Regalando a mi novia (2)
Él vió que yo no hacía nada para detenerlo, por lo que siguió manoseando mi muslo izquierdo llegando a levantar mi vestido, que al estar sentada apenas me tapaba parte de mis piernas.
Cuando llegué a la parada de autobus del centro comercial me bajé y le envié un mensaje a mi novia diciéndole que me llamara apenas pudiera. Podía intuir que ella no me respondería en un buen rato, por lo que me dirigí a un restaurant con terraza en el último piso del edificio. Necesitaba comprender lo que había pasado y estar seguro de mis emociones, además de necesitar un poco de alcohol por lo que pedí un vaso de vodka que no duró más de 10 segundos en mi poder.
Pensaba en lo que estaría haciendo mi novia. -¿Se la estará follando?- me pregunté, refiriéndome a aquél viejo. El tan sólo pensar en eso hizo efecto en mí. Inmediatamente comencé a sentir lo apretado de mi short en la entrepierna. Era una sensación rara, entre morbo y nervios. Morbo por asumir que mi novia estaría haciendo todo lo que aquél viejo quisiera. Nervios por no estar seguro de si fue una gran idea realmente. Debo aceptar que en alguna pequeña parte de mi ser sentí celos. Pero sin duda en lo que más pensaba era que al fin había entregado a mi novia a un viejo asqueroso después de estar fantaseando con eso por mucho tiempo.
Así estuve pensando por un tiempo mientras miraba parte de la ciudad desde la terraza. En un momento decidí revisar mi celular y me fijé en que ya habían pasado un par de horas. Abrí el chat que tengo con mi novia pero aún no había leído mi mensaje. Sin duda ese viejo la estaría disfrutando.
Recuerdo que al pararse y tomar de la mano a mi novia en aquél bus, alcancé a mirar a aquél viejo y me di cuenta en el pobre físico que tenía. Una barba de náufrago, pelo saliendo de sus oídos y nariz. Me reí cuando pensé en que tenía unas tetas como las de mi novia.
Mi risa desapareció cuando recordé que ya había visto aquella asquerosa visión de sus orejas.
Hubo un momento en el que aquél horrible viejo giró su cabeza y se acercó a la de mi novia. Como los respaldos de los asientos son bastante altos, apenas pude notar aquél movimiento, pero me pareció notar que algo le decía a Nicole. Sin embargo, en aquél momento no le di mayor atención ya que no parecía ser nada.
Luego de unos minutos me dispuse a pagar por lo que había consumido, no sin antes disfrutar de la exquisita visión que me daba la cajera. Parecía tener la edad de mi novia con un pecho de similar volumen. Tenía los ojos azules y no dejé de mirarla de arriba hacia abajo, ya que pese a lo hermoso de sus ojos, su escote no quedaba en deuda en comparación al de mi novia con aquél vestido que llevaba hoy.
Lamentablemente no tenía más excusa para estar de pie frente a ella después de haber recibido el vuelto de mi pago, por lo que no tuve más remedio que salir de allí no sin antes notar la cara de asombro y enojo de aquella joven cajera.
Al salir de aquél restaurant pude tener una vista desde el piso en el que me encontraba hasta el primer piso del centro comercial, ya que los pasillos iban subiendo en forma de espiral dejando en el centro del edificio un vacío que se veía adornado con un monumento.
Me dispuse a bajar por los pasillos en espiral hasta que pasé por una tienda conocida para mí: Era un sexshop. Lo habíamos visitado con mi novia unos días atrás buscando lubricante anal para al fin, de una vez por todas, ser el que le estrenase tan apretado agujero. Lo habíamos intentado un par de veces, pero pese a lo sumisa que era le daba temor el hacerlo simplemente usando saliva y sus fluidos vaginales. Ella quería que fuera con lubricante y, pese a que no podía esperar más para follarla de esa manera, no tenía opción mas que aceptar.
El resto del camino no tuvo mayores novedades, simplemente tomé el bus que me dejara más cerca de mi casa. Quería llegar lo antes posible. Me sentía un poco mareado por el alcohol y quería tomar una siesta. Al llegar a mi casa simplemente me dirigí a mi cama y allí me quedé.
Sentí mi celular vibrar. Abrí los ojos y me dí cuenta que ya no había luz natural. -"¿Qué hora es?"- pensé.
Tomé mi celular y vi que ya eran las 9:44 PM. Inmediatamente recordé lo que había pasado hace unas horas y sentí un nerviosismo que se vió reflejado en una incomodidad en mi estómago.
Revisé el por qué de las vibraciones de mi celular. Era ella, mi novia. Tenía 15 mensajes y al abrirlos comencé a leerlos inmediatamente. También me fijé en que ella me estaba enviando un mensaje de voz.
-Llegué a mi casa- decía ella en su primer mensaje. Me lo había enviado a las 9:04 PM por lo que comprendí que, incluso habiendo tomado una siesta, recién hace muy poco ella me había escrito.
Revisé a qué hora había leído mi mensaje y decía "9:03 PM", por lo que descarté mi teoría de que simplemente ella se había olvidado de avisarme que llegaba a casa. Realmente había estado casi 8 horas aislada de mí.
Los siguientes mensajes parecían ser bastante normales, contándome que al llegar a casa su madre había preparado lasagna, por lo que me envió una foto de su comida y un par de selfies. Se veía tal como recuerdo haberla visto en aquél bus. Incluso llegué a dudar en lo que había acontecido luego de haberla visto por última vez bajando con el viejo de la mano.
Sin embargo, el siguiente mensaje disipó cualquier duda:
-Te contaré todo lo que pasó- había escrito ella.
Y así estuve esperando un par de minutos hasta que recibí su mensaje de voz. Duraba varios minutos y honestamente no estaba como para esperar por mucho tiempo más, por lo que me puse a escucharlo inmediatamente:
-Hola mi amor- comenzó diciendo, con una voz tan suave pero a la vez muy sensual.
Nicole:
Lo siento por haber tardado tantas horas en responderte. Imagino que tienes muchas preguntas e intentaré despejar todas con este mensaje. La verdad es que estoy muy cansada pero no quiero hacerte esperar hasta mañana. Simplemente esperé a que mi familia me dejara libre y ya estoy en mi pieza.
¿Recuerdas cuando me dijiste en el bus que acercara mi celular a mis braguitas? La verdad es que al hacer eso me puse extremadamente cachonda y, cuando comenzaste con tus llamadas, las vibraciones hicieron que me humedeciera e incluso llegué a mojar una pequeña parte del aparato.
Cuando me levanté del asiento y al mirarte antes de bajar, por la cara que ponías noté que no entendías lo que estaba pasando, por lo que imagino que no te diste cuenta de lo que pasó delante de tí. Pero no te preocupes, te lo contaré todo.
Después de decirle al viejo lo que me habías ordenado (decirle que estaba sóla), él sonrió de una manera muy asquerosa. Pude ver que tenía una dentadura amarillenta y le faltaban un par de dientes. Debo decir que me hizo llegar a pensar en pararme e ir hacia tí.
Sin embargo, antes de llegar a pararme noté cómo su mano iba directo hacia mis muslos. Fue un momento tan irreal que no supe cómo reaccionar y, al sentir su mano hacer contacto con la piel de mis muslos, volví a aquél estado de excitación con el cuál me dejaste gracias a las vibraciones de mi celular.
No tenía intención de dejar que aquél viejo horrible avanzara con sus ataques, pero recordé que me habías dicho que le dejara hacer lo que quisiera... y eso hice.
Él vió que yo no hacía nada para detenerlo, por lo que siguió manoseando mi muslo izquierdo llegando a levantar mi vestido, que al estar sentada apenas me tapaba parte de mis piernas.
Hubo un momento en el que su mano no se detuvo y comenzó a subir por mi vestido. Comenzó a tocar mi vientre mientras me daba un pequeño agarrón con su mano derecha. Mantuvo su mano allí por unos segundos hasta que la retiró y noté cómo comenzaba a acercar su cara hacia mí.
No sabía lo que aquél viejo asqueroso tenía en mente, hasta que comencé a sentir su mano izquierda que comenzaba a manosear mis pechos. Al hacer esto me distraje y no noté hasta que ya era demasiado tarde y sentí cómo pasaba su lengua por mi oreja izquierda y mi mejilla. Tenía un aliento apestoso y era una mezcla entre cigarro y alcohol. No supe que hacer. Manoseaba mis pechos de una manera violenta y agarraba mis pezones por encima de mi vestido. A esta altura ya estaban muy duros por el manoseo y comencé a sentirme vulnerable. Aún así, no hice nada para detener aquél ataque.
Pensaba en lo que pasaba por tu mente. Imaginaba que lo estabas viendo todo y que lo estabas disfrutando, por lo que quise darte un buen espectáculo pero luego me daría cuenta que estaba equivocada. Nunca te diste cuenta de lo que pasaba.
En un momento y sin que él me lo ordenara, giré mi rostro para hacer contacto con su lengua que había baboseado de una manera muy asquerosa la parte izquierda de mi cara.
Él sonrió y comenzó a lamer mis labios. Nunca me lo habían hecho de una manera tan asquerosa, por lo que no entendía por qué él era así.
Abrí mi boca y en ese momento perdí prácticamente el conocimiento. Me sentía extaseada entre el manoseo de mis pechos y su aliento asqueroso. Comenzamos a besarnos de una forma agresiva y él mordía mis labios. A veces dejaba de besarme para volver a lamer mis mejillas y bajó su mano para comenzar a hurgar en mi entrepierna.
Fue cuando él retiró hacia un lado mis bragas y comenzó a manosear mi clítoris cuando me di cuenta que ya no había vuelta atrás. Quería que insertara sus dedos en mí y así se lo hice saber. Abrí mis piernas y volvió a sonreír mostrando aquella dentadura dañada por años de excesos.
Cuando comenzaba a prepararme para la penetración que iba a recibir, él se acercó y me dió una última lamida en mi rostro, para luego susurrar en mi oído:
-Preciosa, mira como me tienes- susurró.
Luego de esto tomó mi mano derecha y la llevó a su entrepierna. Lo que toqué allí parecía ser descomunal. Era algo muy grande y ancho, como nada que hubiese sentido hasta hoy.
-Mira preciosa, esto es lo que vamos a hacer-
Al decir esto yo sólo asentí.
-Me bajaré en la siguiente parada y te llevaré a mi casa para que continuemos. ¿Entendiste?- me dijo.
De una manera muy suave le dije que sí, que lo entendía, mientras me mordía ligeramente mis labios.
Él sólo se dignó a sonreír una última vez para luego hacerme poner de pie mientras él lo hacía detrás mío.
El bus se detuvo y te miré directamente a los ojos y noté lo que ya te había comentado antes. No te habías dado cuenta de nada.
Dudé por un segundo en lo que iba a pasar a continuación, pero cuando noté el bulto de aquél viejo comenzar a refregarse por mi trasero no lo dudé y bajé con él.
Mientras ya veía cómo se alejaba el bus notando el hecho de que tú no te habías bajado, aquél viejo llamó mi atención para llevarme con él.
-Ven aquí, ricura- y puso una mano en mis nalgas para comenzar a manosearlas.
Comenzamos a caminar y noté que no conocía aquél barrio. Parecía bastante pobre y no había nadie en las calles lo cuál le permitió al viejo seguir manoseando mis nalgas sin detenerse.
Luego de avanzar unos metros nos detuvimos en lo que parecía ser su casa y, agarrándome del brazo, tomó sus llaves, abrió la puerta y me jaló hacia dentro.
Cuando mi vista se acomodó al cambio de iluminación, comencé a mirar a mi alrededor y noté la inmundicia que había dentro, lleno de envases de cigarro y latas de cerveza que inundaban el piso.
Continuaba observando el lugar en el que aquél viejo me había metido cuando escuché que la puerta se cerraba. Me giré y miré al viejo a los ojos mientras notaba como me comía con la mirada y se agarraba su miembro por encima del pantalón.
Pensé por un momento en todo lo que había pasado hoy, en cómo me había dejado manosear por aquél viejo horrible y obeso. Lo miré de pies a cabeza y la verdad es que cada segundo extra en el que analizaba su cuerpo, me parecía más horrible.
En eso estaba cuando sentí vibrar mi celular. Lo miré y noté que me habías escrito.
No tuve tiempo para leer lo que me habías enviado, ya que comprendí lo que iba a pasar a continuación cuando aquél viejo horrible y asqueroso comenzó a caminar lentamente hacia donde yo estaba. Me iba a follar.
Continuará...