Regalando a mi novia (3)

*Advertencia: En mis relatos no me gusta ser para nada sutil. Me gusta la perversión y, pese a que sé que a ciertas personas les genera morbo, comprendo que a otras les genere rechazo. Se aconseja discreción.*

Advertencia: En mis relatos no me gusta ser para nada sutil. Me gusta la perversión y, pese a que sé que a ciertas personas les genera morbo, comprendo que a otras les genere rechazo. Se aconseja discreción.

Escuchaba atentamente lo que mi novia me decía por el mensaje de voz. Debo reconocer que tenía una erección tremenda y me daban ganas de masturbarme pero quise contenerme, ya que apenas deje de sentirme cachondo no querré seguir escuchando aquél audio:

Mientras el viejo caminaba hacia mí, comencé a sentirme muy nerviosa. Sobretodo por la mirada que tenía aquél viejo que no despegaba de mis pechos. Imaginé que sería lo primero que manosearía y así fue. Caminó hasta quedar pegado a mi cuerpo. Sentí su erección golpeando mi bajo vientre y sus manos rodeando mis hombros.

No entendía por qué no hacía nada para detenerlo. Por qué no hice nada en el bus. -¿Porque mi novio me lo dijo?- pensé en aquél momento. La verdad es que no me atraía para nada, pero la situación me generaba mucho morbo y sé que a tí también. Seguramente si hubiese ido realmente sóla en aquél bus, sin nuestro juego de por medio, jamás hubiese dejado que aquél viejo me tocara.

-Eres una nena muy rica- dijo aquél viejo, interrumpiendo mis pensamientos y trayéndome de vuelta a aquél momento.

Yo no dije nada, sólo me dejé hacer. Había decidido seguir e intentar disfrutar. Así comenzó a mover sus manos desde mis hombros hasta mis pechos y se mantuvo un rato recreándose con aquél apetitoso par. Me pellizcaba los pezones mientras me miraba directamente a los ojos y sonreía mostrándome su dentadura asquerosa que a esta altura no me generaba ningún ápice de asco.

Tomó uno de mis pechos y comenzó a chuparlo a través del vestido. La sensación era muy placentera y no quería que se detuviera. Suavemente comenzó a morder el pezón que ya sobresalía por la delgada tela. No sentía dolor por lo que no me sentí tensa.

Cuando dejó de jugar con mi pezón aquél viejo horrible sacó su lengua y comenzó a lamer desde mi pecho, subiendo por mi cuello y llegando a mi cara. Cuando se acercó a mis labios intenté besarlo pero me apartó. -¿De verdad iba a rechazar un beso mío?- Me pregunté indignada. Sin embargo el viejo tenía otros planes para mí: Mientras yo estaba confundida, el viejo se movió rápidamente para quedar detrás de mí. Sin dejarse esperar, se pegó a mi cuerpo tal como lo había hecho antes de bajar del bus.

Pese a la horrible persona que tenía detrás mío, me encantaban los juegos previos que desde hace unos minutos había comenzado a hacer. Sentí su dura erección entre mis nalgas mientras volvía a apretar mis pechos con sus manos acompañado de un baboseo a mi cuello y cara. Comenzó un movimiento que recreaba una penetración. Movía sus caderas contra mi trasero haciéndome sentir una excitación tremenda mientras yo comenzaba a gemir de una manera muy obvia para él. A esta altura, mi amor, quería que el viejo simplemente me follase.

El viejo me tomó de mis caderas y aumentó la presión de su erección en contra de mis nalgas. Comencé a mover mi trasero hacia atrás. Quería mostrarle que me tenía a su disposición y que sería sumisa con él.

Lentamente el viejo comenzó a levantar mi vestido. No me importaba, sólo levanté mis brazos para facilitarle aquél movimiento. Me giré ante su cuerpo y allí pudo ver mis pechos desnudos. El viejo tenía una cara de salido. De seguro hace tiempo no tenía a una mujer joven sólo para él.

-Tu cuerpo es exquisito, putita- me dijo, mientras agarraba una de mis nalgas.

-Gracias- le respondí, guiñándole un ojo y sonriendo por haberme llamado de esa forma. Por dentro quería que usara palabras mas obscenas conmigo. Que sus palabras fueran tan asquerosas como su apariencia y tan humillantes como el manoseo que le había hecho a mi cuerpo.

Dicho esto aproveché mi posición para comenzar a sobarle aquella dura erección que abultaba su pantalón. La rodeaba con mis dedos y sentía el tronco de su verga mientras la presionaba con la palma de mi mano. El viejo me miró fijamente y comprendí que ahora sí me lo permitiría. Acerqué mi rostro a él y junté mis labios con los suyos. Volví a sentir su aliento asqueroso y volví a sentir como mi entrepierna se humedecía. Aproveché el momento para amasar sus testículos. Se notaban grandes y llenos pese a aún llevar el pantalón puesto.

-Tendré harto para probar- pensé. Y lo besé aún más apasionadamente, pasando mi lengua por sus dientes incluyendo los espacios donde ya se le habían caído. Él sacó su lengua y comencé a chuparla. Más que una lengua roja, esta estaba blanca. Quién sabe cuando fue la última vez que se preocupó de la higiene de su boca.

Quise sorprenderlo, por lo que me esmeré en darle una buena chupada a su lengua. Debido a esto, sentía como mi boca se llenaba de saliva. Era una mezcla entre mis fluídos y los de aquél viejo. Dejé de amasar sus testículos para pegarme a su cuerpo y mover mi pelvis contra la de él. Movimiento que al viejo le gustó, ya que tomó mis nalgas con ambas manos y las separaba a la vez que corría mis braguitas y comenzaba a mover sus dedos entre mi ano e inicios de mi vagina. Me sorprendió que me acariciara allí, pero simplemente le dejé.

Mientras nos besábamos yo lo rodeaba con mis brazos para pegar su cara a mi boca. Quería que me devorara aún más mis labios, pese a que era imposible. Ya lo estaba haciendo y el siguiente nivel sería que comenzara a morderme, lo cual obviamente no sucedería.

Luego de mover sus dedos entre mis apretados orificios, al fin comenzó a introducir uno dentro de mí. Era lo que necesitaba, ya que en el bus me había quedado con las ganas. Movía su dedo en círculos alrededor de mi vagina y me provocaba con sus movimientos. Ya no podía seguir esperando, así que tuve que pedírselo.

-Por favor, hágalo- le dije, mientras mis palabras eran ahogadas con gemidos.

El viejo sonrió pegado a mis labios y comenzó a introducir no uno, sino dos dedos dentro de mí. Su mano era tosca y áspera, además de tener los dedos gordos. La sensación fue tan placentera como cualquier vez anterior en las que tuve un miembro dentro de mí.

Al comienzo aquél viejo lo hacía de una manera suave y pausada. Sentía cada centímetro de sus dedos entrar y luego salir. No pude ahogar mis gemidos y mantenía mi boca abierta pegada a la suya.

Después de estar así por unos segundos, el viejo comenzó a mover sus dedos mucho más rápido. Era un mete-saca brutal mientras me besaba que me llevó a un orgasmo que no hubiese imaginado que tendría cuando comenzamos nuestro juego en el bus.

Luego de esto tuve que afirmarme de su cuello para no ceder y caerme, ya que mis piernas flaqueaban mientras aquellas ricas sensaciones seguían complaciéndome.

Sin embargo fue el viejo el que ocasionó que yo llegara al suelo. Tomó mis brazos y presionó hacia abajo mientras mis piernas simplemente cedían. Quedé de rodillas sentada sobre mis tobillos y miré hacia arriba. No era la mejor visión. Veía su papada asomarse entre su larga barba, su obeso torso que estaba adornado por una camiseta con manchas amarillentas en el borde inferior.

No supe que hacer pero el viejo no demoró en romper el hielo. Puso su mano en mi cabeza, agarró violentamente mi pelo y comenzó a acercar mi cara a aquél bulto que sobresalía por su pantalón. Comencé a sentir un olor nauseabundo en el que solo reconocía un olor a orina fuerte. Fue fácil concentrarme en aquél olor ya que tuve que soportar aquél bulto moviéndose de arriba hacia abajo por toda mi cara. Luego comenzó a moverse de izquiera a derecha. Podía sentir todo el largo de su miembro moverse a la altura de mis labios pero había algo que evitaba el contacto directo piel a piel y esto el viejo lo sabía.

-¿Te gusta?- me preguntó el viejo de forma seca.

Lo miré a los ojos y simplemente asentí. No quise hablar.

Soltó mi cabello y noté que me había levantado levemente, ya que sentí como caía sentada nuevamente sobre mis tobillos. A continuación era obvio lo que pasaría, por lo que pensé que el viejo me haría bajarle los pantalones, pero no fue así y él mismo se los bajó.

Sentí que mi corazón se aceleraba. Me extrañó ya que antes habíamos hecho varias cosas y no tuve esa sensación. Entendí claramente que me moría de ganas de ver su verga directamente con mis ojos.

Comenzó a bajar lentamente sus pantalones y, en vez de comenzar a ver lo que aparecía, me dedicaba a seguir con la mirada aquél pantalón hasta que noté que había llegado a sus tobillos.

Alcé mi vista y comencé a notar que no llevaba ropa interior. Tenía bastante pelo en sus piernas y arriba de estas encontré lo que estaba esperando.

Al fin pude ver sus testículos que colgaban y me llamó la atención lo peludo que los tenía. Pero sabía que no era lo que tendría mi mayor atención, por lo que mi vista volvió a moverse y allí al fin pude verla.

Mi boca y mis ojos se abrieron en conjunto. Definitivamente era la polla más masiva que había visto hasta ahora y mil pensamientos pasaron por mi cabeza. Imaginaba todas las posiblidades que podrían pasar a continuación y si aún quedaba algo de duda en mí, en este punto se disipó completamente.

No esperé orden del viejo y acerqué mi rostro a aquella polla. Se veía bastante dura ya que hacía una perfecta línea recta hacia adelante, terminando con una cabeza digna de tan largo tronco.

No sé por qué lo hice, pero acerqué mi nariz y la olí. Tenía un olor fuerte pero en lo único en lo que pensaba era que aquél viejo era un macho con el que podría disfrutar como nunca.

El viejo no decía nada, sólo me miraba de una manera lasciva.

Acerqué mi mano a su polla y corrí la piel que rodeaba el glande hacia atrás. El olor se hizo aún más fuerte pero al menos era sólo eso. La afirmé desde la base y llevé mis labios a su cabeza. Le dí un beso en la punta y comencé a mover mi lengua hasta tocar la mano que afirmaba aquél falo.

Besaba en varias oportunidades su tronco hasta que me decidí y comencé a introducirla a mi boca. Antes de hacerlo mordí mis labios imaginando que era un dulce. Es difícil de explicar pero en ese momento aquella polla parecía lo más exquisito que había probado.

Abrí mi boca lo más que pude para darle cabida al glande. Luego procedí a rodear su falo con mis labios. No quise esperar más y comencé a chuparla de la manera más rápida que pude. Quería disfrutarla. Aquella vieja pero deliciosa polla.

Me sentía hecha una puta y eso me gustaba. Era muy morboso el tener la mirada lasciva de ese viejo mirándome directamente mientras yo le limpiaba su sucia herramienta.

Mi mano acompañaba el movimiento de mi boca y en la base le hacía una paja para poder saborear la punta. Así me mantuve por unos minutos hasta que noté que el viejo colocaba ambas manos en mi cabeza y antes de poder reaccionar, aquél viejo asqueroso presionó mi cabeza y su polla al mismo tiempo mientras yo notaba como mis ojos veían cada vez más de cerca su obeso torso y una mata de pelos canosos que rodeaban su miembro.

Intenté presionar con mis brazos en sus piernas para empujarme hacia atrás y sacarme su polla pero no fuí tan rápida y oía al viejo gemir como un toro viejo mientras me decía lo puta que era y que lo tragara todo.

Dudé en si hacer lo que me ordenaba, pero su polla no me esperó y comenzó a disparar, lo que hizo que mi boca comenzara a llenarse rápidamente de semen. Sus chorros no se detenían. Dejé de contar al cuarto chorro ya que lo que menos pude fue concentrarme. Sus testículos estaban tan llenos como había imaginado.

Sentí que me ahogaba mientras sentía un sabor desagradable que me llevó a tener ganas de vomitar. Ya no podía respirar y tragar ya no era suficiente. Había llenado completamente mi garganta. Lo peor de todo era que su polla actuaba como tapón.

No sé en qué momento exacto pasó, pero cantidades de semen comenzaron a caer por los orificios de mi nariz. El viejo al notar esto me soltó y comencé a tocer a la vez que un chorro de semen salió disparado desde mi nariz hacia el suelo.

Le había dado a aquél viejo la misma vista que un caballero tiene ante un dragón que violentamente dispara fuego por sus orificios nasales. La diferencia era que aquél dragón era yo y en vez de fuego había disparado un chorro de semen que pertenecía a un viejo asqueroso.

No había alcanzado a descansar totalmente cuando oí que el viejo volvía a hablar.

-Mira el desastre que has hecho, puta de mierda- gritó.

Agarró mi cabello y llevó mi cabeza hacia el suelo. Comenzó a refregar mi cara contra el piso llenándome las mejillas de su asqueroso semen.

Al hacer esto comencé a sentir miedo. Mis dudas volvieron más fuerte que nunca y si antes lo único que quería era tener esa polla dentro, ahora simplemente quería irme de allí.

Sentía aquél viscoso líquido comenzar a secarse en mis mejillas. El olor era asqueroso y sentía como mi cabello se pegaba a mi cara por lo pegajoso que estaba mi piel.

Me sentía humillada... y aún así necesitaba comprobar algo. Llevé una de mis manos hacia mi entrepierna y tal como estaba en el suelo, introduje dos dedos en mi vagina. Se sentía muy caliente y húmeda. No había duda, me excitaba ser humillada de tal forma.

Sí, claramente podría haber sido por los juegos previos y a la mamada que le había concedido a aquél viejo. Sin embargo no pensé en eso y simplemente acepté que me gustaba estar así. Sonreí y miré al viejo a los ojos.

-Fóllame- le dije de la forma más sensual que pude.

Aquél viejo asqueroso no hablaba mucho. Parecía ser un ermitaño viviendo en medio de una gran ciudad. Simplemente abrió su boca haciendo un ruido que en cualquier otro momento me hubiese parecido desagradable, pero en ese momento no le di atención. Se acercó a mí y con una de sus manos afirmó mi mentón, para luego escupir en mi cara. No me lo esperaba, pero no me desagradó. Simplemente me sentía como una muñeca de trapo.

Luego de esto agarró uno de mis brazos y me arrastró hacia el único sillón que tenía en su casa. Era bastante viejo, café oscuro con manchas de cerveza y quemaduras de cigarro.

Me estiró boca abajo colocando mis rodillas en el suelo y mi torso en uno de los asientos. Intenté provocarlo y levanté mis caderas lo más que pude, para luego moverlas de izquierda a derecha.

Sentí un espinazo en mi espalda cuando el viejo se colocó de rodillas detrás mío y comenzó a pasar su lengua por mi entrepierna entreteniéndose más de la cuenta en mi orificio trasero. Noté sus intentos de introducir su lengua en mi ano pero no podía. Lo tenía muy cerrado por el poco uso que le hemos dado, mi amor. Recuerdo que hace unos días fuímos a aquél sexshop a comprar lubricante. Sé lo mucho que deseabas estrenar la última parte virgen que me quedaba.

Comencé a gemir cuando pasó uno de sus dedos por mi vagina llevándose todo el líquido posible. Llevó aquél húmedo dedo hacia mi otro agujero y comenzó a presionar de manera leve hasta que logró introducirlo completamente.

Sentía su respiración golpear mi baja espalda. Me gustaba. Me sentía presa de un animal y quería que siguiera haciendo lo que le daba la gana.

El tener un dedo dentro de mí me parecía muy excitante, pero cuando comencé a sentir que un segundo dedo se abría paso por mi agujero fue cuando mis dudas se despejaron y entendí las intenciones de aquél viejo... quería follarme analmente.

En ese momento no pude más y eyaculé. No recuerdo la última vez que exploté de tal manera pero pensar en que no sería yo el que se llevara su virginidad anal me excitó aún más. No obstante la erección me había abandonado y el morbo comenzó a desaparecer para dejarme a solas con el nerviosismo y los celos.

Le había puesto pausa al audio para poder limpiarme y no dejar mi cama hecha un desastre. No pude evitar fijarme en que el audio iba a la mitad. Comencé a imaginar en qué tanto más habrían hecho a mis espaldas... si tan solo en la mitad ya habían pasado bastantes cosas.

Pensar en mi novia siendo humillada y a ésta gustándole me hizo sentir preocupado pero dudando de si en verdad me daba celos o si era simplemente yo engañándome a mí mismo. Pero hay algo en lo que estaba seguro. Necesitaba estar con ella mientras escuchara el resto, y así se lo hice saber.


Mensaje de autor:

Quisiera agradecer todos los comentarios que he recibido. Sobretodo los que me dan sugerencias de cualquier tipo. La verdad es que llevo años leyendo relatos y nunca se me había ocurrido crear una cuenta hasta ahora. Muchas gracias por darse el tiempo de leer lo que escribo.