

Se me ponen los pelos de punta cuando vuelve a subir con una caricia sus manos por mis brazos. Noto como luego me agarra la cadera y hace que me incline un poco introduciendo la mitad de mi cuerpo en la habitación. A continuación me sube la falda hasta la cintura y abre mis piernas. Sigo sin llevar bragas, tal y como me ordenó por lo que son muy consciente de mi desnudez. Comienza a acariciarme el culo y luego acaricia mi raja.

-

No hace falta que te inspeccione, estas muy mojada, perrita mía. Veo que has cumplido mis órdenes. Así me gusta.

Tras calentarme todavía más si cabe acariciándome el clítoris desde atrás y luego desde allí al culo y otra vez al clítoris, empieza a azotarme de forma suave.  Inmediatamente mi coño comienza a mojarse tanto y a latir de tal modo que creo que me voy a volver loca. Siento como la respiración se me entrecorta y sólo puedo mirar a la gente que va pasando por la calle sin percatarse de lo que esta ocurriendo aquí arriba. Las suaves nalgadas van tomando algo de fuerza y de vez en cuando alcanzan mi coño empapado. Cada vez que ocurre creo que voy a  correrme, y no se como puedo contenerme, la verdad. Siento como mis tetas se bambolean al compas de los azotes, al igual que mi cuerpo. Siento mi culo ponerse tan ardiente que me hace perder el sentido. Mi coño late con tanta fuerza que comienzo a no saber ni donde me encuentro. No se el tiempo que paso así, hasta que siento como mi Amo me mete la polla de una sola embestida. Me muerdo los labios y creo que me he hecho sangre, intentado reprimir el orgasmo que lleva intentado surgir desde hace siglos dentro de mi. Comienza a penetrarme con fuerza y yo me agarro a la barandilla del balcón con las manos blancas de tanto esfuerzo.

-

Puedes correrte cuando quieras y las veces que quieras, preciosa. Quiero que la gente que pasea vea tu cara al hacerlo.

Y me corro. Siento tal orgasmo desde mi interior hasta todas las partes de mi cuerpo, que me flaquean las piernas y no se si grito o no. No se si hay gente o no. No se si existe un mundo a mi alrededor o no. Sólo estamos mi Amo y yo, mi Señor, mi Dueño...

Cuando comienzo a ser consciente otra vez de mi misma y de lo que me rodea, siento que sigo en la misma posición y mi Amo sigue penetrándome con fuerza. Ahora mismo estoy en un estado autómata después del descomunal orgasmo que acabo de tener, pero pronto vuelvo a ser consciente de sus embestidas y de la situación en la que me encuentro: en el balcón de un tercer piso, de cara a la calle y siendo penetrada de forma profunda y rítmica, lo que hace que vuelva a sentir como otro orgasmo va burbujeando en mi interior. Va luchando por imponerse en cada envite y cuando las embestidas se convierten en mucho más rápidas y poderosas, siento como vuelvo a correrme y como lo hace mi Amo tras de mi. Le oigo gruñir y hace que me sienta la mujer más feliz de la tierra por poder darle placer.

Cuando termina y sale de mi, yo no me atrevo a soltarme de la barandilla ni a cambiar de posición, aunque hubiera dado todo por poder descansar ya que estoy exhausta. Tarda un poco en volver y hace que suelte las manos que tengo entumecidas totalmente. Intento mover los dedos y las muñecas para que me dejen de doler y mi Amo me da un masaje en ellas hasta que pasa el dolor. Le miro agradecida y él me responde con una mirada penetrante haciéndome saber que todavía no ha terminado conmigo. Me vuelvo a estremecer. Me gira, me desabrocha el sujetador y yo me lo quito por debajo de la camisa.

-

Túmbate en el suelo boca arriba y con las manos vuelve a agarrar los hierros del balcón.

Me tumbo como me ordena. Mi cuerpo queda dentro de la habitación y mi cabeza queda fuera en el balcón, luego agarro el pie de los hierros con las manos. Veo como mi Amo me esposa las manos a los hierros y luego miro a mi alrededor, veo el cielo azul, veo el resto de balcones de mi hotel por encima de mi ya que debe tener unos cinco pisos y los de los lados. En esta posición no veo la calle pero oigo los coches y algunas risas o conversaciones. Cuando vuelvo la atención a mi Amo, veo que sigue vestido y esta mirando en una bolsa de viaje que ha debido de traer y yo no había visto hasta ahora. Se vuelve y se dirige hacia mi, debería mirar lo que ha cogido pero no puedo apartar los ojos de su mirada tan negra y profunda. Se arrodilla a mi lado y me da con la mano en la cadera para hacerme saber que levante el culo hacia arriba, lo hago y me sube la falta a la cintura. Luego hace lo mismo con la blusa y deja mi cuerpo desnudo con las prendas enrolladas. Con mis tetas mirando al techo empieza a chuparme y morderme los pezones. Las amasa con las manos mientras me las come y mi coño vuelve a mojarse sin remedio. Luego coge unas pinzas y las pone con cuidado en mis pezones. Me agarro con más fuerza a los hierros. Las pinzas están unidas con una cadena que siento fría en mi piel en comparación con el calor reinante. El dolor de mis pezones poco a poco se va convirtiendo en placer. Alzo las vista y miro los balcones que me rodean. No veo a nadie, pero la situación me parece tan morbosa que se que me acordaré de ella toda la vida. Cuando vuelvo la vista al interior de la habitación, mi Amo ha cogido otras pinzas y las tiene en la mano. También veo que ha cogido la almohada de la cama y me vuelve a dar en la cadera para que la eleve. Lo hago y mete la almohada debajo por lo que ahora estoy tan expuesta y a la vez tan cómoda que creo que como haga cualquier cosa para darme placer voy a explotar a la menor ocasión. A continuación veo como se mete entre mis piernas separadas y empieza a hacerme una comida de coño descomunal. Noto como juega con mi clítoris volviéndome loca y lame toda mi raja con ansia. Yo estoy tan mojada y excitada que siento como la sangre me golpea en la cabeza y empieza hasta a dolerme. Siento como mete sus dedos y comienza a follarme con ellos mientras acaricia con su lengua mi clítoris. De vez en cuando noto algo de aire en la cara que me hace ser consciente de donde me encuentro. Voy a romper en un gran orgasmo otra vez, pero mi Amo para en seco y yo me quedo caliente y anhelante y mi coño esta palpitando de tal forma que creo que si me follara ahora mismo su polla no tendría ni que moverse para descargar en mi. Coge otras pinzas y veo como las pone en los labios de mi coño. Estas duelen más. Cierro los ojos y respiro para aguantar el dolor y entonces vuelvo a sentir su lengua en mi coño. Comienza otra vez a comerlo y el dolor empieza a convertirse en un placer tan intenso que vuelvo a correrme sin remedio.

Tras volver a recobrar la cordura, siento como retira las pinzas de mi coño y luego lo lame delicadamente lo que hace que en ese instante se me inunden los ojos de lágrimas, lágrimas porque se que mi Amo me cuida, que me protege, que quiere lo mejor para mi, que me conoce más que yo misma y me siento tan dichosa que no puedo remediar que las lágrimas recorran los costados de mis ojos. Cuando respiro fuerte por la tonta llorera que me ha dado mi Amo se acerca a mi y me da un beso en los labios. Luego se sitúa entre mis piernas y comienza a follarme de nuevo. Esta vez de forma tranquila pero para mi completa. Lentamente hace que sienta cada centímetro de su gran y dura polla en mi interior y mis lágrimas vuelven a surgir sin remedio. Soy tan consciente de su presencia sobre mi que me gustaría fundirme con él. En un momento dado le miro y veo que me vuelve a mirar con esa sonrisa suya de medio lado y empieza a bombear más fuerte haciendo que vuelva a sentir el comienzo de otro orgasmo, luego empieza a tirar de la cadena que une las pinzas de mis tetas y siento el dolor mezclado con placer que provocan. Comienzo a gemir importándome bien poco todo lo que me rodea. Vuelvo a notar con cada embestida que poco a poco voy a explotar otra vez, van subiendo por mi cuerpo oleadas de placer y dolor hasta que en una rápida y profunda cabalgada vuelvo a caer en el abismo, haciendo que mi cuerpo se arquee despegando la espalda del suelo, tirando de las esposas que me tienen sujeta al balcón, gritando como nunca y latiendo entera desde la cabeza a los pies.

Esta vez si que creo que me he perdido el sentido porque cuando lo recobro ya no estoy esposada y estoy en brazos de mi Amo en el suelo. Respiro profundamente su olor y quiero recordar este momento hasta el final de mis días.

Me relajo ahora, pero se que la noche esta por empezar...

xana{A_m}