Rehaciendo a los exterminadores (3) Final

Final de la coleccion (para fanaticos). aaprece un nuevo personaje y termina la historia de Sango.

Antes de entrar de lleno en la historia les pido una disculpa por el retrazo pero no había tenido tiempo de escribir, en fin, aquí está la ultima parte y final de esta colección de relatos.

Era una tarde tranquila y fresca, el sol comenzaba a ocultarse y el cielo había cobrado un color amarillo. En una colina, alejada a un par de horas de una ladea estaba la pequeña casa donde vivía Sango. Ella estaba sentada observando el cielo, su vida había cambiado mucho y ya.

Sango aun lucía hermosa y joven, sin embargo ya habían pasado varios años desde que toda la historia comenzó, si embargo ella lo recordaba bien:

( Recuerdo )

Era la segunda noche que Sango y Kohaku tenían relaciones con la esperanza de que Sango quedara embarazada y así comenzar a revivir su clan de exterminadores, pero justo en el momento en que descansaban de aquella sesión de sexo escucharon como alguien intentaba entrar a la aldea (que supuestamente estaba deshabitada). De in meditado los dos se vistieron, pero Kohaku salió muy apresurado, aun se sentía como el hombre de su hermana, que debía protegerla de todo.

-¡Kohaku espera! –Gritó Sango al tratar de detenerlo.

-¡Yo me encargare hermana!

Pero en cuanto cruzó por la puerta una daga se clavó en su corazón, seguida de muchas otras.

-¡Kohaku, no! –Sango corrió hacía su hermano solo para ver como el chico se desplomaba en el suelo.

Sango levantó a Kohaku mientras lloraba, las heridas del muchacho eran mortales, no le quedaba mucho de vida.

-Hermana, lo, lamento

-No hables por favor Kohaku –Decía sango llorando.

-No, esta bien… si me muero ahora me voy feliz, porque te tuve antes de morir… te amo hermana, te amo… Sango.

Esas fueron las últimas palabras de Kohaku, había muerto en el malvado ataque de un grupo de asesinos de una aldea ninja que buscaban las armas hechas de monstruos que los exterminadores guardaban.

Ese no fue el único recuerdo terrible para Sango, también estaba que fue la primera vez que mató a un ser humano, cuando mató a todos los ninjas en venganza por la muerte de su hermano.

De eso ya había pasado mucho, Sango se sintió destrozada por todo y abandonó la idea de rehacer su clan, quemó toda la aldea y enteró a su hermano Kohaku para irse a vivir tranquilamente, alejada de las peleas y de todo, pero no todo resultó como ella pensaba.

( Fin del recuerdo )

-¡Hermana! –Dijo el chico que se acercaba hacia la casa donde estaba Sango.

Aquel chico llamaba a Sango hermana debido a su juventud y belleza, pero era en verdad su hijo. Si, en la última noche con Kohaku Sango había quedado embarazada, teniendo ocho meses después a aquel chico.

El chico tenía 13 años de edad, era muy parecido a Kohaku pero de una manera mas varonil, en color de cabello y de piel era igual a Sango, sin embargo el incesto del que era producto le había dejado de marca los ojos rojos sensibles a la luz. Sango lo había llamado Shiro y lo había criado sola con mucho amor. Adoraba al chico, tanto por ser su hijo como por ser el último recuerdo de su familia y en especial de Kohaku.

Esa noche en especial comenzó a hacer mucho frió. Sango se peinaba el cabello mientras Shiro colocaba un par de leños más al fuego.

-Va a helar en unas horas hermana –Decía Shiro mientras frotaba sus brazos tratando de calentarse.

-Ya te dije que no me llames así Shiro –Sango sonreía al hablar con él-, ¿Cuándo me dirás mamá?

-Aunque lo digas la verdad es que eres muy joven y linda para ser mamá.

Sango no respondió, solo continuó peinando su cabello, pero se detuvo al escuchar el siguiente comentario de Shiro, de hecho se petrifico.

-¿Dormimos juntos? –Dijo Shiro.

-¿C, como dices? –Sango soltó su peine completamente sonrojada pero sin mirar a Shiro a la cara.

-Es que habrá mucho frió, así podremos usar dos cobijas y calentarnos, ay sabes que

Sango entendió el mensaje, debido al incesto del que había nacido, los ojos rojos de Shiro eran muy sensibles a la luz y por eso no podían dejar encendida una fogata por las noches. Sango se sentía culpable siempre que lo recordaba, nunca le había confesado sobre su origen, así que sentía todo aquel peso sobre ella.

-Si, esta bien –Dijo Sango sonriente.

Unas horas después Sango y Shiro estaban acostados bajo las cobijas en la oscuridad de su casa. En verdad era una noche congelante, pero por alguna razón Sango solo podía recordar a Kohaku, y es que era la primera vez que dormía junto a otro hombre desde que estuvo con Kohaku, nunca pensó que sería ahora con su hijo.

Sango amaba a Shiro, más de lo que amo a alguien alguna vez, no solo por ser su hijo, sino que era todo lo que le quedaba. Pensando en esto abrazó al muchacho fuertemente y besó su frente mientras una lágrima se le resbalaba al pensar en el problema de los ojos de Shiro, pero entonces escuchó la voz suave del muchacho.

-No llores, te ves muy fea llorando.

-¡S, Shiro!, ¿no estabas dormido?

-La verdad… no podía dormir pensando que estas recostada a mi lado… -Shiro abrazó a Sango fuertemente también sin abrir los ojos siquiera-, mamá.

Sango apenas lo creía, el abrazo de Shiro era de amor de pareja, no de madre e hijo, lo reconocía bien porque era la forma en que Kohaku la había abrazado su última noche que pasaron juntos.

-Shiro

-Siempre me imaginé tu olor justo así

Pese a todo, lo más sorprendente para Sango es que no lo había soltado y no parecía querer hacerlo, de hecho le gustaba, se sentía cómoda con la situación.

-También... –Shiro acarició a Sango suavemente-, me imaginé tu figura así de hermosa desde que te imaginé en tu traje de exterminadora.

-¡¿Lo has visto?!

-Si, lo encontré hace tiempo y desde entonces te imaginé en el, así de hermosa

Sango se sonrojó más al escucharlo y entendió todo lo que sentía, amaba a Shiro, amaba a su hijo, estaba enamorada de él; ya conocía le incesto y después de todo lo que había ocurrido ya solo deseaba ser feliz, y se decidió a serlo.

Sin pensarlo mas, Sango buscó los labios de Shiro y lo besó suave y amorosamente, por supuesto el chico no tardó en corresponderle.

Entre caricias y besos pronto Sango y Shiro estaban desnudos. Shiro pudo ver el hermoso cuerpo de Sango y besarlo y abrazarlo a placer, y así estuvieron revolcándose durante una hora al menos. El mayor gusto de Shiro era besar y chupar los senos de su madre, le encantaban y no se detuvo hasta dejarlos completamente ensalivados, para luego bajar sus labios por su estomago hasta su sexo.

Las sensaciones en el vientre de Sango no dejaban de llegar hasta que ella alcanzó el orgasmo, pero Shiro no detuvo su lengua o sus labios. Sango no quiso ser menos, y colocando al chico sobre ella en el otro sentido comenzó a chupar su pene e hicieron su primer 69.

Después de mucho chupar y de más besos y caricias, Shiro se recostó a un lado de Sango y la penetró solo hasta la mitad pero suficiente para hacer jadear a Sango, estos sonidos y el sudor en el cuerpo de su madre excitaba al chico de enorme manera.

Tras una hora y media más, Sango cayó exhausta y casi dormida, pero Shiro no se había saciado aun de su amadísima madre. Para cuando Sango se dio cuenta Shiro ya la había colocado en cuatro y estaba besando su espalda y acariciando su vientre y sus senos.

-S, Shiro

-Por favor mamá, necesito tenerte, me muero por tenerte.

Ante las suplicas de su hijo Sango no pudo hacer mas que permitírselo, amaba tanto al chico que deseaba entregarse a él y no podía negarle ningún capricho.

Ya con el permiso de la mujer, Shiro tomó las caderas de Sango y comenzó a penetrarla por detrás mientras ella apretaba tanto los dientes como las cobijas y cerraba los ojos tan fuertemente como podía por el dolor. A los pocos minutos Sango se acostumbró y el dolor comenzó a transformarse en placer. Shiro comenzó a moverse en el interior de Sango cada vez más raído y fuerte, mientras que ella movía la cadera de una manera sensual y deliciosa. Pronto Shiro terminó en le interior de Sango, ocasionándole a ella un orgasmo mas, pero los movimientos no se detuvieron así como tampoco los jadeos y gritos de Sango. Shiro comenzó a acariciar el sexo de Sango y a introducirle primero un dedo y luego dos, masturbándola sin detenerse.

Quien sabe cuantas veces tuvieron orgasmos, pero mientras Sango recuperaba el aliento Shiro salió de su interior y la penetro por la vagina en la misma posición, por detrás; luego jaló de un solo tirón a Sango contra él, abrazándola con fuerza mientras ella se acomodaba para quedar sentada sobre las piernas de su hijo y que su espalda quedara pegada a su pecho, ambos sudorosos y aun excitados.

Así como estaban continuaron las caricias y besos, Shiro amasando y acariciando como loco los pechos y el vientre de Sango y volviendo a introducir sus dedos en su vagina por delante, mientras que ella volteaba la cabeza para besarlo y disfrutar de la penetración. Las últimas horas de la noche Sango las pasó montada sobre Shiro y cabalgando sobre él mientras el chico disfrutaba de los pechos de su madre.

Cuando el sol salía Sango y Shiro aun estaban despiertos, no habían dormido nada, solo habían hecho el amor sin parar. Los primeros rallos del sol cayeron sobre ellos y Shiro intentó cerrar sus ojos lo más fuerte que pudo, siempre le lastimaba la luz, pero esta vez Sango lo abrazó con fuerza para protegerlo; aun estaban desnudos y él aun estaba dentro de ella.

-No te preocupes mi amor –Dijo Sango.

En pocos minutos continuaron haciendo el amor así como continuaron viviendo juntos, resultando en un nuevo embarazo para Sango, ahora uno que deseaba del hombre que mas amaba, con el que compartiría su vida de ahora en adelante y con el que formaría una familia tranquila y feliz, con quien permanecería para siempre, su amor, su esposo, su hijo.

Nunca hubo un renacer de los exterminadores, pero si de Sangay su familia.

FIN.

Bueno, aquí termina este relato, muchas gracias a todos los que siguieron los tres números, se los dedico a ustedes. Espero sus comentarios no lo olviden, el mail es: f-sangre@hotmail.com muy pronto nos veremos en un nuevo relato cada vez mejor.