Rehabilitación Sexual

El re-inicio sexual de Alejandra; primeros pasos al placer del sexo compartido...

Terapia Sensual / Rehabilitación Sexual

Hola! Soy Alejandra; soy una mujer de 30 años del tipo petite; chiquita y morenita, delgada y bien formda por el trabajo de gimnacio donde soy instructora; piernas fuertes y trabajadas, culito firme y bien puesto, cara de niña y un par de tetas que han puesto locos a varios hombres. Siempre he sido de temperamento caliente y me facina el sexo; me encanta experimentar cosas nuevas y dejarme llevar por mi morbo. Me gusta ser una mujer caliente y esta es mi historia.

Hace poco más de 12 años conocí al hombre que actualmente es mi chico, él es mayor que yo por 9 años, cuando nos hicimos novios descubrimos que ambos éramos muy apasionados, muy calientes y juntos nos potenciábamos.

Yo tenía unos 18 años y había estado con algunos chicos antes, pero nada fuera de lo común, sin embargo la experiencia sexual con él era muy especial, me llevo a experimentar diversas posiciones y ritmos, aunque debo confesar que mi posición favorita en ese tiempo era él sentado y yo encima mirándolo a los ojos, esa posición era la que me llevaba mas rápido al orgasmo, los orgasmos eran mágicos, nunca había experimentado una sensación similar,  lo hacíamos seguido, en todas partes donde hubiera oportunidad, la adrenalina era parte del encanto. En varias ocasiones lo hicimos en mi habitación mientras mi madre se bañaba, situaciones como esa eran comunes para nosotros.

Él trabajaba en una casa productora y cuando iba a visitarlo y su jefe no estaba, aprovechábamos para hacerlo en cualquier parte; lo llegamos hacer en su oficina, en la mesa de la sala de juntas, en los baños, en la bodega, en el patio, en el lobby, la cocina e incluso en el comedor, nos la ingeniábamos para acomodarnos y probar todo tipo de posiciones.

Fue una época maravillosa, siempre teníamos una gran sonrisa en el rostro y amigos muy cercanos que sabían leernos nos decían que nuestra relación era 99.9% sexual, cosa que nunca nos molesto, por el contrario, nos excitaba.

(Aquí quisiera abrir un paréntesis para comentar que yo siempre había sido muy genital, conmigo no iban las caricias previas o el cachondeo; yo me iba a la acción, a la penetración, al principio él se sacaba de onda, me proponía los juegos previos y yo nunca lo aceptaba, él con tal de complacerme dejo de proponerlo.

De hecho en una ocasión un tipo con el que salí me dijo que parecía hombre, porque después de coger me aseaba, me vestía y me iba. Evitaba a toda costa quedarme acostada platicando o durmiendo.

Con mi chico era diferente, ya que cuando cogíamos en su casa, me gustaba que después de venirnos, él se quedara dentro de mí y así uno encima del otro quedarnos dormidos.)

Después de varios años de relación, las cosas empezaron a fallar, la inmadurez y nuestros intereses profesionales nos alejaron, cada quién hizo su vida, él se fue a vivir a otra ciudad y yo me quedé; cada uno vivió y conoció diferentes personas. Desconozco cuales fueron sus experiencias, por mi parte les cuento las mías.

Recién terminada la relación, sintiéndome libre y muy caliente, decidí darle rienda suelta a todos mis deseos, salí con varios chicos y la dinámica generalmente era la misma, ir al cine o al teatro, ir a cenar y tomarnos una copa de vino o unas cervezas y terminar en el departamento (del hombre en cuestión) o bien, en un motel cogiendo. El primer encuentro que tuve fue espantoso, los gestos del tipo, su ritmo, su cuerpo, su pene, todo me incomodaba, ese día, salí prácticamente corriendo después de coger.

Cabe aclarar que el tiempo que salí con mi chico no tuve relaciones con nadie mas que con él, ya que estaba satisfecha sexualmente y no tenía deseos, ni necesidad de buscar más, entonces estar con otro era raro. Repito yo siempre he sido muy caliente y por supuesto que no iba dejar que esa experiencia me marcará, así que seguí probando.

Los prejuicios sociales acerca del “libertinaje femenino” nunca me han importado, mi pensamiento siempre era: -si él me gusta y yo también le gusto, pues me lo cojo y listo- .

Conforme iba probando, las experiencias eran mejores, debo confesar que había un chico con el que mantenía una relación abierta y cuando sentíamos ganas nos hablábamos y cogíamos sin compromiso alguno, lo cual me permitía seguir conociendo hombres y cogiendo con quien me interesara.

Un mal día me lesioné la rodilla, lesión grave pero que no me impedía caminar, sin embargo tuve que recurrir a terapia física. Recuerdo que cuando fui al consultorio a pedir informes me encontré con un joven terapista bastante guapo, bastante alto y con unos ojos muy lindos, inmediatamente llamó mi atención su actitud muy seria, y es que él era el encargado del área de terapia física y rehabilitación; ese día, yo iba vestida con un short muy corto, una blusa escotada y comiendo una paleta, cual niña buena. Mientras le hablaba no pude evitar coquetearle al mismo tiempo; trataba de chupar mi paleta muy despacio y muy cachondamente para provocarlo y ponerlo nervioso. Al parecer no se inquieto, evitaba mirarme, simplemente se limitó a programarme los horarios de terapia y ya.

Asistí a mi primera cita y elegí el outfit mas cachondo que encontré, me arreglé y mi plan era seducirlo y acostarme con él, era un reto. Poco a poco esa actitud fría de él se fue desvaneciendo, yo no perdía oportunidad de coquetearle, empecé a darme cuenta que me programaba horarios donde el consultorio estuviera vacío, para estar solos. Un buen día uno de sus pacientes le regalo una canasta de galletas, justo ese día se me hizo un poco tarde, cuando llegue estaba esperándome en la puerta, entramos juntos al cubículo de atención y (como siempre) me recosté en la camilla mientras él preparaba las maquinas, le pregunté sobre la canasta de galletas, me respondió:

  • Un paciente me las regalo,  ¿quieres?

Y yo dije: -Sí.

Asentó las galletas sobre la camilla, y yo me senté para comer una y le ofrecí mordiera un pedacito, al principio se puso nervioso, se negó y yo le insistí, se me quedó mirando, aceptó que yo le diera la galleta en la boca y mis dedos rozaron lentamente sus labios, ambos sentimos una descarga eléctrica que me hizo mojarme muy rico y a el se le hizo un bulto en el pantalón... ambos sabíamos que nos queriamos comer en ese momento y nos miramos profundamente por un instantre.Ese fue el primer acercamiento que tuvimos. La confianza iba avanzando, ya habíamos intercambiado números telefónicos y yo aprovechaba cualquier pretexto para escribirle, de pronto nos descubrimos chateando a todas horas, hasta que por fin una noche admitió en un mensaje que le gustaba. Al día siguiente al llegar a mi cita y hacer todo el ritual de acomodo decidí robarle un beso. Me acerqué a él mientras preparaba los instrumentos de rehabilitación, lo tome por detrás y lo giré hacia mi tomándolo del cuello para jalarlo y besarlo. Él muy respetuoso me abrazó mientras nuestras lenguas comenzaron a frotarse suavemente entre nuestros labios. Empecé a tocarle el sexo mientras que al tiempo guiaba sus manos para que me tocará las piernas, podía sentir su nerviosismo y a mi no me importó, estaba tan caliente que lo único que quería era cogérmelo ahí mismo, por supuesto que se dio cuenta de mis intenciones y después de una lucha en contra de mis ganas me propuso salir esa misma noche; yo acepté encantada. En esa ocasión no hubo vino, ni cervezas, nos vimos exclusivamente para ir a su departamento y hacerlo.

Una vez que llegamos al depa y al cerrar la puerta nos empezamos a besar, me cargo y me metió a su recámara, nos desvestimos y yo como siempre quería penetración, le agarraba la verga con desesperación para guiarla a la entrada de mi vagina; sin embargo él me detuvo, me miro a los ojos y me dijo: - “espera”. Me recostó en la cama y poco a poco empezó a masturbarme, yo estaba ansiosa e incómoda, quería que me la metiera... pero de pronto comencé a llenarme deldelicioso tacto de sus dedos suaves en mi sexo; me relaje; lo hacia tan delicadamente que me dispuse a disfrutar. Sus dedos eran muy agiles y largos, jugaban entre mis labios mientras se empapaban de mis jugos, acariciando levemente la entrada de mi gruta... ni entraban ni salían; solo se dedicaba a tocarme y provocarme que me mojara como una loca; cada determinado tiempo me penetraba con un dedo o dos, mientras su boca me mordía suavemente los senos y su otra mano acariciaba mi cabello, me hizo venir y el orgasmo fue uno de los mas deliciosos que he tenido... la sensación era muy similar a la que experimentaba con mi ex. Después de hacerme venir, entonces se saco la verga y me penetró; era sumamente complaciente, me preguntó cual era mi posición favorita y me colocó en esa, fue muy paciente para escuchar mi ritmo y seguirme poco a poco, montarlo era muy rico: él enredaba sus manos en mi cabello y de vez en vez me jalaba fuerte para mirarme a los ojos, me besaba el cuello y me mordía suavemente, acariciaba mis senos, mis piernas y por momentos me tomaba de las caderas para guiarme y proponerme su propio ritmo.

Mientras cogíamos me dijo: - ¿Recuerdas el primer día que llegaste al consultorio, con un pequeño short y blusa escotada mientras te comías una paleta? Pues te me antojaste mucho, evitaba mirarte porque sabía que se me iba parar, estaba nervioso y encantado a la vez.

Mientras me hablaba yo me ponía cada vez más caliente. Ese día estuvimos cogiendo por tres horas con sus respectivos descansos. Al terminar no quise salir corriendo como siempre, al contrario, nos quedamos recostados en la cama platicando, ese día me propuse dejar de ser tan genital y dedicarle un poco mas de tiempo a los juegos previos, que a mi ex nunca le permití.

Después de ese día mi rehabilitador y yo tuvimos varios encuentros, pero de igual manera sin compromiso. Así que ya tenía dos amigos con quienes podía coger.  Hasta que un buen día él me dijo que se iba a Europa a estudiar su maestría y ahí se acabaron nuestros encuentros.

Al poco tiempo me reencontré con mi ex, pero esa historia merece su propio relato…