Regalo a una amiga
Amor y entrega. Mi compañera de trabajo que la pobre pasa hambre sexual.
Me llamo M..., pero mi nombre de guerra es Kamora. Mi pareja se llama Hipólito, una fiera en la cama.
Llevaba varios días mi amiga y compañera de trabajo Tania, convenciéndome para que le presentara a algún amigo.
Con Tania, compartía muchas horas y charlas. Le comentaba que mi pareja me hacia de todo y que tenia un arsenal de aparatos estimulantes. Y como, va el cántaro tanto a la fuente, se termina de romper. De tal manera que Tania, solo ya era capaz de pensar en sexo.
Como buena gallega que era, era una estrecha y debía llevar unos cuantos meses por no decir ya algún año sin que nadie le hiciera vibrar. Y como no, todas sus amigas, menos yo, le aconsejaban que tenia que reservarse para el príncipe azul.
Comentar que Tania ya esta entrando en los treintantos... Me pregunto para que la gente dé esos consejos gratuitos y no le dice a la gente que tiene que ser feliz. Y el sexo produce mucha felicidad. Doy fe.
Prepare una cena en mi estudio, y le dije a Hipólito que invitara a un compañero de trabajo, llamado Roberto, que según Hipólito debía llevar el mismo tiempo que Tania si catar chumino alguno.
El menú que les prepare era basándose en viandas todas ellas supuestamente afrodisíacas. De primero Ostras, para mas señas de Arcade, de segundo almejas con fideos, y para terminar un postre basándose en chocolate, selva negra. Y todo ello regado con un buen vino y al final de la velada con chupitos y licores.
La conversación giraba entorno al sexo, todo tipo de bromas y chascarrillos para caldear el ambiente.
Pero era Marzo, y hacia mucho frío. Y aquella velada no cuajo.
El sentimiento que me invadió fue de fracaso. Durante la semana hable con Tania, y le prometí que lo iba a arreglar. Y como es habitual, tuve que recurrir a Hipólito, y este golfo que tengo por compañero, amigo, amante, se presto al plan propuesto.
Le dije a Tania, que la noche del jueves no se comprometiera con nadie. Que pasaríamos yo y mi pareja por su piso. Que me dejara la llave y que ella se vistiera con su vestido más sexy que a eso de las diez de la noche apareceríamos por su piso.
Tania, estaba sentada en el sillón, llevaba un vestido corto con un estampado. Las mangas y el cuello eran de color verde. Los zapatos eran de un color rojo intenso. Las piernas enfundadas en unas sugerentes medias negras estaban una encima de la otra. Su cara era de sorpresa y de miedo, pero sus ojos transmitían provocación. Al estar sentado el vestido se le había subido y mostraba una ración generosa de muslo.
.- ¿Estáis preparados? Con gesto adusto, pero una sonrisa asomando en sus labios.
Hipólito, el muy canalla, puso gesto cínico y no dijo nada. Yo le espete:
.- Claro que si, somos gente preparada.
Mi pareja, cogió las manos de Tania, y se las quito del regazo y las puso en los apoyabrazos del sillón. Descaradamente la obligo a abrir las piernas y el se puso en el medio. Se quedo unos minutos contemplando la escena y luego se arrodillo. Desde aquella posición el muy guarro debía estar mirando toda la entrepierna de mi amiga y compañera de trabajo. Al transcurrir el tiempo, Hipólito, fue aproximando su nariz y empezó a olfatear el chumino como si fuera un perro de caza.
El ambiente se estaba empezando a caldear. Me fije en la entrepierna de mi novio, y ya era sospechoso el bulto que tenia. Para liberarlo de la presión metí la mano en la pretina y le quite su miembro. Estaba duro como el acero, mejor comparado parecía cristal.
Poco a poco, empezó a masajearle la polla, al principio suavemente y después con mas rapidez.
Hipólito, con sus experimentadas manos le aparto las braguitas. Y puso al descubierto el hermoso monte de venus. Su pubis estaba recubierto de un espeso vello de color azabache. Se quedo contemplándolo unos minutos, que parecieron segundos y con sus poderosos brazos trajo su cintura hasta que sus nalgas quedaron apoyadas en el borde del sillón. Separo sus labios, para apreciar su sonrojada vagína.
Y ya sin mas parangón se puso a lamer el chumino de Tania. Con los fuertes lametazos que mi compañero le estaba dando, me imagino que hasta le saco brillo, la expresión facial de Tania, iba gradualmente cambiando. Cerro los ojos y empezó a gemir.
Al contemplar la escena mis braguitas empezaron a recoger todos los jugos que escapaban de mi almeja, que a cada minuto que pasaba, se abría mas y más; y ya dejaba escapar todo el flujo que yo sentía.
Sin darme cuenta, mi mano acariciaba mis pechos y la otra la tenia en mi entrepierna.
Me acerque a Tania, y le arranque el vestido, ya lo tenia en la cintura así que me resulto fácil. A continuación le afloje los corchetes del sostén y se lo quite, era negro con encajes. Una locura. Su talla debía ser una 110 o 120. Sus pechos al liberarse de la opresión dieron todavía un respingo hacia arriba. No se bajaron ni un centímetro, mi boca se acerco a ellas, y sin darme cuenta estaba comiéndolos.
Con el rabillo del ojo, miraba como Hipólito le metía los dedos, haciendo la típica v, un dedo en su vagina y el otro en el ano. Y al mismo tiempo su lengua recorría el clítoris.
Transcurridos unos diez minutos comiendo los dos a Tania, Hipólito tomo rienda de la situación y con sus fuertes brazos la puso de pie, le bajo las braguitas, eran verdes tipo culot, no me había dando cuenta de ello porque las tenia todas retorcidas; soy una enamorada de la lencería y estas eran de mi marca preferida. Enfasis. La giro y la puso a cuatro patas encima del sillón.
Estaba preciosa con su culito respingón en pompa y la única prenda que llevaba puesta eran las medias negras con una blonda y los zapatos de tacón rojo.
Hipólito se desvistió rápidamente. Se situó detrás de Tania y la obligo a arquearse más. De tal manera que le quedaba a la vista su chollo y ojete.
Yo intuí lo que que quería hacer mi pareja y separe las nalgas de Tania, para que Hipólito tuviera una buena visión. Empecé a acariciale el ojete mientras la polla de Hipólito entraba y salía del coño, haciendo unos ruidos como al chapotear el agua.
Poco a poco le fui introduciendo el dedo, al principio entraba muy poquito, pero al final ya conseguía que se deslizara adentro afuera con una facilidad asombrosa.
Estaba ya fuera de mí, así que aparte a Hipólito, y me puse detrás de Tania, le separe bien las nalgas y le introduje la lengua es su ano. Estuve unos buenos diez minutos haciéndole un beso negro. Tania no dejaba de gemir y de retorcerse. Como no, el canalla de mi compañero, me tenia la polla en mi chumino, embistiéndome, notaba sus testículos golpear mis nalgas a un ritmo de cha-cha.
Me aparte y cogí la polla de Hipólito y la aboque en el ojete de Tania. Y por arte de magia, mas bien de empuje, el culete de Tania se había tragado toda la polla.
Para esto Hipólito tenia un don especial y era especialista en desvirgar. Así que con todo el cariño y suavidad del mundo se fue haciendo con el culete de mi amiga.
Los gritos de placer se fueron haciendo más audibles.
.-Mas, mas, porfi no pares, sigue. - Fue capaz de decir, entre gemidos.
Notaba las ansias de Hipólito por romper aquel culete, pero en el fondo es como un osito amoroso, y se contuvo y no embistió como a mí me tenia acostumbrada. Lo hizo con un mimo y esmero como me lo había hecho a mí la primera vez.
Siguió unos minutos hasta que se corrió dentro del culo de Tania.
Nos vestimos, no dijimos ni palabra y nos fuimos los dos para casa.
Creo sinceramente que hicimos feliz a Tania. Pero Mañana en el trabajo se lo preguntare.