Regicida. Capítulo 2. Caín.

Serie de relatos con un joven protagonista que se convertirá en rey de su casa y de todas las mujeres que la habitan. En esta entrega al fin cae la hermana del protagonista.

Capítulo 2. Caín.

Tras ese encuentro furtivo en el sofá, mi hermana y yo, no podíamos quitarnos las manos de encima. Cada vez que coincidíamos en casa nos besábamos, nos tocábamos donde no se deben tocar los hermanos y básicamente íbamos todo el día cachondos como monos. Sin embargo, no encontrábamos un momento para acabar de consumar, para follar como nos moríamos por hacerlo. Cuando no era por mis padres, era el servicio o los jardineros o el tipo de la piscina.

Así casi sin quererlo y por mantener las apariencias volvimos paulatinamente a la rutina. Empezamos a alternar cada uno con nuestros respectivos grupos de amigos. Habían pasado cuatro días y me encontraba con mis amigos viendo el coche que le habían regalado a Jerome sus padres.

V8, hace más ruido que un avión. -Nos explicaba levantando el capo y mostrando un motor que parecía más bien una caja de plástico con tubos.

Esta muy guapo tío. -Germán era más simple que el mecanismo de un botijo.

La verdad que tu papi se ha portado. ¿Qué ha costado más el coche o tu nueva mami? -Daniel era un payaso tocahuevos.

Menos imbécil que te parto la boca. -Jerome se le encaró y le sacaba más de una cabeza, me puse en medio.

Calma chicos, el coche está muy bien y nuestras madres también.

La tuya desde luego. Jujujuju. -Cuando hablaba German bajaba el cociente intelectual de la zona.

Eso es verdad. -Apuntó Jerome.

Pues, aunque me juegue una hostia, querido Jerome tu madrastra es de cuento también o peli porno. ¿Cuántos años tiene?

Treinta y dos de cuerpo, quince mentales. -Solté para devolver el golpe de antes.

Los otros de se rieron y Jerome también, al final. Entonces recibí un mensaje de mi hermana, era una imagen de su coño. Germán me miró por encima del hombro y la vio.

¿Y ese coñito?

Calla payaso.

Marcos tiene un coño ya era hora. -Daniel era lo más odioso del mundo.

Pues sí, ya te tocaba zanahorio. -Jerome me aplastó el pelo como un padre, lo que cabreo.

Ya ves, supongo que soy el único del grupo sin coño. Daniel el repelente, German el simple y Jerome el...

Yo tengo un coño zanahorio.

El de tu hermana. -Soltó German.

No, ese no lo tiene ya. Créeme. -Jerome me miró con cierta extrañeza.

No, no es de Natalita. Es un más dulce y más apretado. -Mi puño si se apretó al oírle.

¿Quién es? - Germán era como un niño pequeño.

Sois unos bocazas no os lo pienso decir.

Va tío. -Insistió Germán.

Venga pajeros, por animaros. Esto os va a parecer de peli porno, pero mi nueva madrastra tiene mucho gusto por mi chocolate. -Por si no lo había dicho el padre de Jerome es blanco como la cal, aunque el hijo sea un tizón, herencia materna.

Estás de coña, eso no se lo cree ni German. -German babeaba.

Mira. -Nos enseñó el móvil, era un video de su madrastra una barbi de treinta y pocos comiéndose un pollón negro. El plano cambiaba y se veía a Jerome sonreír. -Así se consigue que tu nueva mami insista para que te regalen un coche de 60k.

Desde ahí en adelante la conversación y giró en torno a la prohibida relación de Jerome. Muy “light” en comparación con la de mi hermana y yo. Pasamos un rato visualizando videos de nuestro amigo jodiendo con la barbi con acento de Parla y corrigiendo sus posturas y puntuándole.

Esta guarra está bien, pero lo que me molaría sería una “milf” de verdad. No te ofendas Marcos, pero una mujer como tu madre, con sus cuarenta y cuerpazo. -Me ofendí, aunque estaba de acuerdo con él mi madre esta diez veces más buena que esa tipa.

Venga, basta de hablar de madres. Vamos a ver a cuánto puede tirar esto. -Di una patada a la rueda y me subí.

Los otros se fueron montando, pusimos música alta y por suerte se acabaron las menciones a mi madre. Tras un par de horas con los chicos Jerome me acercó a casa, él también vive en la misma urbanización. Al entrar en casa mi madre se encontraba en la cocina preparando una cena casera. Me saludó con un beso y me dirigí a mi cuarto. En mi habitación, en mi cama, con la falda del uniforme de la escuela y solo el sujetador arriba.

¿Qué haces así? Mamá está abajo.

Ya lo sé, me ha visto y me ha dado la chapa. Le he dicho que son fotos para “Insta”.

Estás loca.

Por tu rabo.

Con la puerta cerrada me acerqué a ella hasta dejar mi paquete a la altura de su boca. Mirándome directamente a los ojos deslizó su lengua, sobre la tela del pantalón, por el bulto que me iba creciendo. Acaricié su pelo atrayéndola más hacía mí, sus manos se agarraron a la cintura de mis pantalones y comenzó a bajarlos.

Nos van a pillar. -Susurré, mi respiración se estaba acelerando.

Me da igual, tengo muchas ganas y tú también. -Mi pubis estaba expuesto y Natalia lo lamía.

¿Quieres mi polla hermanita?

Mucho hermanito. -La base de mi rabo y parte del tronco ya asomaban y allí fue su lengua.

Los golpes de mi madre en la puerta nos sacaron del trance sexual. Mi hermana giró sobre sí misma y se escondió detrás de la cama. Entreabrí la puerta escondiendo a Natalia y mi erección.

La cena estará lista en media hora, baja y apaga el horno voy a nadar un poco.

Vale mamá.

Me sonrió y se fue. Cerré, me giré y mi hermana ya se me estaba abalanzando. En un segundo mis pantalones estaban por mis tobillos, al siguiente los calzoncillos y casi entre uno y otro movimiento, no sé cómo, la boca de mi Natalia saludaba la punta de mi polla con un beso húmedo. Me la mamaba con hambre, yo acompañaba los movimientos de su cabeza con mis manos y mis caderas. En apenas dos minutos me encontré follándole la boca.

Cuando mi respiración era de puro éxtasis se me separó, entendí a la perfección porqué. Me quité la camiseta, ella el sujetado y el tanga bajó la falda, cuando fue a desprenderse de esta la retuve.

Déjatela puesta.

Sonrió como una lolita de peli porno y tomando mi mano me condujo hasta la cama. Se dejó caer, con la falda hinchándose un segundo. Al estar boca arriba se descubrió el coño y yo ya me iba a lanzar cuando mi hermana dijo.

No, hoy no me quedo con las ganas de que me la metas.

Me agarró ella misma la polla y la guio hasta la entrada. “Despacio” susurró. Con cuidado me deslicé dentro de mi húmeda hermana, mordiéndome el labio inferior como ella misma hacia porque el placer me pedía gritar y gruñir como un animal. Cuando toda mi longitud entro en su coño dejé descansar todo mi peso sobre ella, noté sus pezones duros contra mi pecho, su latido contra el mío y así nos besamos. El beso fue largo, seguíamos enzarzados en él mientras empecé realmente a follarme a mi hermana. Con rítmicos movimientos empecé a subir y bajar sobre ella, los ruidos húmedos llenaron la habitación y fueron seguidos por gemidos. Las uñas de mi hermana se clavaron en mi espalda y en mi culo, sus piernas se cerraron en un candado y un punto era ella quién me follaba a mí.

Aquel polvo estaba siendo maravilloso, pero yo necesitaba algo más salvaje. Me liberé de su candado y le di la vuelta. Por un segundo mi hermana temió que fuese a por su culo, se lo perdoné, o más bien lo reservé para otra ocasión. Desde atrás empecé a darle con más fuerza, añadiendo un deje de dolor a sus gemidos que no duró mucho. Sin embargo, el placer de su apretado coño y el control de agarrar sus estrechas caderas con mis manos me volvía loco. Llevé una de mis manos a su cuello y alcé a mi hermana hasta llevarla contra la pared.

Con cada arremetida aplastaba a mi hermana contra la pared, empecé a darle azotes en las nalgas hasta notar como se calentaban al rojo. Por entre sus piernas y las mías se vertían nuestros fluidos.

Dame la vuelta... -Su voz era un hilo entre gemidos.- Quiero besarte.

Hice lo que me pedía, nos enfrentamos y nos comimos la boca. Por algo más de dos minutos detuvimos la follada solo para besarnos. Cuando nos separamos bastó un asentimiento de mi hermana y volví a su retaguardia. Deslicé mi polla empapada por entre sus nalgas hasta llegar al coño, y de nuevo se la clave. Pero esta vez llevé su cuerpo contra la venta, y sus tetas se aplastaron contra el cristal. Desde mi ventana se veía el jardín de atrás y la piscina. Allí, mi madre hacía largos en los veinte metros de piscina.

¿Qué haces? Nos va a ver.

Calla. -Mis ojos se fueron al cuerpo mojado de mi madre.

Mi hermana estaba allí empalada por mi rabo, con un cuerpo perfecto de dieciocho años, pero mi deseo quería no solo poseer ese cuerpo sino también el de mi madre. Los dos, uno tras otro o los dos a la vez.

Esto te pone cachondo... Eres un enfermo hermanito. Dame más fuerte, dame como le darías a mamá.

Cumplí su deseo que era el mío y me la follé con más fuerza y ganas que a ninguna mujer antes. Nos tuvimos que apartar de la ventana porque la íbamos a romper. Caímos de nuevo en la cama, ella se colocó encima de mí y me dio una bofetada.

Me la suda que te ponga mamá, pero me estás follando a mí y te vas a correr conmigo.

Asentí y dejé hacer a mi hermana, ella me dominaba, me cabalgaba. Su cuerpo, su piel, todo en ella era perfecto. Nos corrimos juntos ahogando nuestros gemidos lo más que pudimos. Empapadas en sudor sus tetas se pegaron de nuevo a mi pecho.

Me vas a preñar gilipollas.

Con esas palabras me di cuenta que no me había puesto el condón. Me quité a mi hermana de encima nervioso. Ella se echó a reír y me dijo que me calmase, que tomaba la píldora. Desde abajo un grito furioso de mi madre llegó hasta la habitación, con prisa nos vestimos como sí nada y bajé. Humo salía desde la cocina, el pescado negro y mi madre en llamas. La bronca fue buena, coincidió con la llegada de mi padre que dijo que prefería cenar algo con más sustancia “un solomillo o así”. Mi madre en bikini aún dijo:

Pizza, yo no cocino más hoy.

Pues pizza, que más dará.

Me reencontré con mi hermana aún en mi habitación, estaba riéndose. Nos besamos, me enseñó como de su coño iba saliendo mi corrida y se llevó allí los dedos para recoger unas gotas que lamió con vicio.

Ha sido genial.

Lo ha sido.

Hablamos, como siempre habíamos hecho con la complicidad de los gemelos. De alguna manera acabé contándole la conversación con los chicos.

Jerome es un gilipollas, follarse a esa guarra. Y lo de mamá le viene de largo, me lo decía cuando follábamos y todo. Como tú.

No me compares con él.

Lo hago, y ganas. Además, a mamá no creo que le gusten los negros.

Una voz nos llamó abajo, las pizzas habían llegado. Vi como mi madre las recogía del segurata que le sonreía, incluso noté que al tenderle las cajas buscó su mano y la encontró. El ambiente en la cena fue distendido, mi madre había dejado pasar el enfado, mi padre estaba de buen humor y mi hermana y yo...

Después de cenar nos pusimos a ver una peli. Mi padre cayó en veinte minutos y mi hermana se excusó a la media hora. Quedamos mi madre y yo solos. Me fijé entonces en la ropa que llevaba, unas mallas muy ceñidas a sus piernas y culo y una camiseta con mucho escote.

Marcos, quiero hablarte de algo que os concierne a tu hermana y a ti. -Tragué saliva al oír aquello.- Pensabas que no me iba a dar cuenta, está bien, sois hermanos es un vínculo fuerte y además gemelos. Sé que os queréis mucho, pero por dios no os vayáis a poner a hacer cosas raras de gemelos ahora. Que tenéis ya edad, búscate una chica o un chico, no te encierres con tu hermana en el cuarto. Que prefiero que esté contigo que, con Jerome, que es un peligro. Quereos, mucho, pero haced más cosas.

Sí mamá.

Que poco don tienes para la palabra mi niño. Y esta película peor no podía ser. -Miró entonces su móvil que vibraba con una notificación.

Por descuido desbloqueó la pantalla en un ángulo que quedaba a mi vista y contemplé el mensaje. No llegué a leer la conversación, pero sí vi con claridad el pollón negro en la pantalla. Sin atisbo de dudas lo reconocí, era la polla de Jerome. Recibí la imagen con más desconcierto y nerviosismo que mi hermano. Aquella polla bien me podía haber golpeado en la cara que me hubiese causado menos conmoción.

¿Quién te escribe a estas horas mamá? -Pregunté conteniendo mi ira y mirando la televisión.

Nada cariño, es de trabajo.

¿Alguna urgencia?

Una tontería, mañana me ocuparé de ello.

Espero que no sea nada.

No lo es, descuida. Algo rutinario.

Rutinario... -Repetí como escupiendo veneno.

Tu madre tiene bastante experiencia en estas lides cariño.

Tenía los nudillos blancos de apretar los puños, me despedí diciendo que la película era una mierda y me fui a mi cuarto. Abrí una conversación con Jerome dispuesto a amenazarle de muerte, pero me contuve. En su lugar me metí al cuarto de mi hermana, estaba chateando por el móvil y se sorprendió al verme.

¿Qué haces?

No dije nada y hundí mi cabeza entre sus piernas. En susurros me pedía que parase, pero no la hice caso. Solo separé la boca de su raja para decirle que no me importaba, que iba a comérselo hasta que se corriese cada noche desde ese día. Entonces hundió mi cabeza en su coño y me sacié con sus jugos hasta que se vino como un río en mi boca mientras mordía la almohada.

Saciada mi hambre y mi hermana, con toda la casa dormida regresé a mi cuarto. Pasé frente al baño del pasillo y vi una rendija de luz. En la luz estaba mi madre, desnuda, sentada en la taza, exponiendo su coño y sus tetas a la cámara de su móvil. Rabié de nuevo, pero esta vez no busqué a mi hermana. Busqué cama y dormí mi mala leche, podía tolerar que mi madre se follase a otro que no fuera mi padre, sin embargo, que ese otro fuese Jerome era veneno. Desde luego eso no podía pasar bajo mi techo, yo era el hombre de la casa y mi hermana y mi madre debían ser mis hembras y solo mías.

Continuará.