Regalando a mi novia (4) (Final)

Seguramente la imagen no podía ser más patética. Una chica de 19 años intentando besar a un viejo obeso y peludo mientras este penetraba violentamente su ano.

Desperté por la mañana e inmediatemente revisé mi celular. Ella no había leído mi mensaje. Recuerdo que por la noche esperé un par de horas a que me respondiera, le escribí un par de veces y la llamé pero no hubo respuesta.

Miré la hora y eran las 10:33 AM. Decidí que la iba a visitar. No podía esperar más.

Antes de salir tendría que ducharme. Aún tenía restos de esperma seco en un costado de uno de mis muslos debido a la paja que me hice mientras escuchaba el relato de mi novia.

Mientras el agua fría caía por mi cabeza, comencé a recordar lo que hace apenas unas horas había escuchado directamente de mi novia. Inmediatemente sentí que una dolorosa erección volvía a aparecer al momento de imaginar a mi novia con otro hombre. El hecho de ser tan viejo y horrible le daba un morbo aún mayor. Sin embargo, quería seguir teniendo el control en lo que hacía Nicole.

Salí de mi casa mientras le enviaba un último mensaje avisándole de que me dirigía a su casa. Tomé el autobus y, luego de una hora de viaje, me bajé y caminé las pocas calles que separaban la parada de autobus de la casa de mi novia.

Cuando iba acercándome a su hogar pude verla. Iba saliendo de su casa y no pude evitar fijarme en el atuendo que llevaba. Unas botas negras que adornaban sus piernas que llevaban unas medias de red que tanto me gustaban. Estas seguían hacia arriba y la vista de ellas terminaba muy cerca de su entrepierna, donde lucía una corta falda de cuero que apenas cubría el inicio de sus muslos. También noté que llevaba un top negro que dejaba al aire su sensual vientre. No llevaba sujetador y noté sus duros pezones marcando aquella pequeña tela. Sus pechos inflaban aquél pequeño top. Se veían más grandes que nunca y el escote que llevaba se veía exquisito. Llevaba un pequeño bolso e iba maquillada. Se veía hermosa con aquél atuendo estilo gótico e imaginé llevándola de vuelta a mi casa para seguir escuchando aquél audio y luego poder follarla todo el día.

-¡Nicole! grité- a la vez que me acercaba a ella.

Ella me miró con cara de sorprendida. Imagino que no esperaba mi compañía.

-Ho...hola mi amor- murmuró. No parecía feliz de verme y no vi esfuerzo en ella de querer ocultarlo.

-¿No pensabas en atender mis mensajes? Te he escrito desde anoche, incluso te avisé que vendría y ni siquiera lo has revisado- Le dije un poco mosqueado.

-Lo siento, cariño. Estuve muy cansada y ahora estaré ocupada. Te escribo cuando vuelva a la casa.- Me respondió.

No lo podía creer. Era la primera vez que mi novia me hacía el quite. Llevábamos casi un año de relación y hasta hoy todo iba perfecto. Comencé a pensar en si lo de ayer había sido un error. ¿La había cagado? Pensé.

En eso pensaba mientras mi novia simplemente se comenzó a alejar. Caminaba en la dirección por la que yo venía, por lo tanto iba a la parada de autobus. Me fijé nuevamente en su atuendo. Se veía espectacular. Su culo se movía de lado a lado a cada paso. No destacaba más que su pecho, pero para mi gusto lo tiene perfecto.

Comencé a seguirla mientras pensaba en dónde podría estar yendo. Necesitaba saberlo, por lo que me acerqué a preguntarle.

-¿A dónde vas?- Le dije, mientras la agarraba de un brazo.

-Suéltame- Me dijo. No lo comprendía, pero actuaba como otra persona.

-Si escuchaste el mensaje de voz que te envié deberías ya saber donde me dirijo- Soltó de forma muy fría.

-No lo escuché completo. Quería seguir escuchándolo con tu compañía a mi lado- Le dije mientras acariciaba su mejilla.

Ella tomó mi mano con la suya y noté que una lágrima de oscuro color caía desde uno de sus ojos.

-Lo siento, mi amor. De verdad que debo irme y no quiero manchar mi cara con el maquillaje. Termina de escuchar el audio y lo entenderás-

Me quedé de pie mirándola mientras se volvía a alejar. La hubiese intentado detener nuevamente, pero en aquél momento sólo podía pensar en lo que me había dicho. Debía terminar de escuchar aquél audio, por lo que me dirigí nuevamente a mi casa. Debía continuar oyéndolo en un lugar privado.

Ya estaba en mi cama listo para continuar a escucharlo cuando noté que recibía un mensaje de mi novia. Era una selfie. Abrí la foto a pantalla completa y noté que sonreía a la cámara a la vez que hacía un signo de paz con sus dedos. La foto mostraba su cara y pechos. Se había levantado el top para tomarse la foto y abrí mis ojos intentando comprender lo que estaba viendo. Me pareció ver una marca rojiza que imitaba la forma de una mano rodeando uno de sus pechos, como si alguien le hubiese apretado de tal forma que había marcado su piel.

Intenté fijarme en el lugar que se asomaba detrás de ella. Era cercano al lugar donde el día anterior se había bajado con aquél viejo. Mi corazón comenzó a acelerarse y sentí celos. -¿Se había ido con él?- Pensé.

Si no me equivocaba, entonces ella me había traicionado. Sí, la incité a cometer aquél acto con un viejo desagradable. Pero una cosa era un juego entre nosotros, y algo muy diferente era hacerlo a espaldas de mí. No pude evitar sentirme mosqueado y debía decidir. O quedarme en casa o ir hacia donde ella estaba.

Lo pensé por un momento y sin realmente haberlo decidido, me vi a mi mismo tomando mis audífonos y saliendo de mi casa. Tomé el autobus y me fuí al último asiento para poder escuchar el audio mientras me dirigía a aquél lugar. Lamentablemente el paradero de autobus donde mi novia se había bajado con el viejo me quedaba aún más lejos que la casa de mi novia. Tardaría más de una hora en llegar allá pero tendría tiempo suficiente para terminar aquél maldito audio. No lo dudé y le puse reproducir:

...

El tener un dedo dentro de mí me parecía muy excitante, pero cuando comencé a sentir que un segundo dedo se abría paso por mi agujero fue cuando mis dudas se despejaron y entendí las intenciones de aquél viejo... quería follarme analmente.

Aquél viejo no me dió tiempo a pensar y comenzó a follar mi orificio anal con ambos dedos. Instintivamente comencé a gemir mientras llevaba una de mis manos a mi entrepierna. Me dolía, pero sentía en el fondo una sensación nueva y placentera.

Comencé a mover mis dedos alrededor de mi clítoris. A medida que pasaban los segundos mis gemidos se hacían cada vez más fuertes. Esto el viejo lo notaba, por lo que en ningún momento desaceleró sus movimientos.

El orgasmo no se dejó esperar, era el segundo del día y ambos con aquél viejo horrendo. Lo peor (o mejor) de todo era que parte de este había sido por la follada anal que aquél viejo me había dado con sus dedos.

Gemí de manera obvia ante él y caí con mi pecho en aquél sillón, apoyando una de mis mejillas a la tela del asiento. Sentía que no me quedaban fuerzas y la posición en la que estaba no era la más cómoda.

Pensé en descansar por un momento. Bastante inocente de mi parte, ya que tal como el viejo lo había hecho anteriormente, no me daría tiempo de respirar y recomponer fuerzas.

Sentí que se alzaba detrás de mí. Se retiraba su playera y colocaba una asquerosa y sudada barriga por encima de mi trasero... y allí sucedió lo inevitable. Sentí el glande de su miembro moverse en círculos en mi orificio trasero. Sentí que aquél viejo miserable comenzaba a presionar su polla para abrirse paso y quitarme aquella virginidad que tanto había guardado para tí.

Estuvo intentándolo un par de veces pero no pudo. Estaba muy apretado pese a habérmelo abierto con 2 de sus gordos dedos tan sólo unos segundos atrás.

Me sentía tensa. Sabía que aquella polla era monstruosa y sin dudarlo me dolería. ¿Pensé en tí y en el hecho de que aquél viejo te robaría mi virginidad? Sí, lo hice. Pero no tuve fuerzas para evitar nada de lo que sucedió a continuación de aquél segundo orgasmo.

Pensaba en ello cuando aquél viejo sin avisar comenzó a introducir su miembro en mi vagina. Ya había tenido sexo muchas veces, pero aún así noté que era demasiado ancho como para yo poder soportarlo.

Lo introdujo con fuerza. Sentía aquél masivo glande abriéndose paso por las paredes de mi vagina. Había introducido cada centímetro de su polla de un sólo empujón.

No había alcanzado a comprender lo que estaba sucediendo cuando repentinamente lo sacó completamente para luego volver a introducirlo de un empujón.

Sentí que se me desorbitaban los ojos y mi boca se mantenía abierta mientras gemía de manera ahogada. Aquél viejo me había dado un tercer y nuevo orgasmo con tan sólo 2 empujones de su polla. Era una sensación totalmente distinta a cualquier cosa que hubiese sentido en cualquier relación sexual pasada.

Esta vez el viejo retiró lentamente su miembro desde mis entrañas, para nuevamente llevarlo a aquél otro virginal orificio.

Allí entendí que simplemente había usado mi vagina como lubricante anal. Al parecer su plan había funcionado, ya que comencé a sentir un dolor extremo mientras sentía su masivo glande ejercer presión y comenzar a abrirse paso en mi estrechez.

-Aquí viene, putita- susurró.

Sentía que me desgarraba y no pude evitar gritar. Intenté manotear hacia atrás pero mis fuerzas eran nulas. Aquél viejo era fuerte y tenía a una debilitada y sensual mujer de 19 años a su entera disposición.

Aquél viejo no me iba a dar tregua y tal como lo había hecho anteriormente en mi vagina, afirmó mis caderas y empujó su miembro hasta que entró completamente, haciéndome sentir llena de carne viril a la vez que sentía un dolor penetrante.

Sentí un gemido rasposo golpear mi nuca. Aquél viejo lo estaba disfrutando... y eso me gustó. Imaginé toda la situación. Un viejo 40 años mayor que yo empalándome analmente, llevándose lo que mi novio había querido desde que comenzamos a tener relaciones sexuales. Me gustó la idea de hacerlo disfrutar con mi cuerpo. Quería sentirme usada.

-Por favor, hágalo con cuidado. Es mi primera vez por allí- Le dije de manera muy suave pero que él logró escuchar.

Quería sentirlo de forma suave. Quería disfrutar de aquél momento, pero aquél viejo tenía otros planes para mí.

Seguramente el escuchar que era mi primera vez por detrás lo hizo sentir aún más cachondo, ya que luego de agarrar mis pechos mientras volvía a presionar su polla que estaba completamente inserta en mí, comenzó a retirarla lentamente y movía sus manos desde mis pechos hasta volver a mi cintura.

Sentí que me agarraba de manera violenta. Sus uñas se clavaban en mi piel y de un sólo empujón volvió a meter cada centímetro de su polla en mi ano para luego comenzar un mete-saca brutal que ya no pude resistir.

Simplemente me dejé hacer mientras ahogaba mis gritos mordiendo la tela del sillón. Sentía mi cabeza moverse de atrás hacia adelante. Sentía mi frente rasparse con el sillón mientras saliva caía por el costado de mi boca que estaba totalmente concentrada en mantener mis dientes apretados.

A pesar del dolor, cada vez que el viejo retiraba su polla y volvía a introducirla violentamente me producía una sensación que recorría mi espina dorsal y rodeaba cada parte de mi cuerpo.

Sentía un ardor a la vez que el viejo continuaba esa brutal follada. Y por si no fuera suficiente, aquél viejo comenzó a colocar su cuerpo encima del mío, aplastándome contra el sillón y acelerando aún más sus movimientos.

Su barriga llenaba de sudor mi espalda mientras comenzaba a lamer la piel de mis hombros y cuello para luego morder mi oreja y lamerla por dentro.

Aquella mezcla entre ser perforada por aquél apretado lugar y ser abrazada por tan gordos brazos, además de sentir una lengua recorriéndome hizo que quisiera besarlo en la boca mientras me cogía.

Intenté besarlo pero por el tamaño de su cuerpo era imposible. No llegaba su lengua a mi cara e intentaba tontamente alcanzarla mientras alzaba mi cabeza.

Seguramente la imagen no podía ser más patética. Una chica de 19 años intentando besar a un viejo obeso y peludo mientras este penetraba violentamente su ano.

Me seguía cabalgando y noté el sonido que provocaban nuestras pieles al chocar. Él con su gordo cuerpo contra mi prieto trasero. Intentaba concentrarme en algo pero lo único en lo que pensaba era en su gran polla taladrando mis interiores.

Sentí en un momento que los movimientos comenzaban a cesar hasta que una última y violenta estocada llegó hasta el fondo de mi recto mientras sentía como desde su hinchado glande comenzaban a salir chorros y chorros de semen.

Nuevamente aquél viejo me llenaba por dentro. Si antes lo había hecho en mi garganta, esta vez era mi esfínter el que sufría una inundación de leche.

El viejo se quedó por un minuto dentro de mí mientras mantenía su sudado cuerpo pegado al mío. Besaba mi cuello y amasaba mis tetas que a esta altura colgaban por el borde de aquél sillón que se había convertido en el lugar donde perdí mi virginidad anal.

Al comenzar a retirar su enorme verga comencé a sentir una gran cantidad de semen salir desde el fondo de mi ano. A medida que este líquido iba saliendo, comenzaba a sentir un vacío dentro de mí. Este viejo había moldeado mi recto a su medida y no habría vuelta atrás.

Aquél viejo comenzó a pararse y a rodear mi cuerpo. Sentí su mano recorrer mi espalda y llegar a mi cabello. Lo volvió a agarrar violentamente y me levantó para darse espacio y sentarse frente a mí.

Simplemente me miraba con su sonrisa perversa y comenzó a mover su miembro por mi cara. Miré aquél inmenso falo y noté que estaba cubierto por una mezcla de su propio semen, sangre y rastros de materia fecal.

Movía la punta de su glande por mis labios y nariz. Aquella mezcla comenzó a trasladarse a mi piel y el olor era insoportable, aunque no tuve tiempo de digerir lo que pasaba ya que aquel viejo hizo que abriera mi boca y rodeara su enorme polla con mis labios.

Entendí las intenciones de aquél viejo. Quería que limpiase su miembro usando mi boca, lo cuál me excitó pese a lo asqueroso del sabor que inundaba mis papilas gustativas.

Había eyaculado 2 veces. Tanto en mi garganta cuando abusó de mi boca como cuando me dió una cabalgada anal. Pero aún así notaba la dureza de sus carnes mientras empezaba nuevamente a follar mi boca.

Estuvo así por un par de minutos hasta que se detuvo y se puso de pie tomando mi cabello con una violencia que me hizo gritar de dolor. Comenzó a arrastrarme por el suelo en dirección a un cuarto que luego comprendí que era su pieza. Si la entrada de su casa era inmunda, este nuevo lugar era aún peor. Apenas había lugar para caminar dentro y mientras aquél viejo esquivaba los restos de comida, latas de cerveza, cigarros y quién sabe qué más, mis rodillas chocaban y se manchaban con restos mientras me seguía arrastrando hasta llegar a su cama.

Me levantó y me arrojó encima de un colchón viejo. Comencé a sentir un olor fuerte a sudor y a semen seco. Seguramente se pajeaba a diario y ahora tenía a alguien más que lo hiciera por él.

No sabía lo que pasaría a continuación exactamente, sólo estaba segura que no podría descansar.

Aquél viejo me colocó boca arriba levantando mis piernas hacia los lados rodeando su gordo cuerpo y acercando su herramienta a mis vulnerables orificios.

Levantó mi pelvis para acomodarse y noté cómo de un sólo empujón volvía a penetrar mi ano.

Noté que me dió unas cuantas estocadas para luego sacar su miembro y llevarlo en dirección de mi vagina. Dudé en si era una buena idea, ya que siempre he escuchado que hay riesgo de infección si se lleva el miembro desde el orificio trasero directamente hacia la vagina.

No tuve opción más que darme por vencida. No había nada que yo pudiera hacer para detenerlo. La única opción que tenía era la de disfrutar ya que me tenía prisionera al tener más de 100 kilos aplastando mi cuerpo.

No sabía cuánto podría durar aquél viejo después de haberse vaciado 2 veces dentro de mí, pero su miembro estaba más duro que nunca.

Comenzamos a besarnos en el mismo preciso momento en que su polla ingresaba hasta el fondo de mi vagina. Me sorprendió lo fácil que entró y el hecho de que lo hiciera mientras estaba concentrado en comer mi boca.

Nos besábamos de manera muy intensa mientras me llenaba con su saliva. El mete-saca no se hizo esperar y sentía el choque de sus testículos en mis nalgas mientras, afirmándose con sólo una mano todo el peso de su cuerpo, con la otra amasaba fuertemente uno de mis pechos dejando una marca que incluso ahora viéndome al espejo aún tengo.

Aquél movimiento me causó dolor, pero a esta altura no era nada comparado con todo lo que estaba sintiendo. Me encantaba sentir el tronco de su polla raspar las paredes de mi vagina mientras él chupaba mi lengua y mordía ligeramente mis labios. Agradecí que no me dejara marca alguna en mi cara.

Al parecer nuestros cuerpos se moldeaban perfectamente, ya que sentí desde antes que se volvería a correr dentro mío. Era como si lleváramos meses follando ya que incluso llegué a decirme a mi misma: -Aquí viene su corrida- y sonreí.

Me sorprendió el hecho de sentir apenas una descarga de semen, me había malacostumbrado a las masivas descargas de leche que anteriormente me había dado. Pero comprendí que ya era lo último y quise disfrutarlo. Apreté mis piernas alrededor de su torso, invitándolo a llenarme por dentro. No me importó que hubiera riesgo de quedar embarazada pese a que nosotros siempre usamos preservativos. Aquél viejo me hizo suya desde el momento en el que me bajé del bus.

Sentí un último gemido rasposo mientras su boca inundaba la mía de saliva, para luego retirar su húmedo miembro y nuevamente dejarme con una sensación de vacío.

Allí mismo se desplomó a mi lado y nos quedamos dormidos abrazados, colocando mi pierna por sobre su cuerpo y mi mano rodeando su pecho. Él, mientras tanto, mantuvo una mano en mi culo hasta que pasaron las horas y desperté.

Miré mi celular y habían pasado varias horas. Eran las 7:40 PM por lo que calculé que entre la mejor follada de mi vida y luego aquella siesta junto a aquél viejo, no llevábamos más de 6 horas conociéndonos y ya me había marcado por dentro.

Intenté retirarme sin despertarlo. Por alguna razón encontré que aquél viejo se veía tierno mientras dormía, pese a que la vista era desagradable. Manchas de semen seco nos rodeaban, y su vientre estaba adornado con sangre que pertenecía a mi trasero.

Me acerqué a darle un piquito, pero aquél viejo estaba despierto y me agarró sorprendiéndome y cayendo encima de él. Estábamos aún desnudos y sentí su polla haciendo presión en mi vientre. No había duda alguna, nuevamente me excité imaginando que aquél viejo tendría más para mí en aquél momento.

Sin embargo, ese horrible y apestoso viejo tenía otros planes para mí.

-Si quieres más tendrás que visitarme mañana- Me dijo.

Me sorprendí, ya que recordé nuestros juegos por mensaje en el bus, el hecho de haberme ido con aquél viejo y pese a que me había hecho sentir cosas inimaginables para mí, había sido algo de una tarde.

-Tengo novio- le dije secamente.

-JAJAJA has gemido como puta y recién te acuerdas del marica de tu novio- respondió.

Puse cara de mosqueo pero el viejo siguió hablando.

-JAJAJA ustedes los jóvenes son tan inocentes. Desde el momento en el que entraste en el bus me fijé en tu figura. Aquél marica que entró contigo en el bus y que luego te manoseaba desde el asiento de atrás es un chico muy afortunado, pero sé que a las perras como tú no le alcanzan con tan poco. Y desde que noté tus jueguitos con tu novio, estuve seguro en convertirte en mi presa-.

-Tu novio es un cornudo y pese a hacerme el tonto en un principio, nunca tuve en mente algo que no fuera abandonar aquél bus contigo, putita- Añadió.

Sus palabras me dejaron perpleja pero me gustaba aquella forma en la que me hablaba. No sabía qué responder ni qué hacer pese a pensar en que aquél viejo había notado nuestros juegos mientras chateábamos en el bus.

Lo único que me digné a hacer fue mover mis caderas para hacer contacto con su polla.

-Vuelve mañana y sorpréndeme con una ropita rica- me dijo.

-Ok- simplemente respondí. No teniá otra opción, sobretodo porque aquél viejo me dió vuelta y me la metió 2 veces de una forma violenta, para luego ponerse de pie y decirme que me fuera.

Me dirigí al baño sin estar segura de mi estado y en si podría lavarme. Al mirarme frente al espejo al fin pude ver lo destrozada que me había dejado aquél viejo. Tenía todo el maquillaje corrido, mis mejillas adornadas de semen seco y restos de lágrimas negras que seguramente salieron mientras aquél viejo violaba mi boca con su miembro brindándome la garganta profunda más brutal. Al menos había una toalla con la cuál secarme por lo cuál tomé un baño. Luego de eso me vestí delante de aquél viejo. Lo besé y me fuí.

Afuera estaba muy helado. Pese a haber hecho calor en la mañana ahora hacía un frío que me sorprendió y obviamente no estaba vestida para aquél clima.

Me acerqué a la parada de autobus y me senté. Había otra persona pero no le di atención a aquél detalle.

Saqué mi celular y volví a leer la notificación de tu mensaje. Iba a abrirlo cuando una voz sonó muy cerca mío.

-Tan tarde y tan sola-

Giré mi rostro y vi a la persona que hasta hace poco estaba sentado en el otro extremo de la parada de autobus. Lo miré y me fijé en que era un señor de unos 40 años. -!Nuevamente me topo con un viejo verde!- pensé.

No sé si habrá sido por la experiencia que había tenido antes con aquél viejo horrible, pero no hice nada cuando este nuevo maduro puso una mano en mi desnudo muslo. Al estar sentada el vestido nuevamente se había levantado y no faltaba mucho como para mostrar mis bragas.

-Te ves muy bonita- me dijo, mientras me miraba de pies a cabeza.

-¿Cuánto cobras, mi niña?- preguntó, a la vez que movía su mano hasta mis rodillas y volvía hacia el inicio de mis muslos.

Entendí que por la hora y el lugar en el que me encontraba, con un vestido tan corto y con un escote tan descarado... me habían tomado por una prostituta.

Seguía cachonda por las 2 metidas de verga que me había dado el viejo en su casa antes de salir, por lo que quise tentar a mi suerte y le respondí.

-Haga lo que quiera- respondí, mirando hacia otro lado aprovechando para ver si había alguien que pudiera vernos.

-¿Puedo tocar tus tetas?- de pronto dijo aquella persona.

Me sorprendí al escuchar tan descarada pregunta, pero me sorprendí aún más cuando llevé mis brazos hacia mis pechos, levantándolos y ofreciendo una hermosa vista. De forma muy sensual salió un Sí de mi boca.

Como puedes imaginar aquél señor no se hizo esperar y llevó ambas manos a mis pechos, manoseándolos como poseído, como un vagabundo que vuelve a probar comida casera.

Lamentablemente para mí el bus no se hizo esperar y asomó por la esquina de la calle. Aquél descarado señor estaba a punto de asomar mis tetas por fuera de mi escote, pero lo detuve ya que no quería más problemas. Estábamos sólos pero 3 señoras se bajaron de aquél bus y al verme simplemente me dirigieron miradas de desapruebo, también asumiendo que no era más que una prostituta.

El señor subió conmigo en el bus, pero pensé en que no sería buena idea seguir tonteando con desconocidos, por lo que me senté en el primer asiento mientras veía como aquél hombre se iba mosqueado al final del bus y se bajaba inmediatemente.

Luego de haber viajado hasta mi parada de autobus, me dirigí a mi casa y me fuí directo al baño. Me arreglé antes de sacarme un par de fotos para tí y luego enviarte el resto de mensajes que ya has visto, amor.

Ahora no tengo nada más que hacer más que dormir. Pese a haber tomado una siesta sigo muy cansada y como ya te he contado antes, mañana iré nuevamente donde aquél viejo.

Espero que me perdones por favor. Ya hablaremos sobre esto. Pero no puedo dejar de pensar en aquél viejo penetrándome y humillándome.


Al fin había terminado aquél mensaje de voz. Tenía sentimientos encontrados pero sabía que de haber sabido antes no hubiese permitido que mi novia fuera nuevamente a visitar a aquél viejo.

Ahora estaba seguro de que el juego se me había ido de las manos, y lo peor de todo es que ya no tenía el control de las acciones de mi novia.

Luego de estar distraído en mis pensamientos por un rato, miré por la ventanilla del bus y noté que ya estaba llegando a aquella maldita parada de autobus en la que debí bajarme el día anterior.

No, ni siquiera eso. Debí aceptar cuando mi novia quería cambiarse de asiento y venir hacia mí. En ese momento lo tenía todo. A una mujer sensual y perfecta... y podía hacerle lo que yo quisiera.

Ahora no sabía como era mi situación. ¿La habré perdido? Era difícil de saber luego de haber escuchado su relato. Aquél viejo le había dado sensaciones que yo jamás le hice sentir, y pese a que nuestro sexo era fogoso había algo dentro de mi novia que no conocía. Un lado sucio que no había llegado a encontrar y aquél viejo había sido mi perdición.

Al fin el bus se detuvo. Me dispuse a bajar cuando las puertas se abrieron, no sin antes mirar hacia abajo y notar la dura erección que abultaba mi pantalón.

FIN.

Gracias por leer.