Regalo navideño
La Navidad llega también para esta esclava que recibe de su Amo un regalo navideño.
Regalo navideño
Podría ser la noche antes de Navidad, es decir, Nochebuena… Podría ser de día, pero no tengo forma de saberlo... Había quizás una chica que se movía en la oscuridad total de la habitación donde estaba encerrada, despertándome con olores desconocidos, mezcla de almizcle, sangre y sexo.
Pensé, medio soñando, medio despierta, de estar en casa, en mi cama, pero el olor y la sensación de seguridad que se tiene allí, ahora es totalmente diferente.
El espacio donde estoy es pequeño, induce facilmente a la claustrofobia sin importar si una es una nueva esclava o una veterana experimentada… Y agravado todo esto por episodios incesantes de dolor por todas partes.
Cuando no hay un reloj a la vista, una comienza a perderse, a imaginar lo que no está allí, a escuchar lo único que quieren que escuches… Aún hay algo todavía más perverso: un timbre, que cuando suena sólo significa que voy a sufrir nuevo dolor... Y la voz de mi Amo, que me trae un miedo constante, lágrimas frescas y una lujuria primitiva y estúpida.
No hay parte de mi cuerpo que no esté físicamente lastimada y dolorida sin alivio… Sufro un dolor muy sádico que le produce a mi Amo un placer muy perverso… Y ahora, incluso sintiendo mucho dolor, debo seguir entregándole mi cuerpo para que lo disfrute como mejor le plazca.
Él empieza desde los dedos de los pies, que coloca cuidadosamente con planta del pie hacia arriba… Y comienza a golpearme sin piedad… Las nuevas rayas ahora son una mezcla de rojo, morado y ronchas amarillas ya que las viejas rayas nunca tuvieron tiempo de curarse antes de que las nuevas me fueran marcadas.
Este diseño es similar al que me hace en mi espalda, culo y muslos, solo que utiliza diferentes instrumentos de tortura… Estos patrones de rayas metódicas se combinan con círculos de quemaduras causadas por cuerdas ásperas alrededor de mis senos, muñecas, tobillos, rodillas y estómago.
Algunas de estas marcas de cuerdas nunca hubieran aparecido si mi cuerpo no hubiera respondido tan violentamente contra las ataduras durante el último azote.
Tras darme esta paliza, me dijo que nunca me había retorcido ni lloriqueado ni rogado tanto, mientras me viola analmente.
Mis pechos soportaron la mayor parte de los golpes diciéndome que se verían bastante bonitos con los adornos navideños y disfrutaría mucho con la variedad de colores de mis moretones, sin importarle el dolor que me causa al golpeármelos despiadadamente.
Respiro profundamente para dejar de moverme por completo y así no sentir apenas dolor, pero no puedo evitar que me duela la mandíbula por la mordaza que me ha puesto.
Al irse, la luz se apaga... Silencio y oscuridad para siempre hasta que, pasado un tiempo, creo escuchar pasos firmes, llaves, el crujido de la puerta y una tenue luz bañando la habitación… Es mi Amo quien entra de nuevo.
- “De rodillas, esclava”, me ordena.
Y obedezco, autómata a su mandato... No le miro, ni respondo, pero siento su mirada en mi cuerpo, su propiedad… Incluso cuando llega a mi nivel, mi cabeza permanece inclinada, con reverencia, temor, lujuria y obediencia.
Me esfuerzo por no gritar mientras coge mis pezones intensamente hinchados y doloridos entre los crueles apretones de sus dedos pulgar e índice, pero fallo miserablemente y no puedo evitar gritar de dolor.
- “Hoy es Navidad, esclava, y como has sido una chica muy buena, obtienes lo que toda chica pide: cinco anillos de oro.”
Mis lagrimas comienzan a caer por mis mejillas a pesar de sentir que mi coño me traiciona y mi cuerpo se excita por su regalo inminente.
“Dos aquí”, mis pezones ardientes mientras giras sin piedad en direcciones opuestas.
“Otro en tu clítoris… Otro más en tu lengua... Y el último, ¿dónde adivinas que te lo voy a colocar?”
Sello mi propio destino cuando lo veo sonreír y le digo:
“En mi tabique nasal, Amo.”
“Correcto... Va a ser una bonita Navidad, esclava.”
F I N