Regreso a horacio (10)

Al haber estado solos los amigos aprovecharon el tiempo con nuestras amigas, pero a nuestro regreso nos desquitamos

REGRESO A HORACIO (10)

Los pocos días que pasamos en Montreal con Paul fueron inolvidables, nos trató como verdaderas reinas y nos cumplió dándonos lo más rico de él. Despedirnos de él fue muy duro y difícil.

Pero esa tarde emprendimos el vuelo de regreso a San Antonio en donde ya nos esperaba Horacio acompañado de Greg. En el vuelo las dos nos dedicamos a recordar y comentar lo vivido con Paul, y a llorar desconsoladamente las dos, no podíamos calmarnos. Nos abrazamos y repetíamos lo que habíamos vivido. La azafata trató de consolarnos, pero le dijimos que llorábamos de felicidad y tristeza porque habíamos dejado a nuestro ser más querido.

Al llegar ya estábamos mejor. Recibimos a Greg y a Horacio, mejor dicho, ellos nos recibieron, con toda la alegría posible, olvidándonos de Canadá. Horacio me hablaba con mucha emoción y cariño y trataba de que Gloria se incluyera en nuestro idilio, lo que no fue difícil, Greg trató de atender a Gloria, pero ella sabía que era a mí a la que debería de atender, llegó un momento en que no supo que hacer, pero Horacio la jaló, la abrazó y se besaron demostrándole a Greg que ellos se entendían, así caminamos hasta la salida y fuimos al hotel cercano al aeropuerto en el que ya habíamos estado, tenían dos habitaciones intercomunicadas reservadas. Horacio ya había preconcebido un plan.

Llegamos a las habitaciones, desempacamos y nos sentamos un momento para aclararles la situación tanto a Greg como a Gloria, que ya algo le había dicho yo. Quedamos en que Gloria volvía a ser la esposa de Horacio y yo, esta vez, la de Greg. Felices los cuatro, yo tenía el compromiso de entregarme a Greg y Horacio gozaría a Gloria, al fin gozaba su amor sin remordimiento durante estos días, pero seguro que desde tiempo atrás la deseaba.

Decidimos ir a cenar. Horacio y Greg ya se habían reunido desde hacía tres días antes, así que algo tendrían que haber hecho además de lo de trabajo, nos tendrían que haber platicado que hicieron esos días, además Horacio tenía pendiente de contarme como le había ido en Quebec, que era eso lo que me tenía con más curiosidad y más conociendo a Madelaine y, en cierto modo también a Pierre. Después me di cuenta de que a Gloria también le urgía saber de lo sucedido en Quebec, pero noté como también a Horacio le urgía contarnos, pero en ese momento había que preparar y atender a Greg.

Durante la cena Horacio y yo tratamos de hacer las cosas de tal manera que introdujéramos a Gloria en el grupo, que deseábamos que Greg la quisiera como a mí. No fue difícil, Gloria es una experta, pero iba con mucho tiento, ella ya sabía que Greg estaba ahí para tener sexo conmigo con el propósito de buscar embarazarme, que ella sabía que en esta ocasión no iba a ser posible, ni Greg ni Horacio lo sabían, pero, aunque no lo decía, Gloria tenía curiosidad de ver lo que Greg tenía y que me iba a hacer.

En la cena se me ocurrió abalanzarme a Greg y besuquearlo delante de Horacio y de Gloria. Horacio agarro la onda e hizo lo mismo con Gloria, los cuatro estábamos ya muy calientes y deseosos de ir a nuestro hotel. Ya estando en nuestros cuartos le aclaré a Greg que nosotros estábamos de acuerdo en compartirnos sin límites, aunque quedar embarazadas, yo solamente de él. Greg entendió y le gustó la idea. Se concentró en mí, no sin dejar de aceptar caricias y tentaleos de Gloria, que trataba de investigar inmediatamente lo que le intrigaba y que ya le había contado yo antes, detalles que aparecían en mi publicación.

Entramos a los cuartos, las dos, como chiquillas, haciendo relajo diciendo que llevábamos a nuestros machos. Al entrar, Greg me abrazó apretándome con fuerza el pecho, sacó un regalito, que después veríamos y me desvistió a la carrera. Me paró enfrente para observarme y dijo que había bajado mucho de peso.

“¿Pero te gusto así?” le pregunté.

“¡Mucho, como estés nunca te olvidaré, estoy enamorado de ti! Y ahora estas más buena”

“¿Aunque hayas andado con otras?”

“Esas otras son solo juego, sin importancia.”

“¡Muchas te desean y pruebas con ellas, a lo mejor algún día encuentras una que te agrade más!”

“Tú tienes algo que enamora a cualquiera, el que te conozca en su vida no se olvidará de ti, Horacio tiene mucha suerte, lo estimo mucho, es como mi hermano.”

“Lo adoro como a ti y también a Gloria, los dos son más que mis hermanos. ¡Verás, trata a Gloria como si fuera yo y te enamorarás también de ella!”

Me cargó y colocó horizontalmente sobre la cama, ya desnuda, boca arriba y empezó a besarme con mucho cariño, desde la boca hasta los pies. Solo se detuvo en mi pubis. Lo observó y admiró que estuviera depilado, le gustó y me lamió desde la zona donde tuve cabello, los labios me los mordisqueó cuidadosamente y el clítoris me lo succionó, me lo mordió suavemente y hasta me lo jaló, succionándolo con la boca, entre sus labios de la boca. Me lo sobó excitándome más de lo que ya estaba, le jalé la cabeza hacia mí para sentir más fuerte su presencia, lo ahogaba, aflojé y lo dejé seguir. Mis muslos me los mordía suavecito, los apretaba y pellizcaba, así como mi trasero también, dejándome marcas de mordisquitos. Al llegar a mis corvas, detrás de las rodillas, un punto débil mío, yo ya estaba llegando a mi clímax, pero él seguía besándome las piernas. Me las apretaba y sobaba. Descubrió mis dedos de los pies y me hizo cosquillas con la boca.

Lo jalé hacia mí para alcanzar su pene y comérmelo. Lo tuve en mis manos y se lo chupé. Sus huevos estaban deliciosos y me los metía en la boca. Su pene, ya bien ensalivado me lo iba a introducir, pero el me lubricó más mi entrada.

Me separó las piernas y vino hacia mí. Con la cabeza de su pene me acarició primero los muslos, luego fue acercándose más arriba a mi entrepierna. Su glande me acarició mis labios y, con la mano, le abrí paso en mi vagina. Fue entrando lentamente, con mi mano se lo movía para los lados, tratando de darle más sensación y yo sentir más esa preciosidad. Más adelante ya no tuve conciencia de lo que hacía y lo dejé me entrara hasta el fondo. Lo sentí adorable, lo metía y sacaba suavemente, martirizándome constantemente.

“¡YA VENTE QUE ME MUERO, VEN CHIQUITO HAZME MÁS Y MÁS! ¡ESTAS RIQUÍSIMO, VEN, ….. VEN, ….. VEN!” “¡OHGRRR -----     ¡”

“¡SOY TUYA, TE QUIERO MI AMOR!”

¡Todo sucedió y fue fantástico! ¡Creo que fue el mejor sexo que he tenido, lleno de amor! Me apretó, estrujó y me picó dentro, hasta mi matriz, ¡creo! En un momento me pasó por la mente, si el haber estado con Paul mi vagina y mis labios estarían más abiertos, pero, por el contrario, sentí poder apretar con más fuerza el precioso pene de Greg. El de Paul más gordito, el de Greg más o menos igual de largo, pero poco más delgado, pero más firme y duro. Como siempre, aguantó mucho tiempo en el que yo tuve oportunidad de gozar y tener varios orgasmos que él es maestro en provocar. Me derrumbé, me faltaron fuerzas para soportar tanta excitación.

Nos dormimos y en la madrugada, sin tratar de despertarme, me fue arrimando su pene por entre las nalgas, hasta llegar a mi vagina. Me puso en posición como sentada, me levantó una pierna y me lo metió, ya lo sentía bien adentro, pero yo me seguía haciendo la dormida para ver que se le ocurría más. En esa posición yo siento el pene dentro de mí con mayor intensidad, muy fuerte, que me talla las paredes dentro de mi vagina o, tal vez, vulva, así que sucumbí a su tratamiento en el momento en que sentí su eyaculación que le duró bastantes segundos, me dejó bastante lechita que si hubiera estado en mis días fértiles, seguro hubiera quedado embarazada, pero habría que seguir intentándolo en próximas visitas. Tenemos aún la esperanza de un chiquito producido entre los dos.

El comprobante de su enorme eyaculación no se hizo esperar, al enderezarme para levantarme me escurría, me lo limpié con la mano y me dieron muchas ganas de comérmelo, no tenía ninguna intención de limpiármelo. Me quedé un rato en la cama mientras Greg iba al baño. Se apareció Gloria, con una cara de felicidad platicando que le había ido muy bien con Horacio, que era, como siempre, un ¡BUENAZO! En la cama.

“Pero ¿cómo te fue con Greg, cuéntame?” me pidió

“¡Tiéntame!” le tomé la mano y me la puse entre mis labios vaginales.

Se le impregnó del semen que me había dejado Greg. Creí que le iba a ser medio molesto, pero se abalanzó a mi vagina y comenzó a chuparme los labios impregnados con el semen, alocada.

“¡Yo también estoy llena de semen!” Me dijo y yo me enderecé y fui a su vagina a checar y chuparle el semen, que en el fondo era de mi propiedad.

“¡Que ricura, que maravilla lo que nos dejaron de sus lechitas! ¿No crees?” le dije

“¿Por qué será que algunas no la aprecian, tan rica que es y se siente?” dijo Gloria.

Greg oyó algo de nuestra plática y nos preguntó si creíamos que todas las mujeres apreciaban el semen de sus hombres.

“No creo, nosotras dos lo apreciamos. Yo creo, porque lo consideramos de nosotras, que nos emana de algo nuestro, de nuestros amores, de nuestro cuerpo al cumplir con darnos.” Le dijo Gloria.

“Lo que le comes a Silvia es mío y lo que ella se come es de Horacio.”

“¡Para nosotras dos lo que es tuyo es de las dos, lo mismo que de Horacio!”

“¡Complicadas las dos, pero eso quiere decir que si me acuesto con una o con la otra es igual, es permitido y no hay ….!”

“Así es, entre nosotros tres todo es natural.”

“¿Entre ustedes dos también el hacer sexo?”

“¿Por qué no?” pregunto Gloria

“¿Lo han hecho, o probado?”

“¡Sí!” contesté

“¿Lo sabe Horacio?”

“¡Todo lo que hacemos lo hacemos abierto entre nosotros y no juzgamos, ni criticamos, nos ayudamos!”

“Yo estoy enamorado de Silvia por su forma de ser, su simpatía y su belleza, pero ahora lo estaré más por la forma tan natural de ustedes, ¡VEN, DAME UN BESO!” le pidió a Gloria.

“Ahora sácame de una duda ¿Todavía puedes hacer sexo con Silvia delante de mí?” Le preguntó Gloria, pero esa pregunta ya llevaba una intención adicional, la de averiguar que tan grande la tiene.

“¡Claro, pero, si Silvia y Horacio me permiten me muero por hacer sexo contigo, ahora mismo! ¡Quiero probarte, quiero saber cómo lo haces, a que sabes! ¿Cómo la ves? ¿quieres, te gustaría? ¡Ahora mismo!”

“¡TODOS QUEREMOS VER!” Gritó Horacio desde la otra habitación. “Yo mientras veo, también quiero estar con Silvia y sentir su pepita llena de tu semen.”

“¡Ven Gloria, admírala y compárala, está maravillosa, muy durita! ¿ve si te va a caber, o si te la dejas entrar toditita?” le dijo Horacio.

“¡QUE MARAVILLA, ESTÁ HERMOSA, ¡AHORA A VER SI LA PUEDO TENER TODA ADENTRO! ¿Me ayudas Silvia, como en otras ocasiones?”

“¡VEN CORAZÓN, VAMOS A VER SI PODEMOS ENTRE LAS DOS, ¡ESTÁ MUY GRANDE Y HERMOSA!” “¡CÓMO LA DESEO YO!”

Se abrazaron, Greg le acarició los pechos y la tomó de la cintura. Le besó el ombligo y luego su pubis que dijo

“¡También depilado, que bonito!” y le comenzó a chupar sus labios y le metió la lengua en la vagina, que aún estaba mojada del semen de Horacio. Se la lamió por largo tiempo luego en la entrepierna, hasta el ano. Gloria ya estaba en las nubes, le tomó el pene y se lo metió en la boca, lo más que le cupo, ¡bárbara, casi hasta la mitad se la tragó! ¡Creo que más que la de Paul! se lo ensalivó bien. Él se metió en su entrepierna y le llenó de saliva su conchita.

Se le subió al pecho y, después de acariciarle con su pene los muslos y su vagina, empezó a introducírselo, lentamente, desesperándola, llevándola al extremo de su resistencia. Más y más y Gloria solo hacia pujidos y se meneaba de vez en cuando, dejando le entrara más, quietecita. Para ayudarle, Greg le levantó las piernas y se las colocó sobre sus hombros, su pene le entró más y con más facilidad.

En eso Gloria se sacudió y como siempre, dio grititos, asustando a Greg, que se detuvo, en realidad solo una pequeña parte de su miembro le había entrado, pero le dije a Greg que siguiera, que no le hiciera caso, que yo la conocía y sabía hasta donde le podría entrar, así que siguió, ya más rápido y haciendo movimientos constantes de saca y mete, metiéndosela más cada vez, sin que ella pusiera resistencia. Se la llegó bien adentro. Greg hizo algunos movimientos de bombeo, ella también se movía retorciéndose y cuando le pregunté si estaba bien y si le cabía otro poquito, contestó eufórica

“¿MÁS?”

Gloria hizo movimientos de subir y bajar la cadera, acomodándose el pene dentro de sí, como le había enseñado yo.

En eso se retorció, sintió como Greg eyaculaba dentro de ella, hacia movimientos con la pura cadera, de subirla y bajarla y apretó su interior como ordeñándole el pene. Éste le bombeó con fuerza, como clavándose más profundo y dejándole más semen, también resopló y pujó con fuerza y se desplomó. Después de unos minutos, se dio algo de vuelta, todavía con su pene parcialmente dentro de Gloria y ella se lo terminó de sacar con ayuda de su mano, el semen le emanaba de la vagina. Horacio y yo no nos desprendíamos del espectáculo que estábamos teniendo queríamos verlos, observarlos y nos preguntábamos si nosotros mismos dábamos uno igual cuando lo hacemos.

“No sé, pero ustedes dan uno tremendo, muy fuerte.” Dijo Gloria ya recuperada y, como siempre, muy sonriente.

Greg, exhausto, solo dijo que las dos éramos increíbles, las mejores del mundo.

“¡NO HAY MEJORES QUE USTEDES, PARECEN GEMELAS! ¡QUE SUERTE TIENE HORACIO DE TENERLAS SIEMPRE! Yo desearía llevármelas a las dos, aunque fuera por unos días. ¿Creen que Horacio dejaría que se vayan conmigo, aunque sea por unos 10 días, prometo regresarlas sin daños, pero felices, y si se puede, a Silvia ya cargada con un bebé? Para eso necesito ese tiempito, lo prometo.”

“¿QUE TIENEN USTEDES, LAS DOS? ¡SON TREMENDAS!” Agregó Greg exaltado.

“No solo ellas, también a las chicas con las que conviven las transforman en estas maravillas, como a Ashley y a Chris, que son obras de ellas, y también a Madelaine, que ahora vive en Quebec.”

“Les agradecemos su opinión, son muy lindos, nosotras somos muy felices con que ustedes gocen el estar con nosotras, pero, creo, no conocen a ninguna de las chicas que ahora mencionó Horacio, a ver si hay tiempo y se las presentamos.”

Ya Horacio se estaba traicionando, así que para no quedar como niñas tontas, Gloria, con malicia, las mencionó y dijo que de Madelaine aún no nos platicaba Horacio y no sabíamos nada, que estaba pendiente lo que nos iba a platicar, pero de las otras dos, “¡Pues ustedes ya se dieron cuenta de que maravilla de chicas son, fabulosas! Y a Madelaine ya la conocemos y sabemos cómo es y el por qué se llevó a Horacio.”

“Aunque aún no nos han platicado de ellas, esperamos saber cómo les fue.” Les dije.

“¿Cuál es mejor de las dos?” preguntó Gloria tratando de que se descubrieran.

No contestaron inmediatamente, se voltearon a ver y Horacio dijo que ellas ya habían aprendido de nosotras.

“No pararon de mencionarlas, están impresionadas de ustedes.” Dijo Greg. “¿Qué cosas les enseñaron, dígannos tengo mucha curiosidad de saber por qué se enamora uno de ustedes, ¿qué nos hacen a los hombres que nos morimos por tenerlas? ¡Y ellas también se enamoraron de ustedes!”

“No creemos que les hayamos enseñado mucho, probablemente que todo lo hacemos con alegría y mucho gusto” Les dije.

“Chris dice que ustedes le dijeron cómo sentir mejor la penetración y cómo lograr que les entre muy adentro y con placer.” Dijo Greg.

“¿Estuvieron los dos con las dos, en estos 3 días? ¿Cuántas veces?” quería saber Gloria, mostrando algo de celos porque consideraba que habían hecho uso de Horacio.

“Mira, Chris se adueñó de Greg las dos veces y practicó lo que aprendió con ustedes, por lo menos eso lo repetía constantemente, yo me dedique a Ashley, que desde el principio ya actuó como una buenaza con experiencia, como mujer madura.”

“¡PERO NOS INTERESA MUCHO NOS PLATIQUES DE QUEBEC, TENEMOS ANSIAS DE SABER QUE HICIERON ALLÁ, AUNQUE DESPUÉS TENDRÁN QUE PLATÍCARNOS DE LOS DETALLES DE ACÁ!” quería saber Gloria.