Rehaciendo mi vida 3 - Mi jefa, el iceberg
Dicen que la fortuna y el destino siempre te da una de Cal y una de Arena, pues a mí me han dado con las dos en los morros, pero con sacos de 50 kilos y sin abrir.
REHACIENDO MI VIDA
- MI JEFA, EL ICEBERG
El mismo lunes por la mañana abandone la cabaña. El domingo no fue un día para recordar, lo único que conseguía en ella eran recuerdos del tiempo pasado con Ainoa, Mi Dama de las Nieves. Por eso, porque ya no me sentía cómodo decidí seguir viaje hacia mi destino, hacia mi nueva vida pero a diferencia de cuando salí de la que había sido mi casa que me embargo un sentimiento de nostalgia, en esta ocasión sin embargo lo que llevaba conmigo era un sentimiento de pérdida parece mentira lo que pueden suponer unas pocas horas para el corazón de una persona, supongo que esto es lo que se puede denominar "flechazo fulminante".
Había alquilado un chalet en las afueras de la ciudad, así que me fui directo para la inmobiliaria con la que había cerrado la operación y afortunadamente no había problema alguno para que lo ocupara un poco antes de tiempo. Me puse en contacto con la mudanza y durante dos días dormí en un hotel, el tercero una vez que todas mis cosas estuvieron en mi nueva vivienda me instale por fin. Ese día decidí salir un poco por ahí a tomar algo a algún local, quería intentar despegarme de esa sensación que me acompañaba desde lo de Ainoa, esa sensación de soledad . Tenía que sobreponerme y reiniciar mi vida de nuevo, era un buen momento dado que todavía tenía unos días libres.
Decidí ir a la ciudad, entre en el primer local que vi que me pareció con posibles de encontrar alguien con quien confraternizar. Entre y me dirigí a la barra a pedir algo mientras mi mirada paseaba por el local buscando a alguien que me atrajera. Vi un grupo de cuatro chicas que estaban bailando solas, a las que se arrimaban diversos tíos intentando "pillar cacho", la verdad es que me hizo gracia la forma en que los esquivaban a todos los que lo intentaban. Uno de estos intento coger a una de las chavalas por el brazo para obligarla a bailar con él, la chica se resistió y vi como el tipo le apretaba con más fuerza el brazo apretándola más contra él. Sus amigas se dieron cuenta y dejaron de bailar para enfrentarse al tipo vi como la cosa se podía poner fea y más cuando este acepto el enfrentamiento. Creo que debido al alcohol y a que eran chicas se envalentono mas, momento en el que decidí intervenir.
Me acerque por detrás suyo, le cogí el brazo por la muñeca y girándoselo se lo puse en la espalda, cogiéndole de la camisa con la otra mano mientras le llevaba contra una columna del local. Le pegue contra ella y cuando vi que hacia intenciones de soltarse le apreté un poco más el brazo inmovilizado diciéndole que si no se calmaba le rompería el brazo por cuatro sitios. Creo que el dolor, la dureza de mi voz y porque no decirlo, los cuatro de seguridad que aparecieron casi de la nada le acabo de convencer de que sería muy saludable por su parte estarse quietecito e irse tranquilito a casita. Los de seguridad me dieron las gracias y el de relaciones públicas del local me invito a una docena de copas. Pero lo que de verdad me intereso es que se acercaron a mí las cuatro chicas para agradecérmelo.
Al final termine ligando con una de ellas llamada Violeta, justo la que tuvo el problema con el imbécil ese, estuve bailando y hablando con ellas durante bastante rato, me entere que no tenían novio y que trabajaban en una gran empresa, aunque no especificaron cual, me hizo gracia que pudiera dar la casualidad de que fuera en la mía. En una de las veces que las otras tres se despistaron, aunque creo que se lo pidió Violeta, esta me guio hasta el baño de chicas. Nos metimos en uno de los retretes y allí se apresuro a desabrocharme los pantalones para liberar mi polla que por entonces ya estaba pidiendo guerra mientras se quitaba a toda prisa sus braguitas, me enfunde una goma en ella, ella se subió a horcajadas mientras yo la sujetaba firmemente por las nalgas y sin más preámbulos se la metí de golpe en su rajita. Empecé a embestirla lo más fuerte que podía mientras devorábamos nuestras bocas, la pegue contra la pared para ayudarme a sostenerla mejor y así cansarme algo menos mientras la seguía embistiendo con furia, sus gemidos y jadeos quedaban ahogados en mi boca. Pronto note como se corría, sus contracciones, sus jadeos no por ello deje de seguir embistiéndola, ella se recupero enseguida y siguió aferrada a mí como si le fuese la vida en ello, cuando note que le llegaba otro orgasmo acelere mis embestidas para intentar hacerla llegar junto conmigo, como vi que no iba a ser capaz de ello decidí introducirla un dedo en el culito, fue instantáneo, sentir el dedo introducirse y correrse como un grifo a la vez que yo vaciaba mi esperma en el preservativo. Al oído me dijo jadeando que había estado de puta madre, que se alegraba de haberme conocido esa noche, que solo por esto había merecido la pena lo del idiota ese, lo que me subió la autoestima bastante. Me salí de ella retirando de mi pene el preservativo, tirándolo al servicio, mientras ella se arreglaba y se limpiaba con papel el coñito, que rebosaba de sus jugos. Fue el típico "aquí te pillo, aquí te mato". Cuando los dos estuvimos otra vez decentes abandonamos el picadero improvisado para reintegrarnos a la pista de baile.
Seguí bailando con Violeta todo el rato hasta la hora de irnos, educadamente me ofrecí a llevarlas si no disponían de coche, aunque según ella vivían cerca y no hacía falta que las acompañara insistí en dejarlas en sus casas. Por supuesto la ultima de todas fue violeta que me pidió el número de teléfono y me proporciono el suyo, además me dijo que quería que la llamara, aunque solo fuera para salir por ahí como amigos nada mas, aunque según ella no la importaría que fuera para otra ración más tranquila y larga de lo mismo, me guiño un ojo y me dijo que le había caído muy bien.
A pesar de todo y de lo bien que me lo había pasado con violeta no era capaz de quitarme de la cabeza a Ainoa. Al día siguiente llame a mi amigo José, esperaba que el único de mi pasado que me encontraría en esa ciudad, con el que quede para cenar y hablar de todo un poco
Esa noche cenamos José, su mujer Miriam, y yo. Poco después de sentarnos los tres y pedir, José me hizo la pregunta obligada que yo mas temía, me pregunto por mi novia Sandra, ya que se la presente dos años antes cuando volvió a mi ciudad y como no, por mi "hermano", su tocayo. Dado que todavía tenía amigos de la universidad por allí decidí que lo mejor era ser sincero con él para pedirle por favor que no le hablara a nadie de mí.
- Y: José la verdad es que rompí con mi novia, la pille en la cama con tu tocayo, como tú dices, así que como puedes suponer ni sé nada de ellos, ni me interesan sus vidas en lo más mínimo. La razón de aceptar esta propuesta de trabajo se debe en gran medida a que quería alejarme e intentar empezar de nuevo.
- J: Lo siento Gaby (siempre me han llamado así), joder que guarrada, José era como tu hermano, no sé qué decir .
Vi que tanto José como Miriam se habían quedado consternados por mi respuesta, se miraban como diciéndose uno a otro con la vista "vaya metedura de pata", comprendía perfectamente que era algo que no se hubieran esperado en la vida. Era la típica pregunta en la que luego deseabas que te tragara la tierra.
- Y: Tranquilos los dos que no pasa nada, y José tu no podías saberlo así que no te hagas cruces, ¿vale?. Lo que si os pido por favor a los dos es que esto quede entre nosotros y que si habláis con alguien conocido no le digáis que ando por aquí, ¿vale?, por favor.
- J: Por supuesto, no te preocupes, no diremos nada .
- M: Claro, tranquilo, podemos entender perfectamente que no quieras que nadie sepa que estas aquí.
Se lo agradecí de nuevo y retomamos la conversación hablando de todo un poco, del pasado, del presente, del futuro . Con el evidente paso de puntillas por cualquier cosa que pudiese provocar la salida a colación de Sandra o de mi "hermano". Entonces le pedí que por favor me informara de que me podía encontrar en mi nuevo trabajo, preguntando a Miriam claro, si no la importaba que la aburriéramos con ello. Debo de decir que Miriam me cayo genial y creo que yo a ella también, por supuesto que nos dio permiso, además según ella más me valía saber donde me metía . Y dejo suelta la coletilla esa de "por la cuenta que te trae", lo que me dejo un poco mosca.
José me empezó a comentar que en el departamento que me habían asignado solo había mujeres, yo sería el único hombre. Me comento que todas eran unas chicas majísimas y muy agradables, que seguro que me llevaba muy bien con todas, dado mi forma de ser. Vamos que me lo puso todo por las nubes así que no pude evitar hacerle la pregunta obvia, ¿Dónde está el truco?. Y el medio muerto de risa al igual que Miriam, que por lo visto ya conocía "al truco", aunque me dijo que "el truco" la caía muy bien. Empezó a explicarme José donde estaba el truco de algo tan perfecto, y el truco estaba en mi inmediata superior, según él una mujer preciosa a la que todos apodaban "El Iceberg", aunque me confesó que en su modesta opinión merecería más un mote como "el pedernal", "la dama de Hierro" o algo así. Me temí lo peor, es decir, durar dos telediarios, pensé que sería una feminista que aborrecía a los hombres vista la racha de suerte que llevaba, así que rezando por equivocarme le pedí que ampliara detalles aunque tenía confianza porque a Miriam le caía muy bien y no creo que se mostrara tan contenta de ser así ..
Según él era una mujer que se había hecho a sí misma, que estaba donde estaba por meritos propios con una capacidad de trabajo increíble. Pero que evidentemente no toleraba idioteces de nadie, ni hacia ella ni hacia nadie que trabajara para ella, fuera quien fuera, algo que le había costado la cabeza a más de un "caballero" que había caído por su departamento y había ido de cazador interfiriendo en el trabajo o molestando a las compañeras. Me comento que le daban igual hombres que mujeres, que ella quería gente que se dedicara a trabajar y no a contemporizar, que para eso usaran su tiempo libre, al que no rendía directamente le cortaba la cabeza, también me aviso que no toleraba a los trepas, pelotas y por extraño que pudiera parecer no era de las que se sentían amenazadas si alguien destacaba por encima de ella, no era de las que podrían perjudicarme si podía ascender por mis propios meritos e incluso ella prefería que si se equivocaba en algo la gente de su equipo se lo dijera a quedar luego como una imbécil, eso sí que lo hicieran como lo hacia ella, a puerta cerrada para no dejar mal a nadie. Según José la llamaban "El Iceberg" porque no le temblaba la mano para poner a quien fuera en su sitio o como ya dijera antes, cortarle la cabeza, según coincidían todos era fría como el hielo del Ártico pero una jefa que merecía la pena tener si eras de los que curraban, sino ...
La verdad es que la descripción no me desilusiono, yo era de los que trabajaba y de los que además trabajando bromas las justas. Una cosa era el buen rollo, el buen ambiente y otra el escaqueo o la vagancia para aprovecharse del trabajo de los demás. Ni que decir de los trepas o pelotas, esos los llevaba fatal pero fatal, no os hacéis una idea. Para que os hagáis una idea en mi anterior empresa había un trepa que intento aprovecharse de mi trabajo para medrar, demostré que era mío y el acabo despedido, con la cabeza metida en un retrete del que le tuvieron que sacar los bomberos y con las imágenes colgadas en la red. Con esas cosas se me pone una mala leche de impresión, es superior a mí.
José se ofreció a concertarme una cita con mi nueva jefa para el día siguiente y así presentarme a ella, para de esa forma ir poniéndome al día sobre lo que tendría que hacer e ir viendo por donde iban los tiros con ella. Evidentemente accedí ya que pensé que me convenía ir el primer día sabiendo por donde pisaba vista la fama de mi nueva jefa.
Me presente a las 11 de la mañana tal y como José me pidió que hiciera, el me estaba esperando en la puerta de las oficinas para acompañarme, ya de paso aprovechamos para que me hicieran mi tarjeta de acceso al edificio y al parking ya que era necesario para todos los que allí trabajaban, así de paso me ahorraría la molestia de estar los primeros días rellenando papeles para tarjetas provisionales de acceso, el primer día podría recoger directamente la mía, creo que solo por eso valió la pena. Subimos al piso donde estaba la oficina de mi departamento y entramos dentro, lo que me encontré casi me dejo con la boca abierta, y digo casi porque iba preparado para no mover un musculo me encontrase con lo que me encontrase. Mis futuras compañeras, sino todas al menos la mayoría, parecían sacadas de un concurso de belleza, no me extraño nada que más de un ligón de medio pelo que pensase mas con la entrepierna que con la cabeza se hubiera dejado caer por allí y le hubiera costado la cabeza por idiota. Con esto no digo que el resto fueran feas, que no, eran unas chicas preciosas pero de las denominadas del montón tirando hacia arriba.
Llegamos junto a la mesa de la secretaria de mi futura jefa, al pedirle José permiso para pasarme al despacho esta le dijo a José que por lo visto se había producido un error al mandarles de personal mis datos que les habían facilitado ese mismo día. Por lo que le explico no venia mi nombre, solo la inicial y habían supuesto que era una mujer, así que le dijo a José que pasara y hablara el antes con la Jefa. A mí me pidió que por favor esperara un momento a que me llamaran, cosa que evidentemente hice. Cuando José abrió la puerta para entrar pude ver a mi futura jefa embebida en el ordenador, completamente absorta, según pude observar jugando inconscientemente con un dedo de su mano izquierda sobre otro dedo de la misma mano, comprendí que era un gesto inconsciente en ella. Afortunadamente José cerró la puerta tras si antes de que ella pudiera levantar la cabeza y verme, la cara que puse al verla . Ni preparación para no mover un musculo ni leches, me quede paralizado, absolutamente paralizado, hice la estatua, incapaz de mover ni un musculo por la sorpresa. Ahora sí, me concentre en recuperar el control obligándome con un esfuerzo de voluntad terrible, digamos para aclararnos que me concentre para que ni un musculo de mi cuerpo se moviera sin mi permiso expreso durante lo que me quedaba de entrevista con esa mujer del despacho.
La secretaria me hizo pasar al despacho de mi jefa, creo que cuando entre como mejor podría describir mi expresión es, valga la paradoja, como un rostro total y absolutamente inexpresivo. Cuando se levanto para saludarme y tenderme la mano se quedo rígida por un momento, estreche su mano escasamente un segundo apenas, lo estrictamente necesario para que no pudiera tacharlo de descortesía, ni una milésima mas. Oí a José decirla que como podía ver había sido un error de personal, mi jefa se recupero rápidamente, me di perfecta cuenta de que se había dado cuenta de lo de estrecharla la mano, me miro fijamente como queriéndome taladrar con la mirada, intentando adivinar algo en mis gestos o en mi cara, finalmente me invito a sentarme junto a José. Sin dejar de auscultarme con su mirada, una mirada cada vez más intensa y fría, me estuvo preguntando por mi forma de trabajar, por mi trabajo anterior, me leyó la cartilla sobre cómo se hacían aquí las cosas, me dijo también que si yo funcionaba podía contar con ella para todo, etc . En fin todo lo que se puede decir en estos casos con una salvedad, el ambiente de la reunión había sido completamente gélido desde el momento en que yo entre hasta ese momento en que nos levantamos para despedirnos de ella, un poco más de tiempo y hubiesen aparecido estalactitas, la estrechamos de nuevo la mano y después de soltarnos, justo antes abrir la puerta e irnos me soltó un último aviso . En todo esto en mi cara no se había movido ni un musculo, y os garantizo que mis ojos debían de desprender esquirlas de hielo.
- E: Gabriel, recuerde los pilares de esta oficina, trabaje bien, llévese bien con sus compañeros, procure dejar los problemas junto con su vida personal fuera de aquí y de esa forma todo irá perfecto, no se olvide que si hace esto también contara con todo mi apoyo en lo que necesite.
- Y: Bien Jefa por eso no se preocupe, porque .
Primero soy de los que trabajan ,
Segundo me gusta llevarme bien con los compañeros y si puedo echarles una mano si me necesitan ,
Tercero siempre dejo mis asuntos personales en la calle, algo que espero también de los demás, ocupen el puesto que ocupen
Cuarto soy de los que van de frente, con la verdad por delante, sin reírme de nadie y sin hacer daño a los demás por diversión.... Al llegar aquí tanto mi voz como mi expresión abandonaron su inexpresividad, se tornaron en glaciales y duros como el pedernal.
Nos veremos el próximo lunes cuando me incorpore a su equipo. Buenos días Jefa. -Abrí la puerta y salí seguido de José.
Quiero aclarar que en toda esta conversación nadie nos podría haber acusado nunca ni a la Jefa ni a mí, de ser descorteses o desagradables con el otro. Ambos hicimos lo mínimo imprescindible para evitar que nos pudieran acusar de algo de eso precisamente. Cuando salimos de la planta del departamento rumbo a la cafetería pues José había pedido permiso para acompañarme me pregunto qué era lo que había pasado ahí adentro, que nunca había visto a mi Jefa tan fría con ningún recién llegado, que desde luego yo no le había ido a la zaga y que en aquel despacho había tenido la sensación de estar en el Ártico. Según él entre los dos le habíamos provocado escalofríos y no lo decía metafóricamente hablando precisamente. Le dije que posiblemente no nos hubiéramos caído bien, pero que dado que creía que el tenia razón en lo que me había explicado de cómo era no habría problemas entre nosotros dos para trabajar. Creo que no se quedo muy convencido de todo esto, pero que remedio le quedo que aceptarlo y más cuando creo que se dio cuenta que de mi no iba a sacar mas explicaciones.
Si durante toda la reunión el ambiente había sido gélido os puedo asegurar que durante esa corta conversación del final si entra un pingüino muere congelado. La temperatura paso de gélida a más que glacial, a ser una glaciación en toda regla, creo que al pobre José si le entraron escalofríos de verdad. Tomamos un café rápido y me fui volando a casa a pasar el cabreo, no quería ver a nadie ni en pintura.
Creo que para entender esta situación, el porqué de esta frialdad y este cabreo por mi parte os describiré a mi jefa, quizá os suene de algo. Cuando entre dentro de la oficina vi a una preciosa mujer con un discreto pero tremendamente elegante traje chaqueta de color oscuro, Altura sobre 174 aproximadamente, piel clara, ojos verdes, labios carnosos delicadamente cubiertos por un discreto carmín de color rojo, pelo de color negro intenso que le llega hasta media espalda, la talla de sostén debe de ser al menos una 90 sino mas, unas nalgas firmes y portentosas, bajo su falda se adivinaban dos firmes columnas marmóreas finamente torneadas por piernas y con la inconsciente costumbre de hacer girar el precioso anillo de compromiso que lucía en su dedo anular con el dedo pulgar de la misma mano, tal y como no pude por menos que observar cuando entro José, en ese corto periodo de tiempo hasta que cerró la puerta tras de sí.
Lo que provoco este cambio en mi fue ese precioso anillo de compromiso, no me gusta hacer a los demás lo que no me gusta que me hagan a mí. Debo de recordaros que a mí me habían puesto los cuernos a conciencia y según ese anillo que Ainoa no llevaba el día que apareció en la cabaña, yo había contribuido a ponérselos a alguien sin ser consciente de ello, lo que sinceramente no me consolaba. Además no me gusta que se rían de mí y me tomen el pelo, cuando la pregunte si estaba divorciada se salió por la tangente respondiéndome con el anillo, culpa mía por no insistir con lo del divorcio puesto que pensé que ambos estaban relacionados, aunque en este momento con el cabreo que tenia no era capaz de reconocer nada de nada. Pero desde luego no la creo tan estúpida como para no haber pensado que si me decía que estaba comprometida no hubiera permitido que pasara nada y menos después de lo que la dije de lo que me habían hecho unos días antes. Mi cabreo era de los que hacían época, y para colmo estaba seguro de que me había enamorado de ella como un gilipollas, lo que me cabreaba más aun y para acabar de rematarlo era mi jefa .
Si es que no me lo podía creer, Mi Dama de las Nieves era mi jefa, que a además me había tomado el pelo como a un imbécil, estaba comprometida. Cojonudo del todo.
Dicen que la fortuna o el destino siempre te da una de Cal y una de Arena, pues a mí me habían dado con las dos en los morros, pero con sacos de 50 kilos y sin abrir.
Desde luego rehaciendo mi vida soy un Crack.
CONTINUARA