Regreso increible...
Después de un festival, de regreso sola en el tren un hombre decide hacer uso de ella para su placer
Era tarde, estaba cansada y un poco mareada por el exceso de alcohol y de otras cosas menos confesables con las que habíamos acompañado la fiesta de concierto en concierto en aquel festival. Tocaba volver a casa. Era un tren triste, como abandonado, casi desértico pues los pocos viajeros que transportaba dormitaban cada cual en su compartimiento dejando el pasillo en un desolado vacío absoluto a mi excepción.
En ello estaba, mirando por la ventana sin fijarme en mas, cuando un hombre grande y con aspecto como de peligroso o no se, como de policía secreta o gangster o así, vino hacia mi. Me asuste un poco la verdad, pero no tarde en caer en la cuenta que los servicios estaban un poco mas allá, y que aquel caballero no tenía otro lugar por donde pasar si deseaba acudir a ellos. Me tranquilice un poco, pero aquel tipo seguía poniéndome nerviosa, el pasillo era estrecho y la situación, un tanto incómoda. Esperaba oírle decir que me rogaba le dejara paso o algo así, la verdad, pero no, ni se inmuto ni disimulo. Asió mi cadera con unas manos que parecían de acero, y rozando todo su paquete en mi trasero pasó hasta el otro lado. Me quede sin respiración, absolutamente cortada, avergonzada a pesar de no haber hecho anda, o quizá precisamente por ello. Ni siquiera se volvió. Quizá por el cansancio el alcohol acumulado o no se que, quizá por idiotez ni me moví, y al poco lo vi salir del baño con una sonrisa de oreja a oreja que era tan seductora como aterradoramente peligrosa… ni me moví. Aquella segunda vez ya ni disimulo. Tomándose su tiempo manoseo mi culo a sus anchas y se restregó a placer mientras yo me ruborizaba entre excitada asustada y avergonzada.
Se fue por donde vino dejándome el cerebro apagado o fuera de cobertura y las piernas temblando. Entre mi cabina, en la que por cierto estaba sola, y allí me recosté en los asientos procurando descansar. Imposible.
Era ya plena noche y las vías recorrían campos ocultos en una oscuridad solo rota por la única luz grisácea de una luna casi nueva que los bañaba. Yo misma había apagado la luz de mi cabina esperando quizá que la oscuridad aclarara mi cerebro, o al menos me dejara descansar… en vano.
No conseguía una postura cómoda en aquellos asientos y termine levantándome para abrir un poco el cristal y bañarme en el frescor de la calle apoyada contra la ventana. Estaba de espaldas a la puerta del compartimiento que ocupaba sola yo, era muy tarde todos dormían en el tren o lo intentaban y… nunca espere aquello.
Oí los pasos, pero no pensé nada, pues tan solo debía de tratarse de alguien que acudía al servicio, no se si oí la puerta al abrirse, tan solo recuerdo bien que de pronto tenia pegado a mi espalda al mismo hombre que antes me manoseo.
Fue directo, en un instante tenia mi falda tubo elástica subida y enrollada de cinturón y a aquel cerdo manoseándome y rozándose sin vergüenza ninguna, intente protestar, girarme… pero con una sola mano apretó mi cara contra la ventana y susurro…
- Ni lo intentes nena. – Y no lo hice. Me puso de espaldas a él y un poco inclinada. Con la seguridad que da la experiencia y el conocimiento, soltó mi blusa libero mis pechos del sostén y se puso a amasarlos de locura. A pesar de que me estaba obligado, a pesar de que era mas bien bruto… mi cuerpo respondía con necesidad, y él lo notaba.
– Ves zorra, lo necesitas – me susurro cuando sin poder aguántame gemí con varios de sus pellizcos en mis sensibles excitados y endurecidos pezones.
Sin miramiento ninguno me bajo el tanga casi hasta los tobillos, abrió mi culo y apunto derecho allí. – aaai…. – gemí dolorida sin poder evitarlo cuando empujó con fuerza dispuesto a metérmela por el culo a cualquier precio. – Chúpamela si quieres y así te dolerá menos.- era humillante y lo se, pero me arrodillé para chupársela con ganas, para hacerle una mamada y llenar de saliva la polla de mi violador, pera que me doliera menos. Me folló la boca un rato, hasta q la ansiedad le pudo me izó, y apoyada otra vez contra la ventana , abrió las cachas de mi culo, masturbó y manoseo mi coño para llevar a mi ano aquellos líquidos que lo llenaban y volvió a empujar con fuerza. Intente gritar, de hecho lo hice con toda mi alma cuando aquella poya se incrusto casi hasta la mitad en mi culo, por fortuna mi violador me había amordazado con sus manos y apenas si se llego a oír nada.
Desde allí es todo confuso. Se que moviéndose un poco para fuera para coger impulso me izaba con golpes de cadera que poco a poco lograron enterrar aquel pollon en mi trasero. – Toda zorra.. la tienes toda… - Me susurró cuando al fin sentí sus testículos golpeándome el coño, e inexplicablemente me sentí orgullosa de haberlo complacido así. Todo fue mas fácil después. Intentaba no gemir ni de dolor ni de gusto para no molestar a nadie, pero no siempre lo conseguía mientras el entraba y salía de mi como si lo hubiera hecho siempre, cada vez mas rápido, cada vez mas fuerte, cada vez mas enloquecedor, pues sus dedos seguían pellizcando y manoseándome el pecho masturbándome azotándome algo… yo misma me masturbaba con ganas hasta que sin avisar un orgasmo me sacudió toda e hizo que mis piernas se volvieran de mantequilla. Sin salir de mi trasero como si fuera una marioneta me puso recostada contra los
asientos y con todas sus ganas siguió dándome por el culo hasta que terminó llenándomelo a chorros que sentía como una dulce crema que aplacaba el escozor que sentía.
Paró, dejo de moverse y sentí como disminuía dentro de mi, como dejaba un vacío tras de si y como salía de mi cabina y me dejaba sin una palabra, para quizá, no volvernos a ver. Ni siquiera se como conseguí apañarme un poco, y dormí, dormí como si me hubieran desconectado hasta que aun de noche el tren llegó a mi estación y papa que me venía a buscar me despertó y saco del tren. Ni siquiera lo vi salir.