Regalo perverso para mi mujer
Solo un esposo es capaz de dar el paso para evitar que una esposa te haga sentir un cornudo, degradándola él antes...
Estaba cruzando el portal del edificio donde vivía con mi mujer cuando me pasó corriendo un chaval, hizo lo posible para no darse conmigo y aprovechó que me había girado para mirar en los buzones para cruzarse por mi espalda y desaparecer; en otro momento no le habría dado importancia y con mandarle a la mierda me hubiera bastado, pero cuando entré a mi piso y vi a mi mujer acelerada cambiándose en el dormitorio, os podéis imaginar la mala ostia que se me puso, pero como otras veces opté por callar. Llevábamos mal un tiempo, no había conexión de pareja, no teníamos los mismos gustos ni planes, hacíamos la cosas forzados por no desencantar al otro; Carmen, mi mujer, tenía mucho carácter como yo, aunque era más caprichosa y con buenos regalos o halagos oportunos sabía llevarla, eso hasta que desde hace meses las cosas no empezaron a funcionar. Cuando os digo que no funcionaba, no era cuestión de distanciamiento o falta de conversaciones, es que cada uno íbamos a nuestra bola, tanto ella como yo, dormíamos en el mismo dormitorio pero solo esas horas de sueño nos tenían unidos, en lo que era mi salida del trabajo o los fines de semana hacíamos planes separados, como para demostrar al otro que eramos autosuficientes. El único problema era el tema tabú del sexo, esa había sido nuestra causa mayor de distanciamiento, ella era demasiado fogosa, no es que yo no diera la talla, sino que ella era de lo más guarra; todos tenemos limites propios, jugamos a muchas cosas, pero como todo, sin excedernos, pero ella no, tenía que idear cosas que mi cabeza no toleraba y, en una pareja, eso poco a poco erosiona los cimientos de la relación. Yo sabía que ella mentalmente me era infiel, yo no era su hombre, su única fuente de placer, aunque no me pusiera los cuernos, ella estaba en otra movida; su deseo se hacía notar, para mí no era algo ajeno que si podía olvidaría sus obligaciones de casada y probaría cosas prohibidas. La verdad el tema me jodía, para mí era como si por un lado no fuese capaz de darle todo como marido y por otro lado de sentirme un cornudo, pero no era ni una cosa ni otra la realidad, ella aspiraba a tener una relación abierta liberal y nunca se lo plantearía como una infidelidad; pero el que ella sacara un lado que podía acabar conmigo y con nuestro matrimonio me aterraba o cabreaba según el día. Este día opté por el cabreo, no monté una escenita porque de nada hubiera servido el decirla que tal se lo había pasado con ese chaval, quizás hasta lo tenía planificado para demostrarme hasta donde pensaba llegar con nuestra separación; pero todo el cabreo que iba acumulando se rompió y estalló cuando al meterme a la cama apareció un calcetín de hombre que no era mío, entonces sobra contaros todo lo que la grité y la dije sin ningún tipo de contemplación. Ella lo aguantó de una pieza, no se movía pese a mis golpes a la pared cerca de donde estaba, esperó a que acabara y me sentará a reflexionar, fue entonces cuando me dijo que ella pensaba vivir de otra manera conmigo o sin mi, que su cuerpo tenía necesidades y que no podía esperar más, dentro de unos días cuando pasaran las fiestas de navidad, volveríamos a conversar y valorar todo. Lo entendí como una forma suave de pedirme el divorcio; me había dicho a las claras que ella necesitaba más perversión en su vida y que no pensaba seguir aparentando el papel de fiel esposa; salí de casa a tomar el aire, pensé y reflexioné, y valoré las posibilidades de actuación que tenía y llegué a la siguiente conclusión: ya puestos, lo mejor que podía hacer era dirigir yo la situación y al menos disfrutar con lo que, de otra forma, hubiera sido un calvario; el único problema era mi inexperiencia, así que mirando por Internet y documentándome opté por una solución, como ella dijo: todo iba a cambiar y yo me iba a encargar de que viviera de otra manera. El día de Navidad comimos con su familia, todo apariencia, una parejita feliz hasta que cruzamos la puerta y nos metimos al coche, ella debía ir pensando que era la última Nochebuena que pasaríamos juntos pero cuando entro a nuestro piso y vió luz en nuestro cuarto, se sorprendió y se agarró a mí, yo la dije que no se preocupara sino que disfrutara que era un regalo que la había preparado con todo mi cariño. Se dirigió lentamente, todavía no entendía nada y cuando entró y vió a una mujer con un tanga y sujetador suyo postrada en la cama, empezó a mosquearse y me miró cabreada diciéndome: de haber sabido que el plan era traerte esta noche a un ligue a casa no hubiera venido, ya te vale no avisar; entonces la agarré del brazo y le dije: no es para mí, es para tí; ella no está aquí para darme a mi placer, sino para ayudarte a realizar todas tus fantasías, la he explicado lo guarra que eres y lo necesitada que estás de sentirse cada vez más perversa, de probar cosas nuevas y descubrir nuevos placeres. Había buscado en páginas de dominación, pero no había encontrado mucho, solo sesiones aisladas que no me aportaban mucho, así que busque por chats porno y redes sociales por si aparecía el perfil idóneo, pero como no dí con nada, decidí sumergirme en los mundos de la prostitución, seguró que allí encontraría algo y así fué: Liliana, a sus 24 años llevaba ya 5 de prostituta, en sus buenos tiempos estuvo en locales de alto nivel, pero sus ganas de aprovechar el momento la llevaron a montárselo por su cuenta y cuando paré el coche a las afueras de la ciudad, lo que encontre fue una vulgar puta de carreterra, de buen ver, pero sin mucho lustre. La hice pruebas médicas que garantizaran que estaba sana, inicié los tramites para regularizar su situación y así tenerla atada a mí, la compré la ropa necesaria para estar a nuestro nivel y, finalmente, la di las instrucciones para que esa noche Carmen iniciara una nueva vida pero continuando bajo mi control. La había pillado en su terreno, no supo decir que no, si tanto me había pedido hacer cosas fuertes no tenía argumentos para negarme mi regalo, estaba entrando en su propio juego pero de una forma que no había previsto. Liliana era una de esas putas que saben lo que hacen, dominan la situación, son capaces que desplumar al cliente a base de explotarle sus puntos débiles, pero ella todo lo hace para prosperar, no aspiraba a ser una puta de carretera, sino volver a su país forrada como una gran madame; la crisis la hacía no tener ni tercera parte de clientes que cuando decidió montárselo por su cuenta, casi ganaba lo necesario para no vivir mal; la verdad que hice buen negocio con ella, al contratarla ficticiamente como empleada doméstica la permitiría tener en poco tiempo una situación regular, que de otra manera no hubiese conseguido por si sola, mientras que yo, la proporcionaría alojamiento y manutención por algo que en el mercado me hubiera costado una fortuna. Al principio se lo pensó, sonaba raro, pero supe primero contarle lo más goloso: que ella estaría por encima de mi mujer siempre y que la idea era divertirnos con ella, y luego, si todo fuera bien, ya me encargaría de recompensarla. Unos días antes de todo, ella se encargó de prepararse para estar a un nivel para hacer con mi mujer el trabajo de su vida, utilizar todo su potencial de puta y sus contactos para emputecer y degradar hasta el extremo a mi mujer. Yo las deje solas, me fui a una gasolinera que estuviera abierta esa noche a comprar una botella de ron por si acaso no funcionaba mi plan para poder contrarrestar con una buena borrachera el cabreo de Carmen; cuando volví a la casa y abrí la puerta, me encontré a Carmen amarrada a un mueble del pasillo y con una pinzas en los pezones, mientras Liliana se fumaba un cigarro tranquilamente en una silla al lado. La situación me superó no sabía que decir, ni que hacer, pero no cabía duda que las cosas parecían marchar bien; con su acento ruso me dijo: creo que tu mujercita está muy agradecida con tu regalo, nos lo hemos pasado muy bien dejando claro nuestros papeles, tócala y mira que húmeda está, está deseando seguir con tu plan, ¿verdad?; la agarró del pelo y la estiró de una pinza con la que tenía sujeto un pezón y la forzó a decir un sí mezcla de placer y lamento de dolor. La pedí que la llevara al salón y nos pusiéramos de acuerdo sobre como íbamos a disfrutar del regalo; allí le expuse a Carmen mi acuerdo con Liliana, ella viviría varios meses con nosotros, a cambio de convertir a mi mujer en la más puta de la ciudad y así luego poder decidir si quiere seguir conmigo como matrimonio o dedicarse a placeres extremos; a partir de hoy Liliana no tendría otra ocupación de sacar de ella las veinticuatro horas del día el lado guarro que tanto le obsesionaba no poder desarrollar. Esa noche dormí en el sofá, era mejor que Carmen sintiera cerca su nueva ama, quizás estaría aterrada, pero eso ya no era un problema, sus temores eran mi diversión, mi vida había cambiado y me iba a aprovechar al máximo de ella. A la mañana siguiente, fue un gusto levantarme con Carmen lamiendo mi polla, hacía tiempo que no lo hacía y me gustó recordarlo, se le notaba cara de cansada, mientras que Liliana esta muy despejada, debía de haberla tenido toda la noche haciendo algo, pero antes de comprobarlo me deje llevar por el placer de la mamada,cuando me iba a correr Carmen, como era su costumbre, no se apartó sino que recibió en su boca todo mi semen para luego escupirlo a un vaso que le acercó Liliana. Una vez me relajé noté que estaba completamente depilada y mientas la tocaba la rajita para notar su nuevo tacto Liliana me informó de que tenía prohibido dejarse crecer ningún tipo de pelo,salvo en la cabeza, día a día tenía que mantenerse totalmente depilada y, como no fuera así,lo pagaría bien; cuando me quise dar cuenta Carmen nos estaba sirviendo el desayuno, había tomado la posición de sirvienta y seguro que Liliana le había puesto tareas domésticas para que su estancia fuera más cómoda. Mientra mojaba un bollo en el cafe, Liliana le recordó a Carmen que su desayuno estaba en el vaso con el resultado de la mamada, y ella cogió y se bebió mi lefa de un trago; detalle que aprovechó para comentarla que a partir de ese momento su dieta solo comprendería líquidos, por que su culito debía estar siempre disponible para ser usado y así además conseguiría estilizar su figura. Ya se podía notar como Carmen estaba entrando en la dinámica de perversión que habíamos planificado, tendría sus miedos pero estaba decidida a no amedrentarse y demostrarme que ella podía con eso; cuando acabamos nosotros de desayunar y mientras Carmen recogía todo, Liliana me pidió opinión sobre las posibilidades que tenía y que mejor eligiera yo: no sabía si explotar su culito para que pudiera usarlo con regularidad, hacerla sentirse como un guarra delante de la gente para que fuera perdiendo respeto por si misma o empezar a emputecerla para comprobar como responde y poder domarla bien. La verdad todas las opciones me encantaron, todas las deseaba ver en práctica, no sabía como pensaba hacerlo, pero sonaba como un fantasía hecha realidad verla degradada y todo bajo mi control, sin sentirme inferior o cornudo; pero tuve que elegir y opté por la segunda opción porque deseaba verla ante otra gente en ese estado de sumisión, sacarme la espina de pensar en el ridículo de que pensaría la gente de verla con otro, sino de disfrutar con esa misma sensación; Liliana me dijo que no había problema. Me senté en el sofá a esperarlas para salir, la verdad no tardaron mucho pero me sorprendió ver a mi mujer con un top de verano que dejaba a las claras que no llevaba ropa interior y una botas, en pleno invierno era como llevar un cartel diciendo quiero exhibirme; para salir del edificio la puso una gabardina y así no levantar sospechas en nuestro entorno. Conduje el coche hasta el lugar que me dijo Liliana, una barriada de bajo nivel, a la que por cierto nunca había ido, pero donde Liliana se sentía en su salsa; allí había grupos de inmigrantes en la calle en grupo, pandillas juveniles y zonas públicas un tanto descuidadas, vamos el típico barrio donde no te bajas del coche ni aunque te vaya la vida en ello. Aparcamos en una zona un poco apartada, y mientras cuidaba de quitar a la vista todo lo que me pudieran quitar del coche oí como Carmen recibía la orden de dejar la gabardina dentro del coche; hacía un frío mañanero de primera, la verdad no se como con ese top Carmen podría dar dos pasos sin congelarse, pero la verdad es que comenzó a andar con nosotros con resignación, para al momento recibir la orden de ir 30 metros por delante y así poder ver como reaccionaba ella y la gente, y que no nos relacionaran con ella. Fue excitante deleitarme viendo como todo el mundo se giraba para contemplarla, como sus pezones tersos por el frío se erizaban debajo del top y sus andares reflejaban una mezcla de tambaleo de principiante y de movimientos traviesos de cadera para evitar que el top dejara ver más de todo lo que mostraba. Cuando llegó a una zona, donde había un grupo de chavales sentados en unos bancos junto a sus motos fumando hierba, fue irremediable que se fijaran en ella, primero lanzando piropos y luego diciéndola que se acercará que la iban a dar calor en plan guarrete. Liliana no dudo en indicarla que esperara y así ir con ella al grupo, sería su prueba de fuego, quizás dificil porque hasta mí me daba un poco respeto meterme con esa gente, pero Liliana no dudo en acercarla y presentarla como nuestra amiga que estaba recibiendo un curso de exhibición porque era demasiado estrechita. Los chavales se partían de risa por la situación pero sin quitarla ojo, en eso que Liliana les preguntó si les parecia apropiada la vestimenta de Carmen y si con ella estaba apropiada para sentirse una buena calientapollas; el decojone fue generalizado, ninguno se atrevía a decir nada pero entre ellos se miraban como diciendo que la cosa se ponía interesante. Tras un rato de risas, en las que Carmen por no quedar ridícula se había sumado, uno de los chavales le dijo a Carmen que si quería su abrigo para que no se quedara congelada; el chaval quería ganar puntos por si la cosa derivaba en algo más sexual, pero Liliana que no lo vió oportuno rápido le contestó: nuestra amiga no está pasando frío, está muy caliente, y se acercó a ella para levantarla la falda del top y tocarla suavemente y decirnos a todos con cara de satisfacción que estaba húmeda y eso significaba que no tenía necesidad de abrigo, pero que ya que estaba tan dispuesto a ayudarla, le cediera un sitio en el banco para que pudiera estar más comoda. Dos chavales se levantaron y cuando Carmen iba a sentarse, Liliana la dijo que se levantara un poco el top que el banco estaba sucio y podía mancharlo; la orden era brutal, si se levantaba el top quedaría su rajita al descubierto y eso paralizó a Carmen; todos se callaron, no sabían por que lado saldría la cosa, pero rápido Liliana levanto el top para que una vez que Carmen se sintiera exhibida se sentara para tapar en parte su desnudez. Una vez sentada su coñito quedo expuesto y Liliana explicó lo recién depiladito que lo tenía, y les invito a tocarlo; sobra decir que varios se lanzaron a sobarlo, pero no a comprobar la depilación, Carmen empezó a sentir como su coñito era excitado por varias manos, que poco a poco incrementaban su humedad y su deseo, su cara empezó a ponerse roja, a sentir el calor recorrer su cuerpo y cerrar los ojos demostrando que la excitación se empezaba a apoderar de ella. Liliana puso orden, permitió que cada uno la tocara y la masturbara hasta sentir su orgasmo, mientras ellas por detrás retiró el top de sus pechos y comenzó a estrujar sus pezones para acompañar la impericia de algunos jugando con su clitorix; les prohibió bajar la cabeza para lamer, tan solo jugar con sus dedos. Con tres consiguió el orgasmo y retorcerse de placer mientras los otros flipaban con lo que estaban viendo, se iban turnando cuando veían que uno no conseguía que empezara a gemir, y cuando el tercer orgasmo la hizo estirarse en el banco en un signo de debilidad y mostrar flaqueza después de tanta excitación; entonces Liliana ordenó a dos sujetarla las piernas, para ella acercar su mano y comenzar a dar golpes perversos en su coñito, enrojeciendolo y sobre todo haciéndola reaccionar de forma inmediata. Liliana les dijo que ahora estaba sin alivido era el mejor momento para hacerla sentirse una guarra, porque solo estaría preocupada de dar placer y no de recibir; los chavales comenzaron a comprender el rollo que llevabamos, incluso se vieron con fuerzas para sugerir, pero pronto Liliana la dijo que se levantara que tocaba marcharse. Alguno oso tocarla el culete al levantarse pero más en plan de cachondearse de ella que de nada serio, una vez estuvo en pie Liliana la obligó a dar las gracias a todos por su trabajo para calentarla y seguimos nuestra ruta por la barriada. Al ser un día de fiesta y por el frío no había mucha gente por la calle, lo que si notaba era que después del calentón Carmen empezaba a acusar los estragos del frío, y miraba intentando decir que la situación le superaba. Al rato llegamos a un zona donde había un local y fue en eso momento donde Liliana nos dijo que era lo que buscaba; por fuera no daba impresión de saber que había allí dentro, solo dos negros que estaban en la puerta charlando y que cuando saludaron a Liliana de forma especial, tanto Carmen como yo comprendimos que le era familiar el lugar. Resultó ser un local de africanos que vivían en la zona, lo habían organizado en plan lugar de reunión, pero por la zona que era debía de ser también lugar de trapicheo de drogas y prostitución encubierta, razón por la que Liliana había debido estar por ahí antes; una barra de bar vieja con botellas sobre ella y la gente sentada en corros charlando y cajas amontonadas en las esquinas era lo que uno se encontraba nada más entrar. Carmen causó impresión pero no tanta como cabría esperar por su atuendo; nos pusimos a un lado a esperar a Liliana que estaba hablando con unos cabecillas del lugar y cuando volvió me cogió de la mano y me llevó a la barra para presentarme a uno de ellos; se llamaba Mawui y me trato como un colega agradeciéndome la visita, y dando por hecho que estaba enterado de todo me dijo que aceptaba el trato y me ofreció una copa con alcohol. Apoyado en la barra con él presencié todo un espectáculo visual de como Carmen ya estaba descubriendo el placer de ser degradada; Liliana la había desposeído del top con un rápido movimiento y su cuerpo desnudo había quedado a la vista de todos, ella intentando taparse en un acto reflejo dejó a las claras que estaba viviendo algo nuevo y eso le imprimía a la situación un morbo especial. Su cuerpo blanco entre todos los negros la hacía desplegar una belleza especial, sus manos sujetando sus tetas mientras su rajita depilada intentaba ocultarse entre las piernas torneadas la hacían parecer indefensa a la vez que preparada para disfrutar de ella. El acuerdo se materializó rápido,las chicas que atendían el local tuvieron permiso para salir a hacer recados propios y Carmen se encargó de servir las bebidas a los que la requerían, iba de un lado a otro sirviendo a la vez que ofrecía cada vez con más naturalidad los encantos de su cuerpo. Durante tres horas, estuvo sin parar intentando cumplir las ordenes que a buenas penas lograba entender y recibiendo alguna que otra torta caprichosa en sus nalgas cuando no estaba contento el cliente con lo que había puesto. Estaba gozando viendo como era exhibida, como se veía forzada a hacer eso; iba de un lado a otro olvidándose cada vez mas de su desnudez y asumiendo su papel, mientras la observábamos; su cuerpo lucía de una forma especial, no era el mísmo de la noche de bodas, tenía el encanto de estar abierto a la lujuria, de lucirse allí de una manera más seductora. Una vez volvieron las otras chicas que atendían allí a la clientela, Carmen fue relegada, tratada como un animal fue apartada y puesta a la espera de nuevas órdenes en una esquina con solo sus tacones; ya no se cubría, había quitado importancia a que su cuerpo fuera sin más exhibido y a que esa situación se mantuviera. Entonces Liliana comenzó a entrar en acción, la cogió del brazo y la llevó hasta donde yo estaba, allí la dijo que la lección de ser exhibida parece que la iba aprendiendo, pero la matizó que exhibirse no es solo dejarse mostrar sino asumir un papel de provocadora y que para eso no estaba preparada aún, que no se confiara y la ofreció el top para que se lo pusiera. Cuando nos dispusimos a salir, ya nadie se fijaba en ella, había saciado las ganas de ver sus encantos a todos los que había allí, ya no era útil aquel local; cuando salimos a la calle el frío nos volvió a invadir y no por ello Liliana la permitió taparse con algo, volvía a caminar de la misma forma, volviendo a dar el recital de antes en plena calle. A la vuelta fuimos directos al coche, porque nosotros mismos que no llevábamos medio cuerpo al descubierto estábamos pasando frío, pero pese a ello cuando nos acercábamos a un grupo de gente Liliana reducía el paso para que Carmen pudiera ser bien observada, pese a que por el frío su cuerpo no se contoneaba como a primera hora e iba más encogida seguía luciendo una gran pose de guarrilla. Cuando entró en el coche, tuvo la sensación de haber llegado el fin de su degradación ese día, ví como caía rendida y se acurrucaba en los asientos para recuperar algo de temperatura corporal y tranquilidad, no se enteró de nada del trayecto en coche, solo hasta que escuchó de Liliana las palabras: para el coche ahora ahí. Liliana la bajo del coche con todas sus fuerzas para despabilarla, medio la llevaba arrastrada a un parking de camiones, a un lado había unos servicios comuntarios donde había en la puerta algunos camioneros haciendo un descanso; sobra decir la atención que pusieron en nosotros y sobre todo en Carmen que con dificultad lograba seguir el ritmo de Liliana por intentar evitar que su top se levantase dejando a la vista todo de nuevo. Entramos dentro de ese habitáculo, allí había varios camioneros meando y lavándose la cara, que se pronto se volvieron para comprobar la escena; Liliana con mala leche cogió y rasgó el top de Carmen que quedó echo trozos en el suelo y ella desnuda sin posibilidad de taparse con nada; ésta esta aterroizada por quedar expuesta sin más en medio de varios hombres y un lugar como ese. Liliana les preguntó si paraban mucho en ese sitio; la mayoría dijeron que varias veces por semana y la cara de Liliana se ilusionó al ver esa respuesta, para decirles, delante de nosotros,: está guarra que veis no está preparada para ser usada por vosotros de momento, pero eso no quiere decir que en pocos días necesite de vuestras cualidades masculinas para saciar sus necesidades. Todos se quedaron asombrados, la cosa prometía y sus caras mostraban un gran interés en el asunto; entonces Liliana sacó un rotulador de piel y dijo que escribieran en el cuerpo de carmen los teléfonos de aquellos que quisieran ser reclamados para ayudarla a pervertirse, para informarles de los eventos; uno a uno comenzó a escribir en una parte de su espalda sus móviles y nombres, seguro que ficticios que se ponían. Al acabar alguno intentó tocar la mercancía pero Liliana dijo que por hoy era mejor parar, quizás por lo que tenía pensado para el día siguiente... Somos una pareja y nos gustaría conocer a aquellos que sienten nuestras debilidades, el relato es ficticio, pero sandrayjavix@yahoo.es