Regalo de cumpleaños 4

El Roto

El Roto

Recorrí el camino a la residencia con Ana en brazos abrazada a mi cuello, los ojos cerrados y respirando más tranquila. Iba meditando con la bestia retorciéndose en mi interior, en la maldad requerida para intentar lastimar a ese ángel inocente, cuando un pensamiento fugaz cruzó mi mente... En otra vida me había enamorado de alguien así... Alejé la idea rápidamente al sentir la garra cerrándose sobre mi estómago.

Llegué al puesto sanitario y la dejé en manos de la enfermera para que hable con ella y la tranquilice. Me dirigí a mi habitación, revisé la cámara y como suponía estaba el video de la agresión salvaje a Jorge. Lo edité en el ordenador, recorté el tramo donde se ve perfectamente a los cuatro salvajes rociándolo con pintura y se lo mandé al padre para que procediera como mejor le pareciera.

Cuando terminé era casi medianoche. Me disponía a darme una ducha para acostarme, cuando escuché golpear la puerta. Al abrir, me encontré con la presencia de Luisa vestida todavía como animadora, con la cabeza gacha y sin atreverse a mirarme a la cara. La hice pasar y para mi desconcierto, se colocó de espaldas a la pared con las manos juntas en su regazo, la mirada dirigida al piso y los pezones completamente empitonados. Lo había leído alguna vez y no podía creerlo, una sumisa de manual que venía a ofrecerse a su nuevo amo.

Realmente no tengo excusa para lo que siguió. Con los ramalazos de lo recientemente vivido y lo buena que estaba, la bestia tomó el control. Me desnudé, le arranqué el bombachón a los tirones y le levante la pierna derecha sobre mi cintura, empuñe mi verga endurecida y haciendo diana en su coño, la empotré contra la pared con violencia, mi polla entró hasta el fondo de una, la niña estaba chorreando de excitación, el grito que pegó, me dejo el oído zumbando por un rato.

Dentro fuera, dentro fuera, martillando como un loco incitado por sus grititos, creo que logré que se corra tres veces antes de llenarla de crema, importándome tres mierdas las consecuencias. Cuando me recuperé un poco y recordé que fue ella la que me llevó a la encerrona, la saqué chorreando lefa sin bragas al pasillo y le cerré la puerta en la cara.

Estando todavía alterado y sorprendido por lo sucedido, me pegué una ducha y me acosté. Fue una noche rara donde me costó dormir. Decidí no repetir con Luisa, ese tipo de  relación no me convenía para nada, una sumisa como ella sacaría lo peor de mí, no siempre lograba tener la bestia bajo control y necesitaba límites.

Como tantas otras veces en mi vida, no cumplí con mi promesa.

Dos días después amanecimos con la novedad de la expulsión de los cuatro rugbiers. Parece que el padre de Jorge ocupaba un cargo bastante importante en la administración pública, y se movió lo suficiente para lograrlo. Los compañeros de los abusadores me culparon de la filtración, pero como poco a poco se empezó a correr el rumor de la paliza, decidieron que a El Rotoso, mejor dejarlo tranquilo.

El Viernes, después de mediodía recibí la visita de Ana que venía a despedirse, sus padres ya no se sentían seguros con lo que allí pasaba y la Universidad accedió a darle el pase a otro instituto. Realmente, era una pena que alguien tan buena e inteligente como ella, tuviera que irse por culpa de unos animales.

La bestia gruñia.

Me agradeció la ayuda y al acercarme para saludarla pidiéndole que no me olvide, me quitó los lentes suavemente y poniéndose en puntas de pie, me dió un largo y dulce beso en los labios. Se separó, me miró fijo con lágrimas en los ojos y me dijo ...

-. Ese beso y esos ojos, no los olvidaré jamás.

Se dió la vuelta y se marchó.

El Sábado, caminando rumbo a mi entrenamiento, me crucé con el grupo de las animadoras que me miraron con asco y miedo mientras Luisa solo agachó la cabeza. Esa noche me volvió a visitar y no se fué hasta el Lunes por la mañana.

El resto del año, pasó en la misma sintonía. Trabajo, estudio, gimnasia y Luisa. La novedad más importante fue el lanzamiento de mi Pack de gestión para PC multiusuario para empresas, una estructura de bases de datos, combinando, administración, contabilidad y manejo de personal, que resultó un éxito inmediato.

Con veinte años poseía ya una cuenta bancaria muy abultada y completamente dolarizada por consejo de mis distribuidores, pero aún así, seguí manteniendo un perfil bajo. Solo me di un par de caprichos, comprarme una Harley Davidson de la segunda guerra restaurada a nuevo y un semipiso en un ático con piscina, a construir al costo frente al parque más grande de la ciudad con vista al rio.

Ese verano me anoté en un curso acelerado, y al no tener laboratorio ni otras ocupaciones, aparte de las horas de actividad física, me dediqué al estudio por completo, por lo que, salvo un par de materias menores, aprobé segundo año completo. Mi apodo ya lo habían derivado a El Roto. Y no estaban tan errados.

Empezar tercer año adelantado fue un reto. En empresariales se proponían trabajos en grupo con compañeros mayores que venían juntos desde primero y por mi apariencia de ogro, era dejado de lado en todas las actividades grupales.

Había un grupo en particular formado por Diana, la diosa del curso, una muchacha trigueña de ojos verdes y cuerpo de infarto; sus dos princesas Ada y Eva y sus respectivos novios, que eran unos odiosos de manual. Hacían todo juntos, sacaban unas notas muy buenas y miraban a los demás desde arriba, con superioridad. Solo tenían un par de  manchas en su horizonte...Matemáticas avanzadas y algoritmos... Su profesora, a quien despectivamente llamaban la gordita... Y mis notas en esa materia.

Tuvieron el descuido en un receso, de sugerir soberbios a sus compañeros que el Roto se follaba a la gordita profesora, que eran tal para cual y que esa era la razón de mis buenas notas en la materia. Esto llegó a oídos de la profesora, la que sin hacer ningún escándalo, partió al grupo por la mitad y puso a las tres chicas a trabajar conmigo en un grupo de cuatro.

La reacción, que tuve la fortuna de escuchar, fue inmediata. Después de hora y sin percatarse de que yo estaba cerca, le plantearon a la profe que no podía hacer eso, que yo no podría reunirme en sus casas, que era un roñoso, que era un matón y una suma de argumentos de ese calibre. Pero la profe no cedió y encargó el primer trabajo para el lunes siguiente.

Los novios, a pesar de estar muy cabreados, no se atrevieron a hacerme ningún comentario dado mis antecedentes. Las chicas en cambio, se reunieron conmigo y me manifestaron su disgusto, me pidieron secamente el número de móvil y me citaron en la casa de Diana para el sábado a las 10 de la mañana -no fueran a madrugar las niñas- y que fuera muy puntual porque era mucho trabajo,  ellas a las ocho de la noche tenían que parar y para prepararse para salir.

Las estuve investigando por lo bajo y eran unas pijas de manual. La sorpresa fue, que si ellas estaban buenas, las madres estaban mejor, y además descubrí que a Marta, la madre de Diana, le ponían los bombones...y las motos. En ese momento tuve una idea...

Fue tanta la insistencia de Diana poniéndome a caldo frente a su madre, que cuando me presenté el Sábado puntual, me abrió la puerta ella claramente tensionada. Vestida con una bata de estar por casa, sin maquillaje y despeinada, no podía creer lo que se encontró.

Acudí a la reunión vestido con unos vaqueros entallados, botas de cuero negro, una camiseta blanca de mangas cortas con el logo de pink floyd marcando toda mi musculatura, campera corta de cuero negro, afeitado con barba prolija de tres dias y el pelo negro y brillante tensado hacia atras recogido por una coleta y sin anteojos. Mientras me miraba sonrojada, tratando de arreglarse el cabello con la boca abierta, me presenté, le entregué una caja de bombones y le pedí guardar la moto.

Me abrió el portón y cuando la vio, se le desencajaron los ojos y me ametralló a preguntas. Entretenido con la divertida charla, no vi llegar a Diana a mis espaldas, preguntándole a su madre quien era yo y si el Roto no había llegado. Diciendo que además de sucio era un irresponsable y que no me iban a esperar. Harían el trabajo solas y el lunes le pedirían a la profesora que me saque del grupo.  Sin darme vuelta me acerqué a la moto y saqué de las alforjas cuatro carpetas. Me gire y la encare.

-. Toma...Son los trabajos terminados, están divididos en cuatro carpetas, elijan cada una cual quieren presentar y déjenme cualquiera a mi. Y ahora ten la buena educación de dejarme terminar de hablar con tu madre que ya voy a revisarlos con ustedes.

Diana me miraba con la boca abierta sin entender. Tomó los trabajos y volvió con sus amigas, caminando en shock ante la risa de su madre.

-. Ja, ja, ja...A alguien le han dado una sorpresa hoy.

Le dí un beso en la mejilla, le pedí permiso y pase a reunirme con el grupo, que me miraba llegar con la boca abierta. Me saqué la campera, me senté frente a ellas y sin hablar una palabra de más, con gesto serio, empecé a desarrollar los temas a un ritmo tal, que no admitía interrupción.

Trabajamos sentados frente a una mesa ubicada a un costado de la piscina. Hicimos un pequeño descanso a las dos horas, durante el cual, Marta nos sirvió un refrigerio sorprendentemente arreglada. Vestida con una pollera blanca y corta de tablas, un top elastizado marcando buenas tetas y zapatillas con plataforma, ligeramente maquillada y peinada con una coleta, se la veía espléndida.

Trabajando intenso en bloques de dos horas con pequeños intervalos, al llegar  las ocho de la noche había logrado que entendieran el total del trabajo. Quedaría para el Domingo repasar las argumentaciones y justificaciones.

Me estaban pidiendo no reunirnos antes de las dos de la tarde del día siguiente -cosa a lo cual yo me negaba- para poder acostarse tarde esa noche, cuando escuchamos a Marta discutir airadamente por teléfono, yendo de un lado para otro por el borde de la piscina.

Cuando Diana preocupada le preguntó a su madre qué pasaba, ésta le explicó que esa noche tenía pensado reunirse con sus amigas para comer un asado y el parrillero la había llamado para decirle que no podía venir cuando ella ya tenía todo comprado. Gentilmente le ofrecí…

-. Si tu quieres te ayudo con la parrilla.

-. JA, ja, ja. Lo único que te faltaba, ¿Y tú sabes algo del tema? ¿Te atreverías?

-. No tienes idea de lo que soy capaz, ja, ja, ja

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El Jueves me levanté temprano como siempre y traté de no hacer ruido para no despertarla, salí a correr y al volver, Carmen ya no estaba. Desayuné y fui a visitar un local antiguo en pleno centro que estaba en venta. Lo único que me interesaba eran las medidas, -que comprobé adecuadas-, extendí un cheque para la seña y me marché.

Contratamos para la confección de los planos, a un arquitecto del pueblo de buen renombre, que nos comentó que al estar todos los proyectos dentro del mismo partido, los trámites se facilitaban y él podría encargarse de la dirección de todas las obras que serían ejecutadas por la sociedad.

Al ser un gimnasio y tres locales comerciales, no eran proyectos complicados. Demolición, construcción de paredes, techo de chapa, algunos servicios y no mucho más, el resto, todo decoración.

Esa noche llamé a Clara para invitarla a cenar. Me agradeció la llamada y me comentó que ya pensaba que no lo iba a hacer, dado el tiempo que hacía que estaba en el pueblo y no la había llamado. Me excusé por mis proyectos y quedamos en vernos el Sábado en su casa, así podría conocer más a su hija, comentario que me produjo un ligero resquemor.

Llegar a esa casa me moviò muchas cosas, tenía muchos recuerdos felices y algunos muy tristes de ese lugar. Me abrió la puerta Celeste y me quedé bloqueado, vestida con un vestido floreado, era la viva imagen de Clara a esa edad, pero con los ojos de mi madre. Le dí una caja de bombones para ella y un ramo de rosas blancas para su madre y pasamos al interior.

Clara estaba terminando de cocinar unas pastas y pasé a saludarla a la cocina con un beso en la mejilla. La cena transcurrió amena, con un poco de tirantez al principio por parte de Celeste, pero al ver la familiaridad entre su madre y yo y los recuerdos graciosos que compartimos, se fue integrando, finalmente terminó riendo con nosotros, era una chica muy centrada y con las ideas muy claras.

Realmente la pasé muy bien. Cuando me iba, Celeste comentó..

-. Es increíble, es la primera vez que te veo y siento que te conozco de toda la vida... No lo entiendo.

Antes de que pudiera contestar, Clara me pidió que me saque los lentes

Accedí extrañamente inquieto. Celeste me miró en silencio, pareció pensar algo y finalmente acotó.

-. Ahora sí  entiendo...

Me dió un beso y entró en la casa. Con un extraño malestar me despedí de Clara y me marché.

Para finales de Abril había comprado todas las propiedades, las cuales escrituré a mi nombre, y para mediados de Mayo ya estaban demolidas. Las facturas de la constructora corrían rápido, yo las pagaba puntualmente y se empezaron a cobrar los primeros sueldos. Esto incentivó el entusiasmo de los socios, y la competencia de Pedro y Javier por la presidencia.

Pedro llevaba la contabilidad en forma puntillosa, Javier controlaba el desvío de camiones y la entrega del resto de proveedores, María supervisaba la construcción del gimnasio y estudiaba el futuro equipamiento, Carmen y Juana hacían lo mismo con las tiendas y José las llevaba y traía.

Todo estaba marchando según lo habíamos acordado.

María me visitaba dos o tres veces por semana y teníamos relaciones muy calientes y cariñosas, en cambio Carmen, aparecía algunas noches como especialmente necesitada y el sexo se volvía explosivo. Alguna vez temí que me fueran a llamar la atención por el escándalo.

A finales de Mayo se presentó un problema con los cimientos del local de San Agustín, debido a la aparición de un pozo séptico que obligaba a correr una columna y descuadraba el proyecto. Juana que era la encargada de controlar esa obra, no supo como solucionarlo y me llamó para que le diera una mano.

En media hora estaba allí. Solo se trataba de decidir un pequeño incremento de costos inesperado, autoricé a rellenar el pozo, cubrirlo con una gran loza reforzada y sobre ella colocar la columna en el lugar asignado, mientras Juana miraba asombrada como el problema que la había agobiado, se había resuelto en forma rápida y sencilla.

Cuando estábamos por retirarnos a buscar los autos, se largó una gran tormenta, por lo que decidimos ir a tomar algo caliente al bar del albergue y nos sentamos frente a un cristal contemplando el diluvio.

Esperando ser atendidos Juana acotó…

-. No me extraña que hayas triunfado en la vida, tienes una gran capacidad de respuesta ante los problemas, siempre fuiste el mas inteligente de todos.

-. Para lo que me sirvió en ese tiempo…

-. A medida que llegaban noticias tuyas y viendo como los chicos buscaban minimizarlas, comprendí, que la animosidad contra tí, siempre estuvo motivada porque nos sentíamos inferiores y no lo tolerábamos... En especial tu hermano.

-. De nada sirve entenderlo ahora, cuando te han arruinado veinte años de tu vida

-. Puedo entender que nos odies, lo que no entiendo es que confíes en nosotros.

-. Quizás necesito demostrarme, que superar el pasado y perdonar, es la mejor forma de superar la oscuridad en la que estuve sumergido.

-. No sabes cuanto me entristece haber sido responsable de tu alejamiento de Clara y verla ahora en manos del hijo de puta de su marido. Solo pensar que alguien le hiciera algo así a mi hija, me aterra.

Y después de un minuto de incómodo silencio, disparó.

-

. Cuando nombras presidente a Pedro ?

La miré asombrado

-. No se por que lo dices. No tengo nada decidido todavía y no lo haré hasta la inauguración, tal como quedamos.

-. Sé positivamente que te estás tirando a Carmen y posiblemente a María también, y como conmigo no tienes ninguna chance por más que lo intentes… es voto cantado.

-. Mucha película te haces.

-. Mira,

-acotó rabiosa-

, solo para que te quede claro, Javier no es un putero impotente como José, ni un avaro como Pedro. Javier me ama mas que a su vida, es una persona íntegra, que no entregaría a su esposa por unas monedas. Si esperas eso para tomar tu decisión, olvídate

Dejé el dinero para las consumiciones sobre la mesa y me levanté  cabreado.

-. Una persona íntegra me dices…¿ y le roba a los que le dan de comer?...No me jodas...

y agregué

-. Lo que tu creas, me la suda, tu intimidad me importa una mierda y si piensas que llegué donde llegué, solo por haberme follado a alguien, no tenemos más que hablar.

Y me marché dejándola plantada.

Estaba amainando y el sol amenazaba brillar. Mire el cielo y suspiré. Todavía quedaba mucho por hacer como para estar perdiendo el tiempo en estupideces.

Desde ese día, no le dirigí más la palabra, ni me presentaba a su casa cuando se reunían allí.

Junio se presentó helado y las reuniones de los fines de semana con Clara y Celeste se volvieron habituales. Hablar con mi sobrina me hacía bien, sobre todo aconsejarla en sus estudios. Clara participaba poco y cada vez se la veía más débil, el frío no es buen consejero para los riñones

Y con el frío, me llegaron algunas noticias preocupantes. Mis auditores que vigilaban la nueva empresa celosamente, me pasaron algunos datos bastante inquietantes.

Para poder justificar lo que la sociedad facturaba y recibía de contrabando de los proveedores, entre ellos la cementera, Pedro dibujaba facturas falsas, las cuales computaba como egresos y cuyo importe al cobrarlas lo distribuía entre los componentes de la sociedad. Pues bien, algunas de ellas iban directo a su cuenta particular, en detrimento de sus socios. Javier, por su parte, no registraba algunos de  los camiones derivados y los comercializaba por su cuenta a expensas de Pedro, mientras José declaraba gastos de combustible superiores a los que se correspondían con sus recorridos a expensas de todos y se lo gastaba en putas.

Si bien estas pequeñas miserias no me afectaban especialmente, me tenían en guardia, molesto y con la bestia alterada.

A mediados de mes, Javier me pidió tener sí o sí una reunión individual en su casa, a la cual no me pude negar. Me presenté un Miércoles, puntual como siempre, con dos botellas de vino, le dí la mano a Javier y no saludé a Juana más que con una inclinación de cabeza.

La cena transcurrió en un clima tenso y de pocas palabras, a la hora del café, Juana se retiró sin saludar a sus habitaciones.

-. ¿ Y bien Javier ? Que era eso tan urgente que me querías comentar.

-. He notado como tratas a Juana y creo saber por qué.  Estoy al tanto de lo que pasó en San Agustín.

-. No la trato de ninguna manera en particular, además lo sucedido no ha sido gran cosa. Fue un problema técnico menor, que no tenía porqué saber resolver.

-. Sabes que no me refiero a eso.

La casa de Javier tiene un gran ventanal que da al parque del fondo, frente a él está localizada la escalera que lleva a la planta superior. En el cristal, el cual yo veía de frente, se reflejaba nítidamente Juana sentada en el descanso, escuchando la conversación.

-. Juana es muy especial, vive en un mundo pacato donde todo es apariencia y portarse adecuadamente. No entiende que el sexo pueda ser una herramienta de placer lo suficientemente fuerte como para torcer una voluntad.

-.Si supiera la de putas que hemos tenido que pagar Pedro y yo, para convencer a proveedores en algunas negociaciones, no sé si lo toleraría.

-.Ni siquiera en nuestra vida privada hemos disfrutado del sexo en plenitud, así como la vez de hermosa y apetecible, en la cama es cumplir y nada mas. Y últimamente ni eso

-. Así que por favor, no se lo tengas en cuenta. Suponer que María o Carmen se entregan para buscar favores la tiene mal.

-. Mira Javier, que me hayas hecho venir para escuchar esta larga novela de tu vida privada, cuando en realidad lo que te interesa es saber si ya he tomado una decisión con la presidencia, me parece una estúpida pérdida de tiempo. Con preguntar alcanzaba. ¡La respuesta es No!

-. Y, si lo que te preocupa es tu mujer, quédate tranquilo, no la tocaría ni con un palo largo.

Miré el reflejo y ella ya no estaba. Y como estaba empezando a perder los estribos, dí por concluida la cita y me marché

.

El Viernes después de cenar, estaba repasando en mi habitación unos documentos con la calefacción a tope y vestido solo con el pantalón corto del pijama, cuando golpearon a la puerta.

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